One-shot de Naruto - Reciclando la navidad

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Jaizmar, 21 Enero 2017.

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    Jaizmar

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    Escritora
    Título:
    Reciclando la navidad
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    7745
    Esta historia participa del concurso realizado por @Knight (que por cierto, ha de querer dejarme tuerta de ambos ojos por tardar tanto) ¡Un diciembre de locos en Konoha!

    Se supone que sería un one-shot de máximo 2.000 o 3.000 palabras, y termine excediéndome, además de que empecé con una idea y terminé escribiendo algo totalmente distinto. Me ha tocado la opción #7.

    “A tus compañeros de piso y a ti les ha entrado el espíritu navideño y quieren decorar la casa, lástima que sean tan torpes como tú y todo comience a salir mal.”

    El género principal es la comedia, aunque creo que pude haberlo hecho mejor y no sé, para mí no ha quedado tan divertido como esperaba aunque aún así me agradó escribirlo; luego de tener más de un año que no escribía historia alguna.

    Lo dejo a criterio de cada uno :3

    Aclaraciones: Lo escrito en cursiva puede hacer referencia a pensamientos o sonidos. Esta historia esta ambientada en un Universo Alterno.

    Reciclando la navidad

    La noche antes de navidad, a sólo horas de que los niños comiencen a levantarse para recibir los regalos dejados por Santa Claus, o que los pequeños traviesos comiencen a prepararse para atrapar al viejo de la barba —uno de los múltiples apodos que se ha ganado a través de los años—... Si, esta noche tenía apariencia de ser perfecta e inolvidable para muchos; sobretodo para ciertos jóvenes, que si bien no sería del todo perfecta, sí que sería inolvidable...

    —¡Oouuaahh! —bostezo mientras poco a poco se iba desperezando el Uzumaki—. ¿Qué hora es? —se preguntó mientras aún con los ojos adormilados se dirigía al baño, sin prestarle atención a dónde estaba exactamente.

    Abrió la puerta, mientras poco a poco y aún con el sueño venciéndolo, se preparaba para orinar.

    «Mmm...»

    —¿Ah? Escuché algose dijo, deteniendo en el acto todos sus movimientos—. Habrá sido mi imaginación —le resto importancia, concentrándose en satisfacer sus necesidades físicas—. Ah... —suspiró de alivio al comenzar a despejar su vejiga.

    —¿Naruto...? —cuestionó una voz somnolienta.

    —¿Eh? Hola, Sasuke —saludó como si nada continuando con lo suyo—. Espera, ¡¿Sasuke?! —gritó, despertándose completamente enseguida—. ¡¿Qué haces acostado en mi baño?!

    —¿Cómo que tu baño? —se levantó de golpe notando que definitivamente estaba acostado en la ducha del cuarto de Naruto—. ¿Pero qué...? ¡Si serás, al menos cubrete! —exclamó enojado.

    De inmediato el rubio se subió la bragueta y tanto él como el azabache salieron del baño fijándose más en el panorama, intentando recordar cómo habían terminado durmiendo en la sala y el baño respectivamente.

    —Esto se queda entre nosotros —habló con voz sería Sasuke.

    —Eso tenlo por seguro —bajo ningún concepto quería que llegara a oídos de otros que él y Sasuke habían terminado juntos en el baño, sea por la razón que sea.

    —Maldición, me duele el cuerpo —se quejó el Uchiha, resintiendo la noche que había pasado en el baño; aún podía sentir las baldosas de cerámica bajo su espalda.

    —Eso te manda por dormirte en mi baño, teme —reprocho el ojiazul con una sonrisa, en el fondo le causaba gracia el asunto. Eran pocas la veces que podía reírse de Sasuke por cosas como esas que no siempre se daban. Normalmente el que pasaba vergüenzas era él.

    Ambos caminaban por el pasillo, a instantes de cruzar el umbral de la puerta que daba a la sala, siendo Naruto el primero en entrar. Sasuke tenía intenciones de contestarle pero fue interrumpido antes de siquiera emitir sonido.

    —¡Ah! ¡¿Pero qué rayos pasó aquí?! —gritó espantado, llamando la atención del pelinegro, quedando éste igual de sorprendido.

    Toda la casa estaba hecha un desastre; envases y bolsas de comida por el piso, botellas tiradas en los sofás, una ventana rota, los cojines regados, la cocina hasta donde se podía ver estaba en completo desorden; ¡absolutamente todo! Y lo peor... las decoraciones que con tanto esmero había puesto su madre, destruidas.

    Fijándose que además, Sasuke no era el único que estaba durmiendo en un lugar y una posición completamente fuera de lo común.

    —Vaya, esto sí que es una sorpresa —comentó irónico el Uchiha.

    —Dejen de hacer escándalo —pidió Shikamaru entre bostezos. A quien al parecer no le incomodaba la posición en la que estaba, con la cabeza encima de un matero y con Chōji acostado encima de sus piernas.

    Con tantos cojines regados por el suelo, vino a usar un matero de almoh... —Sacudió la cabeza ante sus pensamientos— ¡Ese no es el caso! ¿Qué fue lo que sucedió aquí? —volvió a preguntar antes de terminar desviándose del tema.

    —¿No lo recuerdas? —le pregunto Neji, quién estaba cómodamente sentado en el sofá (el que no estaba volcado, por cierto), junto a Gaara y Sai.

    —¡Sí lo hiciera no estaría preguntando! —exclamó—. Aguarda, ¿en qué momento llegaste tú?

    Nuevamente se estaba desviando del tema principal, pero hasta donde recordaba, Neji no estaba en su casa cuando todos habían quedado en reunirse el día anterio, a saber por qué se negó a asistir; aunque pensándolo bien y por lo que veía, tomó una buena decisión al no unirse a ellos.

    —Hace poco llegamos, la puerta estaba abierta —interrumpió Gaara en la conversación, quién se había negado cuando lo invitó alegando que no tenía interés en ese tipo de reuniones. Y Sai, bueno, él simplemente le dijo que no.

    Los que además seguían cómodamente dormidos (aunque en realidad no lo parecían), eran Kiba y Akamaru que estaban sobre la mesa de la cocina y Lee, que dormía abrazado del árbol navideño, el cual se encontraba tirado en el suelo.

    —¡Mi madre me matará! —gritó escandalizado despertando al resto de los que aún dormían.

    Al abrir los ojos todos se llevaron la misma impresión que los demás; no sueles esperarte tal desmadre cuando recién te levantas, según las palabras de Kiba.

    —Hmp, eso tenlo por seguro dobe.

    —¿Alguien recuerda qué fue lo que pasó exactamente? —cuestionó esta vez Sasuke, recibiendo por respuesta negativas. La mayoría recordaba muy poco de lo sucedido.

    —Uahh... —bostezó el Nara—. Bien, en pocas palabras, luego de que todos llegáramos ayer a la casa de Naruto, éste comenzó a mezclar las bebidas de todos mientras no veíamos —comenzó a contar el Nara, que habiéndose dado cuenta de eso no terminó en tan mal estado como el resto, y ante tal revelación, el aludido sólo pudo encogerse ante las miradas de los demás—; y poco después de eso Lee perdió el control.

    Ante tales palabras, el Hyuga pudo hacerse una leve idea de lo que pudo haber sucedido, siendo conocedor (al igual que Tenten) de la poca resistencia al alcohol que poseía su amigo; el cual por cierto, bajo la cabeza avergonzado al saberse culpable de los hechos en gran medida, seguramente.

    —Comenzó a decir algo de la llama de la juventud y le respondía al árbol como si este lo estuviera retando a un duelo o algo así —prosiguió con voz cansina, aumentando el bochorno del cejas pobladas—, Naruto y Kiba terminaron uniéndosele mientras utilizaban los adornos del pesebre y el árbol como municiones en una guerra de bolas de nieve.

    Kiba, que miraba a Lee y a Naruto de manera desaprobatoria, abrió lo ojos sorprendido al ver que la culpa también recaía en él y por lo que se veía, no sería el único realmente involucrado en los daños causados.

    —Una de esas bolas de nieve arrojadas por Naruto le dio de lleno a Sasuke en el rostro, y éste como respuesta le lanzó la botella de la que bebía rompiendo en el proceso la ventana cuando la esquivó —Sasuke sólo pudo pasarse una mano por el rostro ante ese pequeño detalle—; así fue como terminó todo siendo arrojado. Chōji también se involucró cuando Kiba tomó de sus papitas y estando ebrio lo persiguió por toda la casa, volcando entre los dos las mesas y los sofás en una clase de huida y persecución.

    Mientras más contaba Shikamaru peor se ponía todo.

    —Ya después, mientras intentaba alcanzar a Kiba, en un descuido Choji cayó inconsciente encima de mí por todo el licor que había tomado —éste lo miro apenado como pidiéndole disculpas por eso, a lo que el Nara asintió con la cabeza restándole importancia—. Kiba, te subiste al mostrador de la cocina y comenzaste a celebrar tu victoria con una especie de baile raro y ya después de ahí me quedé dormido con la cabeza en el matero —admitió sin pena alguna.

    Todos quedaron atónitos, y eso que aún quedaban varias dudas por resolver.

    —Al menos eso fue lo principal que recuerdo, tratando de resumirlo —terminó de contar, omitiendo adrede varios detalles que era mejor no comentar por el momento.

    —¿En serio eso fue lo que pasó? —preguntó Lee estupefacto.

    —Suena mejor de lo que se ve, inclusive tomaron fotos —respondió Neji, enseñándoles el teléfono.

    —¿Qué? ¡Dejame ver! —El ojiazul tomó el aparato mientras pasaba de una foto a otra, y efectivamente, sonaba mejor de lo que se veía. Shikamaru sí que había omitido varios detalles, por no decir que las fotografías contaban una historia algo diferente por sí solas, una muy loca. Casi era difícil de creer que lo que contó Shikamaru tuviera algo que ver con eso.

    —¿Pero por qué tienen fotos si ustedes no estaban? —pregunto Chōji viendo las fotos junto a Naruto.

    —Por eso estamos aquí, Naruto nos envió las fotos y vinimos a ver si no habían causado más desastre del que pudimos apreciar en las fotos —respondió Gaara inexpresivo.

    Poco a poco todos estaban armando el rompecabezas de lo sucedido, una vez fue contado lo que sucedió. Luego podrían hablar de todos esos “detalles” que faltaban mencionar.

    —¡Deben ayudarme a dejarlo todo como estaba, dattebayo! —pidió Naruto desesperado una vez que concluyó de ver las imágenes.

    —¿Por qué deberíamos? Al fin y al cabo esto terminó así por tu culpa, y a mí no me importaría que Kushina-san terminara castigándote —respondió el Uchiha con una sonrisa arrogante en el rostro, siendo conocedor del temperamento de la madre del rubio. No sería tan malo divertirse un rato a costa de su amigo.

    —P-Porque... —tartamudeo en busca de una respuesta— ¡Porque ustedes también estuvieron aquí y compartimos la culpa! Además... Mi madre conoce a las suyas, y no creo que les agrade ver todo lo que hicieron —dijo con una sonrisa maliciosa en el rostro, señalándoles el teléfono. Si él caía, caerían juntos.

    En ese momento a todos se les erizó el vello de la piel. Si bien es cierto que si Kushina castigara a Naruto no les afectaría en nada a ellos, si sus padres se enteraran de que habían causado destrozos en una casa ajena, sí estarían muertos. Algunos tendrían un castigo o reprimenda aseguradas al llegar a sus casas y lo sabían, siendo el destino de unos peor que el de otros, pero salían perdiendo todos al fin y al cabo.

    —Bien, ¿qué proponen? —preguntó el Nara, no queriendo ni por los pelos darle una razón más a su madre para reprenderlo más de lo que ya lo hacía; y menos estando enojada. Se lo recordaría por el resto de su vida. No había participado activamente en todo eso, pero siempre habría una excusa para hacerlo responsable.

    —Sólo tenemos que esperar a que sea de día para comprar nuevas decoraciones y...

    Naruto había dejado de oírlos en esos momentos, estaba más ocupado visualizándose a sí mismo siendo cruelmente torturado por su madre. Ella había pasado mucho tiempo decorando la casa para navidad, aún recordaba perfectamente todo lo que había batallado con las luces decorativas al punto de exhortar enojada a su padre y a él mismo cada que los veía o tenía cerca. Claro que al intentar ayudarla, su padre y él casi hacen caer el árbol así que les prohibió acercarse siquiera.

    Si supiera que eso no habría sido lo peor que le hubiera pasado al árbol...”, pensó.

    Rememoró cuando un cable pelado de las luces del árbol le dio corriente; el momento en que Kurama, su mascota, le daño las bambalinas y otros adornos del árbol, todo eso y más hasta que por fin pudo terminar de decorar. Definitivamente, su madre lo mataría si se enteraba.

    —Mañana es navidad Lee, ¿dónde encontraremos una tienda abierta para comprar todo nuevamente? —les recordó Kiba.

    —Y aún si lo hiciéramos, los padres de Naruto llegarán mañana temprano para navidad. Debe ser antes de que lleguen —expuso Sasuke.

    —Bien, entonces no queda opción. ¡Tendremos que arreglarlo y decorarlo todo de nuevo nosotros mismos! —Alzó el puño en señal de determinación mirando a los presentes—. Ahora, ¿quién de ustedes alguna vez ha decorado o saber arreglar adornos de navidad? —preguntó con entusiasmo.

    —...

    —No todos a la vez, por favor —comento sarcástico Kiba.

    Perfecto, realmente nadie tenía idea de eso. Para todos era algo de esperarse en Neji, Sai, Sasuke y Gaara ya que no eran muy festivos que se dijera, eso ya todos lo sabían, así que era difícil imaginarlos siquiera decorando. A Shikamaru, lo imaginaban durmiéndose mientras desenredaba las luces del árbol; mientras que Kiba, Lee, Chōji y Naruto no se veían muy diestros en ese tipo de cosas.

    Aún así, sin importar qué, él tenía que solucionar eso rápido. Sus padres volverían pronto y por nada del mundo quería saber lo que le depararía el futuro si su madre viera que había —técnicamente— destruido todo el trabajo que a ella le llevó horas e inclusive días para decorar la casa hasta que estuviera satisfecha con el resultado.

    Podía recordar perfectamente sus palabras antes de irse:

    —Naruto, si encuentro algo fuera de lugar o mínimamente destruido cuando regrese, ten por seguro que te castigaré —advirtió, siendo esa una clara amenaza de muerte más que implícita en sus palabras—. ¿Entendiste? —inquirió para asegurarse de que lo tuviera presente en todo momento.

    —¡Claro que sí, dattebayo! —Asintió con la cabeza repetidamente para darle convicción a sus palabras.

    —Muy bien, entonces nos vamos; cuidate mucho cariño.

    El escalofrío volvía a su cuerpo al recordar la sonrisa de su madre cuando se despidió. Era una de esas sonrisas que prometían muchas cosas a su regreso, pero ninguna de ellas sería buena si algo sucedía durante su ausencia.

    Prácticamente sentía a la muerte respirarle en la nuca de sólo imaginarlo.

    —Estamos perdidos.

    —Tu pesimismo no nos ayuda en nada, Chōji —respondió Kiba viéndolo comer tan tranquilamente de sus papitas, mientras él (y muy seguramente los demás también) sentía que su cabeza iba a explotar. La resaca no era buena compañera en momentos así.

    —Como dice Gai-sensei, ¡todo es posible si dejas que la llama de la juventud arda! —y aunque sabían que las intenciones de Lee eran buenas, no era exactamente la clase de ánimos que necesitaban en ese momento.

    —Bueno, creo que nosotros nos vamos —aviso Neji, captando inmediatamente la atención de los demás.

    —¡¿Qué?! —exclamó Naruto— ¡¿Cómo que se van?! ¡Tienen que ayudarme!

    —Creo que estarán bastante ocupados por aquí, así que es lo mejor —respondió Sai mientras les sonreía. De no ser por la falta de emociones en su expresión y sus palabras, habrían jurado que lo decía con cierta malicia.

    —Además, esto nos nos incumbe en lo absoluto —resalto Gaara sin tacto ni delicadeza alguna.

    —Tiene razón —apoyo el Nara.

    —¡No me estas ayudando! —le reclamó—. Chicos, por favor, ¡si me ayudan haré lo que ustedes quieran, dattebayo! —siguió suplicando de una y mil formas más para evitar que se fueran, obstruyendo la puerta en el proceso.

    Por el contrario, ninguno de los demás tenía intenciones de seguir los pasos de su amigo y suplicar, sólo observaban la escena, mientras Gaara, Neji y Sai sopesaban la idea. Aunque no tuvieran muchas ganas de ayudar en lo más mínimo, hasta a ellos les resultaba tentativo aceptar, con eso podrían librarse del rubio en futuras ocasiones al menos por un tiempo, ya que siempre terminaban envueltos en sus magníficas ideas.

    —¿Qué es lo que harás? —cuestionó el pelirrojo mientras un suspiro de resignación salía de sus labios.

    —Mmm... —Colocó un dedo en su mentón con gesto pensativo—. ¡Ya sé! —exclamo con alegría mientras los demás esperaban expectantes—. Mamá siempre guarda algunas decoraciones viejas en el sótano y cuando algo está dañado revisa si tienen arreglo, o algo así.

    Increíblemente, para haberlo pensado Naruto, no era tan mala idea para empezar.

    —Bien, yo buscaré en el sótano a ver qué encuentro —decidió Sasuke—. Mientras, tú y los demás busquen aquí a ver si encuentran decoraciones que no estén en tan mal estado o tengan arreglo —resolvió, emprendiendo camino al sótano.

    Con Sasuke buscando entre innumerables cajas habidas y por haber en dicho lugar; los demás comenzaron a revisar las decoraciones que hasta hace algunas horas se encontraban en perfecto estado.

    —¿Y bien, encontraron algo? —inquirió el Uchiha una vez que regresó.

    —No mucho en realidad, la mayoría de los adornos han quedado totalmente inutilizables —respondió Kiba—. ¿Y tú, has tenido algo de suerte?

    —Hmp, encontré algunas luces viejas junto a unas guirnaldas y adornos despintados por el tiempo. Aunque no serán suficientes.

    No era mucho, pero al menos ya tenían algo por donde comenzar.

    —Chōji y yo revisamos las luces y hay un par que no están dañadas, el resto creo que podrían tener arreglo —informó el Nara.

    —¡Bien! Entonces estos lo que haremos —exclamó con emoción el rubio tomando el mando—: Teme, tú te encargarás de ver cómo arreglas la ventana que rompiste —delego, viendo que el aludido hacía un atisbo de responder por la forma en que lo llamó, interrumpió sus palabras—, Shikamaru te dejo a cargo de las luces a ti, ve si tienen arreglo con la ayuda de Sai.

    —Que problemático, me has dejado la tarea más molesta a mí —respondió recalcando su habitual palabra, siendo completamente ignorado por el Uzumaki. Mientras Sai asentía.

    —Sí, sí, como digas —miro al resto de los presentes—. Kiba y Chōji se harán cargo recoger toda de la cocina —ambos asintieron al unísono, no podía ser tan difícil— Mientras Gaara y Lee arreglan el árbol.

    —¡Daré mi mejor esfuerzo! —exclamó Lee emocionado, y Gaara, bueno... El simplemente suspiró casi imperceptiblemente.

    —Neji acomodará la sala y cualquier otro daño que hayamos pasado por alto aquí —el Hyuga se dio por entendido aún sin mostrar mucho interés en el asunto—; y yo me encargaré de las decoraciones.

    Era extraño tener a Naruto al mando y mucho más aún verlo serio, aunque no era de sorprender cuando era su pellejo el que estaba en juego principalmente. Sólo quedaba ver qué salia de todo eso.

    —¡Que comience la operación reciclaje! —gritó a todo pulmón. Adiós a la seriedad.

    —¿Operación reciclaje? —a ninguno le cuadraba en lo absoluto—. ¿No se te pudo ocurrir un mejor nombre por lo menos? —cuestionó Kiba.

    —Es una operación de emergencia y usaremos todo lo que encontremos para arreglarlo. Operación reciclaje —explico como si fuera obvio.

    —Me sorprende que sepas lo que es reciclar —se mofo Sasuke.

    Naruto iba a replicar ante eso pero Shikamaru intervino en la futura discusión que de haber continuado los retrasaría aún más. ¿Quién diría que una simple e inofensiva reunión de amigos terminaría de esa manera a solo unas horas de navidad? Aunque ese tipo de cosas pasaban teniendo a un amigo como el rubio.

    —¿Y por qué no le pedimos ayuda a las chicas? —inquirió Lee.

    —Porque son las 11:53 de la noche Lee, pasaremos toda la madrugada intentado solucionar esto y nos asesinaran si las llamamos para pedirles ayuda —hablo Kiba.

    —Recuerda que dijeron que no vendrían porque tendrían una reunión de chicas —agrego el Nara—; dudo que quieran dejar de hablar sobre ropa, zapatos y qué peinado se ve mejor que el otro para venir a ayudarnos.

    —Bueno, en ese caso le dejaré un mensaje a Tenten para que les explique a las chicas lo que sucedió y nos veamos mañana —resolvió animado Lee.

    Con eso dicho y todos de acuerdo, cada uno se puso en marcha para cumplir con las tareas que se les habían asignado. Siendo Naruto de los primeros en alejarse alegando que tenía grandes ideas para las decoraciones, cosa que los demás ponían un poco en duda.

    —Todos quedarán impresionados, mis padres nunca notaran la diferencia —se decía a sí mismo con una gran sonrisa en los labios mientras caminaba con paso apresurado a su habitación para buscar lo que necesitaría.

    Gaara junto a Lee se dirigió al árbol con paso lento para revisar si tenía algún daño, y como no todo podía ser tan fácil, así era. Al árbol le habían roto dos de las patas base y no se podía mantener en pie, además de tener varias de la ramas dobladas o cortadas, así que tendrían que ver cómo se las ideaban para arreglarlo.

    —Tendremos que buscar herramientas para intentar colocarle las patas y así se pueda mantener solo —ideó el pelirrojo, cerrando los párpados en señal de resignación.

    Mientras iban en busca de dichas herramientas Lee se sentía avergonzado de su actuar tan descontrolado, que si bien no fue adrede, les había traído muchos problemas. Cada vez que miraba el árbol, que ciertamente daba pena de tan mal que se veía, le entraba la culpa.

    Una vez tuvieron en mano lo que necesitarían o podría serles de ayuda en caso de no funcionar la primera opción, pusieron manos a la obra. Con el taladro buscaron la manera de atornillar las patas al tronco principal del árbol, consiguiendo fijar sólo una; ya que la otra por más que lo intentaran no dejaba un buen ángulo para fijarla y una vez que lo lograron, el resultado no era del todo bueno.

    —Se ve terrible —soltó Lee. A lo que Gaara no pudo hacer más que suspirar muy levemente.

    El árbol era enorme, también lo suficientemente grande y pesado como para necesitar una base firme, y aún fijándoles las patas, se veía torcido. Cualquiera con un solo ojo lo notaría a leguas. Además de que de pie presentaba un estado más lamentable que tirado en el piso, relucían las ramas por su ausencia.

    —Intentemos otra cosa —sugirió el ojiazul.

    Con el taladro se dispuso a seguir el mismo procedimiento que antes pero esta vez con las ramas, para unirlas a las demás. Las horas pasaban rápidamente hasta que pudieron terminar de colocar las ramas. Aún se veía vacío, y no se refería a los inexistentes adornos, sino que parecía un árbol en plena sequía.

    —¡Ya sé! —gritó Lee emocionado. El pelirrojo vio por la ventana como éste salió corriendo de la casa hasta el jardín del vecino—. ¡Lo siento mucho, pero es una emergencia! —se disculpó con alguien inexistente mientras tomaba alguna de las enredaderas que tenía el vecino en su jardín frontal.

    A Gaara se le escurrió el sudor por la frente cuando lo vio entrar a la sala nuevamente con lo antes tomado.

    —Podemos buscar la forma de pegarlas a las ramas para que no se vea tan mal —explicó. El aludido no dijo nada al respecto y simplemente asintió, tampoco era como si él tuviera una mejor idea en mente.

    Habiendo quedado en solucionar lo de las patas del árbol al final, procedieron a pegar las enredaderas en el árbol, lo cual increíblemente funcionó para que no se vieran las uniones del taladro en las ramas rotas y además ya no se veía como un esqueleto, sino que daba una aspecto más frondoso y menos penoso... Si lo veías de lejos.

    —¿Ahora cómo solucionamos lo inclinado? —preguntó Lee.

    No podían dejarlo así, ya que lo torcido era mucho, así que Gaara analizó toda la estancia en busca de algo que pudiera serles de ayuda. Hasta que algo captó su atención.

    —Usaremos la almohada de Shikamaru —respondió como si nada. Era increíble la total indiferencia que podía mostrar cuando decía algo como eso.

    Lee aún sin entender del todo, volvió la vista hacia el mismo lugar que el pelirrojo, encontrando el objeto al que se refería. Ya habían ido a pedirles prestadas unas plantas al vecino, ¿qué más daba colocar el árbol dentro del matero para usarlo como base?

    Ambos fueron en busca de dicho objeto e hicieron un hueco en el centro de la tierra del matero, moviendo las flores que había hacia los bordes de este mismo para dejar espacio en el centro. Alzaron el árbol y lo introdujeron en medio, llenando el espacio sobrante en el agujero de nuevo con tierra y reafirmando encima la tierra con piedras para asegurarse de que no se moviera.

    —Ya más no se puede hacer —expresó, dando por finalizada su tarea.

    Ciertamente ya no se veía tan torcido y al menos no daba tanta pena.

    Primera fase de la operación completa.

    Mientras tanto, un poco más lejos de ellos se encontraba Sasuke al otro extremo de la sala observando el agujero que había en la ventana. Ciertamente no era una situación en la que lanzaban un piedra, salían corriendo y asunto arreglado como cuando eran niños. Esta vez habían pruebas gráficas de su culpabilidad.

    El vidrio se había roto por completo y no cabía la posibilidad de ir a comprar otro a esas horas de la madrugada, mucho menos esperar hasta mañana y que los padres de Naruto apreciaran en todo su esplendor semejante destrucción a su casa; además de que existía la gran posibilidad de que no abrieran varios comercios al ser navidad y no era algo que pudieras solucionar con cinta adhesiva.

    —¿Qué puedo hacer para...? —detuvo su frase en ese instante mientras sopesaba las opciones; se le había ocurrido una forma de arreglarlo.

    Echó un vistazo rápido a toda la sala en general, viendo como Gaara y Lee estaban ocupados encargándose del árbol y a éste último salir de la casa momentos después para regresar con un montón de plantas.

    “Lo mejor será no preguntar”, pensó.

    Además de a Shikamaru y Sai más allá juntando las luces, y a Neji acomodar la sala mientras tanto; fijándose que Naruto bajaba las escaleras con un montón de cosas en brazos para sentarse frente a una de las mesas que recién había levantado Neji, supuso.

    “Perfecto, todo despejado”, se dijo a sí mismo mientras caminaba en la misma dirección que había tomado Naruto antes. Una vez dejada atrás la sala y el pasillo, abrió la primera puerta a la izquierda adentrándose en la habitación del rubio.

    —No creo que te haga mucha falta, dobe —enuncio con una sonrisa arrogante mientras sacaba las herramienta que necesitaría (y que había buscado antes) para extraer el vidrio de la ventana del Uzumaki.

    El marco de la ventana de Naruto y el de la sala eran diferentes, pero al parecer las medidas del vidrio eran las mismas; así que utilizaría el de su habitación para arreglar la ventana de la sala. Después de todo, era mejor eso a tomar un vidrio de otra parte de la casa y de igual manera sus padres lo verían.

    Con el vidrio en mano, caminó en dirección a la sala nuevamente, guardando cuidado de que el rubio no le prestara demasiada atención y se le ocurriera preguntar de dónde lo había sacado. Una vez que estuvo de regreso, tomó lo que usaría para sacar el vidrio en mal estado y colocar el nuevo.

    —Bien, sólo falta colocar esto —menciono mientras tomaba la pieza principal—, y...

    ¡Guau! ¡Guau!

    —¿Qué sucede ahor...? —detuvo su pregunta en seco al notar que Akamaru se dirigía corriendo hacia él al estar persiguiendo a Kurama—. Mierda, el vidrio —sin tener tiempo para reaccionar, sujetó con fuerza el cristal por acto de reflejo mientras era empujado por ambos perros, haciendo malabares para no caer.

    —Por poco —suspiro con alivio al ver que este se encontraba intacto, no sin salir ileso del todo. Podía sentir como resbalaba entre su mano derecha un ligero hilillo de sangre, que pronto dejó de ser poco. La presión que ejerció en dicho objeto para no caerse fue más fuerte de la necesaria, causándole un corte poco profundo pero lo suficientemente largo como para cubrir gran parte de la palma de su mano.

    “Maldición, cuando esto termine cocinare vivos a esos dos”, sentenció con molestia. Cubrió la herida con un trozo de tela que tomó de la cocina y continuo con lo que estaba haciendo antes de que algo más ocurriera.

    Aún sentía un leve escozor en la mano pero no le dio gran importancia, sonriendo imperceptiblemente cuando dio por terminada su parte del trabajo.

    Ya resolvería Naruto qué hacer con la ventana de su cuarto.

    Segunda fase de la operación completa.

    Lejos de donde se encontraba Sasuke, cerca de Gaara y Lee; se encontraban Sai y Shikamaru con la tediosa misión de tratar de desenredar todas las luces decorativas de la casa y el árbol sin tener mucho éxito, o al menos Sai, que se estaba encargando de ello solo desde hace un buen rato.

    —Qué fastidio, son demasiadas —hablaba entre bostezos el Nara.

    —Y eso que aún no son suficientes —respondió Sai con una sonrisa en su rostro. Si estaba tratando de reconfortarlo (cosa que Shikamaru no creía) pues no estaba haciendo un muy buen trabajo.

    Casi media hora después de haberle encontrado sentido a toda esa maraña de cables y luces, siendo las viejas que encontraron en el sótano las más problemáticas, se dispusieron a probarlas cada una a ver si encendían o necesitaban arreglo (si es que lo tenían). Con ese plan en mente, comenzaron a conectarlas una por una viendo que algunas no tenían problemas; mientras que las otras o no encendían, encendían solo la mitad de las luces u tenían cables rotos.

    —Ten, revisa esta mitad y yo veré estas —repartio el vago—; si no tienen arreglo dejalas en esa caja —apuntó a la caja que estaba del lado izquierdo de ellos mientras se disponía a comenzar con su parte y Sai con la suya.

    Alrededor de una hora había transcurrido y entre cambios de cables pelados, uniones de otros cables, mucha cinta adhesiva y decenas de bombillitos de las luces reemplazados, Sai concluyó con lo que le correspondía hacer.

    —Estas ya están list... —se interrumpió al ver que su receptor estaba completamente dormido con las luces a un lado. Se encogió de hombros restándole importancia al asunto y conectando cada una de las luces a las otras, en cadena, se dispuso a encenderlas para comprobar que funcionaran todas correctamente.

    Una vez enchufadas verificó que ciertamente todas estaban funcionando, se acercó al conector para apagarlas cuando escucho a Shikamaru despertar.

    —¿Qué rayos...? —cuestiono al ver que las luces le encandilaban la vista, ya que al parecer Sai las había pasado sobre él para conectarlas. Iba a quitarlas de encima suyo cuando sintió un pinchazo seguido de otro.

    Las malditas luces lo estaban electrocutando prácticamente.

    “Simplemente genial”, pensó mientras se removía incomodo y Sai las apagaba.

    —Lo siento —se disculpó éste, aunque la sonrisa en su rostro ponía en duda la sinceridad de ello.

    Con un suspiro desganado Shikamaru se dispuso a hacer lo que le tocaba, pasando por alto lo sucedido antes. El otro pelinegro le observaba mientras terminaba un rato después con su parte de las luces y las probaba, funcionando bien las que tuvieron arreglo.

    Shikamaru no había salido librado del todo, pero al menos tendría tiempo de dormir una vez que las colocaran en el árbol y la casa; lo que terminaron de hacer después para alivio del Nara.

    Tercera fase de la operación completa.

    En la cocina, se encontraban Kiba y Choji respectivamente. Ambos se habían puesto de acuerdo para limpiar por partes, habiendo acomodado y recogido todo lo que había sido tirado al suelo. Básicamente eso era sencillo, la parte de la limpieza era lo agotador.

    No solo habían aventado objetos, sino también alimentos que habían quedado pegados a las paredes y el techo.

    —Qué desperdicio —musitó el Akimichi con la boca llena de papitas.

    —Esas manchas serán difíciles de quitar.

    Para Kiba era un fastidio tener que hacer aquello, difícilmente hacia uno que otro quehacer cuando visitaba su casa y era porque si no lo hacia su madre lo mataría. Y aún siendo un universitario que vivía en un departamento junto a su amigo Shino, no ponía gran esfuerzo en ese tipo de tareas.

    —Bueno, manos a la obra.

    Con esas palabras de parte del Inuzuka ambos comenzaron a encargarse de ese desastre; tomaron baldes de agua y junto a unos pedazos de tela que habían por allí, se dispusieron a limpiar las manchas y a quitar los restos de comida en las paredes. Al poco tiempo, notaron que como habían supuesto, no serían tan fáciles de quitar.

    La comida ya no estaba, pero las manchas amarillentas y de distintos colores seguían allí.

    —¿Qué diantres le echaron a esa comida? —preguntó arisco, quería terminar para poder marcharse a departamento junto a Akamaru (que seguía jugando sin preocupaciones) y por más que restregaba no se quitaban las manchas.

    —Podemos usar esto, mi madre siempre lo usa para quitar manchas difíciles —ofreció Chōji, mostrándole al Inuzuka un envase con cloro que había tomado del cuarto de limpieza junto a los baldes y los trapos.

    Pensando que no era mala idea, el otro asintió y nuevamente pusieron manos a la obra; logrando su cometido, casi.

    —Bueno, las manchas ya no están... —intento ver el lado bueno el Akimichi.

    —Sí, pero la pintura tampoco —expuso el otro—. Rayos...

    Donde antes habían rastros de la comida que había estado ahí ahora sólo quedaban manchones blanquecinos producto de la gran cantidad de cloro que usaron, terminando por desvanecerse la pintura de las paredes. Sin saber qué hacer, decidieron pensar en ello mientras lavaban los trastes, dejando ese problema para el final.

    —¡Chōji, deja de romper los platos! —exclamó el castaño, ya había perdido la cuenta de la cantidad de utensilios de vidrio o porcelana que habían tenido que tirar a la basura.

    —¡No es mi culpa! —se defendió el aludido—. No me concentro cuando tengo hambre. Además, tú ya has roto dos vasos también —le recordó.

    —Bueno, no creo que noten la diferencia. Tienen demasiados —se excusó.

    Una vez terminaron de lavar los trastes, no sin haber roto varios de ellos, procedieron a acomodar el mesón de la cocina con los manteles navideños y todos los adornos que seguramente la madre de Naruto había puesto en el. Algunos de los manteles estaban rasgados, así que los pusieron de modo que no se viera a primera vista, mala suerte por los que se sentaran del lado contrario de la mesa, ya vería Naruto cómo se las ingeniaba con excusas, puesto que ninguno de ellos sabía coser.

    Las decoraciones aún estaban siendo arregladas por el rubio, así que solo quedaba esperar a que estuvieran listas para colocarlas. Y listo, habrían terminado.

    De no ser porque olvidaron el ligero detalle de lo descolorido de la pared.

    Cuarta fase de la operación, a media vida.

    Ya en la sala, los que habían terminado con sus tareas ayudaron a Neji a terminar de ordenar todo, no sin éste haberse golpeado el pie una que otra vez por descuido de Lee al acomodar los muebles y demás.

    —Bien, ya hemos terminado con la casa, sólo falta colocar las decoraciones —luego de las palabras de Neji todos voltearon a ver hacia Naruto.

    Ya eran las 4:38 am, así que en tan sólo un par de horas llegarían los padres de Naruto.

    —¡Ya terminé! —exclamo efusivo. Todos se acercaron alrededor de la mesa para ver cómo había resultado su tarea, y la verdad es que no esperaban mucho.

    Le echó escarcha a las decoraciones para cubrir partes rotas, intentó pegar otras con pega e hizo algunos otros adornos que bien parecían el trabajo de un niño de preescolar.

    —¿Qué es esto? —preguntó Sasuke tomando en sus manos una figura con picos irregulares hecha de cartón y bañada en escarcha dorada.

    —Es una estrella teme, ¿qué acaso no vez el parecido? —cuestiono lo obvio.

    “¿Seguro que es eso?”, se preguntaron varios.

    Como esas habían varias figuras más con un aspecto un tanto lamentable, incluidos tazones de ramen, que eran los únicos a los que se les podía reconocer por su forma; se hubieran sorprendido de no ser porque sabían que tratándose de ramen Naruto era un experto.

    —¿Estos no son Teru Teru Bouzu? —observó Gaara con una de sus casi inexistentes cejas arqueadas.

    —¿Qué? —pregunto ofendido—. ¡Son muñecos de nieve! —respondió, sintiendo las miradas de todos sobre él—. Está bien, sí lo son; pero al menos habrá buen clima y hacían falta muchos más adornos —se defendió mientras alzaba las manos.

    Todos soltaron un gran suspiro al unísono, conociendo de sobra que él no tenía remedio alguno y que ya casi amanecería. Con eso en mente y sin nada más que poder hacer, comenzaron a colocar los espectaculares adornos hechos por Naruto en el árbol y la sala.

    Mientras tanto, Shikamaru sólo observaba con aburrimiento la escena que se planteaba frente a él. Tal vez pudo haberles dicho desde el principio que era una terrible idea el dejar a cargo a Naruto de los adornos para el árbol de navidad y demás, o que Sai siendo el gran artista que era podría ser de más ayuda que el resto de los que estaban presentes, ¿pero para qué arruinarles la operación? Si parecía que lo tenían todo fríamente calculado.

    —Esto será un desastre —expresó para sí mismo mientras soltaba un bostezo.

    —Como si ya no lo fuera —le respondió Neji, que al estar junto a él, lo había escuchado. Mientras que Sai sólo asentía ante lo dicho, y Gaara se mantenía inexpresivo.

    Tratar de arreglar las cosas a su estado original era una cosa, pero nadie podría hacer pasar el trabajo de Naruto como algo bien hecho por más que quisiera. Y efectivamente, con Naruto al mando, no todo podría haber salido bien, aunque se hizo lo mejor que se pudo. Aún más sumando las nulas habilidades decorativas o artísticas de los ahí presentes; exceptuando a Sai, quién al igual que los antes mencionados, no tenía intenciones de involucrarse más de lo necesario.

    Ya eran las 5:27 am cuando los presentes terminaron de decorarlo todo, y si bien no quedó todo exactamente tal cual estaba, al menos las cosas no estaban tan mal como hace solo unas horas y las consecuencias podrían ser mínimas.

    Quinta fase de la operación ¿completa?

    —Ah... —suspiro el Inuzuka—, estoy exhausto —pronuncio, dejándose caer en su totalidad sobre uno de los muebles, siendo seguido de los demás.

    Habían pasado toda la noche tratando de arreglar el desastre que habían hecho y estaban completamente cansados; incluso teniendo resaca hicieron lo que pudieron, ya era hora de un buen descanso.

    —Lo logramos —sonrió Naruto, mirando el lugar—. Oye, por cierto Sasuke, ¿cómo arreglaste la ventana? —inquirio curioso.

    —Hmp, pronto lo sabrás —respondió con una media sonrisa ladina en el rostro, dejando al aludido aún con la duda, aunque no le presto demasiada atención a eso.

    Luego de un rato de seguir comentando acerca de lo que les sucedió a cada uno, poco a poco todos fueron sucumbiendo ante el sueño producto del cansancio que tenían y la noche que habían pasado, quedando completamente dormidos.

    Sai se acercó a la mesa en la que antes estuvo trabajando Naruto y usando los mismos materiales, realizó unos pequeños adornos mucho más elaborados que los que hizo el rubio; no contaba con mucho tiempo, pero al menos servirían de algo. Al terminar los colocó todos dispersos entre los que hizo Naruto, no eran suficientes pero resaltarían un poco más y se parecerían más a los tradicionales; todo esto bajo la atentan mirada de Gaara y Neji que aún seguían despiertos.

    Ellos no tenían muy buenas habilidades para ayudarle así que dejaron que hiciera los adornos tranquilo. Luego de ponerlos todos, tomó las pinturas e intentó mezclarlas para obtener un color similar al de la cocina y cubrir las áreas descoloridas.

    Habiendo terminando con ello, guardó los materiales de nueva cuenta en su lugar. Revisó la hora en su celular y notó que dentro de poco serían las ocho de la mañana, así que tanto él como el pelirrojo y el Hyuga se marcharon sin dar aviso.

    Poco después, la puerta de la casa se abría nuevamente para dar paso a los padres del Uzumaki.

    —¡Naruto, ya llegam...! —cuando Kushina Uzumaki entró de lleno al recibidor de la casa, se quedó con las palabras a medio decir y la quijada desencajada.

    Detrás de ella, Minato hacía acto de presencia; cuando vio lo mismo que su esposa solo se restregó el rostro con la palma de su mano. Su hijo sí que la había hecho en grande.

    Apenas entraron era visible el cambio, que si bien habían tratado de encubrirlo, no hicieron del todo un buen trabajo. Las luces de distintos colores estaban intercaladas de una forma que no tenía sentido y se veían algunas partes de la cinta adhesiva; el árbol se veía un poco torcido, aunque sólo un poco, además de estar en un matero y tener figuras de ramen y teru teru bouzu de adornos, mientras que habían otros pocos mas elaborados dispersos.

    Akamaru y Kurama al parecer estaban jugando con las bambalinas que tenía antes el árbol, había sangre en el marco de la ventana y en la papelera de la cocina se encontraban varías piezas de la vajilla rotas.

    La mujer iba a pegar el grito al cielo cuando reparó en las figuras de su hijo y los demás dormidos en los sofás, el piso y las sillas. Se acercó con sigilo y los observó mejor a cada uno, notando que estaban sucios, llenos de pequeños raspones y con ojeras. Sí bien estaba enojada por el obvio desastre que habían hecho en la casa, también le enternecia el hecho de que hubieran tratado de arreglado, aunque no fuera de la mejor forma.

    Carraspeó un poco para despertar a su hijo, el cual se levantó exaltado apenas notó que se trataba de su madre. El cuerpo le temblaba entero, mientras los demás iban abandonando el sueño también, menos Shikamaru.

    —M-Mamá, ¿qué tal estuvo el viaje? —pregunto entre tartamudeos completamente asustado, los demás solo esperaban no tener un destino tan cruel, ya que para ellos era obvio que se darían cuenta de todo.

    Minato únicamente observaba a la espera de la reacción que tendría su esposa, aunque al ver sus hombros menos tensos, sabía que estaba un poco más calmada que hace unos momentos.

    —Muy bien, ha sido muy divertido —respondió con tono neutro mientras con una sonrisa algo temible (según los demás) dirigía su mirada sobre cada uno de los presentes—. Y vosotros, chicos, ¿cómo la habéis pasado en vuestra reunión? —cuestiono con fingida ignorancia.

    —Bien —contestaron al unísono todos, algunos más nerviosos que otros.

    —Y diganme, ¿hicieron algo interesante? —inquirió.

    —Nada en especial en realidad —habló Kiba con un tono de voz por demás nervioso.

    —Ya veo, en ese caso ¿queréis algo de comer? Imagino que tendrán hambre —ofreció amable dirigiéndose a la cocina.

    Todos soltaron el aire que hasta ese momento no sabían que tenían contenido en sus pulmones.

    “Uff, qué suerte, no se han dado cuenta”; pensó el rubio.

    —Por cierto, Naruto — lo llamó desde el marco de la puerta de la cocina, mientras éste volteaba en su dirección con una sonrisa de alivio.

    —¿Sí?

    —Estas castigado, cariño —dijo con una sonrisa en sus labios e inmediatamente el aludido se tensó, al igual que los demás—. La sala no es para dormir y estas todo sucio —explicó mientras el alma del rubio volvía a su cuerpo en el proceso, pensando que los habían descubierto.

    —C-Claro, lo siento. ¡Me bañare ahora mismo, dattebayo! —exclamo aliviado.

    —Ah, Naruto, chicos —volvió a llamar antes de que se diera a la fuga junto a los demás que poco a poco se retiraban—; la próxima vez cuando decoren un árbol, asegúrense de hacerlo de ambos lados y no sólo de la parte de enfrente —resaltó con una sonrisa maliciosa mientras los aludidos se quedaban de piedra.

    Minato pasó como si nada entre ellos con una expresión divertida en el rostro camino a la cocina junto a Kushina, mientras los chicos comenzaban a salir por la puerta apenas tuvieron la oportunidad y Naruto subía corriendo a su habitación para darse un baño.

    Esperaba que cuando volviera a encontrarse con sus padres al bajar, el castigo no fuera tan terrible.

    Una vez que tomó de su armario la ropa y lo que necesitaría, entró a la ducha y se relajó al instante que el agua comenzó a recorrer su cuerpo. Salió del baño con una toalla alrededor de la cintura en busca de su ropa interior cuando sintió el aire frío de la mañana de navidad estremecerle todo el cuerpo.

    “¿En qué momento habré dejado la ventana abierta?”, se preguntó mientras caminaba hacía esta para cerrarla.

    —¿Eh? ¿Pero qué...? —observo que la ventaba estaba cerrada pero en esta había un enorme agujero, comprendiendo de inmediato lo sucedido una vez que recordó las palabras del pelinegro—. ¡Teme! —gritó a los cuatro vientos.

    Y mientras Naruto continuaba deseándole males al Uchiha, los padres de éste se preguntaban qué tanto habían hecho la noche anterior para haber causado tal desastre; al mismo tiempo que las chicas estaban ansiosas por conocer los detalles de lo sucedido al oír el mensaje que Lee le envió a Tenten.

    Pero lo que sucedió esa noche exactamente, sería una historia que habría de ser contada en otro momento. ¿No lo creen?


    ¿Fin?


    *Teru Teru Bouzu: es un pequeño muñeco tradicional japonés hecho con papel blanco o tela, que se cuelga en las ventanas los días de lluvia. Es, según la tradición, un amuleto que sirve para prevenir los días de lluvia y atraer el buen tiempo.
     
    Última edición: 21 Enero 2017
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