Contenido oculto: Canción White Light- Versión en Inglés (AmaLee) “Lo recuerdo muy bien, el día en el cuál mi vida dio un giro inesperado. Participé en la guerra para defender a nuestro Rey, aunque claro, como fiel servidor tuyo Dios Padre, no quise portar ni un arma, mi deber era proteger y sanar con magia blanca a mis paisanos, pero eso no impedía que podía perdonar a nuestros adversarios quienes ellos también son seguidores tuyos Dios mío. En uno de los confrontamientos de esta guerra me topé con un soldado del reino opuesto, este hombre pedía ayuda a gritos y al verme me llamó para que me acercase, petición que hice caso. Me dijo que buscaba tu perdón por haber sido un hombre que nunca te escuchó, aunque recuerdo muy bien que este mencionó haber escuchado tu voz ese mismo día antes de entrar al confrontamiento. No pedía que lo curase, solo que escuchara lo que me decía y que, con tu poder, lograse perdonarlo Dios Padre Todopoderoso, en su último aliento me dio una espada con aspecto bastante curioso, me pidió que lo llevase conmigo como regalo por el favor que le había hecho. Con gusto acepté dicho regalo, desde entonces, mi vida pasó a ser diferente. Al tomar dicha espada sentí cómo una fuerza sobrenatural recorría mi brazo, un poder que ni cien mil hombres podrían conseguir y a su vez, claramente escuché una voz que era claramente del Señor de las Tinieblas. Una voz que podía controlar mi cuerpo cuando este quisiese, ya que cuando empuñé esa arma, me lancé contra mis adversarios, matándolos uno a uno sin piedad, su sangre en mi rostro satisfacía a esa voz que me controlaba. El general de nuestro ejército se quedó maravillado por mis hazañas y me pidió que esta vez liderase el combate el día siguiente para animar a los demás soldados, Yo traté de decirle lo que realmente pasó, pero él no me hizo caso, el general solo vio los resultados el día de hoy. La voz del Señor de las Tinieblas me controló de nuevo en el combate y esta vez su sed de sangre era mucho mayor que el día anterior, masacré a mis enemigos sin piedad, para ser sinceros, al sentir la sangre de mis enemigos era placentero hasta cierto punto. Ganamos la guerra, no era de sorprenderse pues tienes al Señor de las Tinieblas como tu aliado. Cuando el general dio la orden de retirarnos, este me detuvo para platicar conmigo, él se sentía orgulloso de lo que había logrado en el campo de batalla, por ello me hizo una carta de recomendación para ser guardia personal del Rey. Rápidamente me opuse a la oferta, no sabría en qué momento las tinieblas me iban a controlar, pero el general insistió. Jamás fui con el Rey, a partir de ahora me volví un ermitaño, me dediqué mi tiempo a ayudar a las personas, a su vez, deshacerme de esta maldita espada que me controlaba, aunque todo intento fue en vano. Cada vez que lo empuñaba, mi mano no lo soltaba, al momento que mi ser tocase esta espada, la energía que transmitía el Señor de las Tinieblas me detenía, como si supiese que yo quería renunciar a su alianza. Conforme los meses fueron pasando, la energía que tu Dios Todopoderoso me otorgaste para curar a los enfermos y ayudar a mis prójimos, desapareció, mis conocimientos de magia blanca a la cual le dediqué años de mi vida desaparecieron, ahora solo soy alguien que porta una espada maldita. Y para echar más sal a la herida, esta maldita arma me transmitía en mis sueños los conocimientos en las artes oscuras, me sorprendía que, de un día para otro, podía quitarle la energía de la naturaleza y otorgármela para aumentar mi esperanza de vida, poco a poco mis arrugas se fueron desapareciendo, la figura que tenía en mis años de gloria regresó, es como si el Señor de las Tinieblas quiere que pase la eternidad conmigo. Traté de negarme varias veces, Yo quería ayudar a las personas, quería salvar gente, pero cómo puedo salvar a alguien con las artes oscuras, cómo sería capaz de quitar la vida de un ser vivo para dársela a otra, Yo no quería ese tipo de vida, pero el Señor de las Tinieblas me tenía en su control. La oscuridad me consumía, Yo seguía rechazándola, pero nunca, nunca pude hacerlo, el Señor de las Tinieblas me venció por completo, eran contadas las ocasiones en la cual retomaba el control de mi cuerpo. Todas esas veces que recuperaba mi cuerpo solo miraba muerte y desolación, todas esas veces gritaba en agonía hasta desgarrarme la garganta. Ni podía quitarme la vida, cuando las tinieblas te tienen, jamás te van a soltar, hasta eso, la oscuridad se puede apiadar de ti, porque le eres de gran ayuda para cumplir con sus horripilantes deseos. Es algo con lo que tienes que aprender a convivir con ello. Llegó un momento que la espada me dejó de controlar ¿Por cuánto tiempo se iba ir de mí? Me pregunté en más de una ocasión, ya no soy alguien con la que puede establecerse en una sociedad, por ello me aparté a las lejanas tierras del norte, allá encontré un lugar en el cual espero no poder lastimar a nadie. Si llegas a leer este diario, te pido que vayas hasta ese lugar y me mates, acaba con esta vida maldita, ya no quiero seguir sirviendo a las sombras, espero con muchas ansias que llegues valeroso héroe, porque lo que más quiero en estos momentos, es dejar de existir, te lo suplico.” Un hombre cerró el diario de esta persona y se encaminó al cuerpo crucificado lleno de sangre en pecho por la espada que estaba enterrada, aquel ser se acerco al cuerpo para dejar el diario junto con un crucifijo, se arrodilló con el fin de rezar por el bien de este ser. — Dios Padre que estas en los cielos— Dijo este hombre— Perdona a esta alma que ya se encuentra en tu reino, él era un hombre que te servía y por culpa del demonio lo manipuló para que actuase en contra de su voluntad, espero que tú Dios Todopoderoso lo perdones y que lo aceptes en tu sagrado reino donde podrá servirte como siempre lo ha hecho. El hombre se levantó de su lugar e hizo una reverencia de respeto hacia el cuerpo que este tuvo que matar, este se marchó del lugar no sin antes voltear a ver el cuerpo una vez más. — Por eso Dios tiene algo preparado para todos— Miró hacia el cielo— Creo que nuestro destino era que yo te ayudase a alcanzar la gloria de nuestro Señor, espero que cuando llegue la resurrección, tú seas de nuevo un hombre fiel a nuestro Dios Padre— El hombre continuó con su camino. La espada que sujetaba al cuerpo desaparece, las cuerdas que lo sostenían fueron cortados liberándolo por completo, la herida se fue sanando poco a poco y esta persona abrió los ojos de igual manera, cuando creía que por fin su maldición acabaría, se dio cuenta que solo es el comienzo de la eternidad de la cual sería maldecido. Volvió a gritar desesperado con lágrimas en los ojos, solo quería ver la luz de su Señor, pero la oscuridad le tenía un destino diferente, un destino del cual jamás podrá renunciar.