[Pokémon Dreamers]

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Tommy Boy, 4 Junio 2010.

  1.  
    Tommy Boy

    Tommy Boy Guest

    Título:
    [Pokémon Dreamers]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    2371
    [Pokémon Dreamers]

    Pokémon Dreamers •​


    • Prólogo •
    O así es como comienzan las cosas.


    Kazuki Mori ya estaba harto de vivir siempre las mismas experiencias. La vida de campo, alejado completamente de la tecnología, la gente y, sobre todo, la gran ciudad tenía cansado al muchacho que aquél trece de Agosto cumpliría sus dieciséis años. Era un chico despreocupado, enérgico, pero algo holgazán respecto a las tareas diarias, y desde luego esto último no era nada bueno en un ambiente de tanto trabajo, ya que su familia estaba compuesta casi exclusivamente por granjeros desde hacía varias décadas. Y aún así, Kazu sabía que no pertenecía a ese ámbito. Sabía que no podía pasar toda su vida quieto en el mismo lugar, haciendo las mismas tareas todos los días, viendo las mismas caras, quejándose de las mismas cosas las pocas veces que se atrevía a discutirle a su padre.
    La noche anterior fue bastante agitada ya que, tras pensarlo detenidamente y aclarando sus ideas y proyectos a futuro, decidió enfrenarse por última vez a su progenitor. Nooboru Mori era un hombre alto, de fuerte contextura física y rasgos bien marcados, con una descuidada barba negra y cabello oscuro desordenado. Sus pequeños e inexpresivos ojos color miel se posaron en los de su hijo aquella noche en la que lo fue a buscar a la huerta en la que cultivaban varios tipos de bayas.
    -¿Necesitas algo? –preguntó el hombre secamente, incorporándose y arrancando con fuerza una Baya Petaya del suelo.
    -Sabes bien lo que necesito, papá. Necesito dejar todo esto atrás –se detuvo un instante, eludiendo la inquebrantable mirada de su padre tras notar que éste lo seguía observando como si le hablase del clima o de algún tema trivial-, al menos por un tiempo, estoy cansado de tanta rutina. Aún soy joven, aún estoy a tiempo de darle otro rumbo a mi vida.
    Nooboru calló unos interminables segundos tras que su hijo dejó de hablar. Observó el suelo, aún cubierto por un par de bayas, y se volvió a colocar en cuclillas para continuar arrancándolas de allí.
    -Volvé a casa, es tarde, tenes que dormir.
    Nuevamente, Kazuki se sentía completamente nada. Él era la nada misma, al menos para su padre, con quién sentía que jamás en su vida había logrado tener ningún tipo de contacto, de interacción. En esas pocas y superficiales palabras, que claramente significaban “no”, se resumieron los últimos intentos del muchacho por charlar con su padre. El joven de cabello negro cubierto por una gorra de lana azul oscura y blanca hundió las manos en el bolsillo de su buzo gris y aferró, más que nunca, sus zapatillas deportivas –y desgastadas- en el firme terreno. Claramente no iba a regresar a casa sin haber cumplido su cometido.
    -Papá…
    -Kazuki, sabes que no me gusta repetir las cosas. Así que volvé a casa, ¿entendido?
    Se escuchó el aullido, sonando casi como un lamento, de algún pokémon salvaje a lo lejos, y tras eso una helada brisa sacudió el pasto, la ropa y el cabello de padre e hijo, quienes nuevamente se encontraban en una especie de batalla de miradas. La luna, más brillante y hermosa que nunca, se alzaba en lo más alto de la noche, siendo surcada elegantemente por un grupo de Buterfree. Kazuki dejó escapar una bocanada de aire fresco entre sus labios antes de pronunciar las siguientes palabras.
    -No voy a volver a casa si no escuchas claramente lo que te voy a decir. Lo que te vengo diciendo hace semanas, incluso meses: que estoy harto de esta vida de mierda. Quiero hacer algo diferente, quiero viajar, quiero moverme. Y creo que lo que de verdad necesito para mi vida no está en esta huerta, ni en esa casa vieja de madera que está allá –y señaló sin dejar de mirar a su padre una gran casa que se encontraba a varios metros detrás de él, y de la cual se escapaba humo por su chimenea-. Lo que quiero y lo que necesito está allá afuera, en el mundo real, y ni vos ni nadie me va a impedir eso. Lo siento, pero no te estoy pidiendo nada, te estoy diciendo que ya tomé una decisión.
    Otro aullido de la misma bestia volvió a puntualizar las palabras, punzantes, del joven pelinegro. Su mirada no parecía estar llena de odio o rencor contra su padre, sino más bien de pasión y sinceridad por cada cosa que había dicho. Sin embargo, Nooboru Mori no se mostró para nada alegre con el discurso de su hijo, ante quien se puso de pie nuevamente, aplastando con el pie derecho una de las bayas, y comenzó a caminar hacia él. Se quitó los gruesos guantes que usaba para el trabajo mientras se aproximaba a Kazuki, guardándolos en el bolsillo de sus viejos jeans. El muchacho hundió aún más las manos en los bolsillos, sin cerrar los ojos, clavándolos en los de su padre, expectante, esperando un puñetazo en el rostro quizás. Y sin embargo, Nooboru simplemente siguió de largo, pasando a su lado con paso firme.
    -Entonces te deseo suerte –alcanzó a escuchar Kazuki, quién por alguna razón no se atrevió a voltear.
    Entonces, el silencio lo ahogó. Pese a vivir en el campo, un ambiente no muy ruidoso, Kazuki jamás se había sentido tan solo, tan lejos de todo. Y jamás había escuchado el silencio como lo escuchó esa noche. El lejano pokémon ya no aullaba, y el grupo de Buterfree que surcaba el cielo nocturno se había perdido de vista. Eran solo él, el pasto, la calma brisa y las estrellas. Volteó por fin, luego de varios segundos, pero su padre ya no estaba allí. Volteó nuevamente, girando sobre su propio eje un par de veces, buscando desesperadamente con la mirada algo, lo que sea, el más mínimo rastro de vida que no sean plantas. No encontró ni un Rattata, ni un Hoothoot y, por suerte, tampoco le pareció ver ningún Houndour salvaje con ganas de cazar. Aún así estaba solo, y quizás hasta la compañía de un Houndour hubiese sido más satisfactoria en ese momento tan difícil.
    -Supongo que fue más fácil de lo que pensé… -murmuró para sí mismo, intentando ya no sentirse tan solo, y esbozando una débil sonrisa en su rostro cansado-. Entonces, ¿así empezará tu viaje, eh Kazu? Nada mal.

    ¡PI PI PI! ¡PI PI PI! ¡PI PI PI!

    La alarma de su reloj comenzó a sonar desde el bolsillo de su buzo, causando un verdadero alboroto entre aquel silencio opresivo de la noche. Kazuki sacó rápidamente su mano izquierda del bolsillo y detuvo la alarma del reloj de pulsera negro y azul que anunciaba que ya eran las doce en punto. Ya era su cumpleaños. Un choque de sentimientos y pensamientos debería haber surgido para él en ese mismo instante, pero eso no sucedió. Kazuki estaba muy decidido, sabía lo que quería y lo iba a tener. Kazuki iba a escapar ese trece de Agosto. Volvió a hundir la mano en su bolsillo y comenzó a caminar, tiritando un poco por el frío, ya que no sentía miedo para nada, o al menos su cabeza estaba demasiado confusa y revuelta como para sentir miedo en una situación así. Comenzó a rodear el huerto de bayas de su padre, contemplando el paisaje nocturno. Los paisajes era lo único que realmente disfrutaba de estar en el campo. En un momento le pareció oír algo a lo lejos, nada similar al aullido de un pokémon, pero lo ignoró y continuó marchando hacia el bosque, dispuesto a pasar la noche descansando allí para luego retomar camino.
    -¡¡Hermano!!
    Al reconocer aquella joven voz femenina, Kazuki volteó al instante. A algunos metros de distancia se le acercaban corriendo dos personas; una de ellas, la que más cerca estaba de él, era una pequeña chica, de no más de ocho años, de cabello largo castaño claro y un poco ondulado, seguida por una mujer de unos veinte y cabello negro atado en una cola de caballo que caía por delante de su hombro. Al acercarse completamente, la más pequeña saltó en brazos de su hermano mayor, aferrándose a él y soltando incontenibles lágrimas de sus grandes ojos azules.
    -¡Hermanito, papá y Azumi dicen que te vas a ir, decí que no es cierto, decilo! –le exclamó con voz entrecortada, aún sin soltarlo.
    -Ami, yo no…
    -No, decile la verdad a Ami, Kazu –imperó la otra chica, cruzada de brazos y con una mirada reprochante-, porque a nosotras no podes ocultarnos nada. Hermano, miranos a la cara, no ocultes nada, ¿qué es lo que vas a hacer?
    Un pequeño dolor oprimió el pecho del pelinegro un momento, tras contemplar los preocupados rostros de sus dos hermanas. Ami aún soltaba un par de lágrimas, y sus ojos reflejaban desconcierto. El viento sacudió sus cabellos un instante, tiempo que tardó Kazuki en escoger las palabras adecuadas. Al final, optó por la más clara y espontánea verdad.
    -Sí, me voy a ir. No es para siempre, claro, pero sí va a ser por un tiempo. Necesito… -y se detuvo un momento, observando detrás de ellas su casa a lo lejos, y el amplio horizonte repleto de un verde oscuro de los árboles y las montañas lejanas tras ellos-, necesito cambiar un poco de aire.
    Kazu se agachó para quedar a la altura de su hermana pequeña, ofreciéndole una amplia sonrisa.
    -Ami, no te pongas mal por esto, no es para nada una tragedia –le murmuró con buen humor para luego besar su frente, provocando una corta pero aliviada sonrisa en su hermanita-. Voy a comunicarme seguido con ustedes. Y Azu… -observó a su hermana mayor, quién aún se veía algo preocupada.
    -Sólo prometeme que no vas a hacer ninguna estupidez, y que te vas a cuidar mucho.
    -¡Claro que lo prometo, no me voy para empeorar mi vida, todo lo contrario! –le espetó, mostrándole una sonrisa aún más amplia para relajarla.
    -Está bien, te creo, pero por las dudas…
    La muchacha de cabello oscuro y ojos de un color azul muy claro se acercó a su hermano, tomando sus dos manos por un instante, dejando en ellas un pequeño y esférico aparato de color carmesí y blanco. Una pokébola. Al verla, los ojos de Kazuki se iluminaron por un instante.
    -Papá dice que la conserves. –finalizó la chica con una discreta sonrisa, palabras que obligaron nuevamente al muchacho a mirar hacia su casa, hacia su familia y hacia todo ello que dejaría atrás. Si fuese otra persona, seguramente se habría puesto a llorar en ese momento, pero Kazuki nunca perteneció a ese grupo.
    Y no pudo hacer más que guardar cuidadosamente la pequeña esfera en un bolsillo de su jean oscuro, abrazar con fuerza a sus dos hermanas. Luego, sin atreverse a decir adiós, Kazuki pegó media vuelta y se marchó, al igual que Ami y Azumi, quienes regresaron a su casa. El muchacho no contó esa noche con la “suerte” de volver a su hogar, pero en cambio sí se sentía muy feliz de poder viajar, adentrarse hacia un mundo completamente desconocido para él. Aquella noche sería la primera en la que dormiría lejos de su casa y su familia. Aquella noche del trece de Agosto, Kazuki cumplía sus dieciséis años y comenzaba oficialmente su viaje por el mundo, adentrándose en un enorme bosque en el cual sólo la oscuridad le daba la bienvenida.
    Se recostó contra el tronco de un viejo y gran árbol, acurrucado, y cerró sus ojos tranquilamente, y antes de dormir, escuchó nuevamente un lejano aullido.

    • Fin del Prólogo •

    - Kazu: ¡Mierda!, sé que es mi sueño y todo eso, ¿pero por qué empiezo el viaje armado sólo con ropa y una pokébola? ¡¿Cómo voy a sobrevivir?!
    - Azumi: Debiste haber pensado mejor las cosas antes de partir, bobo.
    - Kazu: ¡Bah, no importa! Sea como sea me las voy a arreglar, nada malo va a salir de esta gran decisión, ¡nada!
    - Azumi: Espero que lo que haya en esa pokébola no te termine comiendo…
    - Kazu: ¡Próximo capítulo de Pokémon Dreamers: “Más adelante”!

    ---------------------------------------------------------------------------

    Ahí les dejo el prólogo de este nuevo fic que estoy recién empezando (llevo escrito hasta la mitad de séptimo capítulo) y que espero les guste a varios por acá.
    Sé que está (y estará) lleno de errores y cosas por el estilo, y ahí entran ustedes (y el corrector de Word! xD), ya que sus comentarios, correcciones y críticas me van a ser de mucha utilidad para seguir y mejorar cada vez más.

    Para ir cerrando el primer post, y espero esto no vaya en contra de ninguna regla (de ser así, no hay problema en retirar el "chivo" xD), dejo un link a una web hecha con MUCHO tiempo libre dedicada al fic. Ahí van a encontrar algunos capítulos más, fichas de personajes (según leí, está prohibido ponerlas acá... por alguna razón), imágenes y más cositas bonitas. :B

    Web de Pokemon Dreamers.

    Disfruten y comenten, porfish! :3
     
  2.  
    Mr Fey

    Mr Fey Usuario popular

    Sagitario
    Miembro desde:
    8 Septiembre 2007
    Mensajes:
    723
    Pluma de
    Escritora
    Re: [Pokémon Dreamers]

    Difinitivamente leeré el fanfic, ¿sabes por qué? por el simple hecho de que el protagonista se parece a mi en el hecho de que no quiere vivir en su pueblo, D: osea hello, sabes que seremos mejores lejos de él.

    Espero que tenga buenos pokémon en el camino.

    Para ser el primer capi pues no decepciona, x3 me gusta, esta bien escrito y si tuvo errores no me fije.
    Su padre al final no era tan malo y lo apoyaba, eso es algo bueno.


    Estoy entusiasmada por saber que sigue.
     
  3.  
    Tommy Boy

    Tommy Boy Guest

    Título:
    [Pokémon Dreamers]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    3134
    Re: [Pokémon Dreamers]

    ¡Wiii! =D Te agradezco muchísimo el primer comentario~
    En serio te parecés en eso a Kazuki? Buena onda, a ver si más adelante te vas sintiendo identificada con otros personajes que irán apareciendo. :3

    Dejo el primer capítulo ahora. (lo anterior fue un prólogo)

    • Capítulo 1 •
    Más adelante.


    Dos meses después ~

    El calor al fin había dicho presente en la región de Johto, a mediados de primavera, cosa que ponía de buen humor a sus habitantes, quienes sufrían bastante las épocas de frío allí, ya que llegaban a ser demasiado extremas. Sin embargo las épocas primaverales y veraniegas eran las más tranquilas, llenas de vientos suaves que acariciaban la piel y con los delicados rayos de sol que reconfortaban al cuerpo. Los verdes se veían más verdes que nunca aquella mañana de sábado, en la que un muchacho de cabello apenas largo y despeinado de color negriazulado que vestía una camisa roja con detalles grises y unas bermudas beige se encontraba pescando a orillas de un gran lago ubicado en Ecruteak, una famosa ciudad de la región en la que se respiraba un aire a misticismo e historia como en ningún otro lugar de Johto.
    -¡Harukooo! –exclamó en un momento Kazuki, con actitud impaciente, y arrastrando durante largos segundos la letra o, esperando a que respondieran. Una chica se encontraba sentada al otro lado del lago, al parecer también estaba pescando, pero su caña era bastante más moderna que la vieja caña de madera del muchacho.
    -¡¿Qué pasa Campesino, aún no pudiste sacar ni un Magikarp?!
    Aquella muchacha, Haruko, le respondió con una sonrisa divertida en los labios. Era una chica delgada y de unos dieciséis o diecisiete años de edad, con cabello castaño claro, casi rojizo, que apenas le llegaba a los hombros y en las puntas se despeinaba hacia cualquier dirección, sus ojos eran grandes y expresivos, de un tono café. Vestía un chaleco rojo con diseño escocés y debajo una playera color crema con inscripciones ilegibles en negro, y unos jeans arremangados, ya que se encontraba con sus pies y parte de las piernas sumergidas en la fresca y cristalina agua del lago.
    -¡Ya me cansé de pescar, volvamos a la ciudad! –sinceró Kazuki, tirando la caña vieja al agua y preparándose para incorporarse, pero algo le hizo sentir una fuerte presión en el tobillo, cosa que le impidió ponerse de pie. Observó su pie, notando horrorizado como un fuerte puño blanco que surgió del agua lo sujetaba. Junto al puño, desde el lado surgieron dos ojos saltones que lo miraban malhumorados. -. Mierda… ¿qué es eso?
    Kazuki acercó su mano al cinturón que sostenía seis pokébolas, listo para tomar una de ellas, pero apenas sus dedos la rozaron, el puño que lo sujetaba con fuerza lo arrastró con furia hacia el agua, sumergiéndolo. Desesperado y luego de haber tragado bastante agua, el pelinegro abrió los ojos de par en par notando que lo que lo había arrastrado era una criatura de forma redonda, color azulado y cortas extremidades. Gran parte de su cuerpo era un vientre blanco con un diseño espiral negro. Era un Poliwhirl.
    -¡Poliii! –soltó el pokémon acuático mientras del centro de su vientre comenzaba a disparar una serie de burbujas que milagrosamente y por poco Kazuki logró eludir, nadando hacia la superficie. Sacó la cabeza y respiro todo lo que pudo, sabiendo que instantáneamente después el pokémon volvería a arrastrarlo hacia lo profundo del lado, ya que no tenía para nada cara de buenos amigos. (de hecho, apenas tenía cara)
    Y así fue: el Poliwhirl lo volvió a sujetar con fuerza sumergiéndolo nuevamente, pero esta vez el muchacho estaba preparado, con su pokébola en mano, abriéndola bajo el agua y liberando a una especie de salamandra color celeste, con una cara un poco abobada y sonriente y dos cuernos similares a antenas no muy largos a ambos costados de su gran cabeza.
    -¡Wupá! –sonrió alegre el Wooper, recibiendo de lleno la siguiente descarga de burbujas del Poliwhirl, que no pareció afectarle en lo más mínimo, por el contrario, recibirlo le ensanchó la sonrisa.
    Kazuki volvió a subir a la superficie, nadando como loco hacia la orilla.
    -¡Helena, acaba como sea con esa rana! –ordenó el pelinegro como pudo, con su cabeza ya fuera del agua, y nadando lo más rápido que podía hacia la superficie.
    Poliwhirl no quiso darle tiempo a la pequeña Wooper para atacar, por lo que nadó rápidamente hacia ella cargando bastante energía en su puño derecho, listo para propinarle un potente golpe, pero la pokémon acuática de Kazuki fue más rápida, girando sobre sí misma para eludirlo, al tiempo que inflaba sus cachetes y expulsaba con mucha fuerza su ataque Bomba fango; una sucesión de bolas lodosas que antes de golpear al objetivo se disolvieron al estar en el agua, cubriendo toda posible visibilidad del Poliwhirl salvaje.
    Justo cuando el muchacho estaba subiendo por fin a tierra firma, con la ropa empapada, un par de esos odiosos puños blancos surgieron nuevamente del agua sujetándolo con fuerza y arrastrándolo nuevamente a las profundidades. Bajo el agua, Kazuki contempló con horror a un grupo de más de diez Poliwhirl y Poliwag, quienes lo miraban amenazantes. Al frente del grupo se encontraba un renacuajo mucho más grande, similar a Poliwhirl pero de contextura física más vigorosa y fuerte, y de un azul más apagado. En medio de sus ojos surgía un gran chichón, provocado según logró deducir el chico por la caña vieja que había arrojado antes al lago.
    -“Esto no se ve nada bien” –alcanzó a pensar Kazuki, mientras Wooper nadaba rápidamente a su lado con actitud protectora, sabiendo bien que ya nada podría hacer ante tal cantidad de oponentes. El grupo de Poliwag, Poliwhirl y el Poliwrath, enfurecidos, comenzaron a cargar en sus vientres una esfera de agua que pronto comenzó a crecer, y pronto se desató la masacre: los pequeños Poliwag disparaban pequeños pero numerosos chorros de agua, los Poliwhirl lanzaban burbujas explosivas cual metralletas y el Poliwrath disparaba de su vientre una enorme Hidrobomba. Helena, la Wooper, se puso delante de su entrenador, dispuesta a recibir de lleno los ataques, sabiendo que si bien no podrían lastimarla a ella, sí eran lo suficientemente potentes como para alcanzar a Kazuki, quién sólo atinó a cubrirse con los brazos esperando lo peor. Sin embargo, los ataques de agua jamás llegaron a golpear a su pokémon, ya que una enorme criatura que surgió de quién sabe dónde se interpuso, recibiendo de lleno todos y cada uno de los ataques, incluso la gran Hidrobomba del sapo líder. Una suave mano se aferró a la muñeca de Kazuki, arrastrándolo nuevamente, pero ahora hacia la superficie, y afuera del lago, y se trataba nada menos que de la chica que se encontraba pescando al otro lado: Haruko.
    -¡¿Qué pasó?! –atinó a preguntar Kazuki intentando recuperar el aire, al tiempo que terminaba de escupir agua.
    -Tranquilo, Vito se está encargando de todo –le sonrió despreocupada, acomodándose un mechón de pelo que se le había desacomodado bajo el agua-, no va a tardar más que unos segundos.
    Y entonces, todo el lago se sacudió. Un par de segundos bastaron para que prácticamente la mitad del agua del lago fuera expulsada hacia el aire con mucha potencia, generando una enorme ola vertical comandada, en lo más alto, por un gran cocodrilo de color azul claro y poderosas mandíbulas –y llevando a la Wooper en su cabeza- quién rápidamente extendió su brazo derecho hacia abajo, señalando al grupo atónito de Poliwag, Poliwhirl y Poliwrath.
    -Todo lo que sube… -murmuró para sí misma la chica de cabello rojizo, con una amplia y un poco sádica sonrisa en los labios, al tiempo que la enorme ola sucumbía sobre el grupo de pokémon acuáticos, rebalsando muchísima agua por fuera y volviendo a empapar a los dos entrenadores, generando en el lago una sucesión de olas más pequeñas que golpeaban con furia a cada uno de sus oponentes, para luego calmarse súbitamente, quedando todo en silencio, como si jamás hubiese sucedido nada allí. -. Tiene que bajar.
    Tras un rato, del agua surgió el lagarto que anteriormente había creado ese potente ataque de Cascada, llevando sobre su cabeza –en la que comenzaba una hilera de afilados picos rojos en forma triangular- a una sonriente y sorprendida Wooper, quién apenas vio a su entrenador saltó y corrió hacia él, siendo recibida con un abrazo. Haruko le dedicó unas palabras de felicitación a su Feraligatr, para luego regresarlo a su pokébola, al tiempo que Kazuki hacía lo mismo con Helena su Wooper.
    -¿No es mejor que volvamos a la ciudad? –le sugirió el muchacho a la chica, quién terminaba de acomodarse un poco su revuelto cabello luego del chapuzón que se dio antes-. Digo, en cualquier momento podría salir un Gyarados de ese lago...
    -Es muy difícil que haya algo como un Gyarados en un lago tan pequeño como este, lo más peligroso que podes encontrar acá es un Poliwrath, y ya ves lo fácil que cayó ante Vito.
    -Es fácil para vos decirlo teniendo un enorme Feraligatr en el equipo… -murmuró en voz baja el chico de cabello oscuro-. Da igual, en serio quiero volver a la ciudad, ya me cansé de no poder pescar nada. ¡Ese gordito en el Centro Pokémon me estafó con esa inútil caña vieja!
    -Pero si te la regaló… -suspiró la chica, acomodándose su mochila de jean azul oscura en el hombro- ¡Bien, entonces volvamos a Ecruteak!

    Así, tras pasar unas dos horas pescando en el lago sin buenos resultados, la pareja de entrenadores regresó a la zona urbana de la ciudad, que al parecer se encontraba en su hora pico de gente que se amontonaba en tiendas de ropa y restaurantes, aunque lo más concurrido en toda la ciudad ciertamente eran o el Teatro de Danza, lugar dónde se podía disfrutar de la mejor comida tradicional de toda la región y al mismo tiempo asistir a las funciones teatrales que ofrecían las hermanas Kimono, o el Gimnasio Ecruteak, lugar dónde los entrenadores concurrían para tener batallas a cambio de una medalla oficial de la Liga Pokémon. A Kazuki le sorprendió notoriamente ver la gran cantidad de entrenadores que salían horrorizados de dicho gimnasio, incluso vio a un pequeño joven salir con sus ojos llenos de lágrimas, cargando en brazos un Quilava completamente calcinado y con el cuerpo magullado cubierto de moretones. Haruko parecía ignorar todo ello, quizás por conocer el pueblo casi como la palma de su mano. De hecho Haruko conocía muy bien casi toda la región, y pese a que Kazuki no tenía idea la razón, habiéndola conocido hace poco más de un mes ya se le habían formulado una enorme cantidad de preguntas sobre ella en la cabeza. A decir verdad era una chica bastante misteriosa, pese a verse muy normal a simple vista.
    Tras eternos minutos de humillante caminata por la ciudad (la gente solía voltear a ver al par de “locos empapados”), ambos jóvenes llegaron a un sofisticado y pulcro edificio, en cuya parte superior se alzaban dos relucientes letras C y P de color rojo, con una pokébola en medio; era un Centro Pokémon. Atravesaron la puerta corrediza y se dirigieron a la recepción, lugar donde una amable enfermera de delantal crema y cabello rosado los atendió con una sonrisa, dejando en sus manos ambos entrenadores sus seis pokébolas para que sus pokémon fueran atendidos.
    -¿Qué pensas hacer acá, Campesino?
    -No me digas así, ya sabes bien mi nombre… -gruñó el muchacho con las manos hundidas en los bolsillos.
    -Ok, ok, Kazu, ¿qué pensas hacer en Ecruteak? Supongo que retar a Morty y no mucho más, dudo que te interese quedarte para saber más de leyendas y mitología.
    -Sí, enfrentarme a Morty es una prioridad, o al menos eso parece por ver a tantos entrenadores entrando y saliendo de su gimnasio, debe ser todo un reto.
    -No lo dudes, de hecho creo que Morty me dio una de las batallas más difíciles que tuve en toda mi carrera como entrenadora…
    -¿Carrera como entrenadora?
    -Queda más lindo si lo digo de esa manera, ¿no? –sonrió Haruko enseñando sus dientes blancos.
    Ambos entrenadores se encontraban de espaldas apoyados contra el mostrador del Centro Pokémon, Haruko masticaba compulsivamente un chicle de menta que había comprado en el camino. Adoraba los chicles. Por su parte, el muchacho de campo que había decidido dejar todo atrás dos meses atrás no paraba de fijarse en la sorprendente cantidad de entrenadores –jóvenes y no tanto- que solicitaban la atención médica de sus pokémon, todos heridos en alguna batalla del Gimnasio. Cinco, ocho, diez, veinte… ya había perdido la cuenta de cuántos eran los pokémon atendidos allí por envenenamientos graves, confusiones, parálisis, quemaduras… y la lista de causas crecía y crecía.
    -Haruko, ¿hace mucho que empezaste tu viaje como entrenadora? –le inquirió de repente. La chica comenzó a sacar cálculos con sus dedos.
    -Mmmh… yo diría que empecé hace unos seis años, más o menos.
    -¡¿Seis años?!
    -¡Sip! –sonrió.
    -Vaya, y eso que ya me parecía que no eras nada nueva en este ámbito, pero seis años son mucho. Ya hasta podrías ser líder de gimnasio o algo así.
    Haruko comenzó a reír.
    -¡Claro que no! Para ser líder de gimnasio no alcanza con esa clase de currículum. Aparte de que no me interesa serlo, me aburriría mucho estando día y día encerrada en mi viejo gimnasio teniendo batallas y batallas y batallas siempre con los mismos novatos que creen superarte en experiencia con alguna estrategia trillada que uno ya vio cien veces antes.
    -Supongo que tenes razón, esa clase de rutinas son las que me sacaron de casa y me obligaron a terminar acá: viajando.
    Sin notarlo, la enfermera Joy se acercó por detrás con una bandeja plateada en la cual reposaban doce pokébolas.
    -Chicos –tanto Kazuki como Haruko voltearon apresuradamente-, sus pokémon ya están en plena forma, aunque en realidad lo que más necesitan es descansar un poco, sobre todo Wooper, se notaba un poco estresada.
    -Jejeje, sí, es un poco frágil, o algo así –sonrió algo apenado el muchacho pelinegro, recibiendo y guardando sus pokébolas en el cinturón.
    -Muchas gracias enfermera –le sonrió Haruko, tomando también sus esferas carmesí-, le aseguramos volver por la tarde.
    Joy suspiró negando un poco con la cabeza.
    -Van a combatir contra Morty, ¿no?
    -Pues… sí, adivinó –murmuró Kazuki, ya no tan seguro de tener ganas de ir a su gimnasio.
    -Creo que últimamente a Morty se le pasó un poco la mano con eso de las batallas, se volvió más estricto en cuanto al nivel de su Gimnasio –les comentó la enfermera recogiendo la bandeja plateada entre sus brazos y pegando media vuelta-, así que les aconsejo ser muy precavidos con él.

    Una hora después, luego de almorzar en la cafetería del Centro Pokémon y de averiguar los datos básicos en cuanto al Gimnasio Ecruteak, ambos entrenadores salieron listos para dirigirse allí, o al menos ese era el caso de Kazuki, ya que apenas cruzaron la puerta corrediza Haruko revisó su reloj de pulsera, y tras murmurar algo de que se le hacía tarde, le dijo apresuradamente al pelinegro que debía irse, y que la encontrase de nuevo en el Centro Pokémon en tres o cuatro horas. Le deseó suerte con Morty y se marchó corriendo, casi tan rápido como un atleta. Definitivamente esa chica ocultaba muchas cosas. Sin embargo, Kazuki prefirió no formular hipótesis sobre qué haría ella, y emprendió la caminata directo al Gimnasio, repasando con los dedos que no faltase ninguna pokébola. Tras un par de minutos, el muchacho llegó al edificio, y por alguna razón no le sorprendió su peculiar estructura: era una especie de antiquísimo templo, imponente eso sí, con estructura de madera y una pequeña entrada que denotaba un interior completamente oscuro. Interior que no invitaba precisamente a los entrenadores a ingresar al Gimnasio para su batalla, y sin embargo Kazuki no titubeó e ingresó decididamente, adentrándose en las tinieblas.
    Allí dentro todo era oscuro. Sólo se podían oír sonidos muy lejanos que erizaban la piel, similares a lamentos, y el crujido del viejo suelo sobre el que caminaba lenta y precavidamente el entrenador pelinegro. De repente, una hilera de velas ubicadas a cada extremo del gimnasio –que parecía ser un eterno pasillo- comenzaron a encenderse una por una, como por arte de magia. Y aún así todo se veía y se sentía tan apagado y oscuro. A lo lejos, al otro lado del eterno pasillo que parecía la perfecta representación de la conexión entre la vida y la muerte, surgió una voz muy serena.
    -Vaya, vaya… parece que llegaron más visitas. Espero recibirte como es debido en mi Gimnasio.

    • Continuará •

    - Haruko: ¡Se viene Morty se viene se viene se viene!
    - Kazu: Tengo miedo…
    - Haruko: ¡Se viene se viene se viene!
    - Kazu: No puede ser tan malo. Pese a que todo el mundo lo diga, y a que así se vea por el Gimnasio, y a que así suena, y a que… ¡Mierda!
    - Morty: Próximo capítulo de Pokémon Dreamers: “El infierno que arde en tinieblas.”
     
  4.  
    Heather

    Heather Fanático

    Sagitario
    Miembro desde:
    25 Marzo 2009
    Mensajes:
    1,052
    Pluma de
    Escritora
    Re: [Pokémon Dreamers]

    Primero que nada; bienvenido al foro Pokémon, sobre todo aquí, a los Poke’fic, siempre es bueno tener gente de buena calidad como usted.
    Solo te recomendaría que trataras de separar los párrafos. En mí caso, me aburré leer todo pegado; y no solo eso, sino que también suele ser malo para la vista, además de que la letra que tiene el contenido es MUY pequeña, se le recuerda que para el foro, hay reglas que seguir, y para los FF, la letra es verdana y tamaño 9-10, ésta última en el caso de escribir por Word.

    Antes de subir el capítulo, dale en vista preliminar para saber cómo se enviará el capítulo. Suele pasar que a veces se envía como no debía, por tal razón existe dicha opción.

    Otra cosa que te quería decir, es que trata de evitar de usar el modismo de tu país.
    Tenés, podés, querés. Llevan tilde en la E.

    Y muy buena esa página. ¿Es propia de usted? Me gusto el diseño, y que sea exclusivamente para su FF. Ingresé y leí las fichas, me gustaron los personajes, y como mencionó Fey; el protagonista tiene razón al irse del campo. Allí no se logra nada.

    Tu narración es casi perfecta, no posees muchos errores, solo en diálogos, pero ese es otro punto. Se lee con claridad, y eso es lo importante, la verdad es que me gusta mucho la historia, porque esta bien escrita, y llena todas las expectativas.

    Aún no he leído el segundo capítulo, le pediría a Heros que por favor tratara de separar un poco los párrafos, porque de verdad cansa leer todo pegado. Llega un punto en que cierras la venta porque te mareas.

    Se me hace curioso las líneas que dejas al final de cada capítulo. ¿Qué significado tiene? ¿Un adelanto del próximo capítulo?
    Cuando lea el primer capítulo, vendré con otro comentario.
    Saludos.

    Att: Bridget.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso