Reborn! [One-shot|KHR] Desconocidos

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Antonio Corazoncito, 30 Julio 2010.

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    Antonio Corazoncito

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    [One-shot|KHR] Desconocidos
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    [KHR] Desconocidos

    Título: Desconocidos
    Fandom: Katekyo Hitman Reborn
    Pareja: Yamamoto Takeshi x Gokudera Hayato [8059]
    Summary: "Perdona" Le miró mientras en sus labios aún reposaba el vaso del líquido que ardía en su garganta. "¿Bailas conmigo?"
    Advertencias: BL, Yaoi. Posible OoC, alcohol en Gokudera (?)
    Palabras: 1150
    Clasificación: T
    Notas: Fic presentado a "Enseñame a Besar" con el beso "Combate de Lenguas"

    Desconocidos
    La música sonaba alta y con ritmo.
    Las luces de la discoteca se fundían con la oscuridad que reinaba allí y coloreaban el rostro de los bailarines de múltiples y brillantes colores, dándole a todo un aspecto más alegre.

    En la calle, alejada de las casas pero cerca del centro de la ciudad, estaba la discoteca más famosa del lugar.
    Como siempre, esa noche la cola llegaba varias calles más atrás.

    La puerta se abrió y los que esperaban impacientes tuvieron el placer de oír la música y desesperarse más por estar entre aquel grupo de elegidos y gente con suerte.
    Dentro, la luz de la calle inundó suavemente la atmosfera del local y se alejó después de haber podido bailar con las jóvenes que se movían coquetas en la pista.


    El nuevo afortunado que entró se acercó con paso decidido a la barra y pidió algo suave para empezar la noche, se sentó y se dedicó a mirar a las personas que allí estaban.
    Sin llegar a gustarle nada en particular.

    Pidió otra copa, algo más fuerte y charló un rato con el camarero, un amigo suyo.
    Aunque se fue poco después a atender a otro clientes deseosos de algo líquido que les calmara la sed, o al menos, refrescara un poco.


    La puerta se volvió a abrir y el joven pasó del tema, seguramente sería alguna chica con una minifalda que ocultaría lo mismo que un cinturón ancho y una camisa de palabra de honor tan pegada y corta que casi no la vería.
    Con el cabello largo perfectamente peinado y con unas gafas de sol grandes, de estilo “pera” como diadema, con un bonito repertorio de maquillaje aplicado en su cara con tanta majestuosidad que su rostro podría ser de un anuncio de la Barbie.

    Una joven de cabello corto se sentó a su lado en la barra, seguramente la que había entrado.
    Pero iba ligeramente diferente a lo que él esperaba.
    Con unos Slim jeans de un color oscuro, una camiseta algo larga de color blanco, un par de cinturones encima de ella y un repertorio extraño en las muñecas de pulseras de cuero, muñequeras y cintas atadas en torno a sus finos brazos.
    Se fijó con sorna en que sus pies no estaban adornados con unas de esas sandalias de tacón alto y cintas alrededor del tobillo, sino unas converses “All Star” rojas.

    La ignoró al ver que aunque no iba como la gran parte de las chicas del local sí que iba de marca, la típica chica pija.

    Apuró el contenido de su vaso y volvió a sentarse con la espalda apoyada en la barra para seguir observando si había algo de su interés. Nada.

    Las luces parpadeaban con fuerza y se movían juguetonas, buscando algo interesante.
    Al parecer, al contrario que el joven moreno que se había sentado en la barra, una de ellas encontró algo que le gustó, y fue a su encuentro, entusiasmada.


    Un reflejo rojizo volvió a llamar la atención del joven hacia la chica que tenía al lado.

    Se fijó de nuevo en ella y no encontró nada nuevo a parte de que ella si se había atrevido a pedir algo fuerte, y se lo veía con lentitud mientras observaba la barra en la que estaba apoyada.

    Sus ojos verdes brillaron con fuerza y su pálida piel había tomado un tono muy suave de color rojo a causa de la luz que aún la iluminaba.

    Se pasó la mano por el cabello corto, de un color inusual y con un corte inusual en una chica.

    —Perdona. —Comentó la joven con voz grave dirigiéndose al camarero. El joven había empezado a dudar si realmente su acompañante en la barra era una mujer. —Otro de lo mismo.

    Movió la cabeza y el joven se apresuró a apartar la mirada de ella, sonrojado al sentirse descubierto.
    Quizás… Se levantó de su sitio tomando una decisión.

    —Perdona —Le miró mientras en sus labios aún reposaba el vaso del líquido que ardía en su garganta. —¿Bailas conmigo?
    Apuró el contenido y dejó el vaso vacío sobre la barra, luego tomó la mano que le tendía aceptando su invitación.
    Normalmente no habría aceptado la mano de un tipo que no paraba de mirarle “disimuladamente”, pero la cantidad de alcohol en sus venas era un aliciente extra para el joven moreno que se la había tendido.

    La música sonó con más fuerza mientras bailaban de forma rápida y sensual, seguros ambos de que nadie estarían prestando atención a una de las tantas parejas que había en la pista, y menos a una que bailaba medio escondida en una esquina.

    Observó con sus ojos verdes los ojos del joven de rasgos japoneses, bronceado por el sol y ojos castaños, llenos de calidez.
    Y pensó con una risa provocada más que anda por el alcohol que sabía lo que él estaba pensando en ese momento.

    —Dime tu nombre —Susurró el joven con suavidad en su oído.
    —Gokudera Hayato
    —Sabía que no eras una mujer —Comentó mientras se reía feliz —Pero eres mi tipo.
    —Bien, ¿Y qué pasa si tú no eres el mío? —Le respondió molesto pero con las mejillas sonrojadas y atribuyendo ese hecho al alcohol.
    —Ah, no lo sé. Eso tendrás que decidirlo tú. —Rió y siguió bailando con él. Entretenido por la situación.
    —No se ni tu nombre y quieras que decida que hacer con esa extraña declaración —Recurrió al sarcasmo rápidamente. Negándose a si mismo que le interesaba realmente el nombre de su compañero.
    —Takeshi —Comentó y rió acercándose más a él.

    Los rostros del japonés se acercó peligrosamente al italiano en cuanto él le dio “Carta blanca de prueba” sonrojado de forma adorable y confiando en que sus mejillas no se hubieran teñido demasiado o que las luces parpadeantes ocultaran ese hecho.
    Y aunque él quería ir de forma dulce, el alcohol y las llamas que recorrían sus venas con furia se lo impidieron.
    Besó los labios de su compañero y los lamió pidiéndole permiso, como respuesta el abrió la boca con suavidad, de forma vaga, molestándolo.

    Las lenguas recorrieron toda la cavidad bucal del otro y luego se encontraron excitadas.
    Esta vez fue el italiano quien tomó el mando presionando y rozando suavemente su lengua con la de él, aunque por supuesto, después de otro corto beso, el moreno no se quiso quedar atrás y volvió a penetrar con su lengua la boca del de ojos verdes.
    Ejerció una pequeña presión en su punta y comenzó la batalla.

    Una batalla en la que la única forma de ganar era llevar el control, las armas, los labios, bocas y lenguas de ambos, y la finalidad, excitar a su compañero.



    El fuego de ambos inundó el local repleto de adolescentes a los que no les importaba otra cosa que ellos mismos, emborracharse y tener algo bueno esa noche. Algo que ellos… ya habían conseguido.
     
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  1. Antonio Corazoncito
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