Tersiris Terra era un príncipe guerrero que había conquistado gran parte de los reinos vecinos con gallardía. Su astucia en las batallas le había permitido restablecer la paz en muchas partes de aquel mundo desordenado que -guiados por reyes y reinas egoístas- habían vivido en una gran oscuridad. Y aunque para ganar y obtener la libertad de los muchos pueblos esclavos tuvo que ser a base de masacres, Tersiris había aceptado el título de «héroe» que le habían otorgado por su valentía. Sus hazañas se extendieron por todo el planeta, al que pronto llamaron Tierra en honor a su nombre. Los aliados comenzaron a acercarse como: Aero "El grande", rey de las montañas más altas del norte y Fire "La grandiosa", reina del territorio de los volcanes. Tener su confianza le había asegurado una política más limpia y un orden que hasta ese entonces el mundo no había tenido. Pero cuando pensó que de todo lo que había hecho y conseguido sería suficiente para ascender a rey, su padre, Erde "El temible" confesó la única cláusula para obtener el reino. Un campo de batalla más que diferente para este joven príncipe: el matrimonio. A pesar de ser un terreno desconocido y mucho más peligroso, Tersiris no se negó a aquella posibilidad. Mientras, claro pudiera encontrar a la mujer correcta y a la que llamaría su reina por el resto de su vida; pues era alguien que más allá de su brutalidad, creía en el verdadero amor. Para ello, viajó al desolado reino de los oráculos en búsqueda de una iluminación más profunda y el único camino que lo llevaría a su futura esposa. Después de días, semanas e incluso meses el príncipe finalmente la encontró aunque no de la forma en la que él hubiera esperado. Pero Aqualisa, descendiente de ninfas del agua y una aprendiz del líder de los oráculos, se convirtió en la mujer de sus sueños de la forma más particular y estúpida. Un simple roce de manos y una mirada profundamente inocente había sido suficiente para que ambos corazones se reconocieran como un igual, o eso es lo que los poetas habían escrito con exagerado romanticismo. Lo cierto es que en realidad Aqualisa lo había golpeado accidentalmente con un pesado tomo en la cabeza, provocándole un pequeño desmayo de media hora. Lo cual hirió terriblemente su orgullo, sin embargo el encanto de ella sosegó su arrebato infantil. Se casaron, sí y se convirtieron en grandes reyes sumamente respetados. Pero un día, tal vez el más doloroso de ellos, descubrieron que no podían tener hijos, lo que sumió a Tersiris en una nebulosa de tristeza. En su agonía y en el deseo prácticamente desesperado por tener un heredero, clamó al cielo para que sus plegarias fueran escuchadas y que esa amargura que cargaba desapareciera. Y una noche en medio de una gran tormenta, en el centro del reino de Terra cayó un rayo que lo estremeció de pies a cabeza. Tan pronto como amaneció, los reyes y su guardia personal se dirigieron al sitio que la tormenta había atacado con ferocidad y se encontraron con un gran manchón negro; rocas convertidas en cenizas. Tersiris y Aqualisa intrigados por lo que veían se acercaron a aquel círculo que denotaba ser perfecto. Sin medir las consecuencias, sus pies tocaron la ennegrecida tierra que se iluminó sobrenaturalmente en cuestión de segundos, como una luz blanca que dañó los ojos de aquellos que estaban fuera de la misma. Esa particular luz los encerró a ambos como en un domo y el suelo comenzó a vibrar bajo sus pies una vez se cerró sobre ellos. De repente, un aroma suave y hermoso los envolvió e hizo que sus almas turbadas se sintieran nuevamente en paz. Una sensación que nunca habían experimentado ni aún en sus mejores tiempos y cuando se permitieron abrir los ojos dejando de lado todos sus miedos, fueron testigos de la magia más hermosa que jamás habían visto. La tierra árida y seca comenzó a taparse de algo verdoso que cubrió todo con gran majestuosidad y del medio salió algo parecido a un látigo llevando consigo una cosita envuelta no más grande que un cachorro, que depositó con suavidad frente a ellos. Con cautela se acercaron y sin muchos rodeos, reconocieron que no se trataba más que de una hermosa bebé saludable profundamente dormida con una expresión pacífica en sus delicadas facciones. Las grandes hojas verdes envolvían su pequeñez dándole el calor suficiente y la protección requerida, y en su pequeña cabeza tenía una tiara de flores de colores exóticos perfumadas que hacía de su piel un tono más pálido. Tersiris rió con fascinación ese día y Aqualisa soltó un par de lágrimas de plena felicidad, pues sus súplicas habían sido escuchadas y respondidas. Porque aunque fuese una locura para el resto, los reyes sabían que esa era la heredera que tanto habían ansiado tener entre sus brazos. La bautizaron Myaat, la princesa que había nacido en un mundo seco y escaso de colores divinos para traer felicidad. Y en base a ello, el verde se convirtió en el color predilecto para los reyes, pues antes de tener a esa criatura corriendo y saltando alegre entre ellos, habían estado bajo una opaca vida llena de desolación donde predominaba el negro y el marrón. La misma desolación que desapareció al sentir finalmente en carnes propias la más pura esperanza. Ese deseo de sus corazones por tener un hijo había creado la hierba del color más llamativo y vivo que sus ojos nunca habían visto sobre la faz y por consiguiente a la niña más preciosa. Y la Tierra fue cubierta en su mayoría por su mágica calidez dándole el sentido que hasta ese instante el mundo no había encontrado, vida en abundancia. Contenido oculto Espero que les guste, am... particularmente no sé qué pensar sobre esto, mi cabeza llegó a incendiarse para llegar a la idea de "¿por qué caranchos la hierba es verde?" Así que espero haberlo alcanzado xD. ¡Ustedes juzguen!