Mi nueva familia

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Capitulo 1: El niño imperativo Naruto Uzumaki

Mi nombre es Naruto Uzumaki vivo en la aldea oculta de Konoha ahí es donde nací y donde me crie, soy un chico al cual todos ignoran y nunca asen caso, pero eso cambia a partir de ahora, hoy es el día en que mi aventura comienza.

Era un día como cualquier otro en el cual una vez más despertaba, me extraño ver lo claro que el día estaba por lo que mire la hora, al tiempo que me daba cuenta que el despertador no había sonado y me había quedado dormido.

—Qué demonios… ¡Ya es muy tarde, si no me doy prisa llegare tarde!—dije mientras me dirigía al guardarropas buscando mi típica vestimenta, la cual consistía en un pantalón y una chaqueta color naranja.

Se me olvidaba, como dije antes me llamo Naruto Uzumaki y pues soy un chico algo alto, mi cabellera es rubia y mis ojos color azules. Acto seguido brinque de mi ventana e iba saltando de edificio a edificio hasta que vi un peculiar cabello rosa.

—¡Sakura-chan…por aquí!—gritaba desde el aire mientras la saludaba una vez que capte su atención.

—¡Naruto, hola!—correspondió a mi saludo, Sakura era un chica de tez blanca, un cabello color rosa y unos hermosos ojos color jade.

Baje hasta donde se encontraba ella y observe como ella metía la mano en su bolso y sacaba un hermoso medallón.

—¿Qué es eso?—pregunte confundido.

—Es un medallón de la buena suerte, lo vi en una tienda de curiosidades—respondió ella mientras lo mostraba con una sonrisa.

—Ya veo—dijo corroborando su emoción.

—Ten—dijo ella mientras lo acercaba hacia mí.

—Etto…Sakura-chan, gracias pero yo no creo en esas cosas—dije con algo de miedo, uno nunca sabe como ella reaccionara.

—Naruto…no seas tímido ¡acéptalo!—me dijo mientras lo colocaba en mi cuello.

—Claro—termine por acceder puesto que ese último “acéptalo” me asusto.

Ella tan solo sonrió, y su sonrisa provoco un leve sonrojo en mi rostro.

—Un segundo… ¿Sakura-chan, no deberíamos estar en el colegio ya?—pregunte con una gotita en la sien.

—¡Rayos! Vamos antes de que la puerta del colegio cierre—me dijo algo preocupada.

—¡Sí!—conteste con mi típico animo, mientras la tomaba de la mano y nos echábamos a correr.

Al principio su rostro se mostro asombrado ante tal acción pero luego ella tan solo esbozo una sonrisa sin soltar mi mano.