NOTA DE LA AUTORA: Contenido oculto Advierto que esto es innecesariamente largo, aburrido y noooo taaaan creativo en realidad... No en mi opinión. Pero según yo tenía hartas ganas de participar en una actividad y no quería simplemente salirme de ella así que~ (Lo siento) Y cuando digo que esto es largo quiero decir que hay unas elipsis que separan cuatro párrafos de una tediosa introducción de lo más relevante del escrito, según yo. Y bueno... Lo siento(?) _________________________________________________________________________________________________________________ Debo decir que los videojuegos nunca han sido lo mío. A mis 17 años de edad he jugado muchos videojuegos, claro, pero, a pesar de que los disfruto, nunca he sido muy bueno en ellos. De niño, mis hermanos mayores eran quienes tenían consolas de videojuegos, fueran estacionarias o de las primeras portátiles, y a mí muy apenas me dejaban usarlas; en parte porque a ninguno de nosotros nos gustaba mucho compartir, y en parte porque en aquellas épocas (aunque ponerlo así me haga sonar anciano) sí se procuraba que los niños de cinco años no empezaran a convertirse en esclavos de la tecnología a tan temprana edad solo porque fuera más fácil mantenerlos callados dándoles un aparato electrónico. ¡Y sí, digo esto atacando a todos esos padres de entre 20 y 35 años que a sus bebés les presta sus iPhones desde los dos años! En fin. Todo el mundo ha oído hablar, por ejemplo, de Pokémon. Si no, han de vivir bajo una roca. Debe haber alrededor de veinte juegos “diferentes” de esa famosísima franquicia. ¿Saben cuántos he jugado? Uno. Y no de los de la vieja escuela sino de los que salieron hace un par de años. Y no pude completarlo yo sólo; tendía a pedirle ayuda a mi primo, experto en ello, o buscar ayuda en internet. Patético y más ¿verdad? Fuera de eso, otro ejemplo sería casi cualquier juego de peles popular que se les ocurra. Street Fogter, Mortal Kombat, Super Smash Brothers, etcétera. El último lo jugaba en el Game Cube de mi hermano y los primeros dos generalmente en las viejas máquinas arcade que había en un restaurante en el que comíamos casi todos los domingos. Esos juegos eran relativamente fáciles porque solo debías saber elegir a tu personaje, recordar con qué combinación de botones hace qué movimientos y oprimir dichas secuencias como loco. Yo era feliz con eso. Las compañías de videojuegos se han preocupado más por la obtención de dinero que por darles una satisfacción real a sus jugadores, y eso es asqueroso. Cuando cumplí 13 años me di cuenta de que, mientras tanto, los videojuegos para PC, generalmente fáciles de descargar en internet, eran la sensación… para algunos. Hay gente que por costumbre sigue esclavizada a las compañías que sacan consola tras consola o atributos nuevos para dicha consola que o descargas o compras, año tras año a veces. Otras personas que, como yo, en parte, prefieren clavarse en una computadora que en los videojuegos o incluso la televisión, tienen desde emuladores de juegos de toda clase de consolas posibles de jugar con el teclado de la computadora hasta juegos exclusivos para ello. … En lo personal, ya que soy muy malo en los videojuegos, me gusta el tipo de juegos de gráficos simples que simplemente te pide resolver algunos acertijos o llevar a cabo algunas misiones de recuperar objetos o cosas por el estilo para lograr un objetivo y avanzar la historia. ¡Incluso a veces con esos tengo problemas! Y es entonces que, a los 16 años, descubro “Yandere-Simulator”. En realidad el juego tiene alrededor de dos años de desarrollo, pero yo escuché más detalles al respecto el año pasado. Me aturdía que me dijeran, aseguraran, que era un juego fenomenal, añadiendo el hecho de que no está terminado ni a medias. La primera vez que me explicaron lo básico del juego me dijeron que el personaje jugable es una chica de 16 años, “Yandere-chan”, a la que le gusta un chico un año mayor que ella, “Senpai”, con el que va a la misma escuela. Se supone que el juego empieza un lunes y otra chica, “la rival”, quiere confesarle su amor a este chico el viernes, y Yandere-chan tiene que impedirlo. ¿Cómo? Matándola. Matándola. Estando familiarizado con el concepto “yandere” me pareció lógico. Sin embargo, me decían en ese entonces que podías matar a prácticamente todas tus compañeras única y exclusivamente de una manera, que era apuñalándolas (según me dijeron). A la que supuestamente era la rival era a la única que podías, no sé, tirar de la azotea de la escuela, ahogarla, envenenarla, etcétera. Y yo pensé que eso era estúpido. Tiempo después, no recuerdo cuánto, decidí investigar sobre el juego por mi cuenta a través de videos de internet. Me di cuenta de que, o me habían mentido o el juego ya había hecho bastantes avances. Parecía que en verdad había varias maneras de matar a quien quisieras, incluso a chicos. El juego tenía también riesgos lógicos como que las maestras u otros compañeros te vieran matando a alguien o haciendo algo indebido. Por alguna razón, no se puede interactuar con Senpai, pero tal vez eso es normal; se debería a que Yandere-chan es una psicópata asesina, pero tímida, y es válido. Absurdo, pero válido. Un problema con el que me encontré es que todo el mundo supuso que un personaje característico, a quien el desarrollador del juego se ha referido como Kokona, era la rival. Pero incluso si la mataban y nadie sospechaba de Yandere-chan (o, más corto, Yan-chan, como la apoda Kokona según una de las actualizaciones del juego), una chica le confesaba su amor a senpai. Y entonces una segunda suposición que se hizo es que una chica que siempre está parada en la entrada o en el centro de la escuela, sin hacer nada, sin que le puedas hablar, sin que parpadee tampoco, creo, es la verdadera rival. Pero… no la puedes matar. ¿Entonces? El juego tiene mucho potencial si te detienes a ver cómo te pueden ayudar diversas características del mismo. Por ejemplo, hay clubes es colares, y dependiendo a cual entres, puedes mejorar ciertas habilidades que te ayuden de diferentes maneras a cometer asesinatos de manera que nadie se dé cuenta. Además, en lugar de matar a “tu rival”, Kokona, puedes hacer una cosa para incriminarla de romper las reglas de la escuela cada día y hacer que la expulsen al final de la semana. Eso entre otras cosas. Pasé meses investigando acerca del juego y las innovaciones que iba adquiriendo a través de videos y páginas de internet. Fue hasta poco después de que cumplí 17 años que me sentí ansioso por probar el juego, incapaz de esperar a que estuviera terminado, ya que no podía adivinar cuándo sería eso, pensando en que además de arreglarle fallos sin duda se le agregarían cosas. Así que lo descargué un viernes por la noche para tener la libertad de explorarlo el sábado por la tarde. Me levanté más o menos a las nueve y media de la mañana, me duché, almorcé y me dieron las once de la mañana para cuando por fin pude abrir el juego. Y me consumió. Estuve absorto jugando por horas, explorando las posibilidades de asesinar gente y expulsar a Kokona. Horas. Doce horas. A las once de la noche me levanté de la silla frente a la laptop en mi escritorio porque había comido pura basura a lo largo de la tarde, así que decidí cenar, aprovechando que no había nadie en casa que me dijera que era muy tarde para cenar. Y como el calor era infernal decidí darme otra ducha. Faltaban segundos para la media noche cuando estaba empezando otra partida y estaba a punto de sacar Yan-chan de su cuarto, pero me dije a mí mismo que ya había sido bastante tiempo ahí sentado y me estaba dando sueño. Entonces, en lugar de cerrar el juego, cerré la laptop de golpe sin querer y bostezando me dirigí a la cama. Pero no llegué ni a levantar la sábana. —¡Estúpido, me cerraste la puerta en la cara, idiota! Menos de diez palabras provenientes de una voz femenina que no creía haber escuchado nunca. Cuando me volteé para confirmar de quién se trataba, grité aterrorizado. Y una copia humana exacta de Yan-chan me miró también algo aterrada y muy confundida. —¡¿Quién eres?!— preguntó. —¡¿Dónde estoy?! ¡¿Qué hago aquí?!— me gritaba haciendo sus manos puños. —¿De qué estás hablando?—empecé murmurando por el miedo y lego grité de nuevo por lo mismo. —¡¿Quién eres tú?! —¡¿Huh?!— miró a su alrededor, temblando un poco. —¡¿Me tienes aquí secuestrada y ni siquiera sabes mi nombre?! —¡N-no te tengo secuestrada! —¡¿Entonces qué hago aquí?! ¡¿Dónde estoy?! ¡No te conozco! Estaba comenzando a alterarse de verdad. Lo supe por la manera en que fruncía el ceño, y el tic fácil que más bien estremecía su cara. Justo como Yan-chan. Y eso no fue todo. Lentamente dio unos pasos en reversa hacia el escritorio y buscó a ciegas con su mano algo. Encontró unas tijeras. Reaccioné medio segundo antes de que las empuñara como si estuviera lista para apuñalarme. —¡¡M-mi nombre es Edgar y el tuyo es Yan-chan!! La chica delante de mí frenó en seco su intento por atacarme y lentamente se irguió, aferrado sus dedos alrededor de las tijeras aún y tratando de calmar su tic nervioso, pero mirándome con ira. —Ese… Ese no es mi nombre…— dijo con una voz muy seria. Si ese no era su nombre, ¿por qué se detuvo al escucharme llamarla así? —Mi nombre es Aishi Ayano…— dijo mirándome de arriba abajo. —Para ti, “Edgar”, extraño, soy Aishi— dijo pegando las tijeras a su pecho y mirándome algo confundida, aún enojada. —¿Por qué te referiste a mí de esa manera? —Pues…— yo estaba estupefacto, pero tenía el mal presentimiento de que si la trataba como parte de mi imaginación, como una alucinación o un sueño, se encargaría de tomar esas tijeras y hacerme sentir lo real que ella era. —Así es como te dicen. —¿Quiénes? —Tus admiradores— dije. No me nacía explicarle de buenas a primeras, en caso de que no lo supiera, que era parte de un videojuego para computadora. —¿Admiradores? —Sí, en el internet. —¿Y por qué se me conoce en el internet?— preguntó exasperada. —¿Qué me admiran? —Tu… ¿belleza? —¿Lo dices en tono de duda porque no sabes por qué me admiran o porque dudas de mi belleza? —¡No no, no, no no! Definitivamente eso segundo no. —Responde mi pregunta porque quiero irme rápido se aquí. Irse. ¿Cómo? ¡¿Cómo había llegado a mi habitación en primer lugar?! … Un momento. —N-no te molesta si yo te pregunto algo a ti ¿o sí?— su expresión indicaba que sí le molestaba, pero yo tenía que preguntar así que no la dejé hablar. —¿Hace rato dijiste que te cerré la puerta en la cara? —Exactamente. Porque eso fue lo que hiciste. —Entonces ¿entraste por esa puerta?— dije señalando la puerta de mi habitación. —¡Pues por supuesto que--!— empezó a decir, pero entonces volteó y miró estupefacta la puerta de mi habitación, que, debido a que cuando yo era niño era un fanático de los animales de la selva, estaba pintada de amarillo con manchas de formas irregulares color café, como una jirafa. Tratando de salir de su confusión, decidió abrir la puerta y confirmó que lucía igual del otro lado, así como el hecho de que no reconocía el pasillo que había al haberla abierto. —Dijiste que no me tenías secuestrada— la mano con la que sostenía las tijeras temblaba —pero aún no me has dicho dónde estoy. —Pues… M-mi habitación, pero… No sé cómo llegaste aquí. —¿A qué te refieres con eso? —Dijiste que te cerré la puerta en la cara, pero no entraste por esa puerta, y no hay otras puertas en esta habitación— dije y ella miró a su alrededor para confirmarlo. —Quiero mostrarte algo— su mano derecha dejó de temblar y las tijeras me apuntaron de modo amenazante. —Algo en mi computadora— dije abriéndola y mostrándole lo que había en la pantalla: su habitación, con la puerta abierta, sin ella ahí. Como si el juego tuviese un bug. —Entonces no eres un secuestrador, pero sí un acosador— dijo mirándome con cierto… asco. —No, no, no lo entiendes. Si miras de cerca te das cuenta de que los pocos muebles que se ven son irreales. Una mesa no suele verse así, y una alfombra tampoco…— iba diciendo, pero me di cuenta de que ella no entendía lo que le quería decir. —Esto es un videojuego. —Claro. Un videojuego que tiene recreada mi habitación. —No es… Es… Tú eres el personaje de un videojuego. Me miró con escepticismo. Y así se quedó por varios segundos, como esperando a que yo dijera algo más inteligente. Y después empezó a reírse. A reírse como en el juego cuando necesitaba recuperar su sanidad mental. De rato se talló una pequeñísima lágrima del ojo izquierdo. —¿No tienes algo mucho más inteligente que decir? Cualquier cosa. Que estoy soñando o algo. —Mi primera opción era creer que yo estaba soñando pero no quería que quisieras despertarme con las tijeras. —¿Esperas que te crea esa tontería del videojuego? No puede ser, Edgar, por favor— dijo, dándole a mi nombre un tono de desprecio. Era aterradora. —Está bien, voy a mostrarte algo más. Volví a acercarme a mi escritorio y le mostré mi teléfono celular con la pantalla bloqueada. Lo desbloqueé para mostrarle el primer video que me apareciera acerca de Yandere Simulator y se lo mostré. Ella tomó el celular y vio el video hasta al menos la mitad. —Esa chica se parece a mí— murmuraba durante el video. —Su cuarto se parece al mío. Su escuela es justo como la mía. Mis compañeros de clase, Kokona…— decía y sus ojos se abrieron como platos segundos después. —Mi Senpai… Dejó caer mi celular al suelo y lo dejé pasar porque lo protegían la funda y la alfombra de mi cuarto, y ella no soltaba las tijeras, así que aún le temía. Sobre todo tomando en cuenta la información que estaba procesando. —Es demasiado real como para que sean simples recreaciones, ¿verdad?— me atreví a decirle. —Si es que en verdad es real…— murmuró. —Quiero volver, ahora mismo— dijo viendo al suelo. —Bueno, te haría ese favor si supiera cómo. No sé ni siquiera cómo llegaste aquí. —¿Dices que tú no me trajiste aquí? —N-no… Vamos, deja de pensar en mí como un secuestrador o cualquier cosa parecida. —Bueno, si eso es lo que quieres ayúdame a conseguir lo que yo quiero. —Lo haría con todo gusto si supiera cómo. —Si no lo sabes, lo averiguas— me amenazó. —Lo más pronto posible. Me sentí atrapado entre las tijeras y la pared. Media hora más tarde estaba de pie, recargado contra la pared, buscando como loco en el celular alguna idea que pudiera tener la gente del internet. ¡Qué ridícula era toda aquella situación! Pero era real y necesitaba hacer el intento de salir del lío lo más rápido posible. Sin embargo, estaba perdiendo toda esperanza y Yandere-chan toda paciencia, seguramente. Entonces encontré algo que me hizo sentir incluso más incrédulo ante todo aquello. En un blog que no se encuentra ni en las primeras 20 páginas del buscador, se encontraba publicado un creepypasta sobre Yandere Simulator que nadie jamás había leído. No era como los creepypastas que uno comúnmente encontraba sobre ese juego o cualquier otro; hablaba de una situación similar a la mía. La diferencia era que quien había logrado traspasar de la computadora al mundo real fue Senpai. En la historia, en parte él quería volver a su mundo, pero en parte Yandere-chan lo estaba buscando y había resuelto que podía salir de su mundo contaminando el computador en el que estaba instalado el juego, metiéndole virus que se abrían al entrar a ciertas páginas (de esas que te abren un montón de ventanas sin que tú lo quieras) del historial del navegador; virus que abrían screamers enloquecedores. Eso era una locura. No creía que fuese lógico o apropiado. A pesar de que era la única pista que había encontrado la deseché. Me llevé una mano a la cabeza, frustrado, mirando mi celular con impotencia. Mientras trataba de hacer otra búsqueda, activé la cámara por accidente, obteniendo a Yandere-chan en la pantalla de mi celular (sin haberle tomado una foto). Me sobresalté un poco. Luego suspiré. Y después se me ocurrió algo estúpido. —¿Sabes, Ya--?— me aclaré la garganta. —¿Sabes, Aishi? Te he visto tomar fotos de otros con tu celular, pero nunca te he visto tomarte fotos a ti misma. —No soy fanática de esa clase de fotografías— respondió desganada. —Tampoco suelen tomarte muchas fotos otras personas, ¿no? —En general no me gusta tener una cámara frente a mí. —Bueno, se me ocurre una idea. Descubrí que podía minimizar el juego en la computadora para acceder a cualquier otra cosa. Una vez que comprobé esto, tomé por sorpresa a Yandere-chan al sacar una fotografía de ella con mi celular. —¿Po-por qué haces eso?— preguntó con un tono molesto. —Es mi idea. Mi plan. Me senté frente a mi laptop y Yandere-chan se quedó de pie detrás de mí observando lo que hacía. Conecté el celular a la computadora y me aseguré ahora de que pudiera acceder a los archivos individuales que componían al juego. Entre esos archivos hay siempre imágenes de los avatares de los juegos, solo que no podía encontrar imágenes de la protagonista de este. Entonces pasé del celular a la computadora la fotografía de Yandere-chan, colocándola entre las otras imágenes del juego. Entonces, mi computadora, que llevaba buen rato cargándose, y seguía conectada, pero ya había llenado la batería, se apagó. Al igual que la luz de mi cuarto. Grité por medio segundo por la sorpresa, pero la luz volvió de inmediato y la computadora empezó a reaccionar lentamente. En la pantalla apareció el juego minimizado. Al abrirlo, ¡boom! Se podía ver claramente a Yan-chan en su habitación, justo como yo creía haberla dejado al cerrar la laptop. Volteé entonces a mis espaldas y me di cuenta de que en medio de mi habitación solo quedaban las tijeras ahora tiradas en el suelo. Suspiré con alivio, apagué correctamente la computadora, la desconecté y fui a tratar de dormir.