Luces, cámara y... ¡amor!

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Shezzi, 8 Febrero 2012.

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    Shezzi

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    Título:
    Luces, cámara y... ¡amor!
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    1
     
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    Luces, Cámara y… ¡amor!
    1
    Las luces hacían brillar su vestido, dando un toque excéntrico a sus pasos. Se movía de un lado hacia el otro, con suma confianza, y simplemente sonreía. Cantó una canción y luego otra, y otra, sin nunca perder estilo y carisma.

    Las luces se apagaron. Por un momento la joven se quedó oculta bajo un enorme manto de oscuridad, sus fans gritaron con excitación mientras la veían de nuevo aparecer en el escenario, con un nuevo vestido y con renovada energía. Una plataforma comenzó a subirla, alto y cada vez más alto, mientras que ella simplemente se metía por completo en una nueva canción.

    Sus fans se volvieron locos de la emoción al verla saltar de aquella plataforma y ser atrapada por dos de sus bailarines. Se incorporó y continuó cantando y bailando al ritmo de su canción.
    Al final del concierto su respiración era acelerada y gotas de sudor recorrían su hermoso rostro.
    Aún sonriendo, gritó a pleno pulmón: “¡Los amo, chicos, son los mejores!” Un gran coro de gritos y chillidos se alzó ante esto.

    La cámara enfocó a un grupo de chicas eufóricas, con camisas gemelas en las que se podía leer: “Madisson Gray’s fans” Al percatarse que estaban en pantalla, corearon una improvisada porra hacia su cantante. ¡MA-DI-SSON, MA-DI-SSON! Las chicas desaparecieron para dejar en su lugar a Madisson Gray, aún recibiendo felizmente la ovación de su público.

    Y en un pestañeo y el otro Madisson había desaparecido, tragada por completo por la plataforma. Una gran nube de gas se alzó en el escenario y las luces relampaguearon febrilmente. Unos gritaron de emoción por tan dramática salida, otros simplemente se lamentaron, su salida simplemente significaba que el concierto se había acabado.

    Megan presionó el botón y la televisión se apagó.

    No sabía si sentirse enojada, o traicionada, o si simplemente no debería de sentir nada. Sintió cómo sus ojos picaban y parpadeó varias veces para evitar que las lágrimas cayeran. No, se dijo, no voy a llorar solo por eso. Cerró por un pequeño momento los ojos y trató de tranquilizarse, respirando lentamente.

    El sonido del teléfono hizo que su pequeña burbuja de tranquilidad se rompiera y, con un suspiro de resignación, se levantó del sofá y caminó hacia el tocador de su recámara. Sin fijarse si quiera en el número, tomó el teléfono y contestó bruscamente, hablando como si de una grabadora se tratase.

    —Madisson no puede hacer entrevistas, o dar autógrafos, o hacer visitas para caridad. Así que llama e intenta otro día… no, ¿sabes qué? Te voy a dar un consejo, mejor ya no llames, Madisson no tiene tiempo para nada —se separó del teléfono y estuvo a punto de colgar sino es por una chillona voz que le gritó desde el otro lado del teléfono.

    —¡Megan!

    De nuevo se colocó el teléfono al oído.

    —¿Emma? ¿Eres tú?

    —¡Quién sino! —Respondió con una risa.

    Lentamente una sonrisa se asomó por su boca. Emma siempre había estado ahí, desde como… siempre. Se habían conocido cuando ambas tenían diez años, y a pesar de haber pasado ya siete años, su amistad era ya inquebrantable, eran como uña y mugre, o eso le gustaba pensar a ella.

    Se sentía más libre, más como ella misma, sentía que alrededor de Emma podía ser Megan, simplemente Megan. No la trataba como si fuera “Megan la hija de Madisson Gray”, sino que para Emma ella sólo era Megan, otra chica común.

    —Es raro que hables a este número, sabes que siempre hablan a esta línea productores o revistas, o fans locos por escuchar la voz de Madisson.

    —Lo sé, lo sé, pero mi celular murió, aún no tengo ni idea de por qué si lo trataba súper bien.
    Megan rodó los ojos. ¿Súper bien? Tratarlo bien era tenerlo siempre seguro en alguna bolsa, dejarlo en lugares libres de agua, tenerlo alejado de imanes, cuidar que no se golpeara tanto.
    Todas esas cosas que Emma no hacía.

    Megan se mordió la lengua y dejó pasar el comentario sarcástico que quería salir.

    Se dio cuenta que Emma seguía hablando y trató de enfocarse de nuevo en la plática.

    —…entonces me dije, ¿porqué no llamarle al teléfono que tiene guardado mi papá en su celular? Y aquí estoy, esa es la interesante historia de porqué te estoy hablando aquí en lugar de tu celular.

    Recordó en ese instante otro factor que la hacía querer mucho a Emma. Su papá es el productor de los discos de Madisson, y de muchos otros cantantes. Emma estaba acostumbrada a las personas famosas, a tratar con ellas, por esa causa, Emma sabía perfectamente cómo tratar a Megan.

    El silencio al otro lado del teléfono le hizo darse cuenta que Emma esperaba algún tipo de respuesta de su parte o algún comentario de sobre cómo cuidar un celular. Lo único que consiguió decir fue:

    —Oh.

    Un pesado silencio se instaló sobre ellas. Emma fue la primera en romperlo.

    —Oye, por cierto, vi el concierto que tu mamá dio en Los Ángeles. Creí haber recordado que me habías dicho que te dedicaría ese concierto por ser tu cumpleaños pero no vi que ella… ohh, por eso estás así, ¿verdad?

    Megan quería preguntarle qué quería decir con eso pero se abstuvo. Se encogió de hombros y, al darse cuenta que Emma no la podía ver, respondió:

    —No tiene importancia.

    Casi pudo visualizar a Emma sonriéndole con lástima. Desechó rápidamente la imagen.

    —Meg, sabes que tu mamá es una persona ocupada. Estoy casi segura que ella no lo hizo a propósito, deberías de preguntarle a papá de todos los intentos que hizo tu mamá para cambiar la fecha del concierto. No la dejaron. Ella de verdad te quiere, Meg. Solo dale una oportunidad.

    —Seamos realistas, Emma, Madisson siempre está ocupada en mi cumpleaños, no puedo recordar ni un solo cumpleaños que haya estado conmigo. Ni si quiera pudo cumplir una sola promesa… no creo poder darle otra oportunidad, Em. Ya no más…—su voz se cortó y cerró con fuerza la boca. Un sollozo estaba luchando por salir.

    Emma pareció darse cuenta de aquello por lo que dejó pasar el tema.

    —Meeeeeeeeeeeeeg —dijo con una voz cantarina—, no creas que este año no te daré tu regalo.

    Caminó hacia los enormes ventanales que rodeaban su habitación, abrió una de las puertas que daba al pequeño balcón que su habitación tenía. Se relajó al sentir el cálido aire acariciar sus mejillas.

    —¿Sigues ahí?

    —Ajá.

    —Nos vamos, Meg.

    Su habitación estaba en el tercer piso por lo que observó hacia abajo, y pudo distinguir la diminuta figura de una persona caminando hacia las puertas de su casa. Frunció el ceño.

    —A dónde —respondió automáticamente mientras salía de su habitación y se encaminaba hacia las escaleras. Tenía que averiguar quién era.

    —¡Es sorpresa! Aunque ni yo misma sé si voy a aguantar el no decirte…

    Bajó como una exhalación las escaleras hasta que llegó al primer piso, giró a la derecha y a travesó un pequeño vestíbulo donde varias fotos de su mamá adornaban las enormes paredes.

    —Sabes que no me gustan las sorpresas.

    Emma soltó una risa divertida. —¡Lo sé! Es por eso que no sé si decirte o no.

    El timbre de la casa sonó, un pitido constante que después de hacer eco desapareció. Su corazón dio un vuelco alocado y dirigió su mano hacia las perillas de las puertas.

    —Sólo dime, Emma.

    —¿Esperabas a alguien en tu casa? De todas maneras, está bien, tú ganas. Te lo diré, sólo porque no quiero que te enojes conmigo, ehh.

    Giró la perilla y abrió la puerta.

    —¡Sorpresa!

    Decir que se encontró con Emma fue una cosa, decir que se encontró con Emma acompañada de un chico que parecía modelo de Abercrombie era otra cosa.

    Emma sonrió al ver su desconcierto y, guardando su celular en su bolso, dijo:

    —Megan, ¡nos vamos a Australia!

    Parpadeo, parpadeo.

    —Australia… —repitió lentamente.

    Emma asintió energéticamente.

    —Oh, vamos, no me vengas con que no sabes dónde está Australia —Megan abrió la boca con intensión de responder pero Emma se adelantó—. Tu mamá me ayudó en todo, en los boletos de avión, en las reservaciones, en el dinero…

    Megan aprovechó ese momento para ver al chico. Ojos verdes, cabello rubio cenizo, buen bronceado. Nop, nadie a quien ella conociera.

    —Nos dio dos condiciones… bueno en realidad tres.

    Regresó su atención a Emma.

    —¿Condiciones? ¿No serán unas simples y relajantes vacaciones?

    —Sí y no. Verás este muchachote que tengo aquí es Marc, un primo mío que vivió en Australia, el será nuestro guía y guardaespaldas.

    —Nadie mencionó nada de ser guardaespaldas —respondió Marc, girándose hacia Emma.

    Emma rodó los ojos. —Dos chicas indefensas y solitarias en una ciudad la cual no conocen más que por fotografías y eso sin mencionar que una de las chicas es más que famosa, ¿quién las cuidará y protegerá de todo aquel peligro? —se cruzó de brazos.

    —Son lo suficientemente grandes como para que se cuiden por sí mismas —refunfuñó Marc, dio una última mirada a Megan y dio media vuelta y se alejó de ahí.

    Emma suspiró. —No siempre fue así de malo, juro que antes era mi primo preferido.

    —¿Y cuáles son las condiciones que dio Madisson?

    —Oh, bueno, son fáciles. La primera es llevar a alguien quien conozca Australia y nos pueda cuidar (la cual ya está lista). La segunda es que iremos a la escuela como estudiantes comunes y esta nos lleva a la tercera condición… haya seremos personas totalmente diferentes.

    —¿Qué…? Oye, oye, espera, ¿qué quieres decir con eso? —preguntó Megan.

    Emma levantó su bolso y de él sacó una bolsa negra, se la ofreció a Megan.

    —Ábrela.

    Con cierta cautela tomó la bolsa y la abrió. Dentro había lentes de sol, brillos labiales, pinturas de uñas y ojos, extensiones, tinte de cabello y al fondo una peluca rubia.

    —¿Qué? ¿Para qué es esto?

    Emma sonrió traviesamente.

    —Me encanta cómo se ve tu cabello negro al hombro y, sobre todo, con esos ojos azules que tienes, pero… siempre he dicho que lo tuyo es ser rubia de cabello largo y lacio.

    —¿Y el tinte para qué es?

    —Oh, es simplemente por si no aguantas traer la peluca siempre te lo puedo teñir.

    Megan se recostó contra la pared y trató de descifrar lo que estaba sintiendo. ¿Alegría? ¿Emoción? Sí, tal vez.

    Miró dentro a la casa, donde uno de los cuadros de su madre se veía, sus ojos azules la observaban desde alto. Y sonrió. Haya nadie la juzgaría por ser Megan la hija de Maddison Gray, haya simplemente sería una ordinaria chica de intercambio.

    Sólo ordinaria.

    Se giró con decisión hacia Emma y le dijo:

    —Haz lo que tengas que hacer.

    ______________________________

    Bueno, una nueva historia loca que está saliendo de mi cabeza. Me gustaría que dejaran sus opiniones, no importa si me quieren aventar tomatazos o hasta pedir conti, todo queda bienvenido. Y si has llegado hasta aquí, ¡muchas gracias por leer! (:
     
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    Kei

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    Pluma de
    Escritor
    Pero que dices!
    Me ha encantado
    Tiene lo suyo, y al parecer molara mucho!
    Espero me avises de la conti xD
    Quiero agregar algo que me encantó:
    Decir que se encontró con Emma fue una cosa, decir que se encontró con Emma acompañada de un chico que parecía modelo de Abercrombie era otra cosa.

    Emma sonrió al ver su desconcierto y, guardando su celular en su bolso, dijo:

    —Megan, ¡nos vamos a Australia!

    Parpadeo, parpadeo.

    —Australia… —repitió lentamente.

    XD modelo de abercrombie
    Esos chicos si que son guapos

    XD escribes muy bien, solo que creo que por el final escribiste mal "allá" y pusiste "haya"
    Wii
    Espero la conti
    Sigue asi
    XD
     
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