Litch para el Wonderwall Litch para el Wonderwall O de la importancia de (no) ser. Pero había que seguir porque la vida. (Porque) ya no quedaban más opciones (anyway). Y las (no)opciones existentes la aplastan, la sacuden hacia la derecha, anterógrado, craneal, levógeramente y nada es luz a pesar del espantoso sol que le mata las pupilas, si no es suelo y piedras y una mierda de perro que pisé hace media hora. Que pisó. El pasto serviría pero prefiere quedarse mirando al tipo de la camioneta con mirada absurdamente. Perfecta. Calle Abajo (de ti) Le recuerda un poco a esa canción wonderwalleana que no dice absolutamente nada y es terriblemente preciosa. Aquí estamos. Así. Todo naked. No me vas a dar la mano por razones geográficas evidentes. Digo, el vidrio, el capó, la calle entre vos y yo, si se entiende. Es que todo está tan negro que veo blanco. (a ti) Abajo Calle (la) Que ve. Ella. O él, depende del punto de vista que se mire/miraba. Le gustaba pensar que podía ser otra(o), en otra vida, con las posibilidades más abiertas, calles más amplias, sin esa cobardía estimulante que renacía como un ordinario fénix entre tanto hipotálamo y vías que en su vida aprendería. Aprendió. Pero todo siempre (ése todo) se terminaba reduciendo a un absurdo, a todo lo que no iba a pasar (y nada). Ahora quedaban menos, muchísimas menos opciones acerca de él/ella/la calle. Yo podría decir(te) que me gustas, a horrores, pero me gustas. A pesar de esta mierda bajo mis pies y esta litch que no es litch si no un pozo sin fondo contra (mí)tu maravilloso wonderwall. Te diría algo poético sobre tus ojos o tu pelo; algo muy, tan poético que te sorprenderías de lo mucho Huidobro que puedo llegar a ser. Pero eso no va a pasar (pasó). Tú y yo lo sabemos aunque yo tenga más certezas que vos. Ahora. Aunque ella ya no tenía tantas certezas cuando el freno hizo estruendos y una violenta ráfaga le removió todos los pelos de la cabeza, el equilibrio que se fue a la mierda, igual que sus zapatos, o su espina dorsal. Ella. Ve que. (la) Calle Abajo (y) A ti. Pero había que seguir porque la vida (o el conjunto de sucesos sinsentidos que se alternan de cuando en cuando con la alineación de ciertos planetas para crear circunstancias y opciones, millones de opciones, donde se elegía lo que iba y no a pasar, donde se armaba lo que se llama futuro o algo parecido a proyección), pensó ella, sin muchas (o nulas) opciones mirando al cielo verde sobre la calle azul. Azul. Tanto, como los ojos tuyos. Huidobro, pequeñísimo ser al lado de todo esto que te voy a vomitar. Que le iba. De repente a negro. Tráeme un Goethe, uno solo. Te siento, de veras, me das tu manito, temblando no por frío y yo allí, sonriendo como idiota cuando la boca me sabe a metal y no mierda, como mis pies o todo, todo esto que es. ¿Me entiendes? Es. Y no importa que haya que seguir, porque de algún modo se iba a poner de pie, iba seguir caminando esta vez por la acera o iba a correr si se le daba la gana hasta chocar contra una pared negra. ―Dame litch, mer litch. Pero no eres Goethe. Y la Calle Ve ella que. A ti. Abajo. Todo oscuro. Pero ya estamos. Estamos bien. Hay un poquito de litch para tu (mi) wonderwall, pensó o piensa. Yo creo que puedo ser Huidobro después de todo (esto). (no)Fin Miércoles 14, Julio 2010 Aithra [D.C] ____________ De a poco nos vamos a ir engrasando los dedos e ir haciendo mejores cosas. Primer tentempié (de muchos, espero) entrada mis tan anheladas vacaciones. PS: Y no es un drabble. Pero ponerle one-shot me pareció terriblemente exagerado.
Re: Litch para el Wonderwall Particularmente me llamó la atención esta parte: Bueno verte escribiendo por acá, ya se sentía un poco tu ausencia. Aunque eso de "(no) fin" ¿no lo habías usado ya en otro cuento? Dado que me suena, tremendamente particular, podrían citar tu nombre y yo respondería con ello ;)