Amelia iba caminando por los pasillos del instituto cuando de repente empieza a sentir cólicos. -Oh no, ¡mi menstruación se adelantó!- habló para sí misma en voz alta, llamando la atención de las pocas personas que había en aquel corredor en ese instante, agradeciendo que sólo fueran mujeres y un hombre que la miró feo ¡pero qué importa ese chabón! ¡le está sangrando lo que tiene entre las piernas a la pobre muchacha! Volviendo al tema inicial: luego de decir aquellas palabras para nada encubridoras, corrió hacía su salón (que para su desgracia estaba al otro lado del instituto) y una vez llegó ahí, tomo una toallita de su mochila de una manera para nada discreta (cabe decir que allí estaban casi todos sus compañeros porque vagos siempre), y volvió a salir con dirección al baño mientras escondía de una manera indiscreta aquel paquete, resbalándose por tener dos pies izquierdos mientras admiraba cómo aquel pañal en miniatura para el uso de la mujer una vez al mes salía volando por la ventana. -¡Pero qué- Dijo Eliot cuando sintió algo caer en su cabeza, buscando al culpable con la mirada y levantándolo del piso una vez lo divisó, examinándolo con cautela, preguntándose qué rayos y centellas era esa cosa. -¿Acaso ya no hay respeto por nosotros los hombres que va una loca tirando toallitas por la vida? ¿Qué? ¿No pueden pensar en nosotros? ¡Si no tenemos la culpa de que les chorree el bife una vez por mes!- vociferó Cristopher, llamando la atención de todos los que pasaban por el patio en ese momento (es decir, todo el instituto). Eliot simplemente hizo caso omiso a su amigo, siguiendo examinando aquel pañal femenino súper extra absorbente suavecito con alitas. Rosa. -Esto...- empezó Eliot aún ensimismado, abriendo la envoltura y tocando cada fibra de aquello que se pone en la ropa interior femenina.- ¿Acaso será una muestra de que mi verdadero amor está cerca?- preguntó acariciando aquella cosa. Cristopher lo miró con una cara de "¿y yo en serio me junto con éste demente?" digno de sacar una foto y hacer un meme al estilo cuando tocás un chicle abajo de la mesa y todavía está mojado y tibio. -¿Qué es lo que andás flasheando vos, enfermo?- le preguntó al estilo argentino. -¡Lo que escuchaste, Cristopher querido! ¡Mi verdadero amor me está llamando y entre mis manos tengo las pruebas! ¡LAAAAAAAA- Y la mano del recién nombrado acalla las palabras y el casi canto de Eliot. -Vos necesitás urgente una dosis de realidad, en donde no estén ni las princesas de Disney ni High School Musical.- dijo mientras caminaba con el demente de la toallita agarrado de los brazos y la boca tapada, arrastrado mientras intentaba cantar.- Y de paso buscaremos un loquero para que te internen unos años.- sentenció entrando al instituto con dirección a la enfermería. Es que Cristopher también era anormal y creía que esa dosis realmente existía. Pobre de él cuando se entere de que no es así. Todo se va a derrumbar dentro de él. ¡Pero volviendo al tema principalmente inicial! Amelia observó todo desde arriba, pensando que sería divertido jugar un rato con el niño cuentos de hadas y el chico dosis de realidad. Al día siguiente: Amelia caminaba por los pasillos del instituto con una sonrisa en su rostro, esta vez llevaba una toallita puesta, para más información. En fin: llegó hasta donde los amigos chiflado y chiflado de Disney estaban, entregándole al segundo una toallita en la mano. -Que disfrutes mi presente.- le susurró al oído antes de darse la vuelta con intención de irse, pero como ella es tan, tan, tan, pero tan inteligente, no vio que el piso estaba mojado y se resbaló, dejando ver su ropa interior adornada con una mancha roja, golpeándose el coco. Luego de un rato en la misma posición se levantó del suelo al sentir los cólicos, sintiendo un dolor punzante en el trasero, pues tenía una flecha incrustada en él. Miró al chiflado Disney unos instantes mientras en sus ojos y por sobre su cabeza empezaban a aparecer corazones, juntando ambas manos mientras se le escaba un suspiro de enamorada. -Ups, se me escapó la flecha.- se escuchó a Cupido por ahí, pero nadie dándole atención por la extraña escena que se coló: Al final Amelia enloqueció y se enamoró del chico Disney (más conocido como Eliot), se ratearon del colegio y se fueron a Las Vegas a casarse, tener cinco hijos y vivir en un cartel de una carretera con forma de castillo. Fin. ---- Admiren toda mi idiotez plasmada en... lo que sea que sea ésto (?) Bueno, eso, nada, chau (?)
Muy interesante relato, la verdad es que me he reído mucho. Para empezar, no sabía que las compresas también se llamaba toallitas, aquí nunca lo he escuchado, así que me imaginé otra clase de historia. Sin embargo, no estoy decepcionada con lo que he leído. Ha sido cómico desde el principio hasta el final y sin lugar a dudas se sabe que es un sueño pues, o sea, demasiado irreal. En cuanto a la trama, ¿pues qué quieres que te diga, chica? sí. Es horror que te baje la regla en plenas clases. Ya tenerla con clases es un asco, que te baje justo en ese momento es, uf. Y pues, entiendo a la protagonista, aunque esta chica es demasiado torpe. Y la escena del chico creyendo que era una señal de su amor verdadero, ay. En fin, en general todo el escrito tiene comicidad y eso te lo felicito. Ahora, la narración y la ortografía está bien, no he visto grandes fallos. Lo único, recuerda que los guiones deben ser largos en los diálogos (—), en la barra de arriba te sale la opción al final. ¡Sigue así! ^^
