One-shot de Pokémon - La mejor operaria

Las ruinas estaban infestadas de pokémon y reclutas. La visibilidad era nula y las oscuras paredes parecían estar a punto de desmoronarse de un momento a otro. Aquel lugar daba verdadero miedo. ¿Lo peor de todo? Había rumores de que las grutas ocultaban algo. Algo… cómo decirlo. Algo profundo. Un Spiritomb había aparecido hacía escasos minutos para frenar mi avance, como si tuviese miedo de lo que pudiera pasar si seguía avanzando.

Miré a mis compañeros, buscando seguridad en sus ojos. Lo admito, tenía miedo. Pero un miedo artificial, un miedo inducido por algo.

Cuando atravesamos la sala nos encontramos unas escaleras para subir a una plataforma y en medio de esta un enorme hueco. El hueco que debía ocupar el cristal oscuro. Pensaba que era el comportamiento de los pokémon de la zona lo que me inquietaba, pero no, era la presencia de los pequeños fragmentos de cristal oscuro sobrantes. Tenían un poder inmenso… Si esto podían producir solo unos pedazos, ¿qué no podría hacer el cristal completo? Y lo peor era que no estaba ahí, alguien tenía posesión del cristal. Mejor dicho, el cristal tenía posesión de alguien.

Almia corría peligro, y como buen pokémon ranger no podía permitirlo.

Tras pasar la sala encontramos unas escaleras que daban al exterior, a una casa abandonada. La puerta estaba abierta, así que nos permitimos entrar. Sete, quien dirigía la misión, nos mandó investigar lo que pudiéramos. Así, me dirigí al ala derecha de la casa.

No había gran cosa en aquel habitáculo destartalado, salvo un par de sillas cojas y una mesa desgastada y carcomida. Sin embargo, sobre la mesa descansaba un libro lleno de polvo que no tardé en abrir. Con mis dedos levanté la tapa, provocando una enorme nube gris que me hizo estornudar. Al escucharme, Sete y Silvio acudieron, y al ver que estaba leyendo algo se acercaron a echar un ojo.

¿Qué era aquel libro? Un diario. Sí, era el diario de Lucio Haz, el expresidente de la compañía Altru. El libro contaba cosas sobre el cristal extraviado; nada de ello bueno. Como sospechaba, tenía el poder de sumir a las personas en la oscuridad y controlar los pokémon. También contaba algo de unas gemas un tanto particulares, aunque no se leía gran cosa debido al desgaste del papel. Por último se podía intuir una frase: “te salvaré aunque sea lo último que haga”.


—Bien, parece que ya tenemos pruebas, debemos regresar a la Unión para informar. ¿Te parece si yo llevo el diario mientras tu avisas con un correo de voz, Primo? —me preguntó Sete, a lo que acepté. Él y Silvio se fueron, y yo me quedé un rato más para avisar. Además, a quién quiero engañar, el sitio era aunque viejo, acogedor.


—¡Correo de voz, correo de voz! ¿Ritmi, me recibes?

—¡Alto y claro, Primo! ¿Qué ocurre, tenéis problemas?

—Negativo, ya hemos terminado la exploración. Sete y Silvio van de camino a la Unión, estarán allí en menos de lo que canta un Kricketune. Hemos encontrado un diario importante, pero hay partes ilegibles, Gobios y su equipo deben descifrarlo primero.

—¡Eso es genial! ¿Y bien, cómo fue todo? ¿Tuvisteis complicaciones?

—Bueno, algún que otro pokémon se nos resistió, pero nada que no hayamos podido manejar. ¡Oh, y el sitio estaba plagado de reclutas Pocalux! Seguro que ellos son los responsables del robo del cristal oscuro…

—¡¿Que el cristal oscuro ha sido qué?! —exclamó Ritmi preocupada—. ¡No es posible! ¡Entonces estamos en peligro, ¿tú sabes las historias que se cuentan sobre él?!

—Lo sé, lo sé. Por eso es fundamental el diario, ahí hablan de él y de otras muchas cosas… Pero bueno, ahora no es momento de preocuparse, tenemos mucha información y ya solo nos queda confiar en nuestro equipo.

—Ah…, supongo que tienes razón —suspiró—. ¿Y cómo os deshicisteis de tanto recluta? Vale que sois buenos, pero si había tantos como dices…

—Eso fue muy gracioso —comenté entre risas mientras tomaba asiento en una silla y me ponía cómodo—. Verás, a Sete se le ocurrió una idea un tanto… peculiar. ¿Sabes qué pokémon es Skuntank? Bien, es un pokémon mofeta que expulsa un hedor insoportable, y casualmente en las Ruinas de Croma hay uno. ¡Pues no hizo falta más que utilizarlo contra ellos y salieron corriendo al instante! ¡Tendrías que haber visto sus caras, fueron lo mejor de todo!

—¿En serio hicisteis eso? Bueno, viniendo de Sete me lo creo sin problemas —respondió Ritmi entre carcajadas—. Joo, es una pena que me lo haya perdido. Hum… ¿sabes qué, Primo? Mi sueño siempre fue ser operaria y la verdad es que me encanta mi trabajo, pero… Me arrepiento. —El tono de voz de la joven fue disminuyendo, parecía muy apenada—. Me arrepiento de no haberme convertido en ranger como Silvio y tú. Vosotros andáis todo el día por ahí de aventuras y yo me quedo sentada esperando a que me llegue algún correo para hacer de mensajera. Es aburrido y rutinario. No… no me siento útil.

—Ritmi, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Qué está haciendo ahora Gobios?

—¿Eh? ¿G-Gobios? Pues está buscando a todo el equipo de investigación y preparando las máquinas para recibir el diario. ¡Hasta se ha puesto a buscar más información sobre el cristal oscuro! Está irreconocible.

—Vale. Y dime, ¿por qué está así? ¿Por qué está preparando tanto la llegada del diario para no perder tiempo y sacar toda la información posible? Por ti, Ritmi. Por hacer precisamente de “mensajera”, como tú dices. ¿Que no te sientes útil? ¡Por favor, si eres de los pilares más importantes de la Unión! Si no fuera por ti los rangers estaríamos incomunicados y en más de una ocasión no habríamos vuelto de una pieza. ¿Recuerdas cuando en la Plaza Progreso nos prometimos cumplir nuestros sueños? Por el momento, tú eres la única que lo ha logrado. Nosotros aún somos “aprendices” dentro de la Unión, nos siguen tratando como novatos, pero tú ya te has hecho un hueco allí. Puedes conseguir lo que te propongas, ¿sí? Porque eres la mejor. ¡Venga, alegría!

—M-muchas gracias, Primo… Eres un gran amigo, pero… esto sigue siendo algo aburrido. Aunque parezca tonto puesto que estamos todo el día hablando por correos de voz, os echo de menos. Ya nada es como antes…

—Mira, se me hace tarde ya y debo volver a la Unión. Ahora mismo regreso, hablo con Silvio, y nos vamos tú, él y yo a ver una película todos juntos. ¡Que nos merecemos un descanso por hoy, ya hemos terminado nuestra misión! Así que arréglate, que en un par de minutos Silvio y yo te estaremos esperando. ¡Y recuerda siempre que eres una gran operaria!

El correo de voz se cortó.