Long-fic de Inuyasha - La bruja de los labios rojos [sessho&kago]

​

​

Dedicado a mi amiga Inariamy, mi pequeña bruja. ​

​

​

​

La bruja de labios rojos.​

​

Allí estaba el, otra vez, mirándola.

El rojo danzaba en todo su esplendor por los carnosos labios de la mujer, tentándolo, asqueándolo.

El jamás lo admitiría, pero cada vez que iba a la aldea era para verla a ella, y en parte a Rin. Pero le molestaba, ella era de su hermano, no de el.

—“¡Cuñado!”— Recordó las palabras de la mujer cuando volaba por sobre ella y su hermano, mientras el estaba con claras intenciones de irse. Entonces se permitió sentir verdadero asco, enfado. Ella debería ser de su propiedad.

— ¿Señor Sesshomaru? ¿Por qué mira a la señora Kagome? — Lo admitía, la niña era demasiado perspicaz para un humano normal.

— ¿Te trata bien?— Miro a la niña con enfado, no hacia ella si no hacia la humana, realmente la odiaba por ponerlo en tan baja posición.

—Para nada, la señora Kagome realmente es amable, y es muy linda. A Rin varías veces le ha enseñado a maquillarse, hacer arreglos florales... — Rin se callo de inmediato cuando diviso a su señor mirando a la Miko, quien jugaba con unos niños, alzándolos por el cielo sostenidos por sus brazos. Acto seguido su señor se fue. Ella podía sentirlo, desde hace mucho su señor amaba en secreto a la señora Kagome, pero el nunca se quiso dar cuenta.

—“Muchas veces se pierde algo cuando no luchas por ello”— Recordó y musito las palabras que una vez le dijo Kagome, cuando con la mirada perdida del mundo supo que Inuyasha aun amaba a Kikyo, su antiguo amor. El aun estaba a tiempo y sabía que le había escuchado. Pero no hizo más que sonreír e irse dándole la espalda a su amo. El ya sabía lo que debía hacer.

Sesshomaru miro otra vez a la Miko, pensando en las palabras de la niña. ¿Qué debía hacer para llamar su atención? Nunca nadie le enseño que les gustaban a las hembras. Siempre estuvo solo, aprendiendo todo lleno de maestros y tutores pero prácticamente solo. Nadie nunca le llamo con familiaridad, solo su padre. Pero el ya no estaba.

—Izayoi…—Si, recordaba su nombre como si este quemara su pecho. La odiaba, porque le había quitado a su padre, porque por ella su madre le despreciaba, a el, su propio hijo. Pero ahora se daba cuenta de que tipo de mujer era ella, un raro tipo de humana. —Como ella… — Miro de nuevo la comisura de los labios de la mujer, rojos, hermosos, adornados por una sonrisa.

Y simplemente deseo que fueran suyos.

—Bruja de labios rojos… ¿Qué me has hecho?—Camino hacia ningún lugar dejando que el viento jugara con su melena, pensando que ella le había robado el alma y su poco y nada sueño.

 

Dedicada a todas mis pequeñas brujas, quienes me siguen en esta historia.​

​

​

​

Primer capitulo: El lamento de la flor.​

Los días pasaban apacibles frente a sus ojos, todo era aburrido, monótono, frio. Pero siempre mostraba su mejor sonrisa. ¿Para que llorar? Ya había llorado suficiente en la vida como para llorar aun más. No valía la pena.
—Inuyasha…—El entro en la cabaña que ahora compartían, solos. Más nunca la toco más para darle un abrazo o un beso en la mejilla. Aun quería a Kikyo, le había visto mirar la nada a punto de llorar como si el viento que le acariciaba el rostro le recordara a ella.

— ¿Paso algo Kagome?—El Hanyou la miro preocupado. ¿Qué le pasaba a esa mujer? Hace unos minutos estaba jugando con los cachorros de los aldeanos, contenta. Y ahora estaba casi muerta, apagada.

— ¿Aun la amas?— No le dio ni tiempo para acercársele, fue directamente el grano. Le vio sorprendido, parado, con intenciones de ir hacia ella y tocar su cara. Ella lo aparto y con la mirada le hizo una amenaza silenciosa. “Dímelo o te entierro en ¨abajos¨.”


— ¿A quien?— Kagome sabía muy bien lo que estaba haciendo. Uso la típica pregunta tonta para no responder. Los dos sabían de quien hablaban.

—A Kikyo. No lo niegues. Aun la amas. — Le miro con más intensidad, como si el avellana de sus ojos quisiera meterse en el cuerpo del hibrido.

—Kagome… yo…

—Solo dímelo, yo hace algún tiempo… Me di cuenta que ya no te amo, solo te veo como un amigo. — Puso la mejor de sus sonrisas, su mirada cobro vida y el Hanyou respiro de nuevo, sintiéndose vivo. Vivo de salir de lo que prometía ser un gran problema.

—Aun le amo, si no te lo dije fue por que no te quería hacer daño. Lo siento. —Realmente lo decía de corazón nunca quiso hacerle daño, nunca. Pero ella se veía tan feliz al estar siempre con el, que pensó que podría dejarla para si años, muchos años. Pero sabía que estaba mal, pero su corazón y cerebro pensaban distinto. Malditamente distinto.

—Esta bien, te perdono. Ahora vete de aquí.

—Kagome yo… —Estúpido hombre. Veté, veté.

—No lo malinterpretes, es solo que tengo que hacer aseo. —Escusa barata. Sonrisa falsa. Todo servía con el. “Detenme, dime que es broma”.

El se fue dejándola sola creyendo su escusa. Saliendo de la casa con una pequeña sonrisa, creyendo que todo iría bien. Que ella le decía la verdad.

Y allí estaba ella, esperando, esperando que se alejara. Y cuando ya estuvo lo suficientemente lejos de la cabaña se permitió llorar en silencio, en un mortal y doloroso silencio.

Quien la viera podría jurar que ella era, en estos momentos, el mismo retrato de la tristeza, del desamparo. Más aun así mantenía una sonrisa quebrada.

— ¿De que sirve llorar si no es para sufrir?—Se cuestiono entre balbuceos. Era estúpido llorar, lo sabía, pero no lo podía vitar, le amaba. Le amaba más que nadie en el mundo.

—Inuyasha…—Menciono su nombre, palpando cada letra. Pero la palabra que era un nombre se perdió con el viento tan rápido e indoloro para el que ella deseo ser eso: Nada más que viento, una sueva brisa.


---------



Esta historia, era, originalmente un One-shot. Pero vi que les gusto. Por lo que he decidido hacer algunos capítulos más.

Admito que me siento identificada, Bruja es algo que yo usaría para describirme.

 

​

Capitulo dedicado a mi amada bruja/brujilda; Josefita-chan.​

​

​

​

Segundo capituló: Obsesión. Deseo. Amor.​

​

​

​

​

Recorría los caminos con sutileza, con elegancia. El era el Rey del mundo. O por lo menos como si fuera uno le educaron. Pero algo no estaba bien últimamente, nada bien.

—Bruja de labios rojos…—No quería decir su nombre, por que entonces temía que se fuera con el viento tan rápido como lo dijo. Por eso era mejor decir su simple sobrenombre, para no extrañar algo inútil como el nombre de una persona, por la cual solo sentía obsesión. Una rara obsesión.

Aun no sabía si era esto lo que llamaban amor, o simplemente era obsesión. Era tan raro que término por optar por llamarlo por lo último “Obsesión”. Una inútil obsesión.

Pero de algo estaba seguro; Dolía y a la vez llenaba su corazón, su mente. Cada parte de el se estremecía con solo verla.

—“¿Qué pasaría si me llamara por mi nombre? ¿Sentiría la misma obsesión por querer más?” — Se cuestiono. Pero aun había más, algo que no había pensado antes. ¿Cómo se sentirá su piel? ¿Pasar sus manos por su cabello? ¿O simplemente oler su fragancia mientras caía en manos de Morfeo y despertarse con tan grato aroma? ¿Cómo sería verla sonreír solo para el? ¿Cómo sería? ¿Cómo? ¿Se sentiría feliz? ¿Amado o simplemente con una ferviente obsesión en aumento?

No tenía ninguna respuesta y tenía tantas preguntas. Entonces para en seco, creyendo que todo era un juego, que lo que hace unos momentos vio era mentira, una visión.

—Humana…—La llama como siempre, despreciándola, cada vez más. Por ser tan hermosa, tan frágil y aun así tener la fuerza suficiente para estremecer sus entrañas, su corazón, su alma.

—“Estas robando todo lo que fui y soy. Y aun así te deseo, te amo”

Entonces el demonio se dio cuenta que había algo más terrible que un enemigo peligroso en el campo de batalla. Se dio cuenta que el amor era aun más peligroso.

… Y tan doloroso que quiso llorar, aun sabiendo que había olvidado el como.


-----



Siento no haberte mandado un mensaje para que me ayudaras Josefita-chan, pero caí hace poco, en cuenta de que no se como. Lo olvide completamente, por lo que con el dolor de no saber como, pensé en las estrofas finales, imaginando que era tan desesperante y tan doloroso, tanto como olvidar algo básico; Mandar un mensaje privado y llorar.


Tal vez no tengan relación pero algo es algo.


Las quiere; Su bruja mayor; Razon.

 

Dedicado a todas aquellas brujas, efímeras y malvadas, que aun no lo saben. ​

Tercer capitulo: Efímera.​

​

— ¡Ho! Sesshomaru ¿Qué haces aquí?—La chica le sonrió al demonio. Pretendiendo no haberle escuchado, pero lamentablemente lo hizo. Escucho todo el rencor y resentimiento de su voz hacia su persona. ¿Qué había echo ella?

— ¿Qué haces tan lejos?—Sesshomaru sabía lo indefensa que estaba, sin arco y por ende sin flechas. Simplemente estúpido y regular en los humanos.

—Pues…—La sacerdotisa hizo una breve pausa, recordando por que estaba allí. —“Inuyasha”— Suspiro mentalmente y sin querer sus manos temblaron, con tanta fuerza que parecía que tenía en su cuerpo un terremoto. Se abrazo a si misma y sin poderlo evitar cayo al piso, al sentir que sus piernas ya no podían sostenerla, más no lloro.

Ni siquiera una lagrima.

Sesshomaru solo se dedico a verla y sus pensamientos se volvieron retorcidos. Deseo, lujuria, verla a ella en ese estado tal vez pudiera ser mejor que cualquier batalla ganada; Una sacerdotisa temblando de miedo, que el pensaba trasformar en placer. Quería verla temblar en sus brazos, deseaba hacerlo. ¿Qué se lo estaba impidiendo?

—Yo… Lo siento. — La miro más detalladamente, a pesar de temblar tanto aun mantenía una sonrisa hermosa, su voz sonaba clara pero sus ojos estaban apagados, opacos. Entonces pensó en la única persona que la hubiera dejado así de mal. Así de hipócrita.

—Inuyasha no vale la pena. — Fue lo único que dijo, para luego levantarla, cargarla en sus brazos cual princesa.

Pero ella seguía temblando.

—Sesshomaru… Sesshomaru… — No paraba de repetir su nombre con necesidad. ¿Necesidad de que? Ella no lo sabía y el tampoco.

Pero si ella seguía pronunciando su nombre así, el no lo aguantaría. Devoraría a la presa que traía en manos.

—Shhh… — Trato de silenciarla cual cachorro, ella callo.

La noche empezaba a alzarse y la aldea estaba lejos aun, decidió buscar un lugar para dormir. O por lo menos para que ella lo hiciera.

Pocos minutos pasaron cuando encontró un frondoso árbol de sakuras florecidas, la recostó con delicadeza al ver que ya estaba dormida.

Y extrañamente sonreía.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿No estabas triste humana? ¿No estabas marchitándote hace poco? ¿Los humanos no eran feos y estúpidos?

¿Entonces por que tú parecías ser eterna? ¿Por qué tú eras distinta?

Eres eternamente bella, eternamente hermosa. Algún día morirás y entonces estarás eternamente en mi corazón. Pero algo me dolía cuando simplemente pienso que tarde o temprano lo harás, por que eres efímera, por que duraras poco.

Como una flor.

¿Cómo podría hacerte eterna y a la vez tenerte a mi lado? Sin Inuyashas, sin molestias. Solo nosotros dos.

Pero aun lo amas, y yo solo soy un demonio, sin amor.

Un demonio malvado, frío, que en cualquier momento te podía matar.

Pero quien realmente había matado aquí eres tu… Por que has matado mi corazón cuando simplemente suspiraste un nombre, que no era mió, que no es mío.

—Inuyasha…

Maldita y hermosa efímera mujer, eres bella como una diosa, pero malvada como una bruja.



------



Como os has dado cuenta, querido lector/a cambie una narración omniscientes para crear una narración personal, narrada por el mismísimo Sesshomaru.

Si, soy malvada al dejarlo corto, con nada detallado.


¿Pero acaso eso no es mi propia maldad característica de bruja?



Con cariño, su bruja mayor; Razon.

 

Dedicada a todas aquellas brujas, adictas. ​

Cuarto capituló; Adición a lo prohibido.


Los rayos del sol empezaban a picar en sus ojos, los abrió lentamente, pestañando para que se acostumbrara al cambio de luz. Y lo primero que vio fue algo plateado, revoloteando grácilmente cerca de su cara, causándole cosquillas.

—Sesshomaru…—fue lo único que se le paso por la mente, aquella cabellera plateada, larga y hermosa no podía pertenecer a otra persona, mucho menos ese olor que traía con el; Tan elegante y fino que le parecía un elixir.

—Sesshomaru…—se atrevió a repetir ¿Por qué? ¿Por qué sentía aquella necesidad de llamarlo? Alzo su mano tratando de buscarlo en aquella oscuridad puesta por sus ojos ahora cerrados, al no querer ver. Sentía miedo ¿Por qué? ¿Por qué sentía tanto miedo?

—No te vallas…— no entendía nada, ¿Por qué decía aquello? ¿Por qué lo necesitaba sin razón?

No lo sabía, no lo quería saber.

—Humana, solo abre tus ojos. — y allí estaba aquella voz ronca y varonil que le erizaba los pelos, que le atraía, que le encantaba sin razón aparente. Abrió sus ojos ya sin miedo, con una determinación inexplicable.

Y lo vio, hermoso ante ella, elegantemente parado sobre sus dos piernas, mirándolo con aquellos dos soles fríos.

—Hermosos…—susurro. ¿Por qué? Simplemente por que lo eran, eran hermosos, fríos, elegantes. Trato de leerlos, encontró solo dudas. Solo lamentos.

—Tus ojos, son hermosos... —alzo su mano de nuevo, pero se sintió desfallecer. Cayó. Su respiración se le hacía difícil, dolorosa.

¿Era fiebre? Trato de comprobarlo pero no sentía nada. Como si su cabeza y su cuerpo estuvieran a la misma temperatura. Como si no tuviera nada.

—Sesshomaru… Creo que tengo fiebre. —trato de sonar coherente pero sus palabras sonaban entrecortadas, dolía el solo hecho de hablar ¿Entonces por que no dolía decirle a Sesshomaru que sus ojos eran hermosos? ¿Por qué no dolía simplemente pronunciar su nombre?

No lo sabía, no lo quería saber.

—Humana…—ella se desmayo delante del, perfecta oportunidad para cargarla sin que pronunciara su nombre, sin que lo asqueara su propio nombre en sus labios. Por que estaba prohibido, ahora lo recordaba.

Pero no quería hacerlo, no quería decirlo.

Ella estaba prohibida para el, desde el primer momento en el que la vio. Desde que saco la espada de su padre, siendo humana. Siendo solo una bastarda humana.

Pero no cualquiera…

—Kagome…—saboreo aquel nombre en sus labios, tratando de mantenerlos en ellos sin la necesidad de un beso ¡Pero desaparecía tan rápido cuando el viento se lo llevaba!

—Kagome…Kagome…—entonces repitiendo su nombre, hizo algo estúpido.

Se rindió ante sus instintos.

La beso…

… Y se volvió adicto…

“Nunca te vuelvas adicto a las cosas prohibidas, las querrás con más ansiedad hasta volverte loco.”

---------

¿Soy malvada? ¿Buena? ¿Mala?

Hoy, no me importa la respuesta, se que me aman y me odian.

Pero una bruja como yo... Ama ese sentimiento mutuo de odio-amor.


Desde su prohibido corazón, su bruja mayor; razon

 

Dedicado a todas mis pequeñas y grandes brujas; Domesticadas. ​

Quinto capituló: Domesticado.



La había dejado allá, a lo lejos, en la aldea.

Nadie nunca lo vio entrar y salir, para entonces era muy de noche, ninguno podría verlo en esa noche sin estrellas ni luna en la que dejo aquello a lo que se volvía cada vez más adicto. Aquello que lo hacia más impuro, más patético.

Mientras dormía aquella sacerdotisa ¿Cuántas veces la había besado? No lo recordaba, el tiempo se le paso volando al punto que en que la noche oscura no le dejaba ver sus labios, ya hinchados por tantos besos.

Seguramente si hubiera luna que los iluminara, perdería la poca cordura que le quedaba.

La poca y nada.

Camino en aquella oscuridad sintiéndose abrazado por las tinieblas de algo desconocido, algo incierto. Mientras caminaba pensó y pensó, llegando a la misma conclusión; Rin solo era un pretexto para que ella lo creyera bondadoso, para poder verla en la aldea, para poder encontrase con ella en ciertas ocasiones ¿Entonces por que se daba cuenta ahora?

Por que su corazón y su mente no pensaban lo mismo.

Probablemente siempre lo supo, pero al final simplemente no se resistió a cuidar de aquella niña, tan parecida a ella.

Tan patéticamente parecida.

Pero la niña no le llegaba ni a los talones.

—Kagome…—Repitió su nombre deseando recordar aquel sabor exótico, pero el viento se lo volvía a llevar, lejos, muy lejos.

Entonces olio sus ropas, perfumadas a mujer; toco sus labios, encantados por un simple beso; Lamio y relamió sus labios, pero no había rastro de ella.

—Mierda…— Los primeros improperios de muchos más que vendrían, era ese.

“Mierda” de vida, mierda de todo, incluso mierda de aquella mujer misma.

¿Por que? Por que aun amaba a su medio hermano, por que aun no lo amaba a el.

Gruño. Era insoportable, ahora sabía que no podría vivir sin ella, mucho menos sin insultarla.

Sin duda habían domesticado al perro, lo habían domesticado a el.


----

Para el comentario #20 (Dark Kagome) ; Una bruja nunca olvida, mucho menos si aquella es una de sus tantas brujas favoritas. Me alegra que hayas aparecido y pasado por aquí, se extrañaba tu presencia x'D.

Y para el comentario #15 (Alina Tenou) ; La verdad es que casi me mate de risa, ya que trataste de resistirte pero fuiste absorbida por el relato, no te preocupes... Te dejare con más ansias que el anterior. Y para todas las demás brujas.... Gracias por seguirme, y comentarme, enserio es gratificante tener un lugar en donde la gente aprecia el arte de la ficción, literatura y demasíes. De echo, les diré un pequeño secreto; Cada vez que ustedes publican en mi ff me dan ganas de leerlo de nuevo, acabare un día de estos aprendiéndomelo de memoria. Muchas gracias por tomarse el tiempo de leerme.