The Hunger Games L de Libertad [Sinsajo]

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Fénix Kazeblade, 26 Julio 2015.

  1.  
    Fénix Kazeblade

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    Escritor
    Título:
    L de Libertad [Sinsajo]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1330
    Este escrito participa para la actividad Días de Abcdario y ocurre luego del final del ultimo libro, por lo que contiene spoilers.

    Dormía sin sueños, como pocas veces llegaba ocurrir, la gran mayoría del tiempo su mente era torturada con las imágenes de todos aquellos tributos que había visto morir, desde cuando él mismo estuvo en el campo hasta aquellos que caían en el baño de sangre sin esperanza y buscaba olvidar refugiado en la bebida.

    De pronto sentía un helado sobresalto, un frío liquido le recorría el rostro y entre sueños se imaginaba que se trataba de sangre, por un segundo se transportaba al campo de batalla y era el siguiente en morir por lo que se alzaba, tomaba un cuchillo entre sus manos mientras daba un tajazo al aire agitado.

    — Cálmate Haymitch soy yo—exclamaba Katniss intentando contener la risa.

    Se sacudía y se secaba con la levita que portaba, presionando sus ojos olvidando lo que había imaginado antes de despertar, recordando que estaba en casa y que todo había acabado dos años atrás, esto, era lo más complicado de aceptar pues parecía más ilusorio, como si en cualquier momento despertara en aquel campo de nuevo, aterrado.

    —Hay cosas que nunca cambian ¿verdad preciosa? — declaró en formando un gesto que era difícil deducir si se estaba riendo o estaba molesto—¡Vaya estas gorda como un globo! —exclamó sorprendido abriendo sus ojos.

    La chica se vio sonrojarse ligeramente y tomar su vientre en una leve caricia.

    —Yo…no me acostumbro a esto—dijo la chica nerviosa.

    —Te vez magnifica—indicó Abernathy sintiendo por alguna razón cierta calidez en su interior al obsérvala de aquella manera.

    En el distrito 12, la mayoría tenía tener hijos en el pasado, muchos morirían antes de llegar a hablar, no había suficiente comida y desde que fueran adolescentes se verían obligados a entregarlos como tributos.

    —¿Lo dices de verdad? —dijo Katniss haciendo que sus labios formaran una línea y bajando la mirada.

    —Ni lo intentes Haymitch, llevó intentando convencerla durante todo este tiempo y creo que no se lo termina por creer. —dijo Peeta entrando a la casa mientras llevaba un ganso entre sus manos. —¿Cuánto llevas dormido?, Este lo encontré por huerto, ya sabes dónde estaba el edificio de justi…

    Katniss lo miraba incomoda, realmente no le gustaba escuchar hablar de lo que había ocurrido, Peeta se esforzara por ir desapareciendo recuerdos que la lastimaran.

    —¿Cómo estás? ¿Cómo estas pequeña? —se aproximó a su estómago abultado y la acaricio.

    Katniss Everdeen por segundo intentó retirarlo pero luego lo tomó acariciándolo del cabello.

    —Creo que se te escaparon amigo—declaró el panadero— ¿Qué tal si vas a buscarlo?, yo les preparé algo mientras.

    —Esos malditos gansos—suspiró—suena tentadora la oferta chico, además no quiero interrumpir tanto arrumaco.

    Y con esto salió de su casa apresurado, sin entender por qué había sido de esta manera, hasta que un leve pulso en el estómago le indicó que en sí, se encontraba solo, ellos dos, a pesar de todo lo que habían perdido, de todos a quienes habían muerto y les importaban, se tenían el uno al otro, mientras él, solo gansos.

    Avanzó arrastrando los pies sin poder evitar ver en las sombras de los extinción. Era un placer secreto el añorar ciertos aspectos del pasasdo como el rechinar de sus de las carros de la beta, los pocos niños que aún tenían la fuerza para jugar recordándole a ese chico desaliñado, desastroso, desobediente e imperativo que había sido él antes de los juegos, hasta con quien comerciaba el vino, le tenía un tanto de aprecio aunque no se lo dijo a nadie, al menos no a nadie vivo.

    Llegó a un punto de la ciudad donde no quiso avanzar más, otro de aspectos ocultos de su persona de los que solo sabía su propia adicción, hoy no eran más ruinas al igual que todo, aunque ya mantenía ese aspecto desde siempre, atestado y viejo.

    Si no hubiera escuchado un graznido en su interior, así como si el ganso no fuera una hembra que más crías tenían, habría dado la vuelta y querido olvidar todo, más como no era así, continuó. Ese sitio era el cementerio y la razón era la lapida con burda inscripción que se alzaba al principio de este. Tres tumbas que lo hacían condenarse a sí mismo, destruirse y al mismo tiempo mantenerse vivo. El pago por su rebeldía en el Vasallaje, su madre, su hermano mayor y el amor de su vida.

    Presionó los dientes pues parecía que ganso se había ido a parar justamente allí, se vio tentado a lanzarle el cuchillo, acabar con ella e irse de allí, pero el manchar de sangre a donde ellos residían sería lo peor.

    —Te destestó—escupió arrastrando los pies mientras se acercaba a recogerla.

    Una vez allí sintió que no partir, era como si lo observaban recriminando su impertinencia y de un momento a otro se derrumbó comenzando a llorar.

    Cada año antes de comenzar los juegos, llegaba a su mente el pensamiento quitarse la vida, miraba hacia ellos cesaba sumergiéndose en el alcohol.

    —Lo siento…mamá, hermano…Iris…—golpeaba con fuerza su rodilla y se recargaba en aquellos sepulcros.

    Entre lágrimas comenzaba a limpiar el polvo y la hierba que había crecido, busco una licorera en el bolsillo de su levita y se dispuso a vaciarla de trago, de pronto algo la impulsó a tirarla, y lo hizo, vaciándola en el piso y arrojadora lejos. Permaneció allí con los ojos cerrados diciéndoles tanto de lo que se guardado todo ese tiempo.

    —…Hubiera querido representar algo más, para ellos…tener más fuerza para no dejarlos morir, esos chicos contaron conmigo y yo simplemente los abandone tanto tiempo, al menos salieron del infierno en el que vivíamos—recordó a Katniss y Peeta, lo que habían hecho, lo que le habían enseñado— ellos lo hicieron, esa chica nos liberó…mamá, ya no van a tener que temer las familias que vayan a asesinarlos, los niños crecerán fuertes—sintió de pronto un escalofrió, realmente estaba ocurriendo— tendrán un hijo…todo ha cambiado…—sentía de pronto un punzón en el corazón sentía cada sentimiento a flor de piel y ahora era un profundo desasociego, con su novia perdida hace tanto para él eso sería imposible—Iris…

    Una lagrima resbaló en mejilla al momento en que se recargaba de nuevo en la tumba de la chica, presionaba sus ojos con fuerza y los reabría observando que atraía por completo su atención, la lagrima había limpiado una pequeña vaina de una planta, su verde vivo y radiante resaltaba de una forma especial y cálida, era hermosa y autentica, no artificial como lo llegaron a cultivar en ese sitio maldito, si no realmente vivo, fuerte y natural.

    En un mundo lleno de miseria sus pobladores aprendían a seguir las pequeñas señales y hacer que estas permaneciesen como un canto en silencio que podría ser eterno. Esto era un inicio nuevo, le indicaba que era momento de creer, de avanzar y entender que este no era el final de sus días, no terminaría solo, pues seguía vivo y tenía oportunidad de seguir, renacer como ocurría con las plantas en la tierra del extinto distrito 12.

    Miro al cielo dibujando una autentica sonrisa mientras sintiendo como el sol lo acariciaba, sintiéndose libre.

    —Vamos amiga, te llevaré con resto—el susurro al animalito que pacientemente lo había esperado acurrucado frente a él, tomándolo y partiendo de allí.


    “A veces la tristeza es necesaria para llegar a la felicidad y también hay veces como la noche más oscura antes del amanecer uno necesita llorar, para luego reír”.


    En el libro "En llamas" dan más detalles sobre los 50 juegos del hambre del vasallaje, allí explican que por mostrarse Haymitch más listo que el Capitolio usando el campo de fuerza como un arma acabando así con su rival, mostrando de esta manera que el capitolio era el verdadero asesino perdió a las personas que menciono.
     
    Última edición: 11 Junio 2016
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