Título: Rutina. Autor: Anh Peárys. Tipo: Drabble. Género: Drama, desamor. Grupo: B.A.P Personaje: Bang YongGuk. Psdt. ¿Y mi indicador de K-pop? Nota: Para la actividad. Un Valentín diario. Para el despecho. *:・゚✧*:・゚✧*:・゚✧ Como usual en mi rutina, dejo los desgastados vans en la entrada y con la bolsa de las compras sigo mi camino a la cocina. Aún no he visto mi reflejo, pero he de imaginar lo desgastado que he de tener el rostro, con marcas violáceas bajo mis ojos cansados y opacos. El tiempo y el excesivo trabajo me hacen factura. Ya no era la misma época juvenil que el cuerpo resiste; ahora soy un adulto, en donde mi mentalidad ha estado en tantos rumbos, que mi único criterio es la ignorancia y la pasión continua de mi trabajo. Han pasado tres minutos de mi divagación y aprovecho para tomar los jeokkarak y hacerme de mi Ramen instantáneo. Como esperé, recibo el primer sorbo en mi garganta sintiendo el ardor de las especias y el amargo sabor en mis papilas gustativas. ¿Podría alguien compartir mi desgracia ahora? Dejo el empaque en algún espacio de la mesilla de café, justo en medio de los otros. Diablos, debía sacar la basura. ¿Qué día era? Mi teléfono comienza a sonar, informando así que mis 20 minutos diarios de descanso han terminado. Me dispongo a tomar una ducha, rápida y sin mucho en que pensar. Tomo el primer abrigo que encuentre entre el montón de ropa apilada y unos jogger para sentarme en mi trono. Una silla giratoria que con los años no gira más. Saco mis libretas y con el ordenador encendido me adentro en mi mundo de composición favorito. La inspiración de un corazón roto. Ah, la nostalgia se instala en mí y ya no estoy en mi apartaestudio de 32m2 desordenado, mal oliente y depresivo. Estoy en la cama, pulcra y tibia. Con el olor a ti, aun sintiendo tu figura y siendo yo un pintor en aquel lienzo pálido que tanto amaba. Amaba... como si mi vida entera pudiera olvidarte. Aún recuerdo, aún lo siento. Tus mejillas subir dos tonos, tus hoyuelos en los que me perdía, esa mirada elegante y tus gestos femeninos y cálidos. Eras toda mi felicidad, toda la luz. Mi droga, mi medicina. Eras... oh, satán. Como duele el eras, porque eres pero no estas; acá, conmigo. En mis penas. El lápiz termina por perder firmeza y el grafito ya desgastado no pinta más. Dejo la libreta a un lado y el brillo del ordenador es mi única compañía. Termino el contenido de aquella lata de cerveza que tomé en algún punto de la noche, madrugada. No sé qué hora es. Arrastro los pasos hasta la mullida y fría cama, aún sin desvestirme y para cuándo mis parpados tocan la piel, mi alarma me indica el comienzo de otro día rutinario en el que salgo a la calle a vivir, como si no hubiese muerto después de ti.