Otro K de Kilómetros [Días de abecedario]

Tema en 'Relatos' iniciado por Wolf Boy, 13 Mayo 2017.

  1.  
    Wolf Boy

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    Aries
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    Escritor
    Título:
    K de Kilómetros [Días de abecedario]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1261
    Y aquì esta la K... un poco tarde.
    Seguimos con la temática...
    No sabia que genero poner, otra vez xD.

    Supongo que vale aclarar que:
    Ian llama Mamà a Paula y Mami a Valentina.

    K de Kilómetros

    Es la primera noche en que deberé cuidar sola a Ian, pensó Paula nerviosa. Su esposa había vuelto al trabajo hace poco, y se estaban acostumbrando a su ausencia, y ahora se encontraba varios kilómetros lejos de ambos.


    La de cabello castaño se arma de valor y va hacia la sala, donde la espera su hijo, él ya tenía que bañarse. Lo que encuentra la hace querer gritar. El pequeño pintó un paisaje en las paredes amarillas mostaza, justo al lado del mueble donde se guardan los diplomas y algún que otro adorno, en fin, cosas importantes para ambas. El pequeño también estaba manchado de pies a cabeza.


    —Ian, ven aquí en este instante. —Llama muy molesta la de los lentes. Apoyada contra el marco de la puerta de brazos cruzados.


    El pequeño de unos seis años, saltó al escuchar la voz de una de sus madres, y es que no se lo veía venir. Había corrido directamente hacia ese lugar para hacerle una obra de arte su mami favorita, no la había visto desde la mañana, extrañaba mucho a Valentina.


    —¿Dónde está mi mami? —Se queja el niño, odiaba quedarse solo con su mamá. —¡Contigo yo no voy!


    La de cabellos rizados respira y cuenta hasta diez para no gritarle a su hijo. Estaba estresada, ellos dos no funcionaban si es que su esposa no estaba presente. Con cuidado se acerca y toma al niño en brazos, este empieza a patalear frenéticamente.


    —¡Quiero a mi mami! —Se queja molesto el niño mientras intenta que su mamá la suelte.


    —Basta… —Dice la joven doctora, mientras aprieta un poco al niño para que no se suelte. —Ella está de viaje por el trabajo, no vendrá en un par de días, ya te lo habíamos dicho.


    El niño para de moverse como cuica por un momento, pensaba en que tendría que estar mucho tiempo solo con su mamá, se quedó así pensativo hasta que ve a donde se dirigen. Horrorizado empieza a patalear de nuevo al ver la puerta del baño, no quería bañarse, no sin su mami para que juegue con él.


    —¡Mamá, no me quiero bañar! —Grita el niño cuando su madre lo deja justo en el centro del baño, y se para en la puerta antes de que este pueda correr.


    —Tienes que, mírate estas todo sucio. —Cierra con seguro la puerta del baño y se acerca al niño.


    Mira de pies a cabeza al niño. El pequeño tenía todo su ondulado y azabache cabello lleno de hojitas, mermelada, arena y de todo un poco, tenía todo el blanco rostro lleno de pintura verde y morada que combinaba con el color azul oscuro de sus ojos, y ocultaba la mayoría de sus pecas, su camiseta con estampados de dinosaurios estaba completamente manchada, y sus pantalones rotos en ambas rodillas, sus brazos llenos de pintura y tierra. Era un desastre. El niño se miraba en espejo de cuerpo completo.


    —No estoy tan mal. —Dice el niño para dirigirle una mirada segura a su madre.


    Paula en silencio, esta vez contado hasta cincuenta, empieza a desvestir al niño, que de manera sorprendente no puso mucha resistencia. Al cabo de unos diez minutos, lo puso dentro de la bañera, fue entonces cuando el pequeño empezó a chillar.


    —Basta… —Repite la castaña ya muy cansada de la situación.


    Y el niño se calló y se sentó en el agua, mirando de manera muy desafiante a su madre. El agua estaba bien, casi a la temperatura que la morena solía ponerla, pero aun así la extrañaba, le encantaba jugar con ella, en cambia la castaña ni siquiera le había pasado los juguetes.


    —¿Quieres tus juguetes, hijo? —Pregunta después de unos minutos de silencio cuando el pequeño paro de gritar.


    —Si… —Dice muy resignado el niño.


    Ella le entrega los juguetes para el baño y el niño los toma entre contento y molesto, empieza a jugar con un cocodrilo y un patito. Mientras el niño se distrae con mucho cuidado la joven doctora termina de mojarlo, para después poder enjabonarlo.


    —Mi mami no lo hace así… —Se queja el niño sin ni siquiera mirarla.


    —¿Quieres jugar? —Pregunta resignada. Había visto como su esposa jugaba con el pequeño siempre que lo bañaba, una que otra vez ella también había participado.


    Su hijo asiente. Ella toma un tiburón y una orca, y empieza a moverlos. No sabía que hacer eso no se le daba bien. Jugaron un pequeño momento, el niño guiaba el juego, pero no habían risas ni gritos de felicidad que se podían escuchar desde la sala, solo silencio.


    —Quiero a mi mami. —Se queja otra vez, dejando de mover los juguetes, y empezando a chapotear muy frustrado.


    —Basta Ian, por favor. —Estaba llegando a sus límites, el niño empezó a moverse bruscamente golpeando el agua y mojándola. —Quieto, así puedo lavarte y sacarte.


    El niño no para de moverse. Resignada Paula lava como bien puede al pequeño, que no paraba de revolverse y lloriquear.


    Al final ella termino empapada y extremadamente frustrada, y el niño más o menos bañado y envuelto en una toalla, dispuesto a vestirse. Había dejado de llorar.


    —¿Quieres ayuda? —Pregunta la de lentes, tomando la parte de arriba del pijama del niño.


    —No, yo puedo solo. —Murmura el niño arranchándole la prenda.


    —Está bien. —Estaba aliviada de verlo limpio. —Iré a cambiarme, me dejaste empapada.


    Cuando ambos estuvieron cambiados, se dirigieron al comedor. Era comida recalentada, Valentina solía cocinar, no es que la castaña no pudiera es solo que nunca tenía tiempo para hacerlo.


    —¿Qué es esto? —Cuestiona el niño, jugando con lo que tenía servido en el plato con diseño de cocodrilos.


    —Es puré de papas, con verduras… —Dice la doctora, moviendo la comida al igual que el niño, hasta llegar a algo parecido a la carne. —Y esto que no tengo idea de lo que es.


    Ambos comen en aquel silencio incomodo que siempre abunda entre los dos cuando la de cabello oscuro no está presente para hacerlos reír, o conversar. Ambos la extrañaban demasiado. Comieron todo a excepción de esa cosa extraña que ninguno de los dos fue capaz de identificar, y que por lo consecuente no quisieron probar.


    La de cabellos rizados, levanto la mesa y lavo los platos, miraba de reojo que el niño cabeceaba intentando no caer dormido. De todos modos, era muy tarde, habían luchado toda la tarde. Se secó las manos y se acercó al niño, sabia como se sentía.


    —Peque, vamos a dormir. —Dice ofreciéndole a que se suba a su espalda.


    Se sentía mala madre, nunca fue buena con los niños, solo con su hermano. Era Valentina quien siempre tuvo ese don, ella como era, casi perfecta en todo.


    —¿Vamos? —Pregunta el niño mientras se sube a su espalda. —¿Los dos?


    —Si Peque. —Dice mientras empieza a caminar, apagan las luces de camino a el dormitorio. —¿O quieres dormir solo?


    —No… —Abraza fuerte a su madre. Ella sonríe.


    Ambos se acuestan y se acurrucan, en la gran cama, que se sentía aun más grande con la ausencia de la de ojos azules. Era esa misma ausencia la que les había hecho discutir, frustrar, llorar tanto por fuera como por dentro, y ahora los hacia estar más unidos. Tendrían que reconocer que se querían, estuviera o no presente la morena.

    Fin.
     
    Última edición: 13 Mayo 2017
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  2.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
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    Pluma de
    Escritor
    Saludos.

    Ya sé que que sueno como disco rayado, pero sabes que diré que falta una que otra tilde y comas.
    Otras cosa es que no sé que significa "cuica".

    El niño es un ángel en comparación con niños que conozco. Aunque, rayó la pared, pero al menos no le lanzó puré a su madre.
    Que el niño se viera al espejo y dijera que se ve bien así, se me hizo bastante gracioso, totalmente lo pude imaginar tan sucio.
    La ausencia de la otra madre en definitiva fue algo difícil para ambos, y lo sobrellevaron a su manera cada uno. El final fue bastante tierno, con ambos yendo a dormir para hacerse compañía y no sentir que les falta su madre o esposa, respectivamente.

    Me gustó mucho. Buen trabajo.
     
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