“Hace un tiempo cuenta la leyenda que existía un entrenador muy poderoso, tan fuerte que incluso el alto mando y el campeón de la región le temían. Pero nadie escapa a las garras de la muerte y justo cuando estaba por convertirse en el más grande y reconocido, murió… dicen que fue traicionado cuando perdió la cabeza y que fue borrado de la historia por sus antiguos compañeros. Tan súbita fue su desaparición que incluso en la actualidad nadie sabe a ciencia cierta si el realmente existió, pero por las noches con luna nueva hay quienes afirman que pueden verlo deambulando por los bosques de su ciudad natal buscando venganza y reclamar el título que le fue negado”. Aquellas palabras de los viajeros del bosque se quedaron grabadas en su cabeza, no era una persona supersticiosa, aunque, todos aquellos pasajes rurales parecían serlo, había estado viajando en solitario desde hace ya algunos meses, no era que no le gustara la compañía, era que nadie podía seguir su paso. Era un entrenador estricto y riguroso, fuerte y muy perspicaz, de firmes estrategias y alta trayectoria, las personas no esperaban cosas grandes de él, él solo hacía grandes cosas y aunque su orgullo estaba más alto de lo que debería era precisamente porque merecía su fama lo que lo mantenía en esos estándares. Se acercaba el crepúsculo cuando logró salir del bosque y llegar al pequeño y rural poblado, “Bienvenidos a Slepllow” decía el desvencijado cartel a la entrada de la ciudad en la base de una estatua cuya efigie se había perdido por el maltrato del tiempo. Sus pies lo llevaron de la entrada del pueblo a recorrer las calles, el color naranja del ocaso le daba una apariencia más deplorable al lugar, como si ese fulgor amarillento denotara mayor decadencia en la madera que, aunque en pie solo le faltara un empujón para venirse abajo. Las personas del lugar salían a su encuentro curiosas y corteses mientras encendían faroles y linternas preparándose para la noche, una que se presagiaba seca y fría, la hospitalidad de los pueblerinos era algo que comenzaba a sobrecargar a Crame quien al ser una persona tan estricta y sobre todo “citadina”, no acostumbraba tanta efusividad por un viajero. Sus nuevos hospederos parecían igual de amables que el resto de los ciudadanos del pueblo, realmente todos era una maravillosa compañía que aunque inusual le resultaban refrescante, todo hasta que sus intenciones de “no quedarse en el pueblo” salieron a la luz. ―Por favor señor Ichavold, no salga del pueblo a estas horas de la noche. Eran las súplicas de los lugareños quienes al ver su negativa de quedarse aún cuando ofrecían bajar los precios a casi ridículos decidieron explicarle lo que realmente ocurría. El tabernero era un hombre de pasados los cuarenta años, de aspecto vetusto como si la vejez hubiese alcanzado su cuerpo mucho más rápido de lo que debería, apenas habían pasado las siete de la noche y la oscuridad fuera de las casas iluminadas por farolas era absoluta. Ichavold Crame se sentó en uno de los lugares mientras el tabernero comenzaba con su relato, no tenía intenciones de dejarse convencer, pero aun así escucho. ―Pasó hace unos veinte años pero lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer, había salido a buscar agua en el bosque para la taberna, era una noche de luna nueva como la de hoy, primero mi cuerpo se sintió apesadumbrado, como si hubiese estado sobre esforzando mi cuerpo solo por caminar en el bosque, entonces pude escucharlo… «Primero fue el graznido de un Murkrow que se posó sobre una de las ramas sobre mí y luego un aullido espeluznante que me helaba la sangre, el miedo se apoderó de mí y fue entonces que lo comprendí: me había perdido en el bosque. El pánico me atacó y comencé a correr en dirección desconocida pero ese aullido espectral se escuchó una vez más y cada vez más cerca. Caí de bruces en un valle completamente desolado en el corazón del bosque y comencé a escuchar los cascos a mi espalda, apenas pude levantar la mirada… »Era un jinete, sobre un caballo gris opaco y espectral, tenía una calabaza por cabeza y esta centelleaba fuego por sus orificios y en su mano una espada. Como pude corrí, a tropezones y golpeándome pero corrí, me giré para ver si me seguía y pude ver su cabeza desprendiéndose de su cuerpo y flotando hacia mí y como su brazo se alargaba para que su espada alcanzara mi espalda, un solo corte y sentí como la vida se escapaba de mi cuerpo hasta perder la conciencia. Al otro día amanecí a las orillas del bosque junto a otros dos, solo que yo fui el único que abrió los ojos. Esa noche me costó tal vez unos diez años de vida, pues, desde ese entonces mi cuerpo se ha marchitado más rápido de lo que debería». Crame no daba crédito a lo que escuchan sus oídos, pero antes de que pudiera desechar las vivencias del tabernero este se dio la vuelta y mostró la enorme cicatriz en su espalda, la cicatriz parecía nueva, incluso como si la herida aun sangrara por las noches de luna nueva. Testarudamente no se dejó llevar por todas las advertencias y continuó con su viaje aun a pesar de que todos encarecidamente le recomendaron descansar esa noche. Así entonces partió de Sleepllow internándose en el bosque, los sonidos nocturnos lo perseguían y cuando menos lo esperaba un Honchkrow se posó en una rama cercana y emitió sus prominentes graznidos, este hecho lo llevó a rememorar el cuento del tabernero pero sin mediar ninguna palabra sacó de su pokéball a su potente Electivire y este con su poderoso puño trueno en carga fue lo suficientemente intimidante como para alejar al pokémon volador, los minutos continuaron como si nada y entonces pudo sentir ese mal presagio en los árboles, algo no estaba bien, había vuelto al lugar de origen, ese donde había sacado a su pokémon para espantar al Honchkrow y lo peor este último regresó y con su regreso un espeluznante aullido lo acompañaba. A diferencia del Tabernero, Ichavold no se espantó, sencillamente caminó en dirección contraria al pokémon cuervo e hizo que su compañero eléctrico se mantuviese a su lado por cualquier eventualidad. Así otros agónicos minutos pasaron y tal como el anciano sintió su cuerpo pesado y sus reflejos lentos a la par que a la distancia unos cascos comenzaban a sonar de forma insistente y cada vez más cerca de él. Sus pasos lo llevaron hasta un descampado, no parecía que estuviese en el corazón del bosque, pero si le resultaba particularmente extraño un lugar tan despejado entre una vegetación tan densa. El siguiente aullido fue a su espalda y tal como el relato, un caballo espectral apareció con él. Era un imponente equino y sobre él una persona quien en lugar de cabeza lleva una calabaza y esta última refulgía con un fuego espectral. Crame dio la orden a su Pokémon y Electivire lanzó un potente puño trueno que impactó a la calabaza que hacía las veces de cabeza, esta salió volando algunos metros, pero en pleno vuelo se detuvo y flotó de forma un tanto perturbadora en dirección a su cuerpo y se posó una vez más sobre sus hombros. El entrenador se desconcertó pero no demasiado, algo había ocurrido, ya que el puño trueno no funcionó, decidió usar puño fuego pero el efecto fue el mismo y en esta ocasión notó algo diferente: su pokémon estaba quemado y no sabía desde que momento, pero también le estaban drenando la energía. La calabaza no era una cabeza era un Gourgeist de tamaño pequeño, su experiencia lo llevó a llamar a su pokémon rápidamente no estaba siendo asediado por un fantasma estaba siendo asediado por un entrenador Pokémon y en cuanto a batallas Pokémon su experiencia era mayor. No le tomaría mucho o eso pensó, llamó a su Abomasnow e incluso lo hizo Mega-evolucionar y estaba a punto de lanzar una poderosa ventisca pero fue interceptado por una potente llamarada que debilitó de un solo golpe a su pokémon mega, aquel caballo traslúcido no era otra cosa más que un Rapidash Shinny, la visión de alguna forma se abrió para él y pudo verlo por completo, esto no podía ganarlo... no en ésas condiciones. ―Los Pokémon fantasma se apoderan de la energía de los vivos para mantener su forma física...llevo consumiendo las almas de los incautos desde hace más de treinta años, ocasionalmente dejo a alguien vivir para que cuente la historia pero este no será el caso. Con su última palabra dos espadas cayeron atravesando sus hombros y con esto lejos de sentir dolor solo sentido una pesada somnolencia, giró su cara y pudo ver el ojo en la empuñadura era un Doublade que ahora lo envolvía y junto a este se acercaba el Gourgeis y de los árboles llegaba también un Treevenant. ―Dulce o truco mis fantasmas, la cena está servida. Nunca nadie más volvió a ver a Ichavold Crame y una leyenda más se perdió en los bosque de Sleepllow.
No se tu pero me gusto mucho relataste esta historia de el jinete sin cabeza en versión Pokémon y sobre todo por que pudiste conectar varias de estas criaturas para que originaran tan espeluznante leyenda, buen one shot mi amigo, espero y hagas en un futuro mas relatos, saludos.
Es bueno ver que del reto están saliendo cosas interesantes como esta, más que nada porque realmente aprovecha los diversos efectos de varios pokémon para construir al "espectro" en vez de tratarlo como una sola entidad fantasmagórica. La forma de narrar también va muy acorde al relato y uno claramente puede imaginarse ese lugar sombrío por fuera y 'confortante' en el interior de su taberna principal. También me gusta tono oscuro que maneja que en ningún momento se siente forzado queriendo tirarle a sombrío innecesariamente. Ojalá independientemente de los retos se comiencen a ver más historias así por estos rumbos <3