Romántico I de Improbable [Días de abecedario]

Y esta es mi I, un poco tarde pero aquí esta.
Sigue con la misma pareja.
Va con esta canción:

Contenido oculto: Reckless Serenade

I de Improbable​

Allí sentada en su respectivo asiento con los codos apoyados sobre las rodillas mientras se sostenía la cara Paula tenía la mirada perdida en un punto de la puerta de su salón de clases. Ya habían pasado 15 minutos desde que sonó el timbre para salir al recreo, pero la joven del rizado y castaño cabello no había movido ni un musculo. Estaba perdida en sus pensamientos.

A su lado estaba una joven muy bella, apodada Trece, de unos 15 años la misma edad que la mayoría de sus compañeros, llevaba el castaño y lacio cabello hasta los hombros y miraba con sus verdes ojos a una de sus mejores amigas, nunca la había visto así de perdida en sí misma. Había tratado de llamar su atención en esos 15 minutos, pero nada funcionaba.

—Ya, quita esa cara de idiota. —Le dice ya cansada de que la ignore mientras le da un suave cosco. —¿Puedes decirme que te pasa?

La joven de cabellos rizados pega un brinco al escuchar a su amiga y sentir el golpe sobre su cabeza. Cuando logra entender lo que sucede se acomoda contra la pared y mira con una ceja alzada a la de ojos verdes.

—Lo siento, no te escuche. —Dice sobándose la cabeza. —¿Cuál es tu problema, Trece?

—Que he tratado de hablar contigo por más de diez minutos, y tu seguías con esa cara de idiota viendo a la nada. —Dice la de cabello corto mientras se sienta en la banca de al lado. —Dime que te pasa, sé que es por tu novia.

Al principio la de lentes se sobresalta, pues se supone que nadie debe saber de su relación, pues “no es normal”. Pero mira bien a Trece, ella sabe todo lo que sucede, pues las tres eran mejores amigas.

—Tengo miedo. —Susurra, ya había pasado un mes y dos días desde que habían cumplido un mes juntas. —No sé cómo llegamos tan lejos…

Los pensamientos daban vueltas en su cabeza. Su amiga le dedicaba una mirada comprensiva.

—¿De qué tienes miedo, amiga? —Pregunta poniendo su mano sobre la rodilla de la chica al frente suyo. —Llegaron tan lejos por que se quieren, se entienden.

—De eso mismo, tengo miedo de amarla, de que ella me ame y al final decepcionarla. —Aprieta los puños, mirando a los ojos a Trece. —Después de todo somos una pareja improbable, siempre lo fuimos…

—Tener esa clase de miedo es normal, Ana. —Le dedica una sonrisa comprensiva. —¿Por qué dices que son improbables?

La joven de cabellos rizados respira profundamente. Recuerda que conoce a su novia desde que tenían a lo mucho cuatro años, y nunca hasta hace dos años se habían llevado bien.

—Porque somos tan opuestas, pero al mismo tiempo tenemos tanto en común. —Dice frustrada por no entender lo que siente. —No sé, es raro.

Trece asiente para que la muchacha de los lentes siga.

—Yo soy fuego, ella es hielo. —Dice pensando en los azules ojos de su novia. —Ella es calma, y yo la tormenta. No quiero lastimarla…

—Tranquila. —Trece le sonríe, nunca pensó verla así. —De verdad te gusta, ¿no?

La de ojos como el chocolate, se sonroja.

—Sí, y yo creía que solo estábamos jugando. —Se le escaba un suspiro. —Al final termino por robarme el corazón.

—Se nota. —Trece ríe, al ver como Paula abre los ojos. —Por como la miras, en especial cuando camina. O en como sonríes cuando la escuchas reír.

La muchacha desvía su mirada de los verdes ojos de su amiga. Nunca había pensado en eso.

—Sabía que el juego era arriesgado, pensé que iba a salirme con la mía. —Sonríe con ironía. —Por primera vez me alegra haber perdido.

—Bueno, con ese “hay que probar de todo en esta vida”, te arriesgaste demasiado. —Le dedica una sonrisa burlona. —Ella también sabe cómo “jugar.”

Antes de que pueda responderle, allí en el umbral de la puerta del salón de clases Paula logra ver a quien había estado esperando, le sonríe como idiota. Al ver la reacción de la castaña, Trece se da la vuelta para ver a su otra mejor amiga que se acercaba a paso lento.

Cuando la muchacha de cabellos azabaches por fin llego a su puesto, dejo sus cosas y se volteó para mirar a su novia, y sonreírle. Sin importarle la presencia de Trece se acercó a la castaña y la beso.

Fin.

PD: esta si que me salio muy mal...