Hannukah [CCS]

Tema en 'CLAMP' iniciado por Nienor, 13 Julio 2010.

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    Nienor

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    Hannukah [CCS]
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    Hannukah [CCS]

    Bah, esto es lo que pude sacar en unas horas xD. Todo sea por Syaoran. Gracias a Pami por betearlo.

    Título: Hannukah
    Summary: Y hoy, Sakura Kinomoto deseaba –más que nunca, enterrarse bajo tierra y no salir.
    Pareja: SyaoranxSakura.
    Clasificación: K+.
    Advertencias: Cliché y mucho sin sentido.
    Género: Fluff, Romance.
    Cantidad de palabras: 833.

    Hannukah​


    Sólo una persona en Tomoeda podía darse el lujo de arruinar el día planeado con exagerado cuidado hacía más de un mes. Bastaba una despistada chica en la pequeña ciudad que fuera tan torpe para echar al diablo la ayuda incondicional de sus amigos, encargos por aquí y allá, y días de preparativos y compras por millares; y hoy, Sakura Kinomoto deseaba –más que nunca, enterrarse bajo tierra y no salir.

    ‘Por Dios, Sakura’, parecía musitar tratando de reprimir el llanto ante la derrota, ‘realmente eres idiota’. Esta fecha era tan especial como su propio nacimiento, y lo especial que tenía cumplir dieciocho años sólo contribuía a deprimirla e incrementar el deseo de maldecirse y golpearse contra una roca. El lugar yacía hecho un desastre y no sabía qué hacer con la orden equivocada de comida en las mesas.

    Incluso, resultaba más deprimente el pensar que su novia le pidió expresamente no preparar una fiesta de cumpleaños. Por preocupante que sonara, era propio de Syaoran no preocuparse por tales asuntos; su exagerado desprendimiento le impedía enfocar un día en sí mismo. Y ahora, la única oportunidad aprovechable: desechada.

    —Cumpleaños, cumpleaños… —susurro desplomándose de cuchillas contra el muro de la estancia—. ¿Cómo pude ser tan tonta y confundirlo con… hanukkah?

    No, ni siquiera tenía idea de qué trataba la fiesta. ¡Era japonesa, por todos los cielos! En nombre de cualquier ente divino, jurada desconocer los términos de la celebración pero, eso no bastó para convencer a los camareros de que esa no era su orden. Sakura Kinomoto, Tomoeda. Todo coincidía.

    Maldita, maldita, maldita sea. En dos días, Syaoran se encontraría tranquilo y fastidiado en China; recordando este desastre con escalofriante detalle. En este preciso instante, podían divisarlo en la puerta de salida, despidiendo a Tomoyo y a Eriol que ayudaron a limpiar el lugar y deshacerse de lo innecesario.

    —Gracias, chicos —escuchó, resintiendo la falta de desafío en su voz al dirigirse a Hiragizawa.

    —No fue nada, Syaoran —repuso el inglés y el deseo de bloquear las voces externas se tradujo en necesidad; presiono sus oídos hasta que el eco de las despedidas dejó de ser comprensible. Moría de sueño, mas no deseaba ofrecerle sus obsequios, ni siquiera como disculpa. Ser testaruda y patosa no era algo que remediase con un simple suéter tejido a mano.

    El silencio y pasos le indicaron que la réplica se acercaba peligrosamente. Sintió su presencia frente a ella y enterró la cabeza entre las piernas, negándose a mirarlo; prefería quedarse allí a esperar a su hermano. Se estremeció al sentir una mano cálida posarse con cuidado en su hombro izquierdo y la voz harto conocida presionar a su silencio. No quería mostrarse patética y arrepentida por esto.

    No iba a llorar, se negaba a llorar en frente de Syaoran esta vez.

    —Sakura… —pronunció él, empujándola a mirarlo—. Sakura, ¿qué ocurre?—debió esperar esto de Syaoran, ¿de verdad no tenía idea?—. Vamos, todo está limpio ahora. Estoy seguro que a Mihara no le importará.

    —Lo sé —dijo con un hilo de voz, saliendo de su escondite—. No tiene nada que ver con Chiharu.

    Él aguardó, sin agregar más. Mostrarse dulce y comprensivo era lo único que creía conveniente, además de ser parte de su naturaleza aunque –en ocasiones, Sakura necesitara dureza para espabilar. —Lo siento mucho —confesó al fin, inconsciente de los sollozos ahogados escapando sus labios—. Sé que dijiste que no querías una fiesta, y debí escucharte, pero yo sólo quería verte feliz hoy junto a todos nosotros… —se obligó a proseguir anticipando que su novio la llamaba en un intento por detenerla—. Y lo arruiné. Tomoyo, Eriol y los chicos me ayudaron y no pude hacer bien la única cosa que me correspondía. Te hice venir hasta aquí, tuviste que ayudarme a arreglar todo este desastre justo hoy porque soy tan tonta y...

    Perdió por completo el balance cuando –sin avisar, inusualmente– Syaoran depositó un suave beso en sus labios, soltando sus hombros y dibujando círculos en su mejilla. Aunque debería estar bastante acostumbrada, no pudo evitar dejar su mente en blanco y olvidar lo que discutía, en primer lugar.

    Él le sonrió, observándola ruborizada y extraviada, no apartando su mirada caramelo de las pupilas esmeralda. —No eres tonta, Sakura —asevero firme—. No si sabes cómo hacerme feliz con cada pequeña cosa que haces. Incluso esto… —dudó el muchacho, sonrojándose ligeramente y no acostumbrado a expresar libremente sus sentimientos ante ella—. Que pienses en mí… me hace más feliz que cualquier regalo que mi familia pudiese darme.

    El pensamiento de confirmarlo se esfumó en el impulso ciego de abrazarlo, desaparecer allí y quizá fundirse entre sus brazos hasta la llegada de su hermano mayor. Ella no lo merecía y tal vez nunca sería digna de tenerlo a su lado y que la amara; pero, seguiría intentando alcanzar su felicidad –sin importar cuán poco lista o valiente fuese para obtenerla.

    Porque cuando él estaba contenta, ella se sentía viva.
     
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