Romántico H de Heladas [Días de abecedario]

Y esta es mi H para días de abecedario .
Sigue con la temática de todos mis anteriores escritos para esta actividad, a excepción de la A.
Va junto a esta canción:

Contenido oculto: Sweater Weather

H de Heladas​

Se retorció al sentir el frío contacto en su espalda. Ya de por si era un día helado y amenazaba con llover. Y ella, ella odiaba con su vida el frío, maldijo al invierno, el granizo y sobre todo a aquellas personas con las manos más frías que el hielo. Se giró para mirar a esa persona muy molesta.

—No hagas eso, sabes que no me gusta que me toques la espalda con tus heladas manos. —Dice algo molesta con su novia que la miraba despreocupadamente con ojitos azules.

—Lo sé, Ana, lo sé. —Dice sin mucha pena mientras sigue caminando. —Vamos a casa, es muy frio para ti aquí.

La de ojos azules siguió caminando, ignorando la cara de enfado de su novia. Tomo sus manos entre las suyas y las coloco en los bolsillos de su saco. La castaña simplemente la abrazo, por detrás mientras mantenía sus calientes manos junto a las frías de su novia dentro de los tibios bolsillos.

—¿Cómo haces para no tener frío? —Pregunta Paula en un susurro al oído de su novia.

—Es que amor, no hace frío. —Dice riendo mientras entrelaza sus dedos con los de la chica de los lentes dentro de los bolsillos. —Es solo que tú eres demasiado friolenta.

—Ay, no es verdad… —Dice la de cabellos rizados, apoyando su quijada en el hombro de la chica.

—Que sí. —Dice para girar su rostro y besar a su novia.

—Que no.

—Que sí.

—Que no. —Abraza más a la morena haciendo que ambas se detengan.

—Que sí. —Se gira para abrazar a su novia de la cintura, y besarla varias veces. —Pero yo sé cómo arreglarlo.

La de ojos azules empieza a subir las manos lentamente y a besar aun más a la joven estudiante de medicina, que se sonrojaba con cada movimiento que hacia la de cabello azabache, estaba hipnotizada en sus ojos del color del cielo de aquella mañana. Y siguió así hasta que volvió a sentir dos hielos en su caliente espalda acompañados de una sonrisa malévola en los finos labios de su novia. Gritó ante el frio.

—Eres mala Valentina. —Se queja con un puchero la castaña. —Yo creí que harías otra cosa…

—Lo sé, Conejita. —Ríe malvada la de ojos azules. —Pero en cuanto lleguemos a casa puedo hacer esa “otra cosa”.

Fin.