Tragedia Estrella.

Estrella.​

Estaba arrodillado ante ella. La brisa que entraba por la ventana rozó mi rostro y al levantar la vista, me encontré con su semblante serio... Triste a la vez. Su enfermedad terminal me la quitaba cada vez más y más. Desde hace año y medio se la diagnosticaron y tuve que ponerme a trabajar arduamente para poderle pagar toda clase de estudios y tratamientos que necesitara. Yo ya casi no estaba en la casa... Sólo buscaba lo mejor para ella, para mi mujercilla, pues ella tan pequeña; ya llevábamos varios años estando juntos en esta mísera vida... Qué injusta es la vida; desde entonces fui perdiendo la fe en el supuesto dios que creí que existía. No hay nadie que pueda salvarla...

Tomé sus manos entre las mías para darles pequeños besos. Me aterra saber que este gran amor que nos tenemos va a acabar de esta manera.

— Ambos sabemos que no me queda mucho tiempo en este mundo... No me volverás a ver... —dijo mientras tosía continuamente.
— No digas eso, mi cielo... —le miré a sus ojos para darle seguridad de lo siguiente que pronunciaría— Mejor pensemos que te quedan muchísimos días, ¿de acuerdo? —dibujé una falsa sonrisa en mi rostro. Yo sabía muy bien que no era verdad... Hace unos días el doctor que le atendía le hizo unos estudios y pidió la orden para internarla, pues en los resultados salía que no le quedaba más de una semana de vida... Igual que a mí; ella era mi todo, a ella me dedicaba día a día trabajando o estando con ella, ella era mi vida.

Vine casi volando hacia acá por una llamada que recibí del médico; al parecer algo no iba bien... Quizás ésta era su última noche. Sentí morir cuando lo dijo.

Ella volvió su rostro a la ventana de la habitación, veía lo único que había en el cielo: una hermosa luna llena rodeada de muchísimas estrellas, nunca había visto un cielo tan estrellado como el de esa noche. Una lágrima desprendía de cada uno de sus ojos, que caía por su mejilla hasta acabar en sus labios que tenían una bella sonrisa...

— No quiero perderte justo como a...
— Quiero llegar a ser una de esas estrellas —me interrumpió y señaló al cielo costándole mucho esfuerzo para poder mover su mano, no le quedaban muchas fuerzas ya. Ella me encantaba porque siempre era tan alegre y optimista...
— Ya lo eres... Tienes una luz inigualable, ¿lo sabías? —besé su frente con sudor frío, me asusté. Sentí y escuché su mano colgar de la camilla. Reaccioné volviendo hacia su rostro. También había perdido fuerza y el monitor producía un sonido continuo, Algo dentro de mí se partió... Algo no, todo de mí se rompió a pedazos... Por fuera rompí a llorar.

Desesperado, salí de la habitación gritando "¡Ayuda, doctor! ¡Alguien, por favor! ¡Mi hija se está muriendo!". Varias enfermeras y el doctor Chávez, quien le atendía, corrieron dentro de la habitación a intentar hacer algo por salvarla. No me permitieron pasar...

Ese fue su último día, también el mío. No puedo soportarlo, lo único que siento es su alma marcharse, llevándose a la mía, y no puedo hacer nada. Ya no me queda nada más que hacer, pero lo que ahora mismo deseo es poder a verla sonreír... Mi niña...

Ahora sé que está en el cielo ahora siendo una de las más preciosas estrellas.