Song-fic El día más feliz... de otro.

El día más feliz... de otro.

Contenido oculto

Creado para la actividad ¡Una canción, un drabble! 4.0
Inspirado en la canción I Need U, de BTS

Un sonido de campana hizo mella en su ser mientras los presentes se giraban ansiosos hacia el portón de roble tallado que se mantenía cerrado a sus espaldas.
Casi al instante una melodía le provocó las peores náuseas que jamás sintió en su vida.

¿Por qué la marcha nupcial?

Dentro de su esencia tan rota algo se carcajeó con una burla hacia sí mismo, hacia lo patético que podía verse allí, perfectamente arreglado, con aquel traje costoso que había conseguido hacía apenas una semana, con la culpa carcomiendo su ser al si quiera concebir no asistir a esa ceremonia tan elaborada, tan llena de tonos pasteles, luz de sol radiante, flores y un olor a frescura…

Era tan masoquista.

Pero es que verla así… apenas abrieron aquellas puertas gigantes…fue demasiado intenso.
Jamás un vestido blanco podría verse mejor en alguien, transformándola en una joven princesa lista para entregar su alma a su ser amado; y esa sonrisa tímida, tan nerviosa, no se borraría de su memoria ni siquiera al nacer en otros cuerpos.

Se giró entonces en una milésima de segundo hacia el maldito afortunado.

Lo detestaba. El odio burbujeaba en lo más hondo de su vientre, provocándole retorcijones horribles y una gastritis que nunca había tenido hasta ese momento.
Lo odiaba y a la vez no.
Porque era su jodido hermano, porque nunca había vislumbrado una curva de labios tan honesta en su rostro, jamás había visto que jugara tanto con sus manos y pasara tanta saliva buscando menguar el llanto que clamaba salir de sus ojos.

Una de sus manos se acomodó en su hombro para darle un apretón, ganando sus ojos por un instante. Le sonrió, dolido, cosa que no notó en absoluto. Aunque eso al parecer había sido suficiente para romper la fina barrera que él había impuesto para las lágrimas, haciendo que un sollozo bajito escapara de su boca y su sonrisa temblara, dejando que sus ojos se desbordaran para volver a verla, aun procurando mantener la postura.

No, mierda… No podía odiarlo.

—Soy tan afortunado… —le había escuchado jadear, apretando los puños a los costados de su cuerpo luego de hacer un intento por limpiar sus lágrimas.

Y él negó, viéndola con un nuevo sentimiento naciendo dentro de sí. La culpa.
Él era el detestable en esa escena… bueno, ella también. Pensar que habían tenido un revolcón donde la jovencita le había jurado tanto amor y entrega… y que prácticamente horas después le dejara una triste nota pidiendo disculpas por las mentiras…
Maldición, lo había llevado al cielo y luego lo había arrastrado de un tirón al infierno.

Ella era una desalmada, ¿verdad?

—No, hombre —fue su respuesta con volumen bajo, aumentando la fuerza de su mano en el hombro del menor—. Es otra la afortunada.

Ya estaba resignado. Lo estuvo aún más cuando él de nuevo le sonrió agradeciendo su apoyo.
Era su pequeño pedazo de mierda estúpido. No podía deshacer un lazo de años y sangre, de confidencias y bromas pesadas por una estúpida.

Aunque la amara y sintiera que la necesitaría siempre.