Contenido oculto: Nota Esta historia es un mito inventado escrito para la actividad ¡Agosto te desafía!. No está basado en ningún mito auténtico, al menos no adrede. Cuando Niitrubah empezó a reposar sobre el horizonte para que fuese tragado por la tierra, salí corriendo de casa junto con el resto de niños de la aldea. Llegamos a la gran choza del jefe Naba-Yuga, quien ya nos estaba esperando sentado en su colina emplumada para contarnos la historia de hoy. Cogí el último hueco que quedaba, apretujado entre la marabunta de niños que habían acudido al cuenta-cuentos. —Bien, bien. Ya estáis todos aquí —empezó a hablar el viejo Naba-Yuga con voz áspera y lenta—. Hoy voy a contaros la historia de Niitrubah y cómo llegó a los cielos. Todos estábamos impacientes de que comenzase la historia. Su rostro se oscurecía a medida que la luz en el exterior iba desapareciendo. —En el inicio de los tiempos existían dos jóvenes dioses: Niitrubah y Yaranka. Aunque pensaban de manera totalmente opuesta, se amaban como nadie amaría jamás. La existencia de uno no estaba completa sin la del otro. Un día, Yaranka dio a luz a un hijo al que llamó Obki-la que significa "Nuestro mundo". —¿No es ese el nombre del mundo? —preguntó uno de los niños de las primeras filas. —Así es, Tagjab. Vivimos en Obki-la gracias al amor que se profesaron Niitrubah y Yaranka. Pero dejadme contar la historia entera. El hijo que concibieron fue la creación más bonita que habían ofrecido al universo: era un pequeño rebosante de vida, en su cabeza crecieron los árboles y las flores. A su alrededor descendían en cataratas los ríos que emanaban de su cerebro, y sobre él nacimos nosotros junto al resto de animales que Obki-la imaginó. Niitrubah y Yaranka estaban orgullosos de su hijo. » Sin embargo, la felicidad desapareció con la llegada de Anu-da-Yuga, "Aquel que Todo lo Devora". Era un monstruo que viajaba por los confines de la existencia devorando todo lo que se encontraba, incluso la propia luz que emitían Niitrubah y Yaranka. Anu-da-Yuga había devorado varios hogares de los dioses y ahora le había llegado el turno al nuestro. —¿Entonces ahora estamos dentro del estómago de Anu-da-Yuga? —inquirió preocupado uno de los despistados de la aldea. —Por supuesto que no. De ser así no habría más que tinieblas y no podríais veros los unos a los otros. —¿Y cómo sobrevivieron los padres de Obki-la al monstruo? —Es justo lo que iba a contar hasta que me interrumpisteis. Niitrubah no podía permitir que su hijo corriera la misma suerte que el resto de sus hermanos, siguió un plan para alejar a Anu-da-Yuga de su familia para siempre. Se desprendió de su cuerpo y lo lanzó con toda la fuerza que tenía lo más lejos posible. Anu-da-Yuga, atraído por la cantidad de comida que había lanzado Niitrubah, persiguió el cebo y no volvería hasta que lo atrapase. Se sabe que Anu-da-Yuga sigue corriendo tras su comida, pero el día que lo atrape volverá para comernos a todos nosotros. De pronto el ambiente se tornó tenso y algunos empezaron a llorar. Naba-Yuga rió ante la reacción de sus oyentes. —Tranquilos, muchachos. Eso no pasará hasta dentro de miles de millones de años, nadie estará aquí para entonces. Pero dejadme acabar la historia. Yaranka salió corriendo a abrazar a su esposo, pero sus brazos atravesaron su cuerpo incorpóreo. Niitrubah había sacrificado su forma física para mantener a salvo a sus seres queridos. Para evitar que la tragedia volviera a suceder, ambos decidieron vigilar a su hijo turnándose para que siempre hubiese alguien despierto. Aunque a su mujer no le gustaba la idea, aceptó. »Niitrubah se alejó de su esposa y se elevó hasta poder ver a Obki-la y a Yaranka al mismo tiempo y pudieran nutrirse de su luz protectora. Yaranka, al no poder reunirse de nuevo con su amado, lloró durante un año, sus lágrimas quedaron esparcidas por los cielos formando las estrellas que podemos ver cada vez que Yaranka sale a vigilarnos, iluminados por la luz que Niitrubah refleja en ella, evitando que Obki-la quede a merced de la oscuridad y recuerde el día en el que apareció Anu-da-Yuga. »Hay veces que Yaranka no puede soportar estar tanto tiempo alejada de Niitrubah, es por eso que una vez cada cien años los dos se reúnen de nuevo para abrazarse a costa de sumir al mundo en tinieblas durante unos instantes. Recordad que es gracias al esfuerzo de Niitrubah y Yaranka que todos nosotros podamos gozar de la vida sobre Obki-la, es un capricho que podemos, no, debemos conceder a los dioses. »Y ahora niños, es hora de que todos os vayáis a dormir antes de que vuelva Anu-da-Yuga para comeros. En cuanto anunció aquella maldición, todos los niños salieron a toda prisa de la cabaña. Yo me quedé rezagado, había algo que quería preguntarle al abuelo. —Tiki, ¿todavía sigues aquí? —dijo el abuelo mientras recogía sus cosas. —Sabio Naba-Yuga, quería preguntarte... ¿Cómo sabes todas estas historias? —Naba-Yuga sonrió, parecía divertirle mi pregunta. —Cuando tenía tu edad me quedaba día y noche escuchando las historias de los Tres Sabios. Por algo me llaman el "Devorador de Historias". Me quedé perplejo, no sé si me sorprendió más que hubiese escuchado tantas historias o que fuese tan viejo como para haber conocido a los Tres Sabios. Le di las buenas noches y volví a mi casa. Por el camino me detuve y miré al cielo, donde Yaranka nos contemplaba. Podía sentirr la tristeza en la superficie de su pálida piel, reflejando el amor de su esposo. En ese momento recibí la inspiración que los dioses daban a unos pocos elegidos. Decidí que cuando fuese mayor sería tan valiente como Niitrubah, protegería mi aldea aunque me costase la vida, deseé tener un corazón tan puro y cálido como el suyo. Con un soplo de esperanza en mi interior, volví a casa totalmente renovado. Desde entonces trabajé duro para algún día conseguir que mi aldea se sintiera tan orgullosa conmigo como Yaranka y Obki-la lo estuvieron de Niitrubah.