El Caos Helado (SesshxKag)

Re: El Caos Helado (SesshxKag)

Gomeeeen!!!!!
Vaya Pedazo De Fallo....
Me Olvide De Colocar El Capitulo 5...
Bueno, Leeros Por Favor Todo Lo Ke Pondre Ahora Para Poder Entender Lo Ke Paso.
Os Recomiendo Ke Incluso Leais El 6 Cuando Vuelva A Aparecer Ahora...

 

Re: El Caos Helado (SesshxKag)

Capitulo 5. Te quiero.

No tardo en sentir una presencia tras ella, pero no se giro, ni le hablo. No movió ni un músculo.

Pronto, un suave escalofrío la recorrió, cuando una voz demasiado cerca de su cuello le susurro.

-Te esperaba.

Ni se inmuto cuando la lengua de el comenzó a lamer su cuello, despacio. No pensaba dejar que el descubriese las sensaciones que aquello le provocaba. Prohibió a su tacto sentir, a sus oídos oír y a su corazón latir. Le cerró todas las puertas y, cuando se sintió segura, volteo a mirarlo.

Ojos profundamente carmesíes y el pelo negro, tan solo dos o tres mechones plateados era lo único que quedaba de su corazón, los últimos vestigios de lo que ella había puesto en él.

Sonrió con amargura, pero no dijo nada. No iba a hablarle, nunca más cometería ese error, nunca jamás volvería a ser nada más que un enemigo para ella.

Sesshômaru también sonrió, con ironía.

-¿Tan contenta estas de verme que te has quedado sin palabras?

La cogió del brazo y la acerco hasta él hasta poder besarla salvajemente, sin delicadeza, sin amor, solo con el deseo y el ansia propia de aquellos que domina la maldad.

Bruscamente la tumbó en la cama y de la misma forma la desnudo, se complació tocándola a su antojo y descubrió hasta el ultimo rincón de su ser. Kagome, por su parte, comprobó que a pesar de haber cerrado a cal y canto su corazón, este se iba quebrando pedazo a pedazo. Sus ojos chocolate perdieron el sentido y la luz de su mirada se apago. Se hundió en la tristeza.

Entonces él entro en ella.

Kagome, que hasta entonces se había dejado hacer sin rechistar, sin inmutarse ni reaccionar, gimió de dolor. Sesshômaru también reacciono, sorprendido.

-Eres... ¿eres virgen?

Un nuevo gemido de angustia fue suficiente respuesta y él se aparto de su cuerpo. Apenas se había desvestido, así que acomodo sus ropas y salio de la casa.

Kagome se quedo allí, con aquella punzada de dolor recorriéndole el cuerpo. Como pudo, se cubrió con la sabana y observo la habitación, como ajena a todo aquello.

Lo dolía el corazón, le dolía mucho.

Fue entonces cuando vio la daga de Inuyasha en la mesita cerca de la cama, que Sesshômaru seguramente había llevado hasta allí inconscientemente.

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Sesshômaru dio la orden de retirada a los demonios, que gritaban de jubilo por la victoria conseguida y el regreso de su líder y señor.

Partieron inmediatamente, sin cuestionar nada y pronto tan solo quedaron allí Naraku y Sesshômaru. El primero lo miro brevemente e inicio una conversación telepática.

“¿Te vas a quedar?”

“Será solo un momento, debo terminar algo”

Naraku lo miro suspicaz y sonrío con maldad.

“Esta bien, no tardes, un líder muerto no sirve de nada”

“Los ángeles no volverán hasta mañana, tengo tiempo”

Naraku se retiro, pero aun pudo oír en su mente un último pensamiento de él.

“Ten cuidado”

Cuando constató que hasta el último demonio se encontraba muy lejos de allí y que los aldeanos estaban demasiado ocupados rescatando a los que habían quedado bajo las ruinas de las casas derruidas, regreso a la casa de la sacerdotisa.

La encontró donde la había dejado. Pero no como la había dejado.

En el pecho de la joven, justo a la altura del corazón, se encontraba clavada la daga de Inuyasha. La visión de aquello le afecto demasiado. Se acerco a ella y le tomo el pulso.

Aun vivía. ¿Como era posible?

-Sessh... ¿Sessh...ômaru?

La vio abrir los ojos lentamente y mirarlo con ellos. Unos ojos como nunca antes había visto; faltos de luz, una mirada perdida entre las tinieblas de un alma completamente sucia. El ángel intento hacer algo, pero solo alcanzo a preguntar:

-¿Por que lo has echo?

-Do...dolía...

-Yo no quería...No quería....

El corazón del arcángel se lleno de dolor, un dolor provocado por la perdida de algo que su espíritu había esperado durante toda la eternidad. Su alma bebió de el y por primera vez realmente despertó. Aquel sentimiento fue incluso más fuerte que el odio y su corazón, ávido de pureza, lo acepto.

Su pelo se volvió plateado, sus ojos dorados, nacieron dos marcas violáceas en cada mejilla y surgió una media luna en su frente.

Kagome observo todo aquello y en su cansado y triste rostro se dibujo una sonrisa, sus ojos se iluminaron de nuevo.

-Sesshômaru...Eres...Tu....

-Kagome...

Los ojos de la sacerdotisa se cerraron despacio, sin prisas, mirando por última vez aquella imagen con la que había soñado desde niña, el rostro del ser que amaba ahora y que siempre había esperado.

Hizo acopio de todas sus fuerzas y susurro las ultimas palabras que su alma le pedía a gritos que fueran pronunciadas.

-Te...qui...qu.i...quiero....

Sus parpados cedieron al sueño eterno y su corazón se apago.

Mientras, por las mejillas de Sesshômaru caían lágrimas oscuras que desterraban la maldad de su corazón. Tomo la mano de Kagome y la beso, sintiéndola terriblemente fría, mientras que la suya recuperaba la calidez que hacía tres siglos había tenido.

-Dios...

Pero sabía que era inútil, Dios no escucharía a un renegado y mucho menos atendería su petición, pero...Aun así...Solo por intentarlo ya valía la pena.

Sesshômaru se arrodillo a los pies de la cama de Kagome y, por primera vez desde hacia 300 años, rezó.


Capitulo 6. Pureza.

Una voz pronto resonó en su mente. Una voz tranquila, calmada, que destilaba calidez.

“¿Me llamabas?”

-Señor...

“No lo lamentes, todo esto ocurrió por que debía ocurrir”

-¿Que queréis decir?

“Yo sabía lo que podía ocurrir cuando os mande a la Tierra, os lo advertí, pero estabais demasiado preocupados por los humanos como para escucharme”

-...

“No pienses en eso, los ángeles, por ser los seres mas puros, sois los que mas rápido os contamináis”

-Lamento haberos traicionado.

“Nunca lo has echo, si no fuese así, no estaría aquí. ¿Que deseas, Sesshômaru?”

-Kagome...

“No puedo devolver la vida, conoces las leyes, esta condenada por lo que ha echo...”

-La amo.

“No puede ser, las leyes se crearon para ser respetadas, Sesshômaru, solo en caso de una muerte provocada por la acción divina podría remitirlo”

La voz callo en su cabeza y Sesshômaru se sentó en la cama desolado. Con cuidado, abrazo el inerte cuerpo de la sacerdotisa.

Quiso quitarle la daga, pero al hacerlo posiblemente la sangre saldría a borbotones. Un momento... ¡La daga! ¡Era una daga celestial!

-Señor...Esta daga...Pertenece a Inuyasha y es un objeto divino.

La voz no contesto.

Se había ido.

Probar a rezar de nuevo sería inútil y ya no....

De repente, todos los pensamientos del ángel se esfumaron cuando la daga comenzó a iluminarse, fundiéndose en el cuerpo de la chica, sellando la herida y solo dejo una huella: Una media luna pequeña justo sobre el corazón, un símbolo de comunicación.

-Ughmm...

La chica estaba dormida, pero viva. Sesshômaru sonrió.

-Gracias...

“Cuídala, hijo, por que ella es el futuro”

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Kagome abrió los ojos aturdida y miro hacia un lado de la habitación, se encontró de lleno con una mirada tranquila de...Sesshômaru.

Le dolía la cabeza y trato de recordar que había pasado...De pronto, todo vino a su mente, golpeándola como un fuerte mazo. El ataque, lo que Sesshômaru le había hecho, la daga clavándose en su pecho...El dolor. Y Sesshômaru. La nueva forma de Sesshômaru.

Le miro con pena. No por él, era realmente hermoso. Sino por ella. Se sentía horriblemente sucia, su cuerpo manchado y su alma corrompida.

Sesshômaru no pareció percatarse de su dolor y se aproximo a ella, que reacciono alejándose lo más que pudo de él.

Esta vez, el que recibió un golpe de angustia en el corazón fue Sesshômaru, que se odio a si mismo por lo que había echo. Sin pararse a pensarlo, la impulso hacía sus brazos y la abrazo.

-Kagome...Lo siento...

La chica temblaba.

-Déjame...

La ignoro y la apretó más contra él.

-Gracias por todo, pequeña.

-No me toques.

Sesshômaru la aparto, bastante incrédulo y vio como ella lloraba y lo miraba con un infinito asco, que, para su sorpresa, no iba dirigido a él.

-¿Que pasa?

No contesto, le aparto la mirada, pero el atrapo su barbilla y la obligo a mirarle directamente a los ojos.

Los ángeles podían ver a través de los ojos el interior de las personas, así como sus pensamientos y sentimientos y Kagome lo sabía. Intento escabullirse, pero la mano de Sesshômaru la apretó hasta hacerle daño, impidiéndole moverse.

-Por favor...Suéltame.

-No, esto es culpa mía, así que tengo que saber que te pasa.

Kagome dejo de resistirse y permitió que el entrara en su mente. Y Sesshômaru se altero con lo que vio allí.

Kagome le amaba. Le quería de verdad desde ya hacía mucho. Y aunque no lo culpaba, se sentía sucia por haber perdido así su pureza. Se sentía corrompida por haberse suicidado. Y le dolía que él la obligase a dejarle ver su intimidad tal y como estaba haciendo.

Y deseaba morir. Pero aquello si que no pensaba permitírselo el ángel. Salio despacio y con suavidad de su mente.

Ella le miraba con rencor y demasiado dolor.

-No voy a permitir que hagas ninguna tontería.

-No quiero vivir.

-Yo haré que lo desees.

No dijo nada más, la tumbo delicadamente sobre la cama y se dispuso a arreglar lo que había echo. Aunque para que engañarse. La deseaba tanto que se estaba volviendo loco. ¿Podía un ángel desear o era que aun no se había purificado del todo?

Bueno, fuera lo que fuera, no pensaba dejarse dominar por ello. Se acerco a su rostro y la beso.

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Cuadradito azul con una B al lado de mi avatar​

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No pensaron nada mas, no podían coordinar sus pensamientos y se encontraban terriblemente agotados.

Sesshômaru se dejo caer en la cama y abrazo a Kagome contra él. Esta apoyo la cabeza en el hombro del arcángel.

Antes de que el sueño se la llevara, solo alcanzo a susurrar:

-Te quiero....

Y sus ojos perdieron el mundo de vista.

Sesshômaru, en cambio, sonrió levemente y le beso los labios suavemente.

-Yo también...No te imaginas cuanto...

Y se dejo arrastrar también.

Horas más tarde, un ángel recién llegado y alarmado por el ataque a la ciudad los encontraría en esa misma posición.

Capitulo 7. El fuego que llevamos dentro.

Un ángel y una sacerdotisa se encontraban frente a una casa de la cual tiraban varios aldeanos, para relevantar sus muros.

-Las labores de reconstrucción van muy deprisa, más de lo esperado.

-Eso es bueno, ¿no Inuyasha?

-Pues clar...

El ángel se disponía a terminar la frase, cuando al mirar a la morena que tenía en frente, bajo la cabeza avergonzado.

-¡¡Venga Inu, no es para tener tanta vergüenza!!

-¡Tendrías que tomártelo peor tu que yo!

-Por favor...¬¬

Kagome suspiro, eso pasaba más o menos a diario, desde el día en que el ángel la había encontrado con Sesshômaru en la cama. Al principio, la vergüenza de él había resultado muy divertida, pero a la larga se había convertido en algo molesto, ya que cuando pasaba, Inuyasha dejaba de hablar o se distraía. Y pasaba muy a menudo.

-Uf...

Inuyasha no daba señales de reaccionar, seguía ensimismado, así que opto por la segunda mejor opción, giro la cabeza y se dispuso a mirar lo que pasaba un poco más allá.

Cierto ángel estaba ayudando a reconstruir la iglesia con su inmenso poder. Kagome no pudo evitar sonreír. Sesshômaru era frío, si, pero tenía algo dentro de él...Algo que no lo hacía malvado.

Era curioso como el resto de ángeles habían aceptado al renegado entre ellos al ver de nuevo su antigua fuerza. Parecía como si todos lo apreciaran muchísimo.

Sesshômaru de pronto sintió la mirada de ella y la miro también, intensamente. Kagome capto lo que pasaba por su mente con esa sola mirada y enrojeció tanto o más que Inuyasha.

No entendía que era lo que le pasaba a Sesshômaru con su cuerpo, pero desde luego normal no era. Por el día, muchas veces la arrinconaba en uno de los callejones en ruinas de la ciudad y la obligaba a tocarle y dejarse tocar. Había insistido en bajar un par de veces al Santuario y dejar volar su imaginación. Y prácticamente todas las noches la poseía.

Lo único que la joven había sacado en claro quedaba resumido en dos teorías: O eran los restos del Sesshômaru antiguo lo que le hacía comportarse así o la deseaba más de lo que nunca nadie deseo antes. Lo malo de todo ello era que le agradaba ese afán por unirse, esa desesperación que se apoderaba de él cuando la hacia suya. Aunque... a menudo se preguntaba cuanto aguantaría su cuerpo.

Alzo la cabeza y vio como Inuyasha la miraba sonriente.

-¿Con que no tienes vergüenza, eh?

-¿Quieres seguir con lo de la reconstrucción? ¬¬

-¡Je je! Vale...

- Ufff...

El resto de la mañana transcurrió normal. Ya estaba casi toda la ciudad reconstruida, llevaban dos semanas en ello y era increíble, pero cierto.

Sonaron las campanas de la comida y automáticamente todos dejaron el trabajo.

Sesshômaru fue hacia Kagome y la tomo de la mano mientras iban hacia la casa de ella, la casa de los dos ahora. Mientras Sesshômaru se cambiaba de ropa ella se dispuso a preparar la comida.

A cabo de un rato, el arcángel comenzó a caminar de un lado a otro tras ella, que temblaba ligeramente, recordando una ocasión en la que a él le había dado por “acariciarla” mientras cocinaba.

Definitivamente no tenía remedio.

Sesshômaru, por su parte, se sentía bien. Le agradaba la vida en compañía de la morena y le encantaba hacerla sonrojar o que temblara un poquito, como le ocurría en ese instante. Sentir hasta que punto su sola presencia era capaz de afectarle le gustaba. Casi tanto como someter su cuerpo a sus caricias.

Sobre lo de las relaciones, ni él mismo comprendía como podía llegar a desearla tanto, pero tampoco le daba muchas vueltas, cuando deseaba algo de ella, lo tomaba. Y bien sabía que, por mucho que la sacerdotisa se avergonzase de ello, le agradaba tanto como a él.

Pronto la comida estuvo lista y ambos se sentaron en la mesa. Aquel día estuvieron desacostumbradamente callados, pues normalmente aprovechaban las comidas para hablar de lo referente a la reconstrucción.

Kagome encontró que Sesshômaru estaba más preocupado de lo normal.

-¿Pasa algo?

-¿Eh?

El ángel alzo la cabeza y la miro fijamente a los ojos.

-Los demonios volverán a atacar.

-¿Que? ¿Como lo sabes?

-Sin querer me llego alguna información telepática, no, no me mires así- añadió al ver la expresión consternada de ella- nuestros vínculos eran muy fuertes, hacía 300 años que los teníamos, no lo escuche por que yo quisiera.

-Pero ahora que tú no estas, ¿como...?

-Naraku ha asumido el mando. Y debo decir que bastante bien.

-¿Entonces?

-Esto aún no ha acabado, Kagome. No se que pasara cuando nos volvamos a encontrar.

-¿Que quieres decir?

-Puede que vuelva a corromperme, la sola presencia de ellos basta para que Inuyasha y los suyos duden, conmigo debería incluso ser más fácil que eso.

-No quiero que te vayas.

Sesshômaru alzo la cabeza y vio como las lágrimas caían por las mejillas de la chica. Se acerco a ella y al beso con suavidad, después no pudo resistirlo más y, tumbándola en el suelo con cuidado, la poseyó.

Cuando lo hacían, el vínculo entre ellos se estrechaba más y más, hasta el punto de que no podían vivir el uno sin el otro. Y ambos lo sabían. Se unían y sus cuerpos cansados se tocaban hasta sentirse morir, sus bocas bebían del alma del otro y grababan el sabor de su piel a fuego en su cuerpo, mientras susurraban palabras para el otro.

-Nunca te abandonare.

-No quiero perderte.

-No lo harás. Te quiero.

-Te amo, Sesshômaru. Dios, como te amo...

 

Re: El Caos Helado (SesshxKag)

¡¡ATENTION!!
EL CAPITULO 8 ES "THE LAST CHAPTER"
O SEA SE, EL ULTIMO CAPITULO.
En relalidad al principio iban a ser solo 5 capis...
Luego solo 7...
Y al finasl decidi dejarlo en 8.
De todas maneras, estaba pensado como un fic corto.

 

Re: El Caos Helado (SesshxKag)

Ja ja ja ja!!! La ke abeis armado desde el triple capitulo....
Bueno, no prometo nada, pero si el jueves ke viene hay otro capitulo, significa ke seguire este fic.
Aki les dejo el "ultimo2 capitulo, por el moemtno....

 

Re: El Caos Helado (SesshxKag)

Capitulo 8. El final de la guerra.

Naraku era cruel y sanguinario, claramente peligroso, muy diferente a Sesshômaru, cosa que quedo muy clara durante el ataque a la ciudad.

Por desgracia para los demonios, no llevaban las de ganar. Los ángeles estaban más empeñados que nunca en derrotarlos de una vez por todas y que los humanos pudieran vivir en paz y repoblar el planeta.

Inuyasha comenzó a luchar cara a cara con Onigumo, en un duelo a muerte.

Las sacerdotisas cubrían los muros e impedían que los demonios voladores penetrasen en la cuidad, mientras que los caballeros y sacerdotes aniquilaban uno a uno a cada monstruo a pie que se cruzaba en su camino.

Pero mucho más allá, cerca de lo que antaño había sido la plaza de la ciudad y ahora era un lugar lleno de escombros se libraba la verdadera lucha por la victoria entre Naraku y Sesshômaru.

Y nadie sabía quien iba a ganar.

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Kagome temblaba en su casa intentando poner en orden sus ideas, pues en el estado en el que se encontraba, no podía siquiera concentrar su poder espiritual.

Sesshômaru y ella habían echo el amor hacía apenas unos momentos en esa habitación en la que ella se encontraba: el comedor. Al acabar, se habían abrazado dispuestos a dormir un poco y descansar en brazos del otro, cuando la sirena de alarma de los caballeros había vuelto a sonar y Sesshômaru había salido como alma que lleva el diablo.

Pero no era eso lo que la angustiaba, sino el color de los ojos de Sesshômaru cuando se había ido a toda prisa. No eran sus preciosos ojos dorados en los que no se cansada de mirar: eran los ojos carmesíes del ángel caído que Kagome creía haber arrancado de él.

¿Acaso su amor no era lo suficientemente fuerte como para poder acabar con toda la maldad del corazón de él?

No, no es eso, trataba de pensar, él me lo ha advertido.

Y recordó las últimas palabras que le había susurrado, mientras sus cuerpos se fundían en uno solo:

¿Estarás conmigo cuando pase?

-Mierda...

La joven alta sacerdotisa del Norte tomo su arco y salio corriendo de la casa, en busca de algo que tal vez ya no existiera.

Corrió y corrió, mientras veía como los habitantes de la ciudad le hacían señas en dirección a la plaza, se lo agradeció de todo corazón y acelero el paso.

Sesshômaru era suyo y de nadie mas, de la misma manera que ella le pertenecía a él. Y se negaba en rotundo a dejar que las tinieblas se lo llevaran de nuevo

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-Te ves cansado, Sesshômaru...

-No más que tú, Naraku.

Ambos contrincantes se encontraban mirándose fijamente, en un mudo acuerdo por detener la lucha unos segundos para recuperar fuerzas.

-¿Sabes? Nunca imagine que te quedabas por amor- dijo el pelinegro pronunciando cada letra con desprecio.- Y mucho menos que sería yo el que te matara.

-¿Matarme? Ju. No me hagas reír. Eres demasiado insignificante para ello.

El arcángel noto como Naraku se tensaba y apretaba los puños: no había cosas que menos soportase que lo infravalorasen y él había elegido sus palabras cuidadosamente.

No le preocupaba Naraku, peri si el efecto que su presencia estaba teniendo sobre él. No le había echo falta ningún espejo para entender por que Kagome se había asustado tanto al mirar sus ojos antes de salir. Como tampoco hacía falta que el viento meciera sus cabellos para saber que estaban plagados de mechones negros.

-Haré que te tragues una a una tus palabras, arcángel.

-Lo mismo digo.

Naraku se lanzo contra el peliplateado al mismo tiempo que invocaba una espada de fuego que el ángel contrarrestó con otra de luz glaciar.

Amabas chocaron en el medio de la plaza y los enemigos se miraron fija y cruelmente a los ojos.

Y entonces Naraku cometió el peor error de su vida, creyendo que podría desconcertar al ángel pronuncio varias palabras que serían su sentencia de muerte:

-¿Sabes?-susurro- En cuanto tome esta ciudad voy a encontrar a tu mujercita y pienso disfrutar de ella. Y cuando acabe, dejare que disfruten uno a uno todos mis demonios antes de descuartizarla y echarles la carne a los perros.

Las palabras golpearon una a una a Sesshômaru como quien esta escuchando su condenación eterna y sus ojos tomaron un cariz asesino, sus cabellos se oscurecieron por completo y su espada se incendio de llamas negras.

-¿Sabes? Estas muerto.

La espada de Sesshômaru golpeo fuertemente la de Naraku y la partió en dos, para después con un giro de muñeca hundírsela entre las costillas.

-Ah...

Sesshômaru extrajo de nuevo la espada y el ángel caído cayo al suelo, con un gran corte en la parte derecha del tórax.

Alzo de nuevo la espada, dispuesto a cortarle la cabeza al ángel negro con una sonrisa feroz cuando sintió que unos brazos le rodeaban la cintura y una voz que reconoció inmediatamente le pedía:

-No lo mates...

La mano que sostenía la empuñadura tan solo tembló ligeramente antes de que una voz fría y mortal como el acero se dejase oír.

-Tiene que morir.

Realizo un rápido movimiento de muñeca y cuando la espada estuvo a tres centímetros de la yugular de Naraku se detuvo de golpe al sentir que el cuerpo pegado a el temblaba y lloraba, mojándole la túnica por detrás.
-Sesshômaru...Tú no eres como él...

Una serie de imágenes golpearon la mente del Arcángel caído, como un constante martilleo que aplacaba los rastros de su maldad.

¿Tienes hambre?

Una joven dándole de comer cucharada a cucharada, mientras que él agonizaba.

¿Por que lo has echo?

No lo sé. Creo que pensé que si los ángeles han perdido su buen corazón, alguien debía demostrar que aún quedan buenos sentimientos.

Sentimientos confusos que se aclaraban en su mente...Si, desde aquel preciso instante la había comenzado a amar...

Lleva muchos días obsesionado contigo, al principio pensé que te odiaba tanto que te quería muerto, pero creo que ya he entendido lo que pasa en realidad. Es tu hermano y si ha echo eso es por que te quiere.

Le había dado explicaciones, que cosas...Ella le había enseñado a un ángel, que se supone es todo amor, a que viera quienes le querían....

¿Que le quieres?

Antes, durante mucho tiempo estuve enamorada de él.

¿Antes? ¿Y ahora?

Ahora ya no, bueno, no lo se, creo que no...

¿Y que te hace dudar?

Pues t... Pues a ti no te importa. Ya has acabado, hale, adiós.

Confesiones antes de tiempo...Cariño...

Te...qui...qu.i...quiero....

Amor en ved de odio.

Una luz envolvió a Sesshômaru durante unos segundos y tras desvanecerse, allí estaba el mismo Sesshômaru que ella amaba: Un chico frío, con plateados cabellos y ojos dorados.

Tiro la espada al suelo. Y miro a la chica, sonriendo.

-Vaya...Esto si que no me lo esperaba...

Kagome le devolvió la sonrisa y se lanzo a sus brazos, que la recibieron gustosamente y la estrecharon contra él.

La chica estaba en la gloria, cuando atino a abrir los ojos viendo como Naraku se levantaba dispuesto a atravesar de medio a medio a Sesshômaru con su espada.

Lanzo a Sesshômaru a un lado y, tensando una flecha, se la lanzo cargada de energía espiritual el ángel negro, que se desintegro al instante.

Sonrió de nuevo, mientras suspiraba y capto una mirada de reproche y la fría risa de Sesshômaru.

-¿No me dejas matarlo a mi y vas y lo matas tu?

-Es...Etto...No es lo mismo...¡¡ÉL a intentado matarte!!

Le saco la lengua y se dio la vuelta.

Sesshômaru la miro durante un segundo y se cuestiono si contarle lo que Naraku le había dicho para ponerlo en aquel estado. Prefrió no hacerlo, por que tenía ganas de otra cosa.

Se acercó a Kagome por a espalda y la abrazo por la cintura.

-Bueno...Supongo que todo a acabado y... ¡¿Que haces?!

La chica se indigno al sentir como la lengua de Sesshômaru se deslizaba por su cuello.

-Continuar con lo que dejamos pendiente.

-No...-temblaba ligeramente mientras sentía despertar el deseo en su interior- No lo habíamos dejado pendiente, lo habíamos terminado.

-Bueno...-Coló una mano bajo la ropa de la chica y comenzó a acariciarla- Siempre podemos empezar otra vez.

-No...Tienes remedio...

-Supongo que no.

Y antes de que la sacerdotisa pudiese contestar, el ángel la estaba besando profunda y apasionadamente.

Suspiro mientras el la conducía a una zona de las ruinas en la que no pudiesen verlos cuando empezase a llegar la gente.

Por lo visto aquello no se debía a su lado maligno, es que era su naturaleza.

Al pasar frente a una cristalera rota, Kagome se quedo parada, mirando su reflejo incrédula. Se toco la frente y se volvió hacia Sesshômaru sorprendida.

-¿Que significa esto?

Él se acerco dando por hecho que aquel era un buen lugar y comenzó a desnudarla al tiempo que le susurro:

-Significa que eres mía. Y yo soy tuyo.

Kagome ya no pudo decir nada más, antes de que el arcángel se volviese más apasionado y ella ya no pudiese coordinar sus pensamientos, miro por última vez a la cristalera, donde se reflejaba la media luna que había en su frente, igual a la de Sesshômaru.

Vaya...Esto si que no me lo esperaba...

Sonrió por última vez, al comprender como había sido de sarcástico Sesshômaru y se entrego a sus caricias.

FIN (¿o no?)​