Microrrelato Comer, maullar, vaguear.

Tema en 'Nano y Microrrelatos' iniciado por MochiLeena, 4 Agosto 2017.

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    MochiLeena

    MochiLeena Usuario popular

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    Escritora
    Título:
    Comer, maullar, vaguear.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    393
    Punto de vista; Mochi.
    El futuro gato que tendré, en la futura vida que deseo llevar (¿?)



    Leena interrumpió mi sueño otra vez, se levantó como cada mañana con el sonido enloquecedor de lo que llama despertador y le sirve para no dormir todo el día, si eso no existiera ella tal vez viviera acostada.

    Leena no es mi ama, los gatos no tenemos dueño, aunque ellos digan lo contrario por el simple hecho de alimentarnos y vivir bajo su techo… la menor parte del día.

    Leena corre por la habitación, creo que se le hizo tarde, otra vez. Trato de relajarme pero sus pequeños gritos desesperan. Va de izquierda a derecha, saltando en una pata; poniéndose esas cosas que parecen incómodas para los llamados pies.

    –Comida. – Maullo. –Comida. –Vuelvo a maullar.

    Leena está sorda. Le parece más interesante pintarse la cara con muchos colores. Así que me acerco a ella y me levanto en mis patas traseras para apoyarme con las delanteras a su pierna.

    –Comida. –Vuelvo a maullar.

    –Mochi, Mochi, espera – dice mientras pone sobre sus labios lo que llaman labial. ¿La belleza humana se basa en tapar los colores naturales?

    –Comida. –Vuelvo a maullar.

    –Yo también te quiero mi Mochi. –Leena lleva su mano para acariciar mi cabeza. La esquivo.

    Suena la cajita con la que se comunica y donde existen comida que no puedo atrapar.

    Leena lo toma y lo mantiene junto a su oreja lampiña.

    –Sí, sí, estoy saliendo de mi casa, llego en unos 15 minutos.

    –Comida. –vuelvo a maullar.

    –¡Ah! –grita. –Maldita sea, todo por esa maldita serie, ay Dios mío, llegaré tarde.

    Leena sale corriendo de la habitación tras tomar lo que llama bolso y donde guarda muchas cosas, ella esconde tesoros allí dentro y aparte es acogedora. El otro día encontré comida.

    La persigo maullando.

    –Adiós Mochi, te amo.

    Leena toma las llaves y sale por esa enorme puerta blanca como todas las mañanas.

    Hoy se ha olvidado de alimentarme, luego se molesta de que traiga lo que cazo a la casa.

    Voy a donde siempre encuentro comida, subo a lo que llama mesa pero no hay nada a excepción de utensilios sucios donde ingirió alimentos ayer.

    Vuelvo a la cama y veo la llamada ventana abierta.

    Tal vez algunos vecinos tengan comida…
     
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