C de “Cita” Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos con ocho, y ocho dieciséis. Repito aquella canción tan popular, una y otra vez en mi mente para intentar aliviar los nervios. Creo que es más para evitar que salte de alegría como Heidi lo haría. Solo pensar que ahora estoy solo con Vanessa me hace querer bailar por todos lados; ahora que estamos en el centro comercial, esto parece una de esas típicas “citas” de novios. —Gracias por acompañarme Joe. —Creo que soy yo quien debe agradecértelo. Ya me estaba aburriendo solo en casa. —¿Qué no tienes familia? —Si, pero ellos están algo lejos. Solo me mandaron aquí para acabar mis estudios, aun que creo que es más para “cambiar de opinión” —¿Cambiar de opinión? —Es que no quiero estudiar medicina como mi padre, y creo que a ellos no les cayó bien la noticia. —¿Pues que es a lo que te quieres dedicar? —Quiero estar en una banda. —Que cosas dices… —¡Oye! —Pero dejémonos de tanta palabrería y vamos a divertirnos. Antes de que siquiera dirá un paso para seguirla, ella prácticamente me arrastró jalándome de la muñeca, fuimos a los “lugares de siempre”, y por “lugares de siempre” me refiero a las tiendas de ropa, no exagero cuando digo que estuve sentado frente a los mostradores de casi todas las tiendas del lugar, durante hora y media (tiempo que se acumuló entre todas las tiendas), viendo todos los conjuntos que Vanessa había escogido. ¿Qué es lo que le ven las mujeres a la ropa? Luego de eso, y “en recompensa”, ambos fuimos a una función de cine y si, terminamos viendo la película que ella quería ver desde hace meses, no se de que trató, por qué me quede dormido. Al momento de salir de la sala de cine, creí que ya habíamos terminado. Supongo que esto no fue una cita después de todo, solo fue una excusa para que yo cargara sus bolsas de las compras y sirviera de juez para la ropa. —Oye Joe. —¿Si?—dije cansado. —Vamos a una última tienda. Ahora si te prometo que será tu recompensa —Como no… —¡Oh, vamos!—Ella me tomó de la mano y me arrastró con ella. Al llegar al local de instrumentos musicales, me quede con la boca abierta al ver tanta variedad y parecía niño en juguetería moviéndome por todos lados. —Gracias Vanessa. —Bueno, cuando me dijiste que querías estar en una banda, inmediatamente recordé este lugar. Ambos nos sonreímos mutuamente. Sin duda es la mejor chica que me pude haber encontrado en este lugar.
Wao, al final Joe tuvo su recompensa. Cuando le dijo que quería pertenecer a una banda o hacer su banda, creí que ella era algo vacua, pues de inmediato sentí que había rechazado su ideal al pensar sólo en ella, pero no. Me llevé la gran sorpresa, tanto como Joe con ese hermoso detalle que tuvo para con él xD Qué linda muestra de agradecimiento por haberla acompañado, haberle tenido toda esa paciencia al estar ella de compras y que cargara sus paquetes, así que ha resultado ser una chica que sí se interesa por otros. Comprendo pues que él pensara al final que se ha encontrado a la mejor chica en ese lugar :) Saludos.
Tierno relato, me sentí muy identificado en esa parte en la que Joe se ve arrastrado a ir de tiendas, supongo que es algo que nos pasa a todos, jejeje. Al menos tuvo su recompensa, un gran detalle por su parte. Me gusta que en cada relato vayamos descubriendo más cosas sobre la relación entre Joe y Vanessa, son una pareja achuchable. Aunque en esta ocasión hay poca narración, la que hay es excelente, sobre todo el principio. Me pareció un acierto incluir esa cancioncilla y la forma en que muestras los nervios del chico. Y, como siempre, te dejo una corrección con las faltas que he ido viendo. Un saludo. ^-^ Contenido oculto: Corrección Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos con ocho, y ocho dieciséis. Repito aquella canción tan popular una y otra vez en mi mente para intentar aliviar los nervios. Creo que es más para evitar que salte de alegría como Heidi lo haría. Solo pensar que ahora estoy solo con Vanessa me hace querer bailar por todos lados; ahora que estamos en el centro comercial, esto parece una de esas típicas “citas” de novios. —Gracias por acompañarme Joe. —Creo que soy yo quien debe agradecértelo. Ya me estaba aburriendo solo en casa. —¿Qué no tienes familia? —Sí, pero ellos están algo lejos. Solo me mandaron aquí para acabar mis estudios, aunque creo que es más para “cambiar de opinión”. —¿Cambiar de opinión? —Es que no quiero estudiar medicina como mi padre, y creo que a ellos no les cayó bien la noticia. —¿Pues qué es a lo que te quieres dedicar? —Quiero estar en una banda. —Qué cosas dices… —¡Oye! —Pero dejémonos de tanta palabrería y vamos a divertirnos. Antes de que siquiera diera un paso para seguirla, ella prácticamente me arrastró jalándome de la muñeca, fuimos a los “lugares de siempre”, y por “lugares de siempre” me refiero a las tiendas de ropa, no exagero cuando digo que estuve sentado frente a los mostradores de casi todas las tiendas del lugar, durante hora y media (tiempo que se acumuló entre todas las tiendas), viendo todos los conjuntos que Vanessa había escogido. ¿Qué es lo que le ven las mujeres a la ropa? Luego de eso, y “en recompensa”, ambos fuimos a una función de cine y sí, terminamos viendo la película que ella quería ver desde hace meses, no sé de qué trató, porque me quedé dormido. Al momento de salir de la sala de cine, creí que ya habíamos terminado. Supongo que esto no fue una cita después de todo, solo fue una excusa para que yo cargara sus bolsas de las compras y sirviera de juez para la ropa. —Oye Joe. —¿Sí?—dije cansado. —Vamos a una última tienda. Ahora sí te prometo que será tu recompensa —Cómo no… —¡Oh, vamos!—ella me tomó de la mano y me arrastró con ella. Al llegar al local de instrumentos musicales, me quedé con la boca abierta al ver tanta variedad y parecía niño en juguetería moviéndome por todos lados. —Gracias Vanessa. —Bueno, cuando me dijiste que querías estar en una banda, inmediatamente recordé este lugar. Ambos nos sonreímos mutuamente. Sin duda es la mejor chica que me pude haber encontrado en este lugar.