Romántico B de Buenas noches [Dias del abecedario 3.0]

Este es un relato para la actividad días de abecedario.
Espero que les guste, realmente me esforcé en este escrito. Espero no les moleste la pareja.
No esta el Género, pero es algo de familia, puse romance amor por según yo era lo que màs se acercaba.

B de Buenas Noches​

19: 43​

Y esta era una noche común en aquella casa. Con una familia un poco fuera de lo normal, con dos madres de aspecto joven y un pequeño niño que está cerca de cumplir sus cinco años. Esa noche como es costumbre en aquella casa antes de dormir el pequeño pedía un cuento.

—Y entonces el pequeño gatito corrió por el bosque... —Continuaba con el cuento, la madre de lentes con la voz llena de emisión. —Bajo las estrellas apenas visibles tras las ramas de los árboles…

El niño de ahora exactamente cuatro años y medio, la miraba expectante con los ojos muy abiertos mientras se apretujaba contra el costado de su otra madre, quien lo rodeaba con los brazos mientras miraba fijamente a los ojos acaramelados de su esposa, una joven de largos cabellos castaños y rizados, de tez blanca con un puñado de pecas que sus lentes disimulaban a medias, sonreía mostrando sus blancos y rectos dientes. Era hermosa aun en piyama.

—…El pequeño gatito corrió hasta que estuvo muy lejos de su hogar... —Continuo la madre que abrazaba al niño.

El pequeño abrazo más a su amorosa madre mientras, la joven junto al pequeño era una mujer de tez muy pálida, de cabellera morena lacia y espesa, todas sus facciones son extremadamente delgadas, su nariz respingada, con sus finos y azules ojos.

—…Los padres del pequeño gatito lo buscaron por todas partes, pero no lo encontraron. —Retomo el cuento la mujer de los lentes. —El pequeño gatito se había perdido en la inmensidad del bosque…

Los ojos azules de la morena se clavaron con frialdad en los de la castaña. Ambas ya habían hablado sobre aquello. El niño seguía expectante por la historia.

—… Pero el bosque era acogedor, se podía sentir la brisa que movía suavemente el pelaje del gatito, se podían sentir cualquier tipo de olores. —Siguió la madre de los ojos azules mientras acariciaba la cabeza del niño. —Las estrellas y la luna iluminaban el camino del pequeño gatito…

—… El pequeño gatito siguió caminando, incluso cuando la luz de la luna ya no pudo seguirlo… —Tras sus lentes aquellos ojos pequeños y melados se movían traviesos, pasando de su hijo a su esposa. —Siguió muy tranquilo, porque él era un pequeño gatito era valiente…

Con cuidado castaña se acerca un poco más a su familia, mientras que el niño abre aun más sus pequeños ojos y su pareja le dedicaba una bonita sonrisa a medias para después mirar de rejo el reloj.

—Amor, ya es hora de que Ian vaya a dormir. —Dijo algo apenada la de ojos azules mientras poco a poco se mueve para bajar de la cama.

—¡Pero amor! —Se queja la castaña haciendo un puchero.

—¡Pero mami! —Dice el niño al igual que su madre, mientras se giraba para dedicarle un puchero a medias.

La morena ríe ante la reacción de su familia mientras se pone de pie. La castaña y el niño se miran cómplices y sonríen con malicia.

—Esta vez no me van a convencer. — Dice muy segura.

— Por favor, si… — Dicen ambos al unísono alargando el “si” y dedicándole un puchero aún más grande.

—Ya les dije que no…—Murmura la morena desviando la mirada. —Pero les prometo que mañana terminaremos.

Resignados, la castaña se levanta y el niño se recuesta bajo las cobijas. La de ojos azules se acerca a arropar al niño, mientras que la castaña va en busca del conejito de peluche y se lo entrega. Ambas le dan un dulce beso.

—Buenas noches, Ian. —Dicen ambas con una voz llena de amor.

—Buenas noches… —Dice el niño adormilado abrazando al conejo de peluche.

Ambas sonríen al ver a su hijo, se acercan a la puerta y apagan la luz, dejando la pequeña lámpara encendida que proyectaba pequeños conejos y lunas. Salen y dejan la puerta entre cerrada.

Ya en el pasillo la morena mira algo molesta a su esposa.

—¿Me puedes decir que hice ahora, Valentina? —Cuestiona la de los lentes levantando una ceja.

—Ya te dije que no le digieras cosas que lo asusten. —Dice mirándola a los ojos. —No quiero que se asuste y se pase a media noche a nuestra cama. Estoy cansada, Paula.

—Gatita, el ya no es un bebé… —Dice con mucha calma Paula. —No se va a asustar, y cualquier cosa yo me hare cargo.

—Está bien, Conejita. —Dice ya cansada de forcejear. Abraza a la castaña.

…​

12: 21​

—Mamá, mamá. —Se escucha una voz desde el pacillo.

—Yo voy, tranquila. —Dice la de cabellos rizados mientras se coloca los lentes. Se pone en pie y se dirige hacia la puerta. —¿Hijito, que pasa? ¿Estas asustado?

—No… no mamá, solo es que necesito que me acompañes. —Dice inocente y sincero el niño.

El pequeño guía su madre hasta su habitación. Ella prende la luz y mira a su hijo, hasta aquel momento no había visto lo grande que estaba, el niño se había estirado era alto y flacucho, de tez clara y ojos azules. Al igual que ella poseía un puñado de pecas sobre su nariz y su cabello azabache era ondulado. Sonrió al verlo.

—¿Qué es lo que necesitas, Ian? —Pregunta la castaña acercándose al niño para tomarlo del hombro.

—Mamá… solo es que ¿Podrías encender la luz del baño? —Dice el niño algo avergonzado.

Paula ríe un momento y se adelante para prender la luz del baño de su hijo.

—Listo. —Dice dejándolo pasar. —Ian, estoy orgullosa de ti, ¿lo sabias? Y es por que fuiste muy valiente esta noche.

El niño sonríe antes de entrar al baño mientras bailotea, aun no quiere terminar la charla con su madre.

—Es que ya no soy un bebé, Mamá. —Dice el niño apresurándose a entrar al baño, Paula le dedica una sonrisa. —Soy un gatito valiente,

—Sí, sí que lo eres…


Fin.