Long-fic Amigo imaginario, amor verdadero.

Amigo imaginario, amor verdadero.

Prólogo
La Cajita de Cristal
​

Sonrió complacida al abrir la pequeña cajita de cristal frente a ella. Una hermosa y dulce melodía resonó por toda la habitación; había añorado aquella cajita musical desde el día que saliera con su madre al centro comercial y la viera en los acaparadores de una pequeña tienda de objetos antiguos. Kagome Higurashi, una pequeña niña que cumplía siete escasos años esa misma tarde, era una persona muy alegre y soñadora a quien le encantaba mucho dibujar. Su madre, Naomi Higurashi, una recién viuda, había hecho lo posible por conseguir aquél objeto que ahora mantenía hechizada a su pequeña niña.

La antes mencionada viuda esperaba un hijo varón por lo que no podía costear objetos de tanto valor pero, para no decepcionar a su hija quien había perdido un padre, había hecho todo lo humanamente posible por comprarle ese detalle..... y más.

Desde la tarde que Kagome recibió aquella cajita musical, no puedo evitar notar una extraña entidad que la observaba desde una esquina en su habitación. Pasaba noches atemorizada y se iba a recostar al lado de su madre con miedo a ser devorada por aquella criatura... hasta que finalmente, una lluviosa noche, la pequeña niña encontró aquella entidad que observaba tembloroso hacia la ventana. La pequeña se compadeció de su frío y le ofreció su amistad y cobijo incluso cuando estaba conciente que no era real... no para ella, no para su madre, no para el resto del mundo; pero sabía perfectamente que existía algo real en aquella criatura... alguna clase de insignificancia que aún no notaba; aunque, como bien dicen, tarde o temprano se aprende.

Mucho gusto, soy nueva en este foro y este es mi primer Fan Fiction. Les agradecería mucho sus comentarios y sugerencias y el que pasen a leer mi fic me halagaría mucho. Espero hayan disfrutado de este corto prólogo y le den seguimiento a mi historia.

Se despide:

-Wiikii ;)
​

 

Re: Amigo imaginario, amor verdadero.

Capítulo I​

El reflejo en la cascada​

Lo observó detenidamente antes de poder reaccionar. Se paró frente a él, asustada, con el sudor en la frente y con inmenso terror; podría atacarla en cualquier momento, lo sabía, pero no permitiría que aquello continuara lastimándolo, ¡ni pensarlo! Era su amigo, o por lo menos eso creía ella. Se acercó cautelosamente al rincón donde se encontraba hecho un ovillo y quitó aquellos pedazos de vidrio y metal ensartados en su espalda, con suma delicadeza.


Gruesas lágrimas se derramaron de sus ojos y resbalaron por sus palidecidas mejillas. Sabía que lo estaba perdiendo; había tanta sangre derramada que sería, incluso para él, imposible reponerse con aquella extraordinaria velocidad que tenía para curarse. Abrazó su inerte cuerpo como si tratase de transmitirle calor corporal para que se repusiera; infructuoso esfuerzo resultó aquello ya que, no sólo no lo había calentado, sino que ahora sus ropas manchadas de su sangre la hacían blanco fácil y vulnerable hacia cualquier ataque….


Se despertó apresuradamente y resoplando agitada; las suaves y blancas sábanas de seda se pegaban a su piel a causa del sudor… había sido un sueño. Se sentó a orillas de su cama y se estiró dando un sonoro bostezo. Metió sus delgados y blancos pies en sus cómodas pantuflas con forma de conejos rosados y se dirigió al baño; lavó su cara y se miró frente al espejo por unos momentos: tenía ojeras. Se había mantenido la noche anterior despierta puesto que debía entregar un reporte de gran importancia y, por si fuera poco, estudiar para un examen acerca de la Psicosis, su clasificación, síntomas, etiología, etc. Todo aquello se sumaba a la enorme lista de deberes que la pobre Higurashi debía cumplir al pie de la letra.


Después de todo, ser una estudiante universitaria de psicología en su tercer año, trabajar en por las noches como camarera en un boliche, llevar a su hermanos a la secundaria y llevar a su madre a las consultas médicas diarias –presentaba diversos problemas de los cuales aún no se distinguían síntomas exactos-, no era vida fácil.


—Akago, ¿dónde está Sota? —preguntó la pelinegra al acercarse a uno de sus hermanos.


Akago había sido abandonado frente a la casa de los Higurashi cuando tan sólo era un bebé de, aproximadamente, seis meses y Naomi había decidido adoptarlo; estaba consiente que no tenía suficiente capital para costear los gastos de su pequeña hija y del bebé que nacería en tan solo un mes, en aquél entonces, pero su naturaleza amable y cariñosa, típica de una madre, la hizo llenar los papeles por el pequeño de cabellos y ojos violáceos y llevarlo consigo a casa.


—No lo he visto, hermana. Talvez se encuentra en su habitación durmiendo… como siempre. —contestó respetuosamente; siempre había actuado de esa manera pues alegaba que no merecía tratarlos con mayor confianza al no tener lazos de sangre con ellos.


Kagome esbozó un largo y sonoro suspiro, al momento que su mano chocaba con su frente a modo de resignación.


—Siempre es lo mismo. Me pregunto cuándo aprenderá a no ser tan haragán —farfullaba mientras subía las escaleras en dirección a la habitación del menor de los tres hermanos.


—Eso nunca —murmuró el de orbes claras, para sí mismo.


Continuó comiendo su cereal hasta que se sintió observado. Efectivamente, Naomi lo observaba con una enorme sonrisa desde el marco de la puerta; había escuchado aquella conversación. El nervioso adolescente de casi catorce años se levantó al verla e inclinó su cuerpo en forma de saludo, respetuosamente.


—Buenos días, madre. Veo que ya se siente mejor; ¿ha dormido bien? —preguntó con completa reverencia y educación.


—Si, no te preocupes, pequeño —murmuró al momento que tomaba asiento a su lado y le hacía una señal para que hiciera lo mismo. —Dime, ¿qué quieres para tu cumpleaños? Sé que aún faltan dos meses pero me gustaría saberlo para ahorrar dinero y comprártelo.


—No se moleste, no es necesario que gaste su dinero en un regalo para mí. —replicó con un claro nerviosismo.

La sonrisa dibujada en el rostro de Naomi se hizo más evidente y enorme. Acarició la cabeza del violáceo y depositó un dulce beso en su frente.


—Deberías subir y ayudar a tu hermana. Despertar a Sota es todo un desafío —dijo con una marcada gota de sudor sobre su cabeza.


—Sí.


—¡Sota, no pienso repetirlo, levántate de una buena vez! —gritó la encolerizada pelinegra, quien ya estaba al borde del colapso.


—Hermana, déjame intentarlo —dijo el de cabellos claros al momento que ingresaba a la habitación.


—De acuerdo, Akago, hazlo tú. Francamente no entiendo cómo haces para despertarlo —aquello último había sido un murmullo casi para sí misma.


El aludido se colocó a un lado de la cama de su hermano menor, tomó el colchón con fuerza y lo empujó hasta que cayó en el suelo al otro lado de la cama.


—Ay…. mierda.


—Buenos días, Sota —musitaron al unísono.



—¡Disculpa, en serio! No fue mi intención quedarme dormido pero me quedé despierto hasta altas horas de la noche —se excusaba el pelinegro, quien poseía un enorme chichón en la cabeza, y quien iba en su patineta al lado de sus hermanos.


—Sí, cómo no, ¡eso dices siempre! —replicó una enojada pelinegra.


—Y, por cierto, ¿a dónde crees que vas con esa patineta? Sabes perfectamente que son prohibidas en la institución —musitó el de cabellos claros con completa seriedad.


—¡Joder! Esos profesores no podrán quitármela, tengo un escondite secreto donde no encontrarán jamás esta preciada patineta —explicó maquiavélicamente.


—Cuida tu lenguaje, Sota. Si mamá te llega a escuchar decir esas palabras te castigará por un mes —replicó la mayor de los tres, quien caminaba al lado del de cabellos claros.


—¡Joder! —pensó con desdén.


—¡Es verdad, debía pasar por la casa de Sango para que me entregara mi USB! —exclamó con completo pánico.


—Jo, ¿y qué piensas hacer? —preguntó un curioso pelinegro.


—Akago, Sota, tomen: es suficiente dinero para que tomen el bus. Akago, vigila a Sota —dijo casi en una orden mientras se daba la vuelta apresuradamente y comenzaba a correr en dirección a la casa de su amiga.


—¡Espero llegar a tiempo, espero llegar a tiempo! —pensaba mientras aumentaba la velocidad a cada paso que daba. —¡Perfecto, un atajo!


La pelinegra se metió por un camino el cuál creía un atajo. Se trataba de un camino empedrado en medio de un enorme y frondoso bosque el cuál, según ella, era el mismo que conectaba al parque que quedaba cerca de la casa de su castaña amiga.


Se detuvo resoplando a descansar un poco. Miró su reloj: había corrido por diez minutos y aún no había señal del sendero que guiaba a la casa de Sango. Se alegró al escuchar el sonido del agua; seguramente había algún río cerca para refrescarse.


—¡Es verdaderamente hermoso! —exclamó maravillada con aquella espectacular vista.


Se trataba de una amplia laguna de aguas cristalinas. Una inmensa catarata caía como arcoíris de agua; iluminado por los intensos rayos del sol que hacían ver millones de colores resplandecientes en aquella majestuosa caída de agua. Kagome se acercó extasiada para beber de aquella agua tan clara y transparente como el mismo cristal; podía ver hermosos peces de colores nadar tranquilamente e incluso algunas tortugas de colores exóticos.


Pero lo que más llamó la atención de aquella pelinegra se trataba de una extraña silueta que la observaba como si estuviese vigilándola. Brillaba incandescentemente al igual que el agua que caía de la cascada, tal y como las estrellas nocturnas que iluminaban las tranquilas noches en aquella zona de Tokio.

Siete estrellas que,​

Dispersas en el cielo azul están​

Me parecen vigilar y si en algo voy a errar​

Con su luz a la verdad sin duda me guiarán​

Kagome se acercaba lenta y cautelosamente. Tenía la sensación que la ahogaba, como si se tratase de un simple reflejo en el agua. Había perdido la cordura. Ya ni siquiera sabía diferenciar si aquello era real o simple fantasía… tal y como nunca pudo hacerlo cuando abría su cajita musical y observaba aquella criatura: su “amigo imaginario”.

Este mundo material ahogándonos,
Impide ver la realidad
Hay que descubrir el gran valor de la amistad
Rodeándonos

—¿Será él, acaso? Es imposible; mamá solía decirme que no era real por más que yo pudiese verlo. Es… es imposible que pueda verlo. Mis amigos siempre dicen que si no creo en algo jamás podré verlo, pero si creo en ello seré capaz de hacerlo. ¿Qué querrán decir con eso? ¿Acaso es un espíritu? —se preguntaba mientras se acercaba a él cada vez más.

Siempre es mejor y de mucho más valor ​

Todo aquello que no ves más sin embargo en ello crees Pues lo espiritual saldrá triunfante al final Es justo ya que su valor le des​

—¿Qué es todo esto? ¿Acaso ya perdí la cordura? Inaudito: una estudiante de psicología que muestra claros síntomas de locura. ¡Mierda! Brilla demasiado, no puedo ver bien, creo que me voy a desma…

Sea la amistad el amor o la verdad Cosas duras que se encuentran solo en la eternidad ¡Estrellas ilumínenme! Y que pueda distinguir Que dirección deberé seguir ¡Estrellas ilumínenme! Y que pueda distinguir Que dirección deberé seguir.​

Hola, muchas gracias a todas aquellas que lo leen y lo comentan. Les agradezco su tiempo y espero que también hayan disfrutado de esta continuación. También habrán notado que utilicé la canción de opening "Grip!" de Inuyasha para guiarme en la última escena.Se despide –Wiikii ;)