Microrrelato Ñ de Ñoño - [Días de Abecedario 3.0]

Él era un ñoño, un pequeño niño rata de pies a cabeza tan vulnerable como una polilla. Sin embargo, tenía una misión especial con la criatura y no solo porque su madre se lo había encargado. Como hermano mayor era simplemente su deber cuidarlo y espantar a su vez, los peligros futuros que se le presentasen; el primer día de clase siempre era realmente aterrador, sobre todo para alguien como su hermanito.

Un blanco seguro.

Sin embargo, existía una ley natural para todos los hermanos mayores, y esa era que solamente él era el encargado de hacerle la vida imposible. Por lo tanto, todo aquel que se atreviera a tocarlo u ofenderlo siquiera, estaría en graves, graves problemas.

Lo que no había esperado era que todo de alguna manera, se hubiera salido de control.

—Aunque me conmueve su historia, señor Venegas, eso no significa que pueda o tenga el permiso requerido para resolver las cosas con los puños.

—Detalles, simples detalles.

—Será mejor que vaya a detención ahora. —Comentó la directora con cierto cansancio. —Oh, y súmese dos días de ayuda comunitaria. La señora Rodríguez siempre tiene algún trabajo en la cocina. —El muchacho asintió y salió de la oficina en cuanto la directora le dio el permiso para hacerlo; su hermano lo estaba esperando en las sillas de espera del pasillo, ahora solitario. Cargaba con su mochila y la suya, acompañado de una sonrisa agradecida plasmada en su aniñado rostro, eso le hacía pensar que el ojo morado que llevaba consigo como recuerdo, simplemente había valido la pena.

—Camina, enano.