Long-fic Falsa alarma [Margarita Nieves|Gakkuo Rolplay]

Azul.

Oscuro.

Nada.​

... ¿Estaba... bien?

Si.
Estas bien.​

¿Estoy... bien? Una sonrisa de la más pura satisfacción empezó a cubrir paulatinamente mis labios, mis ojos se entornaron llenos de emoción, notando cada vez como la iluminación del cielo disminuía y disminuía cada vez más.

Contenido oculto: Killer in the mirror

—Jeje... jejeje... ¡Jajajajajajaja! —desinflé el pecho, lo volví a inflar, y es que no recordaba la última vez que me había reído con tantas ganas; ¡estaba viva! ¡Joder, estaba más viva que nunca en mi jodida vida! Y solo podía reír, una sonrisa genuina, sincera, melodiosa y...

Diablos, el aire. Ahora era una risa entrecortada mientras tomaba asiento, con una mano en el estomago, con la vista perdida; porque veía, pero no era capaz de centrarme más que en todas las emociones que me invadieron de repente.

Y las voces.

¿Voces?​

Mi rostro se puso serio; miré al frente, un poco más erguida como correspondía sin levantarme.

Idiota.​

Y me cacheteé una mejilla, con fuerza y precisión, con un sonoro "Paf".... y me quedé estática, confundida y mus desconcertada.

¿Eres descuidada o qué?​

Eso fue peligroso.​

¿Peligroso?

¿Me estaban hablando a mí?

¡¿Quién diablos me estaba hablando a mi?! Demonios, otra sonrisa extraña empezó a formarse con mis labios, estaba muy desconcertada pero ahí me invadían las ganas de reír otra vez.

—Je... jeje...— Y me reí muy silenciosamente, más parecía estar convulsionando o qué sé yo, pues con suerte y unas "i" raras lograba escuchar de mi propia risa, mientras volvía a echarme con cuidado hacia atrás, con una mano sobre el vientre y la otra aún en mi mejilla.

El callejón estaba vacío, era espacioso, seguro era de esas calles que no eran calles en sí, pero los autos pasaban igual. Me quedé un rato ahí, recuperando la respiración. Quién me fuera a encontrar en ese estado...

Que puta vergüenza.
Vámonos.
Párate y camina.

Anda, apúrate. ​

Fruncí el ceño extrañada, soltando el aire contenido por la nariz, en un suave bufido... Eran mis pensamientos, ¿no? Debían ser mis pensamientos. Me fui reincorporando de a poco, levantándome muy despacio, precavida. Giré sin prisas sobre mi eje, observando todo a mi alrededor. Efectivamente, no había nadie. Me crucé de brazos, con una cara de mal genio notable, pero por dentro más que nada... tenía escalofríos. Joder, que mal rollo, ¿no? ¿Esquizofrenia? No, no puede ser, negué con la cabeza ante esa idea y volví a suspirar por la nariz, irguiéndome correctamente, manos en las caderas. Observé el final del callejón, este daba a una calle más grande que el callejón mismo. Caminé hacia allá, no sé sí volvería a casa, pero quieta no me podía quedar.

¿Eran ideas mías, o ya no se escuchaba nada?, ¿entonces... sí fueron mis pensamientos, mis ideas? No... no lo sé. Solté un gruñido mientras me rascaba con brusquedad las raíces del cabello, haciendo una mueca de confusión, nunca perdiendo mi ceño fruncido.

¿Se dio cuenta?
​

¿De qué me di cuenta?

—Ahhhg, maldita sea, cállense —mascullé despacio, encorvándome muy hurañamente mientras soltaba un gruñido bajo, hundiendo las manos en mis bolsillos para luego soltar otro bufido. Ya estaba en la calle con multitud cerca, recién había salido del callejón...

Y juro... que alguien dijo "Sí nos escuchó"

Contenido oculto

Chicas, no sé sí saldré de esto cuerda XD

 

Contenido oculto: Because of you

Caminé, caminé; me erguí, tomé confianza, porque empezaba a ponerme nerviosa, así que tenía que respirar más lento, calmar los nervios. Paseé por las veredas iluminadas del pueblo, me dirigí instintivamente a la periferia, todos los caminos llevan a roma, así que tan difícil no debía ser encontrar el borde de la ciudad. Porque eso me gustaba, ¿no? Estar al borde, quedarme en el límite, tener una amplia vista de todo lo que tenía alrededor; sin nadie tras mi espalda, todo delante mío, que avariciosa.

Seguí caminando, a veces mirando tras mi espalda; seguí caminando, a pesar de que a veces trotaba por un buen rato. Seguí andando, a pesar de que a veces me quedaba en blanco, moviéndome no sé con que tipo de magia corporal; seguí avanzando, a pesar de que más allá de encontrar un límite, no tenía meta. No había nada que superar, no quería superar nada aún, ¿verdad? La línea de meta, esa que vi en clases y traspasé, para que luego...

Todo se fuera a la mierda.

Sorbí, lloré en silencio, el lugar ya era bastante vacío después de todo. Me pasé las mangas del cárdigan por mis ojos cerrados, hacía frío, pero al menos sentía que podía estar despierta un tiempo más gracia a eso. Caminé, caminé, parece que había llegado a una villa o algo así, esas casas que se replican y se replican, todas vienen dónde mismo y la gente parecía seguir rutinas similares. Ni idea, para mí las casas siempre terminaban influyendo en quienes vivían dentro, tal vez por que...

El orfanato...

La casa de mis padres era muy vieja, como de antaño, pero estaba también muy bien mantenida. Pensaba eso mientras hacía equilibrio en el relieve que mantenía calle y vereda separadas; equilibrio, no era equilibrada, pero tal vez en realidad sí que era buena... ¿trapecista? No, equilibrista... ¿eso me hace equilibrada?

No, yo no... Yo sí que soy trapecista, por algo pude saltar el muro. Aunque ahora, aunque sea poco e igual perdí el equilibrio unas tres veces, puedo afirmar que soy igual de equilibrada que un peque de 8 o 5 años que juega a no caerse de estas líneas piedrosas y rectas. Solté una risa enternecida ante el pensamiento, eso sí, con poca gracia. La imagen de Jacob sujetando con firmeza, pero delicadeza, mi mano mientras hacia esto me cubrió la mente.

Y de repente era de mañana, en invierno, en el pueblo perdido en el norte de America; yo aún estaba con Jacob, y ahora yo sé que el era inmensamente feliz conmigo. Empecé a llorar en verdad feo ante el pensamiento, así que al primer árbol que me encontré en esa zona algo más cerca de la ruralidad, me fui a acurrucar entre sus raíces. Era como un animalito, ¿no? En realidad tiendo a mantener distancia de los animales, pero también de los humanos. Me puedo comunicar con humanos, pero al mismo tiempo a veces empatizo más con los seres no-pensante que son los animales.

Es complicado, y triste a la vez, pero solo por que los demás me pueden denigrar sí supieran eso. Avariciosa como un cerda, lujuriosa como una coneja, tacaña como un zorro, iracunda como un dragón de cómodo, perezosa tal caracol. Y había tres más, pero hasta ese punto me cansé de contar y comparar, para proceder a limpiar otra vez mis ojos con la lana negra del cárdigan que tejió Lily, y luego la nariz moquienta con las palmas de mis manos. Tampoco era la gran cosa, no estaba resfriada, aunque me ardía la cabeza y mi cuerpo estaba entumido.

"Volveré tarde" fue lo único que le escribí a Lily, pero bueno, tal vez ya me había excedido mucho, pues la luna se veía sin problemas y yo no tenía idea de dónde me encontraba. Solté un pesado suspiro, lista para buscar mi camino...

de vuelta a casa.​

A mi nuevo hogar.

Contenido oculto: Recrear