Explícito Everybody has secrets [Gakkou Roleplay | Emily x Anna | One-shot]

Título: Everybody has secrets.
Fandom: Gakkou Roleplay.
Personajes: Emily Hodges, Anna Hiradaira.
Palabras: 4416
Summary: "Va a venir Anna-chan a pasar la tarde y luego se va a quedar a dormir~"
N/A: TBH, no diré nada bc esto es de las novias y ya sabéis qué son un mess de gayness so just enjoy | Contenido explícito: escenas de sexo entre dos chicas | Gigi Blanche uwu <3

Everyone has secrets
Don’t tell anymore
Let’s pretend nothing happened
and you didn’t hear anything.​

Tenía que admitirlo, Emily estaba demasiado contenta y no tenía manera alguna de esconderlo.

Se había despertado y prácticamente había estado cantando todo el día mientras se movía por la casa, preparando el sitio para la tarde, sin perder la sonrisa en ningún momento.

—¿Por qué tan contenta, Em?

La chica se encontraba en la cocina, sacando un par de boles para echar dulces o patatas en las mismas cuando su hermano entró en la cocina, haciendo que girase la cabeza para mirarlo.

—¿Por qué~? ¿No te lo he dicho? —el chico negó con la cabeza mientras se acercaba a la posición de la morena—. Va a venir Anna-chan a pasar la tarde y luego se va a quedar a dormir~

—¿Anna-chan? ¡Genial! Podremos tener nuestro juego de revancha.

Fred intentó entonces colar la mano en un bol para coger una chuchería pero Emily tuvo los reflejos más rápidos y pudo darle un manotazo antes de que consiguiese su objetivo, cogiendo la vajilla segundos después para llevarla al salón.

—Nada de eso, tú no vas a estar aquí.

—¿Eh?

El mayor la siguió, genuinamente confundido. Pero él no tenía ningún plan, ¿de dónde se había sacado que no iba a estar ahí?

—A ver, cariño, sabes que te quiero mucho pero… —Emily comenzó a explicar, en tono suave, acercándose de nuevo al chico con una sonrisa amable—. No están ni mamá, ni papá, ni Alice… así que estaba pensando que podrías hacerte algún plan y dejarnos la casa sola~

—Ugh, Em, no me hagas ojitos —se quejó él entonces, apartando la mirada al notar como la chica comenzaba a utilizar su técnica.

Pero no importaba hacia dónde decidiese mirar, aquel par de orbes violáceos lo recibían con una expresión de cachorrito abandonado que le era imposible ignorar.

>>Está bien, veré a donde puedo ir… —Emily dio un saltito emocionada al escucharlo—. ¡Pero al menos deja que la salude antes!

—Fine, fine~ —aceptó, levantando las manos de forma inocente, a lo que su hermano levantó una ceja, escéptico.

—Se te ha empezado a pegar el inglés de tus amiguitos…

Emily sintió entonces como sus mejillas enrojecían y se dio la vuelta de manera brusca, con dirección a la cocina.

—D-deberías alegrarte de que sepa más inglés, ¿s-sabes?

—Ah, la verdad es que pensaba que no os daba mucho tiempo a hablar, así que me sorprende un poco~

—Cállate.

A pesar de su inicial molestia, haber solucionado aquel pequeño detalle de su hermano acabó haciendo que retomase las tareas con más alegría que antes si es que era posible.

Pidieron algo para comer en un restaurante cercano y decidieron pasar las horas antes de que Anna llegase tirados en el sofá, con una película cutre que estaban echando en la tele de fondo mientras ellos se dedicaban a revisar sus teléfonos móviles.

—Hacía mucho que no estábamos así, ¿verdad, Em?

La chica levantó el rostro del aparato cuando escucho la voz de su hermano y lo miró con una sonrisa melancólica, asintiendo con la cabeza.

—Creo que desde que nació Alice —contestó, con una ligera risa—. La quiero mucho, ¿sabes? Pero a veces…

Me gustaría que no hubiese nacido.

>>Es muy ruidosa, ¿no crees?

—Es aún una cría, tiene más energía de la que nosotros dos tendremos nunca.

La morena volvió a reír, asintiendo con la cabeza, antes de volver la atención al móvil.

Estaba bien, de todas formas, tener aquellos momentos de paz junto a Fred. Podían simplemente hacer cada uno sus cosas, pero haciéndose compañía, y estaría bien. Tenían esa clase de relación.

Sea como fuere, el timbre de la puerta no tardó en sonar y Emily prácticamente saltó del sofá para ir a abrir la misma.

—¡Annie! —exclamó, tirándose a sus brazos con efusividad en cuanto la vio.

Bien podría haber sido el cartero, lo que hubiese sido bastante gracioso, pero para su suerte fue su amiga la que le devolvió el abrazo con una risa cristalina.

—Vaya, Emi, ¿tanto me has echado de menos desde ayer~?

La nombrada se separó, con una ligera sonrisa avergonzada, y se rascó la mejilla. No dijo nada más, sin embargo, solo se enganchó de sus manos y la arrastró hasta el interior de la casa.

—Anna-chan, buenas~

—¡Eh, big bro!

Fred se agachó un poco para poder chocarle el puño a la chica, justo después de que Emily la soltase para darle algo de aire.

>>¿Te quedas también?

En aquella ocasión Anna no pudo evitar echarle un vistazo de reojo a Emily también, con algo parecido a la duda tiñendo su rosado.

Creía que estarían solas…

—Tranqui, Anna-chan, ya ha conseguido Em echarme de casa para el finde —contestó, con un fingido tono de tristeza, provocándole una risilla a su hermana—. Y como soy un hermano cool, os dejaré en paz. Ya sabéis como va esto: nada de traer chicos, ¡o chicas!, a casa, nada de alcohol, nada de fiestas, acostaos temprano y, sobre todo… ¡no uséis mi consola!

El joven enumeró toda la lista mientras recogía sus cosas del salón para comenzar a dirigirse hacia la salida después, siendo empujado por Emily por la espalda y ambos seguidos por una divertida Anna.

—Sí, sí, lo que digas~ Venga, pásalo bien y no llames mucho.

Emily cerró la puerta justo después de empujar al chico fuera, en un claro ambiente bromista a pesar del intento de parecer realmente serios con sus acciones.

Se giró sobre sus talones y las manos tras la espalda, sonriendo dulcemente.

>>¿Jugamos a la consola~?

Anna se apartó un poco e hizo una inclinación algo exagerada, indicándole a Emi que se adelantase.

—Ladies first~

Y así es como su fin de semana de diversión comenzó con un campeonato por ver quién se cargaba más zombies.

—Jo, Annie, este juego es muy difícil —se quejó Emily, dejándose caer hacia un lado en el sofá con expresión derrotada, tras un rato jugando.

Anna soltó una risa enternecida antes de inclinarse sobre el cuerpo de su amiga hasta darle un par de palmaditas cariñosas en la cabeza.

—Es cuestión de práctica. Lo has hecho mejor que la última vez~

Bueno, ¿qué podía hacer? A cualquier otro le hubiese restregado su victoria sin ninguna culpa pero Emily le causaba demasiada ternura y simplemente no podía ser cruel.

Se inclinó un poco más hasta alcanzar su oreja con los labios, sonriéndose.

>>Pero he ganado, ¿cuál es mi premio~? —le susurró, relamiéndose después mientras observaba su reacción con detalle.

…no demasiado cruel, al menos.

—¿Tu premio? —repitió la otra, girando ligeramente la cabeza para encararla, bajando la vista hasta encontrarse con las sonrisa de sus labios—. ¿Qué te gustaría?

Pero Emily ya estaba acostumbrada a ella.

—Eso no es divertido, Em —siguió hablando Anna, sin inmutarse ante la cercanía de su boca, y le pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja—. Tienes que dármelo tú~

—Hm, está bien. Tu premio es… ¡decidir la peli que vamos a ver!

Aprovecho la sorpresa inicial de la otra para liberarse de su pseudo-agarre y bajar del sofá, recogiendo los ahora vacíos boles para llevarlos a la cocina con una sonrisa divertida.

Anna chasqueó la lengua, aunque una sonrisa jocosa decoraba sus labios por igual, y se incorporó en el sitio para alcanzar el mando de la tele y encender la misma.

Mientras buscaba una película decente en Netflix, un parpadeo repentino acompañado de un sonido típico de notificación de mensaje llamó su atención y desvió la mirada hacia el teléfono móvil de Emily.

—¡Em! ¡Tienes unos mensajes!

—¿Puedes mirarlos, por fi?

—Claro~

Así pues, Anna dejó el mando a un lado y se hizo con el aparato para desbloquearlo y entrar a la aplicación de mensajería.

—¿Y~? —la voz de Emily le llegó desde la cocina, despreocupada.

Menos mal que no estaba viendo la sonrisa maliciosa que se le había plantado a su amiga.

—Pues tienes uno de Katrina que dice, y cito textualmente, que la gringa y el inglés preguntan si vas a salir con ellos esta noche.

Aunque si el interés era de ellos, ¿por qué le estaba preguntando Katrina? A saber~

—Eh, pues dile que esta noche no puedo y que lo siento, otro día.

Anna tipeó rápidamente la respuesta y volvió hacia atrás, abriendo el otro chat que tenía un mensaje nuevo.

—Mini Ishi pregunta si vas a ir mañana al templo, que su abuela quiere saber y que te está esper-

Las palabras de la chica se cortaron a la mitad cuando sintió que el móvil prácticamente desaparecía de sus manos. Cuando levantó la vista se encontró a una acelerada Emily que tenía que haber venido corriendo y que estaba escribiendo con una rapidez impresionante.

>>¿Eh~? ¿Me estáis guardando secretos~?

Sin inmutarse demasiado por los claros nervios de la otra, Anna se puso en pie y la rodeó hasta que al atrapó por la cintura con sus brazos, mirando la pantalla del móvil por encima de su hombro.

—N-nada de eso… —murmuró, sin apartar la vista del teléfono y apretando un poco más el agarre del mismo.

—¿Entonces?

—Es solo que… —suspiró—. ¿Sabes que en su templo suele haber muchos gatos? Pues el otro día encontramos a una que se encariñó bastante conmigo y luego descubrimos que estaba embarazada así que estamos intentando cuidarla y ayudarla…

Tenía que admitirlo, Anna tenía demasiadas cosas que decir al respecto para molestarla… como cuántas veces iba al templo para que eso hubiera pasado, que parecían unos padres cuidando de su niño, por qué su abuela la conocía ya tanto…

Pero la historia de la gata la había enternecido demasiado.

—Eso es muy lindo, Em. ¡Tenéis que dejarme ver los cachorros!

—Claro, pero si tú tienes que conocer el templo mejor que yo…

Anna ladeó ligeramente la cabeza al notar como su amiga bajaba el tono de voz y logró ver como la misma había abierto de nuevo un chat. Solo pudo ver su reacción de reojo y aunque sintió el peligro rodeándola por todas partes, no se apartó en ningún momento y solo recuperó la sonrisa socarrona.

>>Te voy a matar, Anna.

Antes de que la morena pudiese acabar la frase, la nombrada ya sí que se había soltado y había salido corriendo hacia el exterior del salón, siendo perseguida por Emily instantes después.

En la pantalla desbloqueada se podía ver el chat de Katrina con los últimos mensajes.

Eh~ pero yo solo quiero ir si es contigo a solas, senpai.

*sticker de gatito relamiéndose*​

Anda, pero qué atrevida, Emi-chan~

Supongo que podemos negociarlo.

Sí, Anna estaba más que muerta.

La persecución fue rápida y culminó en la habitación de Emily, donde Anna no tuvo más escapatoria y para cuando se quiso dar cuenta, había acabado sobre la cama con la morena encima.

—¿Y ahora qué me vas a hacer, Emi-chan~?

—Annie, deja de burlarte de mí…

Y aunque su tono de voz intentó sonar molesto y frunció el ceño para demostrar aún más su punto, lo único que consiguió fue que Anna sonriese condescendiente porque en realidad parecía la queja de una niña pequeña.

Anna aprovechó entonces el momento para zafarse del agarre y, rápida como siempre era, llevó la mano hacia la nuca de Emily para empujarla hasta que sus labios se unieron finalmente. No hubo resistencia por parte de la joven, que más bien le correspondió como si se hubiese esperado que exactamente eso fuese a pasar.

Fue Emily la que, para sorpresa de Anna, coló su lengua en la boca ajena, pero fue más que recibida después de que la chica se sonriese un breve segundo. Tanteó su piel después, colando la otra mano en su camiseta para rozarle la espalda con la yema de los dedos.

Emily se separó finalmente cuando sintió el tacto de Anna cerca del cierre de su sujetador.

—Voy a cambiar la contraseña del móvil —sentenció, en un murmullo, antes de bajarse de la cama como si nada.

Anna pestañeó un par de veces antes de incorporarse también, haciendo una mueca.

—¡Eso no es justo Em! Tú seguirías sabiendo la mía.

La nombrada se encogió de hombros, mirándola después por encima del hombro y sacándole la lengua.

—Mala suerte~

Así, tras ajustarse la camiseta en su lugar, la chica salió de la habitación para volver al salón, siendo seguida por su amiga, enfurruñada y quejándose en voz baja.

Al final cada una se hizo con su teléfono en cuanto alcanzaron el sitio y Emily se encargó de disculparse con la mayor y explicarle que había sido la “graciosa” de su amiga Anna la que le había mandado esos mensajes, y ya de paso decirle lo que había querido desde el principio: que no podía por estar con ella.

Suspiró cuando finalmente bloqueó la pantalla, sin saber muy bien si la chica la creería o no y, sobre todo, si se aprovecharía de aquellos mensajes para burlarse de ella después como siempre hacía.

Pero bueno, eso ya sería un problema de la Emily del futuro.

Se giró y miró por encima del hombro de Anna durante un segundo, solo para comprobar lo que estaba haciendo sin inmiscuirse demasiado, y se dejó caer en el sofá segundos después.

—¿Pasa algo?

—Los chicos. Me están diciendo de salir esta noche.

—¿Y les has dicho que estás conmigo?

—Sí, y ahora están insistiendo aún más.

Emily rio ligeramente ante la respuesta, sobre todo porque notó como Anna arrugaba la expresión al leer los mensajes. Podía llegar a ser un poco sobreprotectora, pero era bastante adorable, ¿verdad?

—Si quieres podemos ir, a mí no me importa~

La miró con una sonrisa sincera pero lo único que recibió fue el ceño aún más fruncido de la chica, en una expresión contrariada.

—Nada de eso —respondió, contundente, bloqueando la pantalla—. Esta noche te quiero toda para mí~

Dejó así el teléfono en una mesa apartada y se acercó al sofá canturreando, tirándose prácticamente en plancha sobre la chica cuando acabó de hablar, atrapándola con sus brazos y mordisqueándola la mejilla con aire juguetón antes de separarse.

Emily volvió a reírse y luego la miró con una sonrisa enternecida, dejándola un beso sobre la nariz en cuanto se separó.

—Bueno, ¿entonces qué vemos? —preguntó, volviendo a su posición inicial en el sofá y retomando la búsqueda que su amiga había dejado a medias.

—Uhm… no sé. ¡Ah! ¿Y si vas bajando con los ojos cerrados y le das a alguna película al azar?

La propuesta de Anna le sacó una sonrisa emocionada y asintió un par de veces antes de seguir exactamente los pasos que había dicho.

Y así es como acabaron viendo “Your name” y… arrepintiéndose por aquella decisión incluso minutos después de haber acabado de verla.

Ambas habían acabado acurrucadas, lloriqueando y diciendo cosas que eran un poco difíciles de comprender pero que por algún extraño motivos, ellas estaban entendiendo.

Pasaron varios minutos hasta que finalmente lograron tranquilizarse, y aun sorbiendo por la nariz, Emily fue la que empezó a hablar.

—Jo, eso fue muy triste… ¡pero no podemos acabar así! Espera aquí Annie, que sé cómo animarnos~

La nombrada asintió con la cabeza y vio como Hodges salía como una exhalación hacia el piso de arriba, bajando apenas unos minutos después con una botella de cristal en su mano.

—Anda, ¿y eso? ¿Dónde la tenías escondida, pillina?

Emily negó con la cabeza suavemente mientras se acercaba para dejar la botella en la mesilla de delante, sonriente.

—Es de mi hermano. Se cree que las tiene bien escondidas pero… no es tan listo como se piensa~

Riendo ligeramente se dirigió hacia la cocina para traer un par de vasitos para chupitos y extenderlos hacia la chica, dejándose caer a su lado segundos después.

>>Yo creo que si nos tomamos unos dos cada una no se dará cuenta, ¿qué opinas? —cuestionó, aunque no esperó respuesta para comenzar a servir al menos los primeros tragos.

—Dos suena bien por mí. Tampoco queremos hacer tonterías, ¿verdad?

—Claro, claro.

Compartieron una carcajada antes de coger los vasitos y levantarlos en un brindis improvisado, dejando apenas un segundo antes de servirse y tomarse la segunda ronda.

No fue mucho alcohol pero fue más que necesario para que volviesen a besarse en cuanto cruzaron la mirada, con bastante más de necesidad que antes. Anna acunó las mejillas de Emily con sus manos y esta respondió pasando una pierna por encima de las contrarias, quedándose así encima de su regazo.

Cuando se separaron en busca de aire, Emily aprovechó para quitarse la camiseta y lanzarla hacia algún lado del salón ante la atenta mirada de Anna, que no tardó en recorrerla con la misma en cuanto pudo.

—Annie… —susurró, cerca de su cuello—. ¿Se molestará Sonnen-senpai conmigo si te dejo alguna marca por aquí también?

—¿Mhm~?

La verdad es que Anna apenas le había prestado atención a sus palabras. Entornó los ojos al sentir su aliento tan cerca de su piel y sus manos se movieron de forma inconsciente por la espalda ajena, tanteando de nuevo el broche del sujetador.

>>¿No deberías preguntarme a mí~? —acabó por murmurar, mordisqueando el hombro descubierto de su amiga.

—Quizás, pero ya sé que a ti no te molesta.

Hiradaira soltó el aire por la nariz en una especie de risa pero pronto tuvo que morderse el labio inferior cuando sintió que Emily pasaba la lengua por su cuello.

Ah, mierda, ¿ya se le había subido el alcohol?

Bueno, ¿quién era ella para quejarse, de todos modos?

La dejó morder y besar su cuello como más le apetecía mientras sus dedos paseaban hasta las tiras del sostén ajeno, bajándolas con suavidad para poder seguir dejando besos húmedos por la zona libre.

¿Cuántas veces habían hecho eso mismo desde que se conocían? Habían perdido la cuenta hacía bastante tiempo, a decir verdad. Se conocían desde algunos meses ya, al fin y al cabo, y ya se habían comido la boca al tercer día de presentarse así que… la cosa pudo escalar con facilidad.

Anna notó como Emily comenzaba a desabrochar sus shorts con dedos torpes y otra sonrisa socarrona amenazó en aparecer en sus labios.

—Sh, easy~ —le susurró, sin separar realmente los labios de su piel, con una clara intención de mofarse de ella.

Hodges se incorporó entonces y la miró desde su posición, con un ligero rubor decorando sus mejillas y el pecho moviéndose por la respiración entrecortada.

Mierda.

La mano que se había quedado sobre su espalda deshizo finalmente el cierre del sujetador pero antes de que Emily pudiese reaccionar ante eso, Anna la empujó hacia un lado, tumbándola sobre el sofá, y se colocó encima de ella.

Sus orbes volvieron a conectar en ese momento y Anna se sonrió una vez más, porque siempre adoraba ver ese brillo oscuro sobre el púrpura.

Le excitaba.

Pasó un pulgar por el labio inferior de Emily sin romper el contacto visual, ni siquiera cuando sintió como la otra abría la boca y comenzaba a lamer el dedo con insistencia, ni siquiera cuando gimió al sentir la fricción que le estaba provocando con la pierna.

Separó el dedo con suavidad y, aunque mantuvo el contacto en su intimidad, comenzó a dedicarse al resto de su cuerpo. Empezó a dejar besos húmedos por la clavícula, el escote, el abdomen… y se relamió los labios al sentir como su cuerpo se retorcía por culpa de la expectación.

Paró, por supuesto, al alcanzar la falda de la chica y se dedicó a bajar la cremallera de la misma con parsimonia, sin perder de vista ni un momento sus reacciones.

—Annie… —acabó soltando en un suspiro, suplicante, buscando sus chispas rosadas en la oscuridad.

—Dime, Em~

Ahí era cuando más le gustaba jugar con ella.

—Tócame ahí, por favor…

Porque estaba tan necesitada que simplemente no podía disimular ni filtrar y pedía todo lo que quería como nunca hacía.

—¿Aquí~?

Coló su mano en el interior de la falda, que al final no le había dado tiempo a quitársela por completo, y rozó la tela de la ropa interior.

Emily se estremeció.

—S-sí.

Sus parecieron enviar un mensaje muy claro: quería más. Pero ya sabía que Anna podía ser esa clase de perra, casi comparable a las dos cabezas de Cerbero, y si no lo verbalizaba… simplemente no lo haría.

Así que siguió tocándola por encima de la tela, observando con satisfacción sus facciones contrariadas y sus intentos fallidos por controlar los gemidos que salían de sus labios.

Después de un rato, cuando su cuerpo comenzaba ya a quejarse por culpa de la expectación, Emily tiró de la muñeca libre de Anna y la obligó a inclinarse hasta que sus labios volvieron a unirse en un beso profundo, algo caótico y desesperado, en el que Anna le dejó tener el control.

Llevó su mano hasta la cabellera teñida y enredó los dedos entre los mechones, obligándola a no separarse por mucho que quisiese —aunque no es que lo hiciese—, paseando su otra mano hasta encontrar la que había sobre su intimidad.

Hiradaira levantó una ceja, sorprendida, pero se dejó hacer sin oponer ninguna resistencia. Si había algo que le gustase más que escuchar a Emi pedirle cosas concretas, eso era que tomase la iniciativa que hacerlo por su propia mano.

Dejó así que guiase sus dedos hacia el interior de las prenda, haciéndola introducir uno en su intimidad nada más alcanzarla. Anna sabía que Emily estaba ya bastante cerca del borde así que no se hizo demasiado de rogar e introdujo un segundo dedo no mucho después, acompañando el vaivén con el movimiento de su pulgar sobre el clítoris ajeno.

Se separó de su boca porque, a decir verdad, le apetecía escucharla y bajó hasta besar de nuevo la zona de sus pechos. Lo hizo con insistencia, mordiendo y lamiendo como Emily había hecho minutos atrás en su cuello, con la misma intención que ella: dejarle un par de marcas visibles. Era un poco divertido, ¿verdad? Dejárselas en una zona más escondida y que solo ella conociese.

Emily no tuvo manera de quejarse por ello, tampoco, su mente estaba mucho más lejos ya. Se llevó la mano hacia los labios, intentando controlar su voz de alguna manera, sobre todo el profundo gemido que se le escapó cuando su espalda se arqueó por culpa del orgasmo.

Anna esperó a que su cuerpo se estabilizase un poco antes de sacar los dedos y se aseguró que la siguiese mirando cuando se los llevo a la boca para lamerlos, con una expresión divertida.

—No hagas eso —murmuró Emily, quejumbrosa, extendiendo el brazo para alcanzar el contrario y separarlo.

—¿Por qué~?

—Es vergonzoso…

Anna rio enternecida al ver como la joven inflaba las mejillas y volvió a inclinarse para depositar un beso cariñoso sobre sus labios.

—Por eso lo hago, porque te ves muy tierna avergonzada~ —explicó, dejando una lamida sobre su mejilla después solo para demostrar su punto al notar el violento sonrojo que se apoderó de ella.

—Qué cruel… —murmuró en respuesta, con el ceño fruncido.

Anna se incorporó en el sofá y le permitió a Emily hacer lo mismo, ajustándose la falda en el proceso y buscando el sujetador para colocárselo de vuelta, porque aun después de todo a la estúpida le daba algo de pudor.

>>No creas que me he olvidado de ti, cariño~

Cuando finalmente se estabilizó lo suficiente, Emily se inclinó para volver a rozar la oreja de Anna y poder susurrarle aquellas palabras.

Hiradaira se sonrió con suficiencia, llevando la mano hacia la cabeza de su amiga para dedicarle una especie de caricia, algo así como cuando se lo hacías a tu mascota, que Emily recibió con una especie de ronroneo bajo.

Claro que no lo había creído, Emily no podía ser egoísta ni siquiera en ese ámbito.

Se bajó así del sofá hasta quedar de rodillas delante de la chica y con un movimiento mucho más tranquilo, ya no tan torpe, logró finalmente desabrochar sus pantalones para quitárselos con cuidado.

No es que necesitase muchos preliminares ya, la chica llevaba excitada desde el principio y nadie se había dedicado a atenderla, pero Emily aun así comenzó a dejar un reguero de besos por el interior de sus muslos, acercándose peligrosamente a su intimidad pero sin dirigirse nunca directamente a ella.

Anna la miró con los ojos entornados desde arriba, siguiendo con detalle cada pequeño movimiento que hacía, y con una extraña expresión mezcla de ternura y excitación.

Bueno, ¿qué necesidad tenía Emily de dejar besos con tanta delicadeza y cariño? Ninguna, pero así era ella.

De todas maneras, tampoco ella podía aguantar mucho más las ganas así que, tras otro par de besos aquí y allá, finalmente movió la tela de la ropa interior para dejar al descubierto su sexo y no tardó en centrar su atención por completo en la zona.

Anna llevó de nuevo una mano a su cabeza, enredando los dedos en su cabellera azabache, sin pretensión de presionarla o guiarla sino simplemente para dejar claro que seguía ahí y, ¿por qué no?, para hacerla saber que lo estaba haciendo bien.

Lo hizo con cuidado, y olvidando por completo todo a su alrededor, se centró en hacerla sentir bien. Besó con delicadeza y lamió toda su extensión, introdujo la lengua en su interior mientras sus dedos calmaban la atención que el botón le pedía y, antes de poder darse cuenta, el cuerpo de Anna también se estremeció presa de la oleada de placer al alcanzar el clímax.

Emily solo se separó cuando notó que la chica había apartado la mano por completo de su cabello y se incorporó para inclinarse y darle otro beso gentil que Anna, por supuesto, le correspondió.

—¿Nos cambiamos al pijama ya? —murmuró con voz queda, sonriéndole, tras separase.

—¡Suena bien! —aceptó Hiradaira, asintiendo enérgicamente con la cabeza.

Emily se separó para buscar su camiseta y colocársela, dejándole también espacio a su amiga para que hiciese lo mismo con los pantalones y, cuando volvieron a estar presentables, enredaron los dedos de sus manos para subir juntas al piso superior.

Se cambiarían y pasarían la noche haciendo el tonto, cotilleando y hablando de toda clase de cosas. A la mañana siguiente se despertarían tarde tras haberse acostado casi amaneciendo y lo harían acurrucadas y abrazándose la una a la otra.

Así había sido su relación desde el principio, aquella extraña mezcla entre ternura y tensión sexual que siempre acababan resolviendo, y podía parecer raro pero no la cambiarían por nada.