Eurídice y Orfeo Eurídice gritó de dolor repentinamente. Algo le había picado. Vio de reojo a la serpiente deslizarse por entre las rocas, peligrosa, llena de veneno. -No debe ser tan grave- se dijo a si misma, aunque el malestar iba en aumento. Logró cojear hasta un lugar despejado debajo de un alámo. El sol le parecía muy fuerte, con un solo rayo que la tocara se sentía peor. Veía borroso, sentía el veneno recorrer cada parte de su cuerpo, no sabía que hacer. El área afectada parecía arder. - Orfeo…- fue lo último que pudo decir, antes de que las puertas al reino de Hades se abriesen frente a ella. - Uno no puede ir por flores para su esposa porque inmediatamente se cambian de lugar- suspiró resignado Orfeo con unas cuantas hermosas florecillas silvestres de alegres colores en su mano, junto con su lira. Buscó y buscó a su mujer sin encontrarla, hasta que vislumbro el cuerpo tendido debajo del árbol. Corrió hacia él, mientras lo acompañaba el más absoluto silencio, profundo, pesado y anormal. Lo único que se escuchaba eran las pisadas rápidas de el hijo de Apolo*y uno que otro trinar de pájaro. -¡Eurídice!- gritó con toda su alma, tratando de tomarle el pulso, ya arrodillado a su lado No latía ya su corazón. Movió el dorado cabello rizado sin respuesta, roció su cara con agua de un arroyo cercano sin un solo movimiento de parte de ella. Ya caía la noche cuando cedió a sus intentos. La piel de la ninfa era muy blanca y fría. Cargó el cuerpo de la mujer que más amaba y lo cubrió de besos y caricias que el cadáver correspondía inmóvil y helado como el hielo. El dolor era tan grande que ni siquiera el músico podía gritar. Se le oprimía el pecho. Flashback -Volveré pronto con una sorpresa para ti, Eurídice- dijo Orfeo sonriendo - De acuerdo. Te amo – contestó ella riendo, de tal manera que parecía más bonita aún. -Yo también.- correspondió mientras la besaba. Luego se alejó a buscar el regalo prometido Fin del flashback Orfeo cavó una tumba en un montecito que daba vista a su casa. Pero él ya no volvió a su hogar. Se hizo un solitario, con la única compañía de su lira que tocaba casi sin descanso, tratando de disminuir así su pena Al oír sus melancólicas canciones el león se conmovía, las rocas se abrían, el fuego danzaba formando figuras , el viento disminuía y el mar se tranquilizaba. Pero Orfeo no era feliz. Extrañaba a Eurídice y no había cosa alguna que no se la recordara. Una espiga y el sol eran sus cabellos. La corteza de los árboles sus ojos. Las hojas se movían con el aire con la delicadeza que poseía Eurídice. Las manzanas y granadas recordaban sus labios y las nubes la blancura de su rostro antes de enterrarla parecían. Por fin un día decidió ir al Inframundo para tratar de convencer a Hades de regresarle el alma de la mujer que idolatraba. Si, llegaría vivo y se presentaría ante el dios del mundo subterráneo y su esposa NOTA DE AUTORA: Cómo soy muy mala, voy a publicar la segunda parte en unos pocos días (sonrisa perversa) Perdonen lo poquito que es. * Algunas fuentes dicen que Orfeo era hijo de Apolo y de la musa de la música, pero otras que era hijo del rey Eagro y de Calope, asi que su madre en las dos versiones es la misma
Pablo neruda dijo "Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida.", el perdernos nos deja sin nada y por mas belleza y esplendor que emane a nuestro alrededor nos vemos sumergidos en tinieblas como perfectamente lo expresa tu relato, se puede sentir una opresion en el corazon al vez la melacolica despedida de los dos amante y un intenso frio y desasociego por el joven Orfeo que lugubre llora por la perdida de su amada, en definitiva eres una musa felicidades, espero pronto ver si ella vuelve a sus brazos
Siento haber tardado tanto en venir a comentar, Sheccid. Esperaba con impaciencia que alguien se animara a escribir sobre Orfeo y Euridíce, la suya es una bonita y trágica historia de amor.Me gustó mucho la manera en que relataste esta primera parte, me decías que quizás era poco emotiva, pues bien, yo no lo veo así. Para ser completamente sincera, el final es más conmovedor que el principio, sobretodo esa parte en que describes el sonido de su lira tras la muerte de su esposa y cómo todo le recuerda a ella. Siempre me descoloca la palabra Flashback dentro de una narración, pienso que una pequeña introducción (en tu caso podría ser: Los recuerdos le oprimían el pecho...), un entrecomillado y una cursiva es más que suficiente para que el lector se haga una idea de que lo que sigue a continuación es un recuerdo, pero en fin, es un recurso muy utilizado en los fics. Un placer leerlo y quedo a la espera de la segunda parte. Cuídate linda :)
Parte dos : Inframundo Fueron días de caminatas llenas de calor y frio, pero nada detenía a Orfeo. Al tocar su lira, pudo abrirse una entrada al Hades, y encontrarse con el barquero infernal, Caronte. - Estas vivo, no te puedo llevar – dijo Caronte con voz tenebrosa. Estaba en puros huesos y vestía andrajos. Las pupilas eran muerte pura, vacías, frías, faltas de vida. - Por favor, no causare daños. - No tienes para pagar, humano. - Tocare a cambio- replico el músico con vehemencia.- Haré todo lo que sea necesario- y empezó una tonadita triste que embelesó al barquero. - Esta bien, sube En todo el trayecto Orfeo tocó sin descanso, mientras las almas de los muertos se acercaban tratando de conseguir sangre para alimentarse. Pero el héroe sólo tenía un pensamiento en mente: Volver con Eurídice. Al llegar a la orilla, Orfeo se encontró cara a cara con el can de Hades. Cerbero gruñía y dejaba pasar a todas las almas. Pero ya estaban muertas. Y Orfeo no. Llevo sus manos de nuevo a la lira y tocó de nuevo una melodía suave para que el perro de las tres cabezas se durmiera, cosa que sucedió casi inmediatamente. Luego, muy lentamente se coló por la entrada que custodiaba Cerbero, sin hacer ruido mientras seguía provocando su música. Inmediatamente corrió, pero sin dejar de tocar, fue la primera y única vez que los tormentos del inframundo pararon gracias a esa celestial música. Por fin pudo ver el palacio de Hades, hermoso y terrible a la vez, erigirse negro en el horizonte. No se podía saber de que estaba hecho, si de obsidiana o mármol negro. Afuera rondaban las tres furias, los tres monstruos que castigaban a las personas que se comportaban mal tanto vivas como muertas. Se acercó escurridizamente hasta el palacio y con cuidado entro. Definitivamente el dios del Inframundo no tenía buena seguridad. Muchos pilares negros sujetaban un pabellón que iba en camino recto hasta otra puerta de oro puro con escenas de batallas crueles. A los lados se encontraban los bellos jardines de la reina Perséfone. El pasto era verde como esmeraldas y las flores estaban hechas de piedras preciosas de muchos colores. Cerca de una fuente estaban unas granadas rojas de un olor apetitoso. Parecían rubíes. Orfeo sintió la terrible tentación de probar un solo bocado…pero no, un mordisco y se quedaría ahí para siempre. Siguió caminando, cruzando la puerta para encontrarse con una nueva sala, pero en esta, había una hilera de fieros guerreros descarnados custodiando la entrada a la que se veía era una sala del trono. Cauteloso decidió ir avanzando poco a poco. Si sucedía algo, podía hacerle frente con su lira. Los guardianes no hicieron nada para detenerle. - Definitivamente Hades anda mal en seguridad – susurró muy bajito. La sala del trono era lo más majestuoso que había visto. En medio, enfrente de una hoguera se encontraban Hades y su esposa y sobrina Perséfone. Él llevaba una túnica larga y negra con bordes dorados, plateados y morados. Su capa era roja sangre y caía hasta el suelo. Al lado de su mano descansaba un cojín carmesí con un elaborado casco de guerra con piedras preciosas, su Yelmo de Oscuridad. La piel era blanca, enfermiza, que a pesar de esto infundía respeto. El cabello era largo y lacio, caía hasta poco más abajo de los hombros. Sus ojos eran negros y severos , llenos de desesperación. Ella tenia un cabello rubio como espiga de trigo trenzado sobre el hombro y ojos verdes como pasto recién cortado. Su rostro era clemente y paciente, así como hermoso. Su peplo era verde con negro, y al verlo directamente a los ojos le sonrió, pero su sonrisa tenía un dejo de amargura. De seguro no debía ser nada feliz en el Inframundo con un esposo frío, que no le demostraba su amor. A pesar de tantos lujos y comodidades, eso no le bastaba. Orfeo se acercó lentamente y se postró a sus pies. - Señor, tu eres clemente y justo con los mortales, permíteme regresar con el alma de mi esposa Eurídice. El amor es uno de las pocas dichas con las que puede contar un humano, y ahora he sido privado de ella. - No, humano. Si te la entrego nuevamente, miles vendrían a pedirme a sus seres queridos y violarían una ley natural. Mis reinos quedarían vacios Y…- el Silencioso no pudo continuar El muchacho llevó sus graciosas manos a su instrumento y comenzó a tocar suavemente sus penas. Las furias se detuvieron a escuchar su cantar, las torturas del Infierno se detuvieron por más tiempoy los árboles secos reverdecieron. Los ojos del músico destilaban el liquido salino de las lágrimas que nublaban su vista y no dejaban de caer. Perséfone también lloraba, ahora comprendiendo el dolor de un simple ser humano al perder un amor. Los inmortales como ella prácticamente no sufrían y siempre se podían enamorar de nuevo o “divertirse” por lo menos. Los mortales sólo tenían un gran amor en su vida y ese hilo se podía cortar en cualquier momento, cómo le pasó a la ninfa. Porque todo mortal debe sufrir, claro, pero ellos eran tan felices…la muerte los separó. Igualmente Hades se hallaba extasiado y muy sensible. Nunca más se vio llorar al dios de los Muertos desde esa vez. Al termino de la canción el rey del Orco se puso en pie e igual hizo su reina . - Orfeo, has logrado convencerme.- hizo un halo y de esa luz emergió la fallecida Eurídice. A pesar de sus deseos, Orfeo se contuvo, pues si intentaba tocar a su esposa, no sentiría más que al viento.- Sólo pongo una condición, héroe: no debes voltear a verla hasta que estén completamente fuera de mi dominio. Si la ves, ella regresara conmigo y todos tus esfuerzos y sacrificios serán en vano, pues no se te dará otra oportunidad. - Gracias, mi señor. Espero que sea feliz, mi reina.- añadió el triunfante humano, casi loco de felicidad. Se reverenció de nuevo dieron la media vuelta los dos esposos, confiados en una nueva vida juntos. Nadie sabe con exactitud que fue lo que pensó el héroe. Tal vez que Hades lo habías engañado, a lo mejor simplemente ansiaba ver de nuevo a la mujer que tanto amaba o quizá fue una trampa, hay quienes dicen que Eurídice se tropezó y Orfeo la ayudó, el caso es que el músico la vio directamente a los ojos. Inmediatamente la ninfa desapareció convertida en una centella que volvió a los campos de Asfodelos. - ¡Eurídice!¡Eurídice¡- gritó Orfeo tratando de tocar a su esposa sin éxito. Por fin, viendo que ya nada podía hacer, regresó de nuevo a su patria, abatido y desolado. Se sentó en una roca a componer poemas acerca de lo que vio y aprendió en el Inframundo. Pero más que nada, cantó a ese amor perdido, Eurídice. NOTAS DE AUTORA: En el Inframundo había un campo, llamado de lágrimas para los que habían muerto de amor. Mi hipótesis es que ahí Orfeo y Eurídice se volvieron a encontrar, aunque en la Eneida se maneja que él entró en los campos Elíseos. Dentro de los campos de lágrimas se encontraban Procris, Laodamía, Pasífae, Dido, su esposo Siqueo ,entre muchas otras. Por último me disculpo por la tardanza en publicar esta segunda parte.
La esperaba con impaciencia y en mi opinión fue una bonita segunda parte, tal vez menos conmovedora que la primera pero a cambio ésta nos ofrece una completa descripción del inframundo. Detallaste muy bien todos los lugares y personas que encuentra Orfeo en su viaje, desde su travesía por el Aqueronte,cómo duerme a Cerbero, las furias y su encuentro con Hades y Perséfone. Eso, sin duda, hace de tu fic un interesante compendio de mitos relacionados con el inframundo griego. Creo, y es una opinión personal, que precipitaste el final, después de tan maravillosa y completa descripción de su viaje, tienes una gran imaginación, me quedé con ganas de leer algo más acerca de los sentimientos de Orfeo cuando pierde definitivamente a su ninfa, aunque supongo que a su regreso la lira hablaría por él, al fin y al cabo, su música era incluso capaz de detener el mismo infierno ;) Felicidades, Sheccid, disfruto y aprendo mucho de tus fics mitológicos, como siempre fue un verdadero placer leerlo y comentar.