Eternidad

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Titulo: Eternidad

Tipo: Long fic​

Resumen: Desde lo mas oscuro hasta donde se encuentra la claridad, una época totalmente diferente. Donde a garras y dientes filosos, procuran desde el principio de los tiempos alimentarse de la carne de sus enemigos con la furia que solo ellos saben desatar...​

Advertencias: Tortura​

Genero: Ficción/Drama/Romance​

N° de palabras: 1.140​

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Eternidad​

Capítulo I ​

“Un milenio”​

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La humanidad observa solo lo que necesita observar, jamas mira lo que merece y mucho menos se arrepiente de lo que sus ojos estrictos puedan observar, sin importar que sea siempre abra alguien para criticarte, alguien quien va a desear tu salud, tu felicidad…pero al mismo tiempo deseara ver correr tu sangre por el frio suelo. Sin importar lo que hagas, tu destino siempre será vagar por el nauseabundo mundo humano, tu condena será alimentarte de los que más odias, y tener los peores enemigos de un cuerpo tan fuerte pero tan débil ante sus voraces fauces.



La delicada mano pálida y fría rozo con anhelo aquellas hojas desgastadas de aquel libro olvidado con el pasar de los años. Suspiro sumida en su inocencia, cerro aquel libro dándole un último vistazo a la vieja y agrietada cubierta, el polvo ya había ocupado cada una de aquellas minúsculas ralladuras en la cubierta de cuero, dándole un aspecto más deplorable a aquel libro maldito.

Sus ojos rojos divagaron por la habitación, llenando el ambiente de un aire tranquilo pero al mismo tiempo severo y autoritario.

El lugar estaba lleno de polvo y mugre por todos lados, había un amplio escritorio polvoriento en donde se encontraba aquella figura sentada, observando confundida y curiosa la marca sobre aquel escritorio; no era más que el único rincón de aquel sucio lugar donde el polvo no había podido posarse, bajo aquel libro que acababa de retirar para poder investigar lo que sus páginas viejas y polvorientas contenían.

-¿Todo se resume a esto?-Suspiro para si.-Que patético fuiste…Isaac

Sus profundos ojos rojos se cerraron por unos segundos, se incorporó y recorrió la habitación recordando lo que se sentía estar una vez más en casa.

Sin embargo no pudo experimentar nada que no fuera vacío y soledad, así estaba ese lugar, simplemente vacío y solo.

Su piel pálida parecía ser lo único que iluminaba aquel lúgubre lugar, no había nada vivo, nada se movía.

Camino hasta el centro de la habitación, justo a su derecha se encontraba un pequeño mesón donde reposaba un retrato…Se acercó y lo tomo entre sus delicadas palmas y lo observo detenidamente.

En el retrado se miraba un hombre de largos cabellos negros, piel blanca y de una apariencia física de unos 35 años como mucho, tal vez más joven, aunque esa no fuese su verdadera edad. Sus ojos rojos parecían observarla con profundidad a través del cristal de aquel portarretrato, su mirada descendió a los brazos del hombre recorriendo la imagen de una pequeña niña de unos 10 años, su cabello era largo y blanco, prácticamente plateado a la vista y sus ojos…eran idénticos a los de aquel imponente hombre, era de esperarse, sus rasgos eran prácticamente los mismos, casi idénticos de no ser por el cabello y aquella sonrisa que iluminaba el rostro pálido de aquella niña.

-Padre…-Pronuncio con rencor en la voz.- ¿Tanto miedo me tenías como para encerrarme por tanto tiempo?

Su rostro se contrajo de asco y estrello aquel portarretratos contra una de las vitrinas del lugar, dejándolo incrustado en la madera echa pedazos.

-Maldito seas…-Susurro entre dientes mientras sentía que la ira corría por sus venas muertas.

Sintió la presencia de alguien detrás de ella, se giró bruscamente y observo a un joven rubio de unos 20 años que la observaba con anhelo.

-Lady Liliam.- La aludida lo observo con repentina serenidad.-Ellos están aquí.

Suspiro. Camino hacia el joven rubio y beso su mejilla, a pesar de que el joven sintió que con ese beso le arrebataban la vida que no tenía, se sonrojo ante el acto imprevisto de su ama.

-Gracias.-Pronuncio lentamente cerca de su oído.- Alex

-De…-Las palabras quedaron atoradas en su garganta, a pesar de todos los años convividos con ella no podía dejar de temerle, y aun así de igual forma no podía dejar de protegerla, había algo en ella…que lo mantenía a su lado, y no era la simple atracción, era algo aún mejor. Él era su caballero, y daría la vida por ella.

Ella simplemente le dedico una mirada dulce, y salió de la abandonada habitación.

Se sumergió en un largo pasillo en penumbras, no había luz que iluminara el lugar, pero de igual forma no le hacía falta. Sus ojos rojos centellaban entre tanta oscuridad, su mirada albergaba maldad, odio y desprecio hacia la mayoría de los existentes en su eternidad.

Se abrió paso hasta lo que parecía ser un vestíbulo, allí tomo asiento en un viejo trono que parecía caerse a pedazos con el pasar de los minutos.

-Tráiganlos.-Pronuncio el rubio que en ningún momento se había separado de ella.

Rugidos, alaridos, gruñidos… podía escuchar el chillar de sus garras aferrándose al rocoso suelo de aquel lugar.

Sus grades y robustos cuerpos bañados en sangre, sus pelajes entre café y gris se sacudían cuando el látigo arremetía contra sus gruesas pieles.

Ella observaba la escena entretenida y extremadamente feliz, mientras se acomodaba un mechón de cabello plateado detrás de la oreja.

Ambas criaturas la observaban con tal odio y rabia, que ella sentía que si estiraba las manos podría palpar sus ansias de destrozarla. Las mandíbulas se cerraban y abrían con furia, la tenían tan cerca que su simple olor los incitaba a morderla y hacerla trizas.

Los arrastraban con cadenas, atando sus patas y sujetándolos con gran fuerza hasta llevarlos frente a ella, la causante de todo, su enemiga.

Uno de ellos gruñía ferozmente mientras la observaba con unos ojos amarillentos, enojados y llenos de sed de venganza.

-Bien…-Se mantuvo quieta con las piernas cruzadas seductoramente frente a ellos.- ¿Quién los ha enviado a comer de mi carne y a saciar su sed?

Solo gruñidos recibió por respuesta, y las miradas asesinas no dejaban de atravesarla, ella era el objetivo principal en aquel gran salón.

-Así no puedo entenderlos.-Chasqueo los dedos.

Los látigos tocaron fieros la piel de los enormes lobos haciéndola sangrar más aún. Ambos cayeron frente a ella, y su figura se fue haciendo más y más pequeña a medida que el pelaje caía a montones a su alrededor. Sus rostros recuperaban poco a poco una apariencia más humana, eran totalmente diferentes a como se habían visto segundos atrás.

-¡Maldita!-Solto su ultimo rugido mientras soltaba aquella palabra.- ¡Tu escoria imperial, traidora de razas!

Era una mujer.

-¿Una mujer entre ustedes?-Pregunto incrédula, era la primera vez que veía una mujer entre los de su especie.- ¿Están reclutando mujeres?

Una dulce, sensual y nada precavida carcajada escapo de sus labios carmesís. Se removía entre la gruesa estructura de concreto donde se encontraba sentada.

Entonces las cadenas que sujetaban a la mujer se rompieron y saltando hacia ella su piel se desgarro dando paso a un pelaje y gran cuerpo. Sin dudarlo arremetió contra aquella mujer.

Y un charco de sangre emergió de la nada…



Continuara…

 

Me alegra que les guste, espero mejorar cada vez mas para ustedes. :)

Capitulo II​

"Amada y Adorada"​

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No movió ni un solo centímetro su cuerpo, ni siquiera para intentar evitar a la bestia que estaba por acabar con su cuerpo. Pero sintió la dulce sangre caer sobre ella a montones, sus ojos rojos ahora hacían el juego perfecto con su piel, donde algunas gotas de sangre caían por sus mejillas, y su vestido blanco manchado le daba un aspecto terrorífico.


El joven vampiro se encontraba inclinado delante de ella, llevando en sus manos una lanza negra que emergió de la nada atravesando el cuerpo del lobo. En esta se deslizaba con sutileza un hilo de sangre hasta las pálidas manos del caballero.


-¿Se encuentra bien Ama?-Pregunto mientras aun sostenía con su lanza el cuerpo inerte de su enemigo. Había muerto casi al instante, pues la lanza había atravesado su corazón.


Ella ni siquiera le respondió, en su rostro se dibujaba una sádica sonrisa, amaba la sangre, adoraba olerla, sentirla correr en su piel; amaba esa sensación de sed. La garganta le ardía, sentía como si estuvieran colocando sobre ella hierro ardiendo, hace tanto que no bebe ni una sola gota de sangre, que si Alex no la hubiese defendido no estuviera allí tan sonriente.


El rubio se enderezó y sostuvo la lanza y con ella el cuerpo con una sola mano, la fuerza que poseía era mucha, después de tantos años alimentándose de humanos habían resultado más que buenos para él. Sin mucho esfuerzo agitó la lanza una vez, y el cuerpo de aquella mujer lobo se estrelló contra uno de los muros, los fuertes huesos se sintieron crujir por la fuerza del golpe.


-¡Alex!-Chilló con voz inocente.-¡Mi vestido!


-Lo siento Lady Liliam…-Se disculpó apenado mientras se arrodillaba frente a ella.-Yo…


La vampiresa se acercó a él, y con sus frías y delicadas manos tomo el pálido y suave rostro de su sirviente y lamio su mejilla derecha donde se hallaba la sangre de su enemigo. En ese momento el sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo, al ser su caballero y llevar la sangre de su ama recorriéndole las venas no evitaba que se sintiera atraído por ella, todos esos años de servicio más que por la obligación y agradecimiento de haberle entregado vida eterna, la amaba. Ella por su parte no le demostraba sentimiento alguno como lo hacía el, confiaba en el ciegamente, y sabia a la perfección que él no la abandonaría a su suerte ni aunque ella se lo ordenase.


-Descuida, no importa-Le dijo desbordando inocencia.


Lamio nuevamente su mejilla, y luego deposito un suave pero frio beso en ella. Él se estremeció al contacto, durante años ella había hecho lo mismo, pero no lograba acostumbrarse a ello. Sabía perfectamente que su lady lo quería, pero no de la misma forma y con la misma intensidad que él.


Desde que ella salvo su vida…juro amarla por toda la eternidad.

OoOoOoO​

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La lluvia caía tan fuerte que juraba que el cielo estaba en su contra, cada una de las heridas de su cuerpo ardían, irónicamente las más pequeñas ardían aún más que las profundas. Sabía que moriría, y aun se preguntaba cómo era posible que siguiera caminando por aquel inmenso y oscuro bosque.


-¿Por…?.-Callo al suelo frio y mojado.


Miraba hacia lo profundo del bosque, su vista poco a poco se iba nublando, la exigencia de respirar era cada vez más fuerte. Y entonces ella apareció.


-Frágil y débil humano.-Pronuncio con dulzura.-Levántate.


No supo nunca de donde, pero al ver los ojos escarlatas consiguió con mucho esfuerzo poder levantarse. La observo, era una bella figura femenina que lo miraba detalladamente con una sonrisa inocente.


-¿Quién eres?.-Pregunto dando un paso hacia atrás.


-Mi nombre es Liliam.-Respondió cortante.-¿Deseas vivir?


Un poco de esperanza brillo en los ojos azules que poseía en ese entonces, y sus desgastadas ropas dejaron de ser tan pesadas, que al instante se paró firme.


-Si…


-Eso es todo lo que necesito saber.


Se abalanzo sobre el débil cuerpo y mordió su cuello. Un grito desgarrador cubrió el ambiente, y cuando por fin logro abrir los ojos…era otra persona.

OoOoOoO​

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Luego de eso, su cuerpo cambio. Ya no era el delgado joven de dieciocho años que ella había mordido y salvado, su piel se había tornado más blanca de lo que era, y el color azul de sus ojos lo abandono y fue sustituido por el color escarlata, el mismo color que poseía su amada. Su cuerpo cambio de uno muy delgado a uno muy bien formado, y al pasar de los años su belleza se intensifico causando estragos y murmullos incluso en las vampiresas que veía diariamente cerca de su ama. Pero el tenia dueña, el solo era de ella.


Sus miradas chocaron, y ella lo observo con cariño. Cuantas veces había deseado ver esa mirada en su ama hacia él, sus vidas eran muy difíciles, más aun en estos tiempos de guerra, pero aun así, ahora que la tenía cerca no quería perderla.


No como aquella vez…

OoOoOoO​

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-¡Serás encerrada en la torre por el resto de tus días!-Rugió con furia aquel hombre de cabello negro.


Ese era el peor castigo que podían darle a un vampiro, pasar la eternidad entre cuatro paredes sin sangre, débil y moribundo. Él era el culpable de que ella estuviera ahora allí, siendo juzgada por el líder de aquel clan de vampiros, ella había cometido una falta a las leyes propuestas: “jamas dar vida eterna a un simple humano”. Pero ella lo había hecho, había dado sin ser Dios una segunda oportunidad a aquella alma joven, que se encontraba a su lado.


-¡No!.-Rugió molesta.-¡No pienso permanecer encerrada!


-¡Has faltado a la ley!.-Golpeo con fuerza la mejilla derecha de la mujer.-¡Tu castigo será la lenta muerte!- La observaba con decepción, pero más aun con tristeza, aquella chica no era más que su propia vida, su existencia entera la había vivido por ella, y había luchado para que no fuera acusada de alta traición y fuera quemada viva ante los rayos del sol.


-¡Tú has hecho exactamente lo mismo conmigo!.-Grito.-¿Ya no lo recuerdas Isaac?

OoOoOoO​

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Y así era, su amada Liliam en algún punto de su vida había sido una simple y frágil mortal, una niña exactamente, una niña de la cual el imponente Isaac se había enamorado un milenio atrás. Sonaría enfermizo, pero así había sido…ella le recordaba tanto a su amada esposa cuando eran unos jóvenes que con solo verla una vez, basto para dar su vida por ella. Pero en aquel entonces él era el único heredero, por lo cual no fue acusado ni juzgado por sus actos.


Conocía perfectamente aquella historia, había sido la primera vez que un clan vampiro se atrevía a romper las reglas y darle vida eterna a un mortal, y peor aún, era la primera vez en la que un vampiro se resistía a probar la sangre de un humano por diecisiete años.


Su ama aparentaba esa edad, Isaac había esperado diecisiete años para transformarla y tenerla a su lado eternamente. Y aunque ella en algún momento de su vida mortal lo amo, luego de pasar a pertenecer a su eternidad los sentimientos cambiaron, ella dejo de sentir amor y una vez fue castigada, se volvió odio.


Lo cierto era que, aunque ella no lo hubiera defendido ante los demás vampiros, aunque ella no hubiese sido encerrada a causa de la segunda oportunidad que le brindo, el de todas formas habría jurado amarla desde el primer día, desde el día en que la vio marchar hacia su castigo, juro protegerla y servirle en lo que pudiera, incluso en su largo encierro.


Porque en verdad…


La adoraba.



Continuara​

 

Hola!, agradezco mucho sus comentarios, me hace muy feliz el ver que mis esfuerzos estan dando un buen resultado :)... espero que este capitulo les guste.

Capitulo III​

"Deseo"​

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El gran momento había llegado, el consejo del llamado Legado de Sangre acababa de hacer su aparición en el gran salón, estaban listos para juzgar el atrevimiento de Liliam por tomar el poder a través de la violencia y derramamiento de sangre de aquellos que vigilaban su encierro. Entraban demostrando autoridad, todos los que estaban en su camino se echaban a un lado arrodillándose haciendo una reverencia en señal de respeto.​

-Liliam-Pronuncio el vampiro más anciano acercándose al trono donde se encontraba ella.​

Liliam ahora llevaba un vestido negro y rojo ajustado, lo cual hacia resaltar sus atributos femeninos, el cabello que había mostrado el pasar de los años caía como una cascada plateada por su espalda deslizándose sensualmente por la abertura en el vestido, sus ojos escarlatas delineados, sus mejillas algo coloradas y sus labios carmesí desbordaban atrevimiento y sensualidad. Los miro con desprecio.​

-Háblame con más respeto anciano. Estas en mis tierras.-Pronuncio con odio en la voz.-¿Ha que han venido?.​

-Sabes perfectamente que eres una impura, no puedes liderar nuestro clan por tus caprichos.-Un gesto en sus ojos indico la sed de atacar.​

Alex salió detrás de su Lady y se posiciono delante de ella en guardia, preparado a protegerla de lo que se avecinara sin importar quienes eran los mataría si intentaban tocarla. Lo miraron sin poder creerlo, aunque era predecible que aquel al que ella otorgo vida eterna era el que estaba detrás de su escape de la torre de castigo, ahora no había nada que les prohibiera matarlo a él también.​

-Alex-Llamo con enojo.-No te metas.​

El la miro con un poco de disgusto, no estaba de acuerdo con dejarla sin protección, y más aún si ella no se había alimentado, un milenio sin beber sangre era demasiado hasta para el más poderosos, ni siquiera aquellos ancianos habían estado tanto tiempo sin beber ni una gota de aquel dulce elixir.​

-¡No puedes tomar estas tierras como tuyas!.-Grito una mujer que se encontraba al lado del líder del Legado.-¡Le pertenecen al amo Isaac!​

-¿Amelia?.-La miro con más desprecio que a los demás.-Dime. ¿Dónde diablos esta tu amado en estos momentos?​

Amelia guardo silencio. Ella también había sido transformada por Isaac, solo que con fines diferentes, ella estaría solo para servirle a él en lo que deseara, sin importar que fuera ella debía cumplirlo. Por otra parte, Liliam era la favorita, fue tomada como hija de Isaac, por lo cual ella siempre se dirigió hacia el delante de todos como “Padre”, pero era más que obvio que él la amaba, todos sabían eso aunque ellos insistieron en ocultarlo. Amelia odiaba a Liliam por eso, ella simplemente había sido una sirvienta para Isaac, pero ella…ella había sido amada y protegida por Isaac, y sabía perfectamente que aunque se hiciese llamar hija del líder, era su amante.​

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-Dime. ¿Dónde está tu amado Isaac?.​

Nadie lo sabía, Isaac había desaparecido días después de que ella fuese castigada, muchos dijeron que se fue para no tener que sufrir al verla morir lentamente, y están seguros que sea donde sea que este, no sabe que Liliam está con vida, que todo ese tiempo fue capaz de soportar la sed y que aun después de tanto tiempo tenga tanto autocontrol sobre sí misma como para no alimentarse de sus aliados.​

-Sabemos perfectamente que no te has alimentado Liliam.-Comentó el más anciano.-Lo sentimos en tu cuerpo. No estás en condiciones de pelear ahora, sería inútil enfrentarnos, está más que claro quien saldría perdiendo.-Una sonrisa burlesca apareció en sus rasgados labios.​

-Ustedes saldrán perdiendo.-Hablo por primera vez el rubio protector.-Jamas permitiré que la toquen.​

-¡No oses a hablarme así bastardo!.-Grito.-¡Puedo hacerte pedazos cuando me plazca!​

-¿Y cómo lo aras?.-Los delicados dedos de Liliam se sintieron crujir amenazadoramente.-Ya no soy una niña Rafael.​

Aquel llamado Rafael la miro con sorpresa, ¿pensaba enfrentarse a los cinco presentes?. Era imposible que ella y Alex acabaran incluso con él solo.​

-¿Dices que puedes acabar con todos nosotros?.-Se burló, cosa que irrito más aun a Liliam.-Sabes perfectamente que tienes las de perder.​

-Sigue pensando así y acabaras muerto.-Cerro los ojos al momento en el que se ponía de pie.-¡Beberé de tu vieja sangre aunque no seas de mi agrado!.​

Alex sintió como sus cabellos se agitaron ante una sospechosa ráfaga de viento, y al dirigir la vista hacia el grupo de vampiros recién llegados vio a su ama con una mano atravesándole el costado derecho a Rafael, la sangre corría por su brazo hasta ensuciar el hermoso vestido. Saco su mano del viejo cuerpo y lamio su sangre; pronto arrugo la cara con una expresión de asco enmarcada.​

-Tienes un sabor horrible.-Lo miro seria.-Me hubiera conformado con cualquier cosa después de tanto tiempo, pero no estoy tan desesperada como para beber de ti.​

-¿Cómo…?-Le costaba respirar, y aunque era un vampiro, la velocidad con la que se regeneraba no era suficiente, además de que la herida era bastante grande. Dos de ellos tomaron al líder y comenzaron a abandonar la habitación.-Esto no se queda así.-Murmuró.​

Amelia se detuvo antes de que las grandes puertas se cerraran, y observo a Liliam que aún se mantenía en pie de una forma amenazadora.​

-Juro, que comeré de tu carne muy pronto Liliam.​

-Cuando quieras.-Respondió con burla.​

Se sintió el cerrar de las puertas y el cuerpo de Liliam cayó, Alex la sujeto fuertemente entre sus brazos, al mismo tiempo que la acercaba a su pecho abrazándola, protegiéndola de cualquier cosa.​

-Estoy bien, no te preocupes.-Susurro.​

Su cuerpo estaba más frio de lo normal, y sus ojos estaban cambiando del rojo al negro, lo que indicaba que estaba más que sedienta y débil. El rubio, por más que lo pensaba no sabía cómo su ama había sido capaz de herir a uno de los vampiros más fuertes que existen.​

-La llevare a su habitación.-La cargo en sus brazos tiernamente y con paciencia camino hacia el pasillo de habitaciones del castillo.​

Se detuvo frente a una puerta roja. La abrió despacio sin soltar a su tesoro y entro depositándola en las sabanas de seda roja de aquella enorme cama, pronto sobre las sabanas quedó uno que otro rastro de la sangre que caía gota a gota del vestido. Liliam se levantó y se miró al espejo.​

-Otro vestido arruinado.-Suspiro. Miro a Alex con una sonrisa.-¿Me ayudas?​

Alex, a pesar de no demostrar ningún rastro de vergüenza o timidez, mantuvo su rostro sereno al igual que el resto de su cuerpo, sabía perfectamente a lo que su ama se refería, no era la primera vez que el la ayudaba con algo así. Camino hasta ella y bajo el cierre del vestido mientras ella aún se miraba al espejo, el mientras miraba los ojos ahora oscuros de la mujer, delicadamente bajo el vestido, y ella solo quedo en ropa interior que era de un color rojo sangre. Justo en ese momento el la deseo más que nunca.​

-Alex. ¿Crees que soy hermosa?​

-Si.-Acerco su cuerpo al de ella y la abrazo tiernamente de la cintura mientras apoyaba su cabeza en el hombro desnudo de Liliam.​

Ella lo miro a través del espejo, hacía mucho tiempo que no tenía la oportunidad de estar con Alex, ella no lo amaba, pero eso no significaba que no le tuviera cariño. Aunque no lo admitiera, aquella noche en la que transformo al rubio en un ser inmortal, lo había hecho porque su rostro y su cuerpo le había parecido atractivo. El, despertaba en ella el deseo que comúnmente poseían los humanos pero de una forma aún más salvaje.​

-¿Quieres…?.-Se quitó la ropa interior por primera vez ante los ojos de su caballero.​

-Lady Li…-Sin que el saliera de su asombro ella se giró y lo beso con suavidad. Alex correspondió al beso tiernamente mientras acariciaba la cintura desnuda de su amada.​

La cargo, y ella se aferró desnuda a la cintura de él. El la deposito en la cama y siguió besándola. Pero ella se separó de el de golpe.​

-Si seguimos así, terminare alimentándome de ti.-Dijo con voz dulce mientras acariciaba la mejilla del chico.​

-No importa.-Susurró. Se quitó la camisa negra que llevaba y le mostro el cuello pálido, que fueran vampiros no significaba que no se alimentaran de su propia especie, evitaban hacerlo pero cuando la situación lo proponía no la desperdiciaban.-Yo soy su caballero, y hago lo que usted me ordene.​

-Yo no te he ordenado que me des tu sangre.-Lo miro dulcemente.-¿Es algo que tu deseas?​

El si deseaba que no solo fuera su caballero, también quería que la misma sangre que corría por el, corriera por ella.​

-Sí.​

-Entonces.-Se acercó a él, y comenzó a besarlo dulcemente.-Cumpliré tu deseo.​

Se besaron nuevamente, pero esta vez con pasión. Ella bajo a su cuello lentamente y lo beso con delicadeza, él se estremecía al sentir los labios finos, suaves y fríos de su ama en su cuello, se sentía tan bien que deseaba demostrarle lo que sentía allí mismo, deseaba hacerle el amor como nunca se lo habían hecho. Rápidamente enterró sus blancos colmillos en la piel de Alex y se alimentó de el por unos pocos minutos, minutos en los cuales el sintió que estaba en otro mundo, volaba, juraba que estaba volando, por primera vez en su eternidad había sentido su cuerpo caliente, y sin quererlo libero un suspiro cuando su ama saco los colmillos de su piel. La observo, parecía una niña, sus ojos ahora estaban brillantes, un rojo tan intenso y tan vivo como las mismísimas llamas del infierno traídas a la realidad. Un hilo de sangre caía por sus labios y él lo lamio cuidadosamente.​

-Liliam.-Lo miro extrañada al ver que la llamaba únicamente por su nombre.-Deseo hacerte el amor.​

Los ojos escarlatas se abrieron con sorpresa, pero no se negó.​

El muchas veces antes la había amado, la amó con la mirada, con sus gestos…pero ahora iba mucho más allá de todo eso. Ahora, la amaría en la cama.​

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Continuara​