Hi Score Girl Etapa Finalizada (Unknown World Map) [High Score Girl]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Luncheon Ticket, 14 Agosto 2020.

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    Luncheon Ticket

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    Escritor
    Título:
    Etapa Finalizada (Unknown World Map) [High Score Girl]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1663
    Antes que nada, dejo aquí una advertencia: tanto la versión del manga como el animé de High Score Girl ya han finalizado durante el 2018 y el año pasado. Los acontecimientos que figuran en el presente fic se ubican un tiempo después del desenlace oficial, por lo que hay una considerable carga de spoilers. Asimismo, el lector ha quedado debidamente advertido.




    Etapa Finalizada




    El día es viernes 30 de octubre de 1998, en el barrio de Takatsu, una localidad del archipiélago japonés. Aquella tarde de otoño se desarrollaba con calma, entre el pausado tránsito de los automóviles y el andar de las personas por el centro de la ciudad. Un joven caminaba despreocupadamente, sin observar las numerosas vitrinas de las tiendas que estaban a su alrededor. Pero un negocio en particular le llamó la atención, como despertándolo de su ensimismamiento. Era un salón de máquinas de arcade que había abierto recientemente. Una fuerte nostalgia afloró en su pecho y se acercó a la entrada, casi por inercia. Las puertas corredizas de vidrio se abrieron automáticamente delante de él.

    Un micro universo de sonidos estridentes y atractivas luces de colores lo envolvió de súbito. Parecía que había ingresado a otro plano; uno más emocionante, vertiginoso y entretenido que la gris realidad que estaba afuera, en aquella populosa urbe. Sonrió, e inesperadamente vio un poster pegado en la pared, a solo unos pocos pasos de donde se encontraba. Caminó hasta ahí para apreciarlo mejor, descubriendo unos cuantos personajes muy familiares que precisamente eran la causa principal de que sintiera tamaña curiosidad. Se leía Street Fighter Zero 3 en letras muy grandes y, en una esquina, con una fuente más pequeña, figuraba la fecha actual. Se había emocionado sobremanera, esa franquicia que tanto había disfrutado en su infancia seguía creciendo junto a él. Revisó su billetera y tomó unos billetes de baja denominación.

    Después de conseguir cambiarlos por unas cuantas monedas, buscó la cabina del título que se anunciaba en ese cartel. No tardó mucho en hallarlo, e inmediatamente se sentó frente al monitor. Se maravilló ante aquellos gráficos, por la paleta de colores y los diseños del juego. Era como en ese entonces, cuando durante la primaria iba a esos locales de camino a su casa, queriendo escapar de la rutina y también para divertirse por unas horas. O puede que no lo fuera del todo, había cambiado mucho. Ahora tenía otras responsabilidades, otra meta. Tal vez lo que no había cambiado en nada era ese sentimiento que le invadía al ver esos videojuegos en movimiento. Colocó una moneda en la ranura y presionó el botón start.

    Lo que experimentaba era extraño y muy gratificante por demás. Había una fuerte sensación familiar, y al mismo tiempo todo era distinto. Seleccionó al personaje llamado Nash en lugar de su favorito, Guile. Recordó que los movimientos y habilidades de ambos eran muy similares. De un segundo a otro estaba moviendo la palanca y presionando los botones con una sonrisa de oreja a oreja. De repente ya no había preocupaciones, ni inquietudes, ni nada por el estilo. Eran solo la máquina y él. Los combos, las tomas, los súper ataques y él. Parecía tener diez años otra vez. Volvía a demostrar esa obsesión por superar cada round de la manera más efectiva y contundente. Se sentía invencible, nadie podía detenerlo.

    —Así que no has cambiado nada después de todo este tiempo, Yaguchi-kun —una voz aguda y gentil se oyó detrás de él—. Sigues siendo el mismo friki de los videojuegos de siempre.

    El adolescente se volteó instintivamente, reconocía esa tonalidad. Se trataba nada más y nada menos que de Hidaka Koharu, su antigua compañera de clases. Antes eran muy cercanos, a tal punto de que ella le había confesado lo que sentía. Pero ese amor no fue correspondido, ya que Yaguchi Haruo amaba a otra chica. Koharu había cambiado de colegio desde hace un tiempo, por lo que fueron distanciándose poco a poco. El hecho de haber sido rechazada afectaba el orgullo de la joven, a pesar de que entendía y respetaba la decisión que él había tomado. Ahora ella estaba de pie, detrás suyo. Llevaba un uniforme de color negro que consistía en un blazer y una larga pollera, junto a unas medias y zapatos haciendo juego. Sostenía su bolso con ambas manos y claramente estaba observando el avance de la partida.

    —¡Hidaka-san! Qué casualidad encontrarte por aquí —Haruo sonrió alegremente, levantando la mirada—. Ya no juego con la misma frecuencia de antes, solo estaba probando el nuevo título de Capcom, ¡se publicó justo hoy! —volvió a dirigir sus ojos a la pantalla—. Mira esto, es casi perfecto. Los gráficos, el sonido, la jugabilidad, todo es genial. Se nota que los juegos de lucha están en su mejor momento. Los programadores sí que saben lo que hacen. Pulieron las mecánicas y los personajes nuevos tampoco están mal.

    —Aunque ya no frecuentes tanto estos lugares, evidentemente no has cambiado en absoluto, Yaguchi-kun —comentó ella, con un gesto risueño.

    Haruo vestía un uniforme azul marino con unas zapatillas blancas. Hidaka reconoció la procedencia de esa vestimenta y se dio cuenta de que su instituto quedaba relativamente lejos. En efecto, no era ninguna mentira lo que él afirmara antes. A pesar de ese gran fanatismo que el muchacho tenía, tomarse la molestia de viajar hasta donde se encontraban no valía la pena. Y había muchos otros salones recreativos que estaban más cerca. Asumió que solo estaba paseando y que se decidió a entrar allí casualmente, justo igual que ella. Mirando cómo se desenvolvía con el juego, concluyó que su nivel seguía siendo muy bueno, pero no tan aplastante como antaño. Había perdido algo de práctica. Se quedó cabizbaja, lo comprendía totalmente.

    —¿Y tú, Hidaka-san? —preguntó él, sin despegar los ojos del display de la cabina—. ¿Sigues jugando juegos de peleas? ¿Qué tal un reto uno contra uno? —en aquella propuesta había un dejo de curiosidad y entusiasmo.

    —No, gracias —contestó ella, ruborizándose sutilmente por la vergüenza—. Tampoco he jugado mucho últimamente. Solo vine aquí para revivir viejos y buenos momentos —apretó fuerte el asa de su bolso—. Espero que no te moleste que en vez de eso prefiera quedarme aquí para ver cómo juegas.

    —Por supuesto que no es ninguna molestia, puedes animarme desde allí —sugirió el chico, sin detener los movimientos certeros de sus dedos.

    Koharu recordó el frío abrasador, los copos de nieve cayendo lentamente y las fuertes ventiscas de aquel invierno tan crudo. Rememoró cuando lo observara tantas veces delante de esa cabina que habían puesto frente a la tienda de su familia. En su mente vinieron las imágenes de cuando se había quedado detrás de él, tal como estaba ahora, para admirar sus habilidades por primera vez. Recordó la manera en que poco a poco se fue enamorando de su forma de ser, hasta lograr transmitirle sus mismos gustos y aficiones, incluso. Rememoró la tarde en que él le dejó en medio de la calle, luego de haberle dado una respuesta ante su confesión. Tuvo presente el momento en el que él se marchaba corriendo, detrás de la persona que en verdad amaba. Ella siempre quedaría así, atrás. Había perdido. Recordó todo eso, y ya no le dolía tanto. Esas experiencias agridulces se habían vuelto como una cicatriz cerrada ya hace mucho.

    La partida terminó en victoria, el muchacho había logrado ganar el último combate. Ahora aparecían los créditos en la pantalla, mientras se ejecutaba el ending del personaje elegido previamente. Haruo demostró un rictus de suma conformidad y se puso de pie. Se dirigió a su amiga, descubriendo que ahora llevaba una larga y lacia cabellera color naranja, la misma que luciera en una etapa de su adolescencia al tener afinidad con los videojuegos. Durante un instante fugaz, le pareció que volvía a revivir esos tiempos, tal como ella dijera antes. Tan solo fue la fracción de un segundo, y no pudo decir nada. Koharu, dándose cuenta de esa reacción, no perdió la oportunidad de decir algo.

    —Cuando sea que puedas reunirte de nuevo con ella, dile de mi parte que le deseo lo mejor. Y a ti también, Yaguchi-kun —concluyó, coronando sus palabras con una sonrisa de lo más encantadora.

    —Claro —respondió él, con la misma actitud—. Yo también te deseo lo mejor, Hidaka-san. Espero que algún día encuentres a alguien que te haga feliz, tanto como te lo mereces —se llevó una mano a la nuca, como queriendo ser prudente con lo que estaba a punto de decir—. Ya debo irme, ¿quieres que te acompañe hasta tu casa? Ya sabes, como buenos amigos.

    —Eres muy amable, pero me quedaré un rato más —bajó un poco la mirada—. Ojalá nos volvamos a ver pronto, Yaguchi-kun —levantó su mano abierta y la sacudió levemente, a modo de despedida—. Hasta entonces.

    Haruo hizo lo mismo a la vez que se alejaba. Caminó lentamente hasta salir del salón, y el golpe que sintió fue significativo. El cielo se había vestido de rojo y una marea de gente había inundado las calles todavía más, recordándole que su mundo de fantasía había quedado atrás. La imagen de una doncella de cabellera azabache que llegaba casi hasta la cintura y que usaba un fino vestido de color violeta asaltó su cabeza. Murmuró su nombre, «Oono Akira». Se preguntó qué estaría haciendo en ese mismo momento y si todavía le esperaba. Incluso se cuestionó si ella aún lo recordaba. Lo averiguaría más adelante, después de la ceremonia de graduación. Ya había reunido una buena cantidad de dinero para viajar a Estados Unidos y reencontrarse con ella. Miró hacia arriba con el fin de contemplar el firmamento. Entonces se dijo que cumpliría su promesa, no importara lo que costase ni lo que se tardase. Y luego se marchó de allí en silencio.



     
    Última edición: 14 Agosto 2020
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  1. Sakura Berlitz
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