ESTOCOLMO (SasukexSakura)

ESTOCOLMO ​

A veces el amor aparece en el lugar menos adecuado, en un momento inoportuno que, por más que este tan cerca, actúa de la manera más oculta y disimulada… pero asi es el amor: un sentimiento que da alegrías y penumbras, que hace feliz y da dolor​

Un amor verdadero es real si solo gozas de aquel sufrimiento… si piensas que en verdad has amado, seguramente te darás cuenta que NO al saber de esta de historia.​

Bueno, este fic es sobre un caso de sindrome de estocolmo que va mas halla de cubrir al raptor, pues si bien es cierto que el sindrome de estocolmo es una especie de apego y complicidad hacia el secuestrador, en esta historia la victima desarrollara algo mas que esto,osea en pocas palabras llega a enamorarse, un singular caso de este sindrome...​

Gracias blackrose18 por ayudarme a entender sobre este problema...​

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CAPITULO I

Una mañana caliginosa y fría enmudecía la ciudad, apenas eran unos minutos en los que la luz se apoderaba del firmamento y uno que otro pajarillo se atrevía a cantar a escondidas desde lo más cálido de su refugio. La humedad de las aceras y pistas era prueba razonable de la temporada de lluvias de aquellos momentos.​

Era un mes de Junio, primera semana, un miércoles 5 para ser exactos, y ya eran varias horas en aquel sitio del cual ella no sabía nada. Tenía las manos enmarrocadas, su boca cubierta con una tela y sus ojos con una venda. Estaba recostada sobre la pared fría pensando y resignándose de lo que le podría pasar, tenía miedo… estaba aterrorizada ​

No supo cómo llegó a ese sitio, lo único que recordaba era que unos hombres encapuchados se acercaron a su movilidad, golpearon al chofer y la sacaron de ahí a la fuerza. No supo si se desmayó o ellos hicieron algo para que cayera dormida, pero no recordaba nada más, ni siquiera el camino o haber logrado ver el rostro de alguno de ellos. Se frustraba al no poder rememorar…​

Las voces varoniles de sus posibles raptores se escuchaban en la otra habitación, y al parecer discutían.​

Su cuerpo se tensó al escuchar romperse unos vidrios y su corazón empezaba a acelerarse por el miedo.​

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Había un par de botellas sobre una mesa redonda, una vacía y la otra semillena. Sentado en una silla, estaba un hombre pelirrojo con varios pearcing decorando su cara; jugaba con un vaso dándole vueltas con los dedos y en la otra mano sostenía unas llaves.​

Al frente de él, sentado en otra silla, se encontraba un rubio de cabello largo sujetado en una coleta; estaba dormido sobre la mesa, quedándose así después de haberse emborrachado.​

Por una puerta, de las dos que había en aquella habitación, hacia su aparición, un sujeto de cabellos negros y alborotados, ojos profundamente rojos y fríos; y, a juzgar de su tez, se podría evidenciar su declinada juventud. Junto a él, venia un muchacho de unos 17 años de edad, con los mismos cabellos de su acompañante, la única diferencia era el singular brillo azulado que este proyectaba; su tez era blanca, su mirada apática y seria, orbes profundamente negros que mostraban dolor, impotencia, tal vez enojo y un poco de cólera, y quizás por eso ahora se encontraba ahí.​

–¡que m%$&§ están haciendo!!! – bramó enfurecido el hombre de mayor edad al ver a ese par en tal estado​

El rubio se levantó rápidamente poniéndose de pie a diferencia del pelirrojo que permanecía sentado mostrándose despreocupado.​

–¿Dónde está la chica? – siguió preguntando el hombre sin habérsele quitado la cólera​

–es-está por… allá… ippp– contestó el rubio con palabras casi entrecortadas por la borrachera​

–supongo que ya se habrán puesto en acción, y ya llamaron a su familia para hacer el trato no?​

Ninguno de los dos contestó poniendo en evidencia su falta​

–son un par de inútiles… no sirven para nada!!!​

El pelirrojo se levantó de su sitio y de un solo golpe lanzó las dos botellas al piso –nosotros ya cumplimos con traerte a la chica– espetó también enojado y al parecer harto por recibir órdenes –ahora tu encárgate del resto… Deidara y yo ya hicimos nuestra parte…​

El hombre sonrió de manera arrogante y arranchándole las llaves de las manos del pelirrojo, continuó refiriéndose ahora al muchacho que vino junto a él.​

–Sasuke!!!...tú te encargaras de la chica hasta que pidamos el dinero del rescate…​

El joven solo asintió con la cabeza recostándose sobre la pared y cruzando los brazos. A fin de cuentas tenía que hacer todo lo que le pedían con tal de ser aceptado en el grupo, aunque era más que evidente que la idea no le gustaba, quedarse como niñera? Eso no era para él.​

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Muy asustada se quedó quieta escuchando todo lo que ocurría en la otra habitación, aunque no era muy claro, pero pudo oír lo suficiente como para entender su situación. Esperó un momento en donde no escuchaba nada, hizo un poco de fuerza para tratar de liberar sus manos y no pensó cuanto le dolería; la cuerda áspera y gruesa había logrado lastimar su piel, sus piernas estaban entumecidas, su estómago le dolía por no haber probado bocado en tanto tiempo; y, aunque trataba de mostrarse fuerte, las lágrimas sentían la necesidad de salir, humedeciendo la venda que cubría sus ojos. Pensaba en cómo estaba su familia, pensando en la posibilidad de que quizás no los volvería a ver nunca más.​

Sintió el sonido que hacia la puerta al abrirse, escuchó pasos de alguien que se acercaba a ella. Tenía miedo, se aferró más a la pared tratando de conseguir inútilmente alguna salida y solo se quedó quieta al escuchar una voz.​

–tranquila… no tengas miedo… no te haré daño…​

Aquella voz, era serena, tranquila, un poco fría tal vez, pero aun así muy diferente a las que escuchó hace rato –te traje algo de comer…​

El dueño de aquella voz se acercó a ella; le retiró lentamente la tela que cubría su boca que cualquiera podría decir que lo hizo con la intención de no lastimarla. Ella tratando de parecer intrépida, movió con brusquedad su cabeza hacia un lado y teniendo ya su boca libre, pudo expresarse: –que es lo que quieren?... porque me trajeron aquí?– espetó casi con la voz quebrada.​

Aquel tipo no le contestó, ni le tomó importancia, sin permiso de la chica, se propuso a liberar sus manos para cumplir con la tarea que le habían encomendado. La muchacha en vez de permitir que este continúe con su cometido, retiró rápidamente sus manos haciéndole entender que no necesitaba de su ayuda.​

– ¡como comerás con las manos atadas!!!– bramó un poco enfurecido. La pelirrosa lo pudo entender, ese tipo tenía razón, estaba muy hambrienta y además necesitaba zafarse de esa cuerda que le lastimaba; no le quedó de otra que aceptar y apaciguar su orgullo.​

Él notó su piel irritada y retiró cuidadosamente la cuerda, las manos de la joven eran suaves y delicadas a pesar de las lesiones que tenía, tan sutiles que al rozar su piel sintió algo oprimirle el pecho; no le tomó importancia y continuó haciendo su trabajo.​

Ella frunció levemente el ceño por el dolor y lentamente empezó a mover sus muñecas para acostumbrarlas al movimiento.​

–Espero que no trates de escapar…– dijo serio. La pelirrosa no dijo nada pues esa idea ya había pasado numerosas veces por su mente. La joven misma optó por quitar la venda que le impedía ver y entrecerrando los ojos intentaba acostumbrarse a la luz del lugar. Y fue ahí donde comenzó a divisar a la persona frente a ella; se dio cuenta que ocultaba su identidad bajo un pasamontañas negro, era obvio ya que ella no debía reconocer a sus raptores. Lo único que pudo ver de su rostro fueron sus ojos: eran negros, profundamente negros y fijos, parecían llenos de odio, pero a la vez de temor, miedo, dolor; no sabia como explicarlo, su mirada era extraña en realidad, que ella misma sin darse cuenta, se concentró plenamente en sus orbes, varios segundos que empezaron por incomodar al muchacho. Este, ya un poco avergonzado, desvió la mirada logrando que ella quite la suya de sobre él.​

–ahí tienes un poco de arroz y ramen…–pronunció el joven después de haberse levantado yendo en dirección a la puerta, donde se quedaría hasta que la muchacha termine su comida.​

En realidad estaba muy hambrienta que apenas vio el plato se abalanzó a él como si alguien se lo fuese a quitar; lo miraba cada vez que podía tratando de no ser descubierta, no le pareció que fuese mayor de 20 años, le calculaba por lo menos su misma edad, pero ¿Por qué razón alguien tan joven estaba siendo parte de un secuestro?. No lo entendía pero lo dejó pasar de largo.​

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“SECUESTRAN A HIJA DE EMPRESARIO”​

“HEREDERA DE HARUNO COMPANY VICTIMA DE SECUESTRADORES”​

Varios titulares salían en los diarios, eran ya tres días en que no tenían noticia de su hija y los medios ya lo habían tomado como un secuestro. Y así era. Después de tres días sin haber sabido absolutamente nada de Sakura, la familia Haruno recibió una llamada, en la cual los secuestradores pedían no divulgar nada, pero ya era muy tarde ya que la noticia se había extendido por toda la ciudad.​

Ahora temían por la vida de su heredera.​

El teléfono volvió a sonar y Yoshiro Haruno, padre de Sakura, estaba más que alerta para contestar.​

–Aló?​

–No se suponía que esto quedaría entre nosotros? O acaso quieres ver a tu retoñito muerta?​

–Espere…– decía Yoshiro muy nervioso –no…no fue culpa mía… los titulares salieron antes que…​

–ya ya cállate…– dijo la voz al otro lado del teléfono sin permitir que terminara de hablar –escucha bien… ni una palabra más entendiste? y ni se te ocurra involucrar a la policía , o si no… ya sabes lo que le puede pasar a tu princesa…​

–ya lo sé señor…– espetó temeroso –pero… por lo menos déjeme hablar con ella… onegai… quiero saber cómo está​

-No te preocupes… aun no le he hecho nada malo, no me sería útil estando muerta, pero… no pierdo nada con matarla si no cumples…​

Colgó el teléfono​

–Kuso…– susurró por lo bajo al ya no escuchar al tipo que tenía a su hija. Su esposa, Suzume Haruno, lloraba desconsolada en un rincón, temía lo peor, tenía miedo de perder a su única hija, que le hicieran algo malo porque estando en manos de esos sujetos cualquier cosa le podía pasar.​

–no se preocupe Yoshiro-sama, ya localizamos el lugar– decía un hombre alto de uniforme militar que miraba algo en la pantalla de una computadora, habían más tipos con la misma vestimenta del primero, todos haciendo lo posible para dar con el paradero de la heredera de aquella gran empresa que Yoshiro presidia.​

–actuaremos con cautela… su hija regresara sana y salva…​

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–que pasa Madara?– preguntó un joven pelinegro al hombre sentado frente suyo. Este después de haber colgado el teléfono se quedó pensativo, como si algo le incomodara. Frunció el entrecejo analizando bien la situación, definitivamente algo andaba mal, y como él no era tonto, se pudo dar cuenta en cuestión de segundos, por tal razón era el líder de la organización Akatsuki, conocida por realizar los delitos más extraordinarios de todo Japón.​

–Sasuke, alista a la muchacha… nos vamos de aquí…​

–qué?... pero porque?​

Sonrió arrogante –parece que habrá un poco de diversión en todo este embrollo​