One-shot de Dragon Ball - Estampa Navideña (Vegeta y Gokú)

Tema en 'Dragon Ball' iniciado por InunoTaisho, 25 Diciembre 2011.

  1.  
    InunoTaisho

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    Escritora
    Título:
    Estampa Navideña (Vegeta y Gokú)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    11288
    Estampa navideña.


    Volví con un breve fic navideño que se me ocurrió en lo que desenredo “Pasado mañana” y continuó con “Un cambio en el corazón…” y “Un juego por la vida de… Naraku”. Mi clásico estilo humorístico ambientado en DBZ, ¡los Saiyajins se han levantado sobre los hermanos Taisho!, así que les garantizo varias carcajadas. Recuerden que todo lo relacionado con Dragon Ball es propiedad de Akira Toriyama y socios, lo que uso para divertirme con todos ustedes.




    Unos meses después de los terribles sucesos con Majin Boo, el mundo se dispone a celebrar la Navidad con alegría, como si no hubiera pasado nada malo. En Capsule se preparaba una fiesta por todo lo alto… aunque el “Rey de la casa” no parecía nada contento.




    Quita esa cara de “Grinch” y sonríe por favor — le reprochó la mujer de su corazón, acomodándole el cuello del suéter con cariño —, ¿qué van a decir nuestros amigos?


    Nuestros amigos… — le rezongó alejándose de ella, y cruzándose de brazos cerca de la puerta —… querrás decir, los parásitos que siempre vienen a molestar.


    Vegeta — Bulma lo imitó con estilo —, ¿hasta cuando dejarás de ser tan huraño?


    Tal vez… hasta que me muera — replicó guardándose una sonrisa. A pesar de los años, su mujer seguía viéndose graciosa cuando pretendía copiarle el modo.


    Pues ya te moriste dos veces, y sigues igual de antisocial — le recordó, y decidió ignorarlo para acercarse al closet y escoger su vestuario —. Veamos… — concentró su vista en el repertorio de prendas finas —… ¿me pondré el vestido rojo o el blanco con azul?... Tal vez me ponga el que tiene estampado de nochebuenas.




    Como la familia estaría ocupada con los preparativos de la dichosa fiesta… al Príncipe le pareció conveniente echarse una “siestecita” con su consorte, al cabo que la ropa era lo que menos le estorbaba, viéndose tan bien con la bata de baño.




    Bulma… ¿por qué no mejor te pones al natural, y mandamos a todos al carajo? — le dijo seductoramente al oído, abrazándola por detrás.


    Vegeta… — Bulma dejó escapar una risita —… vas a estropear el suéter que te tejió mamá con tanto cariño.


    ¡Bah!, ya me hará otro… — agregó sin dejar de apretarla —. Al parecer, tu madre no se cansa de perder el tiempo.




    Se enredaron en un abrazo apasionado, y ya no faltaba nada para que se tiraran a la cama cuando…




    ¡Mamá, mamá, mamá! — Trunks abrió precipitadamente la puerta —, dice la abuela que… — y los ojazos azules casi se salen de sus órbitas, al cachar a sus padres en pleno “agasajo” —. Eee… — tartamudeó y corrió fuera de la habitación, tan veloz como le permitió su Ki —. ¡Yo no vi nada! — dijo antes de salir intempestivamente como alma que lleva el diablo, pues el endurecido gesto de su padre le dio a entender que le esperaba un castigo mayúsculo.


    ¡¡Trunks!!, ¡¿cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar?! — le gritó un enfurecido Vegeta, dejando caer a Bulma en la cama. La pobre se cubrió en un santiamén con una toalla — ¡Miserable mocoso del demonio! — exclamó desde la puerta.


    Es hijo tuyo, Vegeta — le puntualizó su esposa recuperándose de la impresión —. Pero tienes razón, ya hablaré con ese jovencito sobre el respeto a la privacidad.


    ¡Mierda! — gruñó, y prefirió salir del cuarto por la ventana.


    ¡Nada más no vayas a largarte lejos!, ¿eh? — Bulma le gritó desde el interior —. ¡O te dejo sin “postre” en la noche!




    Un poco más tarde, en cuanto el Sol se ocultaba por el horizonte, ya se encontraban los invitados en Capsule.




    ¡Pero que linda decoración! — dijo Milk, halagando la ornamentación de la sala.


    Mi abuelo y yo la pusimos — afirmó Trunks con orgullo —. ¿Verdad que está súper?


    Suave… — murmuró Goten con la boca abierta —. Mamá, ¿por qué nosotros no tenemos un árbol así? — le preguntó a su progenitora.




    Gohan fue quien le contestó.




    Es muy simple Goten, vivimos en el monte Paoz y los árboles abundan allá — dijo con sinceridad y en tono bastante amable —. Videl, ¿vamos afuera? — se dirigió a su novia con un poco más de cariño —. Hace algo de calor aquí adentro.


    Claro, Gohan — contestó la muchacha.


    Es por la calefacción — dijo Bulma muy sonriente —. Pero adelante, que están en su casa.


    Gracias, Bulma — contestaron al unísono, y se dirigieron al jardín por la puerta trasera.




    Goten y Trunks también fueron al jardín, para quemar cohetes, divertirse con otros “juguetes didácticos” y huir de Maron, la hija de Krilin y 18. Sus ráfagas de Ki podían ser más impresionantes que eso, pero los dos niños tenían cara de éxtasis por el colorido de la pólvora. Los demás invitados charlaban animadamente entre ellos, recordando algunas cosas chuscas que habían vivido en el transcurso de sus años de amistad. Únicamente faltaba Gokú.




    Milk… ¿dónde está Gokú? — le preguntó Bulma.


    Ese Gokú… — la aludida resopló un poco —, me dijo que tenía algo importante que hacer antes de llegar acá. ¿Creerás eso?


    Gokú nunca va a cambiar — opinó Krilin en tanto que 18 puso los ojos en blanco, saliendo con su hija a ver los cohetes.




    Vegeta y Pikoro se mantenían alejados del resto, según su costumbre. El Príncipe ya devoraba sus sagrados alimentos, un tentempié antes de la cena para tenerlo tranquilo, y el namek sentía que se le revolvía el estómago, aunque agradecía que el huraño Saiyajin mostrara más educación que su compatriota.




    ¿Acaso los Saiyajins no dejarán nunca de tragar como cerdos? — aún así, le echó en cara su falta de cortesía para con los invitados.


    Es mi casa y hago lo que yo quiera — contestó después de engullirse un buen filete —. Si los demás no comen me tiene sin cuidado.


    Siempre igual, ¿eh? — observó con sarcasmo el verde alienígena.


    Y a mucho orgullo — puntualizó el de levantada cabellera, zampándose una gran hamburguesa de un solo bocado.


    Oye, Vegeta — Krilin se les acercó hablando en tono respetuoso, dedicándoles a ambos una sonrisa tímida en cuanto le prestaron atención —, ¿ya tienes listo el discurso para Gokú? — preguntó como quien no quiere la cosa.




    El ceño del Príncipe se hizo más fruncido, si pueden imaginárselo de otra manera, y el chaparrito dio un paso atrás ante ese gesto de coraje. ¡Maldita la hora en que aceptó algo semejante… y todo por el imbécil de Kakarotto!



    ********************



    Aunque no se visitaban con frecuencia, los guerreros Z no habían perdido contacto. La excepción son Chaozu y Ten Shin Han, a quienes no les habían vuelto a ver el pelo desde hacía un buen rato. Al acercarse las festividades de fin de año, Gokú fue a visitar a todos sus amigos para que se reunieran en Kame – House, y decidir donde pasarían la celebración de Nochebuena. Incluso Vegeta fue, a insistencia de Trunks… en realidad la influencia de Bulma fue la que lo “convenció” de ir, pues la científica no quería quedar mal con sus cuates.



    Bueno, entonces… — preguntó Gokú después de que ya se encontraban todos —, ¿en dónde haremos la fiesta de Nochebuena?


    Que pregunta, Gokú… — dijo Oolong en tono de sabihondo —… Capsule es el mejor lugar de todos los que conocemos…




    Decidió guardar silencio cuando sintió sobre él los fieros ojos negros del Príncipe.




    Claro que no hay problema por ello — dijo Bulma muy sonriente —, a mamá le dará mucho gusto tener invitados, y a nosotros nos agradaría recibirlos… ¿verdad, Vegeta? — y miró a su esposo, dedicándole unos “ojitos pizpiretos”.


    ¡Mph! — rezongó éste cruzándose de brazos en señal de desagrado… ¿por qué Bulma insistía en involucrarlo en todo lo relacionado con esas basuras?


    ¡Qué bien! — sonrió Gokú muy complacido, en lo que Goten y Trunks chocaron las manos visiblemente emocionados —. ¡Siempre he dicho que eres un buen sujeto, Vegeta!


    Kakarotto… — le dijo ásperamente el de cabellera en punta, echando lumbre por las pupilas —… no es por lo que tú crees…


    No importa… — el de alborotados cabellos se encogió levemente de hombros —, sabes que puedes contar con mi amistad incondicional, y que guardaré tu secreto hasta la tumba.



    El Príncipe hizo gesto de incredulidad, abriendo de más los ojos y casi con la quijada en el piso… ¿qué tonterías estaba diciendo ese insensato?




    ¿Eh? — le preguntó tratando de disimular la duda y la curiosidad —. ¿Cuál secreto, Kakarotto?


    Vegeta, si lo digo dejará de ser secreto — contestó Gokú con gravedad.




    Los demás los miraron alternativamente, hasta Pikoro pareció interesado por lo que guardara ese Saiyajin mal encarado.




    ¡Bah, sólo sabes hablar sandeces, Kakarotto! — rezongó recomponiendo el ceño fruncido —. Yo no tengo ningún secreto.


    Así me parece mejor — le sonrió su ingenuo interlocutor —. Nadie debe enterarse… únicamente los mejores amigos comparten ese tipo de cosas — puntualizó con simpleza.


    ¡¡Qué amigos ni que la ch…!! — el Príncipe le gritó, levantándose en la punta de sus botas para verse intimidante.


    Vegeta, no te exaltes — Gokú le pidió calma con las manos, después de hacerse “chibi” por un instante —, estamos cerca de la Navidad y debe reinar la armonía y la paz.


    ¡¡”Paz” es lo que te voy a dar si no cierras la boca!! — el agresivo Saiyajin le amenazó con el puño cerrado.


    Después nos damos toda la “paz” que quieras… — agregó el ingenuo Saiyajin volviendo a sonreír —… en cuanto pasen las fiestas. Pero esa noche voy a darte el mejor regalo que alguien puede darle a un amigo — indicó con entusiasmo —. Ni Bulma podría darte un obsequio tan especial.


    ¿Y se puede saber que es? — intervino la aludida en tono ofendido —. Yo conozco a Vegeta mejor que nadie, por algo es mi marido — le puntualizó enojada.


    Yo no digo que no le conozcas — observó Gokú con cordialidad, dirigiendo una mirada amable a su amiga —, es sólo que, entre Saiyajins, compartimos muchas cosas.




    Al altanero Príncipe volvió a brotarle un signo de interrogación en lo alto de la cabeza… ¿qué él y Kakarotto compartían muchas cosas? ¿Cuándo había hecho algo semejante con ese idiota? Únicamente con Bulma compartía algo más que palabras, con su hijo Trunks compartía buenos momentos de entrenamiento y, tal vez, alguna que otra travesura al estilo real (jejeje, cualquier travesura que no fuera en su contra estaba bien).



    ¿Eh? — abrió un poco la boca con asombro, para posteriormente recuperar su gesto acostumbrado —. Kakarotto, ¿qué estupideces estás diciendo? — le reclamó en alta voz.


    Oh, vamos, Vegeta — le dijo el aludido con timidez —, entre Saiyajins podemos agredirnos, pero jamás nos haremos daño… al menos que nos provoquen, como hicieron Broly o Turles… — recordó a esos dos tipos que les causaron problemas en el pasado.


    O Nappa y Raditz — intervino Krilin sin que nadie le pidiera su opinión.


    Guarda silencio, Krilin — le dijo 18 en tono de mando, haciéndolo callar al momento.




    Bulma se veía molesta… ¿así que Gokú creía conocer perfectamente a Vegeta y, encima, pretender regalarle algo mejor de lo que ella podría darle?




    Muy bien, Gokú — la científica se dirigió a su amigo —, ya verás que el regalo que Vegeta va a darte es mucho mejor que el tuyo.


    ¿¡Qué!? — el aludido casi se la quiere comer con los ojos… a veces era mejor que no le ayudara —. ¡Bulma! — le reclamó con enfado —, ¿por qué dices que voy a darle un regalo a Kakarotto?


    ¿¡Acaso piensas dejar en mal a tu mujercita!? — le contestó de igual forma —. ¡Vas a darle un regalo a Gokú, y punto!




    Discutieron como cinco minutos hasta que, al final, Vegeta se marchó furioso, después de dirigirles a todos una mirada de rabia. Gokú se sentía muy contento y halagado ante la perspectiva de recibir un presente de parte de su amigo y camarada, el Príncipe de su raza.




    Gohan, ¿por qué los adultos son tan complicados? — le preguntó Goten a su hermano mayor, en cuanto vieron al “dueño” de Capsule salir disparado al firmamento.


    Créeme Goten, yo aun no los entiendo — suspiró el aludido con resignación.


    Gohan… ¿qué no ya eres un adulto? — observó Trunks un tanto burlón.




    Al pequeño Saiyajin de cabellera lavanda no le preocupaba mucho que su papá se haya marchado de esa forma; le preocuparía más si no le hubiera gritado a su mamá, porque eso podría significar que se volvería como el señor Gokú, y él no quería un papá tonto que se dejara mandar.



    ********************



    ¡Mph! — resopló el de levantada cabellera, después de ese lapsus hacia atrás en el tiempo —. Ya lo verás — y le dedicó a Krilin una mueca de disgusto —, así que, por lo tanto, esfúmate de mi vista hasta que llegué la hora… — en seguida se le dibujó una sonrisa ladina en el rostro —… A la hojalata que tienes por mujer no le gustaría verte pelón otra vez.


    Eee… claro, lo que digas — el pequeño guerrero interpretó correctamente esa amenaza, y se alejó presuroso del anfitrión, dirigiéndose al jardín para alcanzar a su familia.



    Los dos extraterrestres lo siguieron con la vista hasta que lo perdieron, y Vegeta soltó la carcajada que había estado guardándose, haciendo que Yamcha, Puar, Oolong y el maestro Rōshi decidieran salir también en cuanto le escucharon reír como antaño. Ya un poco más tarde, quizá media hora después, Trunks fue a jalar a su padre para llevarlo con él… Pikoro se les adelantó al percatarse que el infante iría a importunar a su altivo progenitor.




    ¡Venga, papá, vamos a quemar cohetes! — le dijo emocionado tomándolo por la manga —. ¡Ya verás que es divertido! — aseguró con una gran sonrisa en el rostro.


    Trunks… no fastidies — le espetó soltándose con brusquedad —. Sabes bien que esas tonterías no son para mí — y se acomodó la manga con algo de parsimonia.


    Mamá me dijo… — el niño le hizo gesto de puchero, igualito a los que hacía su mujer cuando quería sonsacarle algo —… que ibas a jugar conmigo, como el señor Gokú juega con Goten.




    A lo lejos se pudo percibir una mirada escrutadora. Bulma salía de la cocina con otro gran servicio de botanas para sus amigos, y se percató que su marido se estaba comportando como un majadero con el hijo de ambos. Con una chispa de enfado en sus ojos azul cielo, le dio a entender a su Príncipe lo mal que le iría si su pequeño retoño lloraba. Aparte de todo… la sola mención de su némesis le irritó más.




    ¡Está bien, maldita sea! — le dio un “suave” coscorrón a su primogénito —. ¡No digas el nombre de Kakarotto en mi presencia! — y lo empujó hacia la puerta —. ¡Y muévete ya!




    El muchachito cambió el gesto por uno más alegre, y corrió presuroso hacia el jardín. Bulma suspiró aliviada y se dispuso a seguir a los hombres de su corazón, y así continuar con la atención a sus invitados.




    Al final casi todos quemaban luces de bengala en el jardín posterior de la casa. Vegeta no podía negarse que, el ver a Trunks entretenido a su lado le llenaba el corazón de una calidez agradable. Y Bulma volvió a llevarle una botana para saciar su apetito, sin reclamarle por nada, dedicándole un guiño disimulado de complicidad, que lo hizo enrojecer levemente por una fracción de segundo.




    ¿Lo ves, Goten? — dijo el pequeño heredero de Capsule a su amigo, con una gran sonrisa de orgullo —. ¡Mi papá sabe quemar cohetes como nadie!


    Es cierto… — exclamó el niño de cabellos alborotados sin disimular su asombro, mientras dirigían la vista al cielo, admirando el espectáculo de fuegos artificiales que el Príncipe encendió con su Ki —… está súper…


    Más que súper… — afirmó el de cabellos lavandas.




    Hasta 18 se veía asombrada… nadie diría que ese mono salvaje era un buen padre, a su manera. Maron parecía extasiada en los brazos de su pequeño padre, señalando el firmamento.




    ¡Son muchas luces!, ¿verdad, papi? — preguntó con inocencia a su progenitor.


    Así es mi niña — le contestó Krilin dedicándole una sonrisa —, muchas luces de bellos colores.


    Por cierto, Vegeta — está vez fue Gohan quien se dirigió al noble Saiyajin —, mi papá no ha de tardar en llegar. ¿No crees conveniente repasar tu discurso?


    ¡Pamplinas! — contestó después de tragarse el último bocado de nuggets que su esposa le había servido —. Eso es pan comido para mí… aunque no me hace nada de gracia decir babosadas — rezongó.




    Videl estaba tomada del brazo de su novio, y se ocultaba disimuladamente tras él… ese señor le daba algo de miedo.




    ¿Acaso te lo aprendiste de memoria? — Gohan lo miró con asombro —. Me sorprendes, Vegeta.


    ¡Qué va! — el alzado Saiyajin contestó en tono altanero —. Sólo falta un pequeño detalle…


    ¿Y cuál es? — preguntó dudoso el joven Saiyajin.


    Escribirlo — respondió con sarcasmo.




    Videl y Gohan por poco se azotan de la impresión. Los demás aun estaban entretenidos con la iluminación y no les dedicaban atención. El hijo mayor de Gokú recuperó el equilibrio, y enderezó a su novia.




    ¡Qué gracioso eres, Vegeta! — se rió tímidamente —. Porque… estás bromeando, ¿verdad?


    ¿Acaso alguna vez he cometido semejante imperfección? — el aludido le dirigió una mirada de disgusto —. ¡El Príncipe de los Saiyajins no hace bromas! — y le levantó la voz —. Sólo el idiota de tu padre se dedica a hacer payasadas — puntualizó en tono burlón.




    Ahora sí, ante semejante grito, todos se fijaron en ellos.




    Eee… — Gohan prefirió aguantarse la molestia y sonrió para disimular… no sería prudente pelarse con Vegeta en plena fiesta —, ¿y… en dónde vas a… escribir el discurso? — preguntó tratando de retomar el tema inicial de su charla.


    ¡Bulma! — por toda respuesta, el de levantados cabellos llamó “cariñosamente” a su mujer —, ¡hagamos ese maldito discurso de una buena vez!




    La aludida estaba a su lado en un santiamén… con lápiz y papel en mano.




    Pues díctame ya, Vegeta — le contestó igual de “tierna” —, no tenemos toda la noche.


    Ejem… — Vegeta se aclaró ruidosamente la garganta —. “Estimado… Kakarotto”… ejem… — volvió a carraspear —… “bla, bla, bla, bla… y bla, bla, bla, bla…” — dijo un tanto socarrón — “… y, para finalizar, he de decirte que…” ejem… — un nuevo carraspeo — “te respeto… casi como si… fueras mi… hermano” — finalizó silenciando un bufido de irritación —. ¿Contento? — y volvió a mirar a Gohan con molestia cuando se dirigió nuevamente a él, cruzándose de brazos como acostumbraba —. Te dije que era “papita” para mí.


    Eee… — el muchacho parpadeó de incredulidad en tanto que Videl tenía la boca abierta de asombro —, que discurso tan… enternecedor — sonrió en un gesto que pretendía imitar al de su progenitor.




    El arrogante Príncipe Saiyajin arqueó una ceja.




    Bulma — le dijo un tanto brusco a su consorte, mirándola de reojo —, transcribe ese texto en tu computadora… y cambia las palabras “estimado”, “respeto” y “hermano” por otras más fuertes.


    ¿Y qué hago con todo el “bla, bla, bla, bla”? — ella le preguntó con ironía y enfado… tenía que ser el “Grinch” de su marido.


    Ponle todas las palabras altisonantes que creas adecuadas — le contestó encogiéndose un poco de hombros.


    ¡Hola, ya estoy aquí! — en ese momento escucharon una voz conocida… Gokú llegaba montado en la Kinton —. ¡Hola, Vegeta! — saludó a su compatriota agitando la mano con entusiasmo —. ¡Tu regalo está esperándote en…! — y, por andar distraído, chocó estrepitosamente con la barda perimetral de Capsule, abriendo un boquete de considerable tamaño.


    ¡Oh, ese imbécil! — Vegeta se jaló el rostro con una mano, sin poder ocultar su rabia —. ¡Rápido, Bulma! — le urgió a su esposa volviendo a mirarla —, hay que hacer algo… esa pared está grave.




    Todos los demás se dirigieron presurosos hacia donde Gokú salía de entre los escombros.




    ¡Gokú! — Milk fue la primera en llegar aunque, en lugar de abrazarlo porque seguía con vida, le reclamó enfadada —, ¡tenemos dos horas esperándote! ¿Dónde estabas?


    Lo siento, Milk — le respondió sacudiéndose el polvo de la ropa —, pero no puedo decírtelo… es una sorpresa para Vegeta.


    ¡Papá! — Goten se lanzó a sus brazos con una enorme sonrisa en el rostro, impidiendo que su mamá volviera a importunar a su progenitor —. ¡Hubieras visto los fuegos artificiales! — dijo emocionadísimo —. ¡El tío Vegeta es experto en…! — volvió la vista hacia su compañero de travesuras —. Trunks, ¿cómo me dijiste que se llamaba eso que se hace con la pólvora? — y le preguntó con gesto dudoso.


    Pirotecnia, Goten — el pequeño Saiyajin de cabellera lavanda imitó a la perfección el gesto que antes había hecho su padre, jalándose la cara con una mano ante la poca lucidez de su amigo.


    ¡Eso, eso! — dijo el niño de alborotados cabellos volviendo a sonreír, mirando a su papá una vez más —. ¡El tío Vegeta es experto en pirotecnia!


    Que interesante… — dijo Gokú con alegría, para después poner un gesto de duda acostumbrado —… ¿y eso qué es?




    Todos los presentes azotaron estilo anime… incluso Goten perdió el equilibrio, aunque no cayó al piso porque su padre lo traía en brazos. Vegeta se incorporó de un salto, con Bulma a su lado.




    ¡Kakarotto! — le gritó haciéndose grande.


    ¡Gokú! — le reprochó su amiga al mismo tiempo, luciendo tan terrorífica como su esposo.


    Ustedes sí que son un moderno matrimonio en sintonía — observó el aludido dedicándoles una gran sonrisa, a pesar de que la pareja lo fulminaba con la mirada.


    ¡Eso a ti te vale m…! — Vegeta se exaltó más por esa expresión de ingenuidad.


    ¡Mira lo que le hiciste a mi pared! — la de cabellera azul le señaló el boquete, hablándole a su amigo con irritación —. ¡Con lo que me costó arreglarla después de la última vez, hace quince días!


    Vamos, Bulma — Gokú puso gesto de extrañeza —, si lo que sobra en Capsule es el dinero.


    No me refiero al dinero, tonto — le aclaró en tono de disgusto, agitando una mano para expresar lo poco que le preocupaba la “lana” —, eso me tiene sin cuidado. Es por…


    Y, ¿entonces? — le interrumpió sin dejarla terminar.


    Es que es difícil conseguir albañiles… gracias a mi marido aquí presente — puntualizó, lanzándole a su esposo una mirada enfadada.


    ¿Crees que me hizo gracia que esa bola de mamarrachos se te quedaran viendo como zopencos cuando decidiste nadar en la alberca, precisamente ese día? — el aludido le reclamó bastante alto —. Agradecidos deberían estar de seguir con vida después de semejante atrevimiento — agregó irónico.


    Ya bájale a tus celos, papá — intervino Trunks sin medir las consecuencias de sus palabras —. Mamá no va a cambiarte por un albañil inútil, aunque él sí trabaje… si te prefirió por encima del tío Yamcha, y ni siquiera aceptó la propuesta del Supremo Kaio… — la mirada que le lanzaron sus progenitores le indicó que se había pasado de la raya… decidió sonreír avergonzado —. Perdón, yo decía…


    Trunks… te conviene mantener la boca cerrada, y no hables cuando no se te pide opinión — le dijo su padre con parquedad y bastante serio —. Todavía tienes cuentas pendientes conmigo, mocoso — le recordó.


    Pero papá — se quejó el niño… no podía permanecer callado con facilidad —, ya me lo están descontando de mi mesada.


    Jovencito, tu padre no se refiere a eso — le dijo Bulma igual de seria.


    ¿Pues que hiciste, Trunks? — preguntó Goten como quien no quiere la cosa, sabedor de que su compañero de juegos es todo un tornado —. ¿Es por lo que me contaste que viste en la…?


    ¡Guarda silencio, Goten! — el aludido le tapó la boca apuradamente, volviendo a sonreír abochornado.


    Trunks… — Bulma lo miró más enojada, en tanto que Vegeta parecía a punto de estallar de rabia.


    Mamá… — el “angelito” agachó la carita… el castigo que le daría su madre le parecía más aterrador que pasarse el día entero con su padre, encerrado en la cámara de gravedad —… es Nochebuena.


    ¡A cenar! — la señora Briefs se asomó muy a tiempo, para evitarle a su adorado nietecito un regaño mayor.


    ¡Qué bien! — Gokú se lanzó al interior —. ¡Me estoy muriendo de hambre!


    ¡Kakarotto, recuerda que mi porción es la más grande! — Vegeta fue tras él, olvidando momentáneamente el coraje que le ocasionó su hijo… mañana sería otro día, y lo castigaría con un entrenamiento intensivo por seis meses en el desierto.


    ¡La cena! — los chiquillos también entraron siguiendo a sus padres, y Trunks suspiró aliviado… su abuela le salvó la vida, por lo menos esa noche.


    Pasemos a cenar, amigos — dijo Bulma dirigiéndose amablemente a todos sus invitados, recuperando la expresión bondadosa en menos de un segundo —, o esos cuatro se acabarán todo.



    Gohan prefirió mantener la compostura, pues Videl aun no podía ocultar su asombro ante la forma de comer de los Saiyajins, y el muchacho no quiso ser descortés con la joven.




    La cena fue estupenda, y todos alabaron la buena cocina de la señora Briefs. Obviamente que gran parte de ella fue devorada por los hombres más fuertes del Universo y sus pequeños vástagos… ellos no escatiman en comida, menos en una buena comida. Pero sería mucho pedir que Vegeta se quedara con los amigos de su mujer en la sobremesa. Sin despedirse de nadie, en cuanto terminó de engullir su grandísima porción, se alejó hacia el balcón principal, quedándose allí apoyado en el barandal, mirando hacia el oscuro firmamento… esa infinidad de estrellas podrían haber sido suyas. Unos diez minutos después tuvo compañía.




    Kakarotto… ¿por qué insistes en molestarme? — dijo irritado sin volver la vista —. Que te quede claro de una buena vez que tú y yo no somos amigos.


    Eso lo dirás por ti, Vegeta — le puntualizó Gokú con amabilidad. Se había acercado sigilosamente a su camarada, mientras los demás cantaban villancicos —. Para mí eres un buen amigo… has cambiado mucho desde que te conocí, cuando llegaste a la Tierra como un asesino… — recordó en tono algo nostálgico —. Han pasado años…


    ¡Mph! — bufó el aludido para expresar su desacuerdo —. Puede que tengas razón en parte, Kakarotto… aunque eso no significa que haya olvidado la humillación a la que me has sometido desde esa ocasión… — y está vez sí lo miró, echándole unos ojos asesinos —. Es algo que no te perdonaré nunca.


    ¡Vegeta, que sentido eres! — le sonrió tímidamente su interlocutor —. Mejor vámonos… — agregó recuperando un poco la mesura —… tengo una sorpresa que darte, y no quiero indiscretos que la echen a perder.




    El Príncipe lo observó escrutadoramente.




    Kakarotto… ¿es en serio lo qué dices? — le preguntó con duda —. Mira que si se trata de una broma…


    Espera y verás, Vegeta — afirmó sin cambiar el rostro formal —. Me costó mucho conseguirlo, pero ha valido la pena.




    Sin darle tiempo de rezongar otra vez, lo tomó por el hombro y se tele transportaron lejos de Capsule. Sus pequeños hijos se percataron de su repentina ausencia, y ambos se lanzaron hacia el balcón, interrumpiendo el tercer villancico que entonaban los demás.




    ¡Papá! — exclamó Trunks mirando hacia todos lados.


    ¡Papá! — Goten le imitó.


    ¿Qué sucede, Goten? — preguntó Milk con preocupación.


    ¡Mi papá se fue con el tío Vegeta! — dijo el chiquillo, en tanto su amiguito afirmaba con la cabeza.


    Seguro que papá llevó a Vegeta a ver su regalo — intervino Gohan palmeándole el hombro a su mamá para que se tranquilizara —. Ya volverán.


    Gohan, ¿tú sabes que le va a regalar Gokú a Vegeta? — intervino Bulma a su vez, pues también se había acercado al escuchar la exclamación de su retoño.


    No… — respondió éste encogiéndose levemente de hombros —. Recuerda que es un secreto, Bulma, y no se lo dijo a nadie.


    Seguro que tú sí sabes, ¿verdad, Pikoro? — la científica no quedó conforme, y se dirigió al namek.


    Te equivocas, mujer — respondió el aludido con parquedad e indiferencia, y con el gesto insoldable que suele tener —. No lo sé, y aun si lo supiera no te lo diría, pues un secreto es un secreto.


    ¡Oh, ya veo! — suspiró derrotada… le comía la curiosidad por saber cuál era el fabuloso obsequio que superaría lo que ella le había regalado a su Príncipe —. Es una pena que se vayan a perder los postres — mencionó al final, recuperando un poco la compostura.


    A veces pienso que Vegeta sí aprecia a mi Gokú — opinó Milk suspirando también.


    Más de lo que crees… — dijo Bulma —. Bueno, ¿quién quiere más ponche? — preguntó alegremente volviendo al comedor.




    Entre tanto, los Saiyajins arribaron en unas montañas alejadas de la civilización.




    Bueno, ya estamos aquí — indicó Gokú con su aire de inocencia —. Ahora, Vegeta, acompáñame por favor.


    ¿Qué lugar es esté? — preguntó el Príncipe con desconfianza.


    Estamos muy cerca de la Capital del Norte — respondió el de alborotados cabellos, moviéndose entre la nieve y alejándose un poco de la posición a donde llegaron —. Tenemos que apurarnos, o puede cobrarme el doble por la tardanza.


    ¿Qué te…? — parpadeó el de levantada cabellera, más caminó detrás de su camarada —. Oye, Kakarotto, ¿a qué mierda estás jugando?


    No comas ansias, Vegeta. Mira — le señaló hacia adelante —, en esa cueva nos están esperando.


    ¿Quién m… nos está esperando? — vociferó el aludido, sin medir los efectos que podría ocasionar un alarido como ese.


    No grites, Vegeta, o puede caernos una… — Gokú le hizo la observación con seriedad, volviendo la vista a él, más se puso momentáneamente pálido —… ¡avalancha! — y apuró el paso —. ¡Corre, Vegeta!




    Al ver la nieve que se le venía encima, el Príncipe no lo pensó dos veces y lanzó un disparo de Ki que la fundió… pero el agua fría lo cubrió de golpe.




    ¡Carajo! — vociferó una vez más, elevándose un poco.


    Te dije que no gritaras, Vegeta — exclamó Gokú a la entrada de la cueva —. No fue buena idea derretir la nieve — sonrió grandemente al notar el estado de su colega… estaba hecho una sopa —, ahora te encuentras mojado.


    ¡Cierra la bocaza, Kakarotto! — le rezongó aterrizando a su lado, transformándose en SS por unos segundos para secarse con el calor que emanaba de su cuerpo.




    Una voz salió del interior de la cueva.




    Gokú… ¿ya estás aquí? — preguntó.


    ¡Hola, Uranai Baba! — saludó amablemente el aludido —. Sí, ya estoy aquí.




    La pequeña y anciana vidente asomó, montada sobre su bola de cristal.




    Y puedo ver que trajiste a Vegeta — observó la veterana con agudeza.


    ¡No que va, soy una ilusión! — dijo toscamente el mencionado, cruzándose de brazos y mirando a la adivina con bastante desagrado —. ¿Acaso no te fijas bien, vieja bruja? — preguntó con arrogancia.


    Sigues siendo un grosero — Uranai Baba puso gesto de ofendida, hablando bastante molesta —. Hubiera sido mejor que te quedaras en el infierno, a ver sí allí aprendías buenos modales.


    Ya, ya, no es momento para discutir — intervino Gokú, pidiendo calma con las manos —. Por favor, Uranai Baba, ya sabes a que hemos venido.


    De acuerdo, pero ya sabes el precio de mis… — dijo la anciana mujer.


    No te apures — le interrumpió con amabilidad —, todo lo tengo arreglado como quedamos.


    Entonces… — la vieja le lanzó una mirada escrutadora al Príncipe antes de decidirse —… síganme, caballeros, por favor — avanzó hacia el interior de la caverna, aun sobre su bola de cristal. Ambos Saiyajins la siguieron.




    Vegeta estuvo tentado a mandar a Gokú a la chin…, y largarse a su casa, pero la curiosidad fue más fuerte… ¿qué tontería había cruzado por la poca masa gris de ese tarado de Kakarotto; que era lo que le obsequiaría, tan único y especial? Se sonrió un poco al recordar el intento de discurso que le había dedicado a “su amigo del alma”, imaginando las mejores frases de su repertorio para todo el “bla, bla, bla, bla”. Después de cinco minutos llegaron a una parte amplia y descubierta, por donde se admiraba la oscuridad de la noche, iluminada por las estrellas. Al fondo distinguieron el característico brillo opaco de las “Dragon Balls”.




    ¡Muchísimas gracias, Uranai Baba! — dijo Gokú visiblemente feliz —. ¡No lo hubiera conseguido sin tu ayuda!




    A Vegeta le dio un tic en la ceja.




    Kakarotto… ¿le pediste a esta vieja bruja que buscara las “Dragon Balls” para ti? — habló con un toque de irritación en la voz —. El radar del Dragón de Bulma te hubiera ahorrado el trabajo…


    Pero Bulma se hubiera enterado, y no me dejaría en paz con sus preguntas, Vegeta. Tú ya conoces como es de obstinada — respondió el aludido encogiéndose un poco de hombros —. Tenía que ser en secreto, y sólo pude confiar en Uranai Baba para este encargo tan especial.


    He cumplido con mi parte, así que espero mi paga el primer día hábil del siguiente año — intervino la veterana adivina, y se retiró rápidamente, elevándose hasta salir de la oquedad —. Me voy, o Enma Daio – sama se enojará conmigo si lo dejo plantado con la cena.


    ¡Descuida, Uranai Baba! — el de alborotada cabellera se despidió agitando la mano —. ¡Te veo el año que viene, y dale mis saludos a Enma Daio – sama! — en cuanto la anciana mujer se perdió de vista, se dirigió a su compañero de luchas —. Bien, Vegeta, prepárate para ver tu gran deseo hecho realidad.




    El Príncipe no salía de su asombro. ¿Kakarotto le pediría a Shenlong un deseo para él? Eso rayaba en la generosidad más habitual de Gokú.




    ¿Al fin te asesinaré personalmente? — el de levantada cabellera habló esperanzado —. ¿Me libraré de tu fastidiosa presencia, mandándote directo a la tumba?


    Oye, Vegeta… yo tengo entendido que dejaste de entrenar por unos dos meses, después de que morí en el torneo de Cell — el de alborotados cabellos parpadeó con asombro —. Sé que me extrañaste, ¿verdad?


    ¿¿Qué yo te extrañé?? — el tic en la ceja y la vena palpitante de la frente no se hizo esperar — ¿¡Quién mierda te dijo qué yo te extrañé!? — lanzó uno de sus acostumbrados gritos —. ¡¡Nunca hice algo semejante!!


    Vamos, Vegeta — Gokú le sonrió una vez más, con bastante timidez —. No participaste en el torneo que organizaron con todos los peleadores de la galaxia… aunque eran unos farsantes, a leguas se veía — como que meditó un poco en eso —, y por esa razón fue que enviaste a Trunks del futuro en tu representación — agregó a modo de observación, aunque sonó como si le estuviera reprochando un poco por esa falta de espíritu —. Yo lo vi todo junto a Kaio - sama, pues hicieron una transmisión mundial por televisión, y tú no estabas ahí.




    El noble Saiyajin casi echa lumbre por las pupilas.




    ¡¡Yo no envíe a nadie en mi representación!! — volvió a levantarse sobre sus botas —. ¡¡No seas tan bruto!!


    Ya, ya, bájale a tu enfado, Vegeta — dijo su interlocutor, pidiéndole calma una vez más con las manos —. De todos modos no te gustaría matarme tan fácilmente de esa forma — agitó su mano derecha, indicándole con esa seña de que eso no estaría correcto —. Aunque, si eso es lo que en verdad deseas…




    Vegeta se calmó instantáneamente… en realidad no era eso lo que deseaba, pues internamente no le sería satisfactorio acabar con su rival de esa manera tan sencilla y sin nada de gracia.




    Mmm… — se cruzó de brazos y retomó el gesto serio y ceñudo que suele tener cuando está tranquilo —. Tienes razón, Kakarotto, no me sería agradable acabar con tu mezquina existencia usando magia.


    ¿Ves a lo que me refería, Vegeta? — observó Gokú con timidez —. Yo sé que tienes un deseo mejor que pedir, algo que te hubiera gustado realizar de verdad.




    El Príncipe volvió a mirar a su némesis, tratando de disimular su asombro… ¿qué tanto sabía Kakarotto de él? Eso era algo para preocuparse.




    ¡Sal de ahí, Shenlong, y cumple nuestro deseo! — invocó Gokú al gran dios Dragón, quien se presentó tan espectacular como acostumbra.


    Díganme, ¿cuál es su deseo? — habló el dragón con su tono profundo y grave —. Les puedo cumplir dos deseos, siempre que estén al alcance de mi poder.


    ¡Hola, Shenlong! — le saludó amablemente el de alborotados cabellos, como si fuera un amigo al que no había visto durante algún tiempo —. ¡Primero deseo le cumplas a Vegeta el gran sueño de su vida!... y espérame aquí para el siguiente deseo.


    Eso es muy fácil para mí — respondió el ser celestial, y sus rojas pupilas fulguraron por unos segundos —. El deseo ha sido concedido en este momento.




    Súbitamente todo a su alrededor cambió; primero les rodeó una oscuridad total, para que poco a poco retornara la iluminación. Se encontraban en un lugar extraño, cuya decoración era completamente desconocida para Gokú… no así para Vegeta.




    Disculpa la observación, Vegeta — dijo el ingenuo Saiyajin haciendo una mueca de desagrado —, pero aquí en Vegetasei no tienen buen gusto para adornar.




    El aludido no podía dar crédito a lo que veía… era la habitación en donde había pasado sus primeros años, después de que salió de los cuneros. La recordaba perfectamente. En ella recibió las primeras lecciones de vida cuando apenas había aprendido a caminar. Por cierto, ahora los dos vestían a la usanza acostumbrada de su planeta natal. Alguien llamó a la puerta.




    Príncipe Vegeta — dijo una voz desde afuera —, le aguardamos para la ceremonia… Esperamos que Kakarotto no le haya importunado.


    Descuiden, pronto conduciré a Veg… al Príncipe Vegeta a la sala del trono — respondió Gokú atrancando presurosamente la puerta, sonriendo un poco nervioso —. Sólo tengan paciencia, por favor, pues el Príncipe está emocionado.




    Vegeta no salía de su asombro… ¿ceremonia, y Kakarotto le decía Príncipe con respeto? Si que era un sueño.




    Eee… — se encontraba anonadado, y hasta se pellizcó con fuerza para comprobar que no estuviera dormido.


    Anda, Vegeta — su “camarada” le tomó por los hombros, sacudiéndolo un poco para que reaccionara —, ponte la capa y el escudo real, todos tus súbditos están esperando por ti.


    Kakarotto… ¿qué fue lo que hiciste? — le preguntó el de levantada cabellera con los ojos bien abiertos.


    No fui yo, tú siempre deseaste ser coronado Rey de los Saiyajins en Vegetasei, y Emperador Supremo del Universo — contestó con simpleza.




    El Príncipe se colocó los atuendos que indicaban su nobleza, y se dejó conducir hacia la sala del trono. Había sido uno de sus grandes deseos, desde antes de ser llevado a la fuerza con Freeza.




    Todo esta adornado en la forma que recordaba… el escudo real de Vegetasei en todas las paredes era la representación de su noble y gran estirpe. Llegando a la sala del monarca quedó más asombrado, pues se encontraba llena de soldados de todas las categorías, algunos conocidos como Nappa, Raditz, Bardok y compañía, Paragus con Broly, Turles… todos se inclinaron respetuosamente al verlo entrar.




    ¡Salve, Príncipe Vegeta! — dijeron al unísono todos los presentes.




    El Rey se encontraba en el fondo, sentado en el trono. Les indicó con un ademán que se acercaran.




    Vegeta, Kakarotto… — les habló cuando llegaron frente a él —. Vegeta… — se levantó para abrazarlo —, estoy orgulloso de ti. Gracias a ustedes dos, nuestro reinado es el más fuerte del Universo, y perdurará por siempre.


    No fue nada, Majestad — Gokú se inclinó un poco para mostrar sus respetos, guiñando disimuladamente un ojo a su camarada —, era lo menos que debía hacer por mi planeta.


    Vegeta… — el Rey se dirigió una vez más a su hijo —, ahora ya estás preparado para gobernar. Y Kakarotto será un buen consejero para ti.




    Se quitó el escudo de su propia armadura, y lo colocó en la de su vástago.




    Soldados y súbditos de Vegetasei… — se dirigió con gravedad y parsimonia a todos los presentes —… vuestro nuevo Rey, y Emperador del Universo… el Rey Vegeta XXX.


    ¡Salve, Emperador Vegeta! — respondieron, nuevamente al unísono.




    Vegeta no sabía si llorar o reír… ese había sido su gran deseo por varios años, y se intensificó más en todo ese tiempo que vivió al lado de Freeza. Y pensar que, a pesar de todo lo mal que se ha comportado con Kakarotto, al que sólo le regalaría un discurso insignificante y ofensivo, éste descerebrado seguía pretendiendo amabilidad para su persona. Si que Kakarotto era un verdadero masoquista.




    Todos y cada uno de los presentes chocaron sus copas y bebieron a la salud del nuevo soberano. Había un gran banquete por todo lo alto. Ya se imaginarán una comilona entre cientos de Saiyajins. Ahora se encontraban acomodados de acuerdo a su nivel. Únicamente Gokú, al haber ascendido de puesto por decisión real, se encontraba en la mesa de honor, zampándose los bocadillos como sólo él sabe hacerlo.




    ¡Pues la comida está buena, Vegeta! — dijo después de tragarse la gran porción que se metió a la boca —. No sabe tan bien como la que me prepara Milk, pero es comestible.


    Kakarotto… — le reprendió, viéndolo de fea manera… los modales nunca se le darían.


    ¡Ah, por cierto, Vegeta, hay un punto que debes tener presente! — recordó el de alborotados cabellos sin dejar de comer, después de unos minutos.


    ¿Qué cosa? — el Príncipe se puso a la defensiva.


    Cómo esto en realidad no fue lo que pasó, si de verdad piensas quedarte aquí perderás todo lo que ganaste en la Tierra — explicó con simpleza.


    ¿¿Qué dices?? — abrió los ojotes y dejó de comer —. ¿Te refieres a qué…? Es broma, ¿verdad, Kakarotto? — y su mirada se hizo escrutadora —. Recuerdo haberte dicho que no estaba para jueguitos tontos — le gruñó de muy mala manera.


    No es broma, Vegeta, esto es real ahora para ti — le afirmó encogiéndose un poco de hombros —. Pero es tu deseo, no mío; así que… — se levantó de su asiento —. Permiso, Majestad — se despidió del Rey, padre de su amigo —. Tengo otras cosas que hacer — y se apartó de la mesa.


    Kakarotto, ¿a dónde crees que vas? — se levantó también, y ya pensaba retirarse cuando…


    ¡Salve, Emperador Vegeta! — dijeron todos, levantándose para presentarle sus respetos.


    ¿Qué ocurre, Vegeta? — preguntó su padre.


    Eee… — tartamudeó el aludido un poco perplejo, recordando en donde estaba —, no, nada. Sólo necesito… aclarar unos asuntitos con Kakarotto.


    Adelante, hijo — le dijo el Rey.




    Recorrió el comedor en tanto los soldados seguían inclinados. Era tan agradable para su ego, pero las palabras de Gokú lo dejaron intranquilo. Detectó su Ki y llegó en donde se encontraba su némesis… la torre más alta del castillo.




    El paisaje de Vegetasei tampoco es bonito, Vegeta — dijo Gokú al sentir su presencia, volviendo la vista a él —. Bueno, es hora de irme.


    ¿Cómo que te vas, Kakarotto? — le reclamó —. ¡Explícame a que te referías con lo último que me dijiste allá abajo!


    Es muy simple, Vegeta — le explicó con voz calmada —. Si las cosas se hubieran presentado como tú deseabas que fueran desde que eras un niño… — observó con tranquilidad —… nunca me habrías conocido, porque no hubieras tenido la necesidad de llegar a la Tierra, dado que habrías matado a Freeza y así no hubiera destruido Vegetasei.




    El Príncipe pareció sorprenderse otra vez. Eso era muy cierto, su progenitor siempre le alentó en la idea de que ellos, los Saiyajins, eran los más fuertes guerreros del Universo y que su misión era dominar a todas las criaturas del cosmos, y él, Vegeta, sería el Emperador del mismo. ¡Maldita sea la hora en la que su padre hizo tratos con esa lagartija! Todo se había perdido en menos de un año, desde que asumió la conciencia de las cosas, y tuvo que soportar toda una vida de servicio a las órdenes del detestable engendro. Gokú continuó con su explicación, después de concederle una fracción de segundo para que asimilara el alcance de los sucesos.




    Y, por lógica, no hubieras conocido a Bulma, dado que la Tierra en realidad no tenía ninguna relevancia para ti — le puntualizó —. Entonces, disfruta tu deseo… y Feliz Navidad — y se dispuso a teletransportarse.


    Espera un momento, Kakarotto — el Príncipe lo detuvo al atajarle la mano antes de permitir que se marchara —. ¿Eso significa que, yo he ganado?


    Ganaste, si… a tu manera — le sonrió el aludido, volviendo a encogerse de hombros —. Ahora voy a ocupar el segundo deseo para que todos en la Tierra te olviden, menos yo, claro.


    ¿Por qué vas a hacer eso? — le espetó, jalándole una vez más de la muñeca.


    No querrás lastimar a Bulma si no vuelves, Vegeta… y a Trunks — le dijo con seriedad —. Si tú hubieras llegado a Monarca en Vegetasei, ellos no serían parte de tu vida. Pero yo quise regalarte el deseo que tenías de ser Rey — volvió a sonreírle —. Es lo menos que podía hacer por ti, amigo mío.


    Kakarotto… — le dijo con dureza, soltándolo con brusquedad.




    Bulma y Trunks… ¿acaso el trono de Vegetasei y el control del Universo valían más que su familia, los únicos seres en el cosmos por los que daría su propia vida, sin pensar más que en su bienestar, cuando antes le importaba muy poco sacrificar a alguien, porque matar le complacía en grado máximo? No, a ellos no los perdería nunca. Ese deseo que acarició desde pequeño ahora no llenaba sus expectativas, si ello significaba renunciar a la maravillosa mujer que le había dado la dicha de tener un heredero… aunque a veces ambos lo sacaran de sus casillas.




    ¿Sucede algo, Vegeta? — le preguntó Gokú con extrañeza al verlo tan abatido —. ¿Acaso no estás contento?


    Kakarotto… — susurró muy bajo, inmediatamente le palpitó la vena en la sien —. ¿¿Creíste que te librarías de mí dejándome en este lugar de mierda?? ¡¡Estás equivocado, pues no deseo nada más que estar con Bulma y Trunks!! — exclamó muy alto —. ¡¡Y no pienso dejársela al gusano ese de… como quiera que se llame!! — bufó con rabia —. ¡¡Así que larguémonos de este maldito lugar, al cabo que ya se lo llevó la chi…!!


    Está bien, pero no te alteres así — le dijo y, tomándolo del hombro, se tele transportaron de regreso a la Tierra.




    Se encontraban nuevamente frente a Shenlong.




    ¿Cuál es su segundo deseo? — preguntó el dragón con su gravedad acostumbrada —. ¿No van a pedir su segundo deseo?


    ¡Claro, Shenlong! — le respondió Gokú como si nada hubiera sucedido —. Deseamos que las cosas sigan igual de cuando nos fuimos.


    Eso es fácil — dijo el ser celestial —. Su deseo es concedido ahora — sus grandes ojos rojos centellaron por unos segundos —. Ahora, me voy.




    El dios Dragón desapareció entre un rayo de luz, y las esferas salieron disparadas en varias direcciones.




    ¡Gracias, Shenlong! — se despidió el de alborotados cabellos en lo que el ser mágico se esfumaba —. ¡Te veré otro día!




    En cuanto llegaron, Vegeta se fue a sentar sobre una roca un tanto alejada. “Ese miserable de Kakarotto…” pensaba, teniendo el rostro apoyado en sus manos. Se había sentido dichoso por unos minutos, tal vez horas, rodeado de todos los Saiyajins, de todos sus súbditos, siendo reconocido como el conquistador del Universo; pero, en realidad, aunque seguía comportándose como un auténtico cretino a pesar del paso del tiempo, él sabía que, muy en el fondo, al único Saiyajin que podía considerar su amigo de verdad era precisamente ese que lo había forzado a llegar más allá de sus límites… sin Kakarotto no hubiera dado lo mejor de sí, así como no conocería la felicidad indiscutible sin Bulma ni Trunks.




    Oye, Vegeta — le habló Gokú con algo de timidez al acercarse a su posición —, aquí te dejó la cuenta que me dio Uranai Baba. Sé que a Bulma no le costará mucho este servicio — le extendió un papel y sonrió con su ingenuidad característica.


    ¿Y eso qué es? — el Príncipe lo miró sin tomar el papel.


    Es el pago para Uranai Baba — explicó con simpleza, encogiéndose un poco de hombros —. Yo no tengo suficiente dinero para cubrirlo, pero estoy seguro que Bulma me prestará… fue para tu regalo, y no escatimará en algo que sea para ti — y volvió a sonreír, para agregar —. O tal vez la señora Briefs quiera pagarlo, ella te aprecia mucho.




    Le arrancó la dichosa factura sin mucha delicadeza y leyó lo que en ella estaba escrito: “Vale para un servicio completo de belleza en…” Parpadeó asombrado, ¿acaso la vieja bruja quería un servicio de belleza para… para qué?




    Kakarotto… — susurró arrugando el papel —… vete a la mierda — le espetó sin levantarse de su posición, volteando el rostro para darle a entender que lo dejara solo.


    Sí, Vegeta — dijo Gokú con amabilidad —. Ya me voy porque tengo que buscar el regalo para Goten, y después regresar por ellos a Capsule… Milk ha de estar furiosa — se enderezó después de palmearle discretamente el hombro para transmitirle un poco de paz —. Feliz Navidad — concluyó antes de tele transportarse.




    Bastante más tarde, ya cerca de las dos de la mañana, el Príncipe Vegeta se presentó en Capsule y suspiró tranquilo. Al fin los gorrones se habían largado y todo estaba en silencio. Subió sigilosamente las escaleras que conducían al piso superior, sospechando que Bulma estaría despierta, o tal vez ya babeaba las almohadas. Antes, al pasar por la sala, se fijó que debajo del árbol ya había cajas de regalos, y varias eran para él. Sonrió levemente y se encaminó primero al cuarto de Trunks. Abrió la puerta con lentitud.




    Papá… — murmuró el pequeño… no se había dormido del todo para sentirlo llegar.


    Ya deberías estar roncando, mocoso — le espetó en voz baja.


    Quería verte antes de eso — bostezó el chiquillo —. Feliz Navidad, papá — le sonrió un poco antes de cerrar los ojos y soltar un sonoro ronquido.


    Igualmente, Trunks, hijo — murmuró con algo de suavidad y cerró la puerta con sigilo.




    Entró a su cuarto, encontrando las lámparas de mesa encendidas, aunque muy tenues, y a una soñolienta Bulma tapada hasta el cuello.




    ¡Vaya — bostezó levemente al verlo —, pensé que no llegarías a dormir! — y se frotó cuidadosamente los ojitos para desperezarse —. Y, dime una cosa, Vegeta — se enderezó un poco sin descubrirse, en tanto su marido botaba las botas en un rincón, junto con el pantalón y el suéter… al Príncipe le gusta dormir en poca ropa —, ¿el regalo de Gokú fue mejor que lo que voy a regalarte esta noche?


    Mmm… si no sé que vas a regalarme… — masculló antes de acercarse al lecho —, no puedo decirte si es mejor o peor.


    Entonces dame tu opinión — dijo sugerentemente la mujer, descubriéndose al momento de levantarse de la cama —. Es la lencería de moda, muy práctica para nuestras noches especiales… y aprendí también el baile del vientre en mis clases de zumba — le sonrió contoneándose un poco más de lo acostumbrado —. ¿Qué dices ahora?




    El hombre de cabellera levantada disimulo su mejor sonrisa de maniaco, aparentando no sorprenderse por nada.




    Bueno… — dijo cruzándose de brazos —… el regalo de Kakarotto no estuvo nada mal — Bulma pareció contrariada y su semblante se torció un poco molesto —, para ser de él — agregó, y está vez su sonrisa se hizo más amplia y seductora, demostrando que estaba más que complacido con el presente de su esposa —. Nada se compara con esto, Bulma… para pasar una Feliz Navidad.


    Feliz Navidad, Vegeta — dijo ella antes de que él se le abalanzara para llevarla directo a la cama.




    Vegeta prefirió dejar para el siguiente día lo sucedido con Gokú, y el costo del mentado “chistecito”, disfrutando su “noche buena” con quien le gustaba disfrutar.









    Nota: Gracias por leer y de verdad espero haya sido de su agrado. Esta vez quise resaltar un poco ese yo interno que no es muy conocido del Príncipe Vegeta… bueno, es conocido pero no muy visto. Y quise que Gokú actuara como su conciencia, dándole a elegir entre lo que fuera su vida si las cosas pasadas no se hubieran desarrollado de la forma en que todos conocemos, y hubiera llegado a ser el Rey de Vegetasei. No tendría a esa familia por la que dio su vida. En esta época tan especial hay que dar realce a los valores verdaderos, como la amistad y el amor, por encima de esos deseos vanos, como la riqueza y el poder terrenal. Felices fiestas a todos y sigan divirtiéndose por estos foros, con buenas e interesantes lecturas.
    P.D. Algunos diálogos los tomé prestados de divertidas series como “Treinta y un minutos”, y varios comerciales que se transmitieron aquí en mi país, adaptándolos a la forma de ser de los personajes, tratando de no caer en el OoC. ¡Ah, y el secreto del Príncipe es su temor a las lombrices! Saludos.
     
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    rominazs

    rominazs Iniciado

    Sagitario
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    Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, me encantó♥
    Vegeta aprecia a Goku, a quién quiere engañar? ._.
    Además ama a Bulma y a Trunks, será duro por que así lo criaron es su "manera" de darle cariño.
    Y Bra? casi nadie escribe sobre Bra; en una de esas noches fue concebida, lo sé xd
    Que linda navidad, yo creo que Bulma se toma muy a pecho lo de "ven a mi casa esta navidad" (8)
    Feliz Navidad!, que la estés pasando precioso :3
    Gracias por este regalo♥
    Estaré esperando por la conti de "Pasado mañana" y "El universo esta en juego... literalmente hablando"
    Pásame la voz (:
     
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  3.  
    Sakuno kun

    Sakuno kun Usuario común

    Piscis
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    Hola. Me encantó tu fic. Lo creo realmente completo, pues tiene romance, humor, amistad, aventura y refleja el verdadero significado de la navidad. Me fascinó la parte en la que Vegeta se da cuenta de que su hijo y su esposa son lo más importante para él.
     
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  4.  
    Dororo

    Dororo Entusiasta

    Aries
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    Bonito fic navideño, me recordó algo a "Cuento de Navidad" de Charles Dickens, salvando las distancias claro. Yo sí creo que, a su modo, Vegeta no fue un mal padre y realmente llegó a apreciar a Goku. ¡Ah! Y además de eso, me he reído un rato.

    Me vuelvo loca en esta época del año por lo que soy una fanática de este tipo de historias, así que muchas gracias por avisarme.
     
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  5.  
    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

    Libra
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    O: Está larguito este One Shot. Vamos a ver qué tal.

    Está bien escrito, casi no veo errores. La estructura y la narración del fic también están bien pero tienes algunos problemas al buscarles sinónimos a las palabras. Recuerda bien que cuando buscas un sinónimo si éste no queda bien lo mejor es repetir la palabra… es preferible encontrar palabras repetidas a encontrar palabras que no concuerdan con la sintaxis del texto… (lo digo por fases como “el de levantada cabellera”, “recordando cosas chuscas”, “ojitos pizpiretos”, etc…)
    Recuerda también que cuando pones signos e interrogación y exclamación al mismo tiempo, los de interrogación van dentro de los de exclamación (Ej: ¡¿Qué?!)
    Jaja, el fic tiene algunas partes muy graciosas, me reí bastante. Aunque ya estoy un poco cansado de leer fics de Vegeta donde todos lo representan como el gruñón del grupo (aunque lo sea)
    Ja, apuesto que Goku le va a regalar alguna estupidez y Vegeta se va a enojar luego de hacer tanto lío con el discurso.
    ¿Tío Vegeta? LOL! Goten no le tiene miedo a la muerte xD
    Más aterrador que pasarse el día entero con su padre xDDDD Ja, le pones buena gracia.
    ¿Le regala las esferas del dragón? ¿O un deseo? Como sea, es algo que Bulma sí le puede dar D:
    LOL! Es cierto, el mayor sueño de Vegeta debe ser el de coronarse como el ser más fuerte del universo… pero creo que tampoco querría hacerlo por arte de magia…
    Bueno, el fic estuvo bien, bastante sobrio… aunque fue un poco normal. No se destacó por sus grandes chistes, si bien tiene partes graciosas no llega a ser comedia… tampoco tuvo acción ni suspenso ni aventura. Fue un relato y como tal está bien, aunque me hubiera gustado que la trama fuera un poco más arriesgada.
    Es muy interesante el mensaje que quieres emitir con el corto ^^ Te felicito, espero seguir leyendo más de ti por aquí. ¡Nos vemos!

    PD: Te recomiendo que pongas en Spoiler tu historia porque ocupa mucho espacio en la página xD
     
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  6.  
    AnnaY

    AnnaY Entusiasta

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    JAJAJA!! ¿temor a las lombrices? ok... jajaja
    me encanto... ese yo interno de vegeta que tanto habia ocultado jejeje
    y goku con sus regalos... que mas bien vegeta...o mejor dicho bulma pagó jejej
    y aunque vegeta niegue que aprecia a goku...si lo hace... si no, lo hubiese matado hace mucho.
    y definitivamente a vegeta le encantó el regalo de bulma jejeje....

    feliz navidad!!! espero te la hayas pasado bien, y esperaré cpn ancias la conti de pasado mañana. :D
     
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  7.  
    Eliizabeth

    Eliizabeth Iniciado

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    Me encantoooo.... :p
     
  8.  
    Kikuz-sama

    Kikuz-sama Usuario popular

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    Me he tardado demasiado en pasarme, de veras lo siento :P

    Gracias por la invitación y ahora vamos con el fic:)

    Me ha parecido fantastico, de verdad la forma en la que describes a Vegeta hace que crea que después de todo no es tan malo, incluso podría convertirse en un de mis personajes favoritos. En fin, me gustó mucho, en especial la parte en la que Goku la hace de conciencia y concuerdo con Vegeta, Goku es bastante masoquista.

    Y sin más que agregar me despido, pidiendo nuevamente una disculpa y que me invites a otra de tus historias, prometo tratar de no tardarme tanto la proxima.

    Sayito!!!!!
     
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