Desde un celular, entrego este pequeño escrito. En sus ojos veía su miedo, su dolor y su rabia... era triste encontrarme atado de manos ante su sufrimiento, porque era sólo un espectador, y el causante de su tristeza se movía libre por las calles principales. Un asesino le había despojado de la compañía física de su hermana, acontesimiento que la dejó devastada. Yo sólo podía acompañarla en silencio, sin ser capaz de comprender su dolor por completo; acaricié su cabello rojo, escuché uno de sus sollozos... no se calmaba, quizá por la forma innesperada en que le llegó la noticia. Ay, Alicia, querida niña pelirroja de sonrisa ingenua y mejillas arreboladas... qué sería de ti sin ella: tu sangre, tu apoyo, tu familia.
La impotencia de no ser capaz de hacer algo por alguien cercano que ha perdido ha alguien querido. El sentir de inutilidad cuando ves y ves una vez -o varías- el sufrir de alguien apreciado. Es dolorsamente insoportable y en muchas mentes, incocebible, por supuesto. Al final, cada uno desea ser más que apoyo completo para sus amados. Bello escrito. Creo que moriría si mi hermana fuera asesinada, pero es no es lo importante aquí. Estaré pendiente de otro así. Cuídate. Hasta otra.