One-shot Eso que llamas zanahorias

Actividad: Desafío vocaloid
Personajes: Gumi y Len
Nota de autora: tengo un poco abandonado el fandom, así que puede que haya algo de OoC en los personajes, que tampoco son los que se me hace más fácil utilizar ¡jo! Espero lo disfruten y cualquier corrección es bienvenida.

Eso que llamas zanahorias​

—¡Sal de ahí que pareces una zanahoria! —Le gritó Len al ver a su novia tirada panza arriba en el campo de zanahorias y con su vestimenta naranja y su pelo verde suelto podía camuflarse tranquilamente entre las zanahorias y calabazas si no fuera por su tamaño… inusual para una verdura.

Podría haberse molestado por eso, pero estaba tan emocionada con el viaje que no podía sentir que le importaba menos que la llamara zanahoria, después de todo, las zanahorias eran geniales.

Habían ido a visitar la granja de la tía de Len, no sólo porque Gumi insistió en ir después de oír tantas historias de la misma, sino porque su tía quería conocerla. Así, mataban dos pájaros de un tiro.

Apenas bajaron del vehículo, saludaron a la familia de su novio, pero Gumi acabó yéndose a los pocos minutos a recorrer los campos sola, antes de que le mostraran las instalaciones de la granja. Y se llevó una sorpresa al verla acostada en los cultivos.

Más, lo que iba a sorprenderlo realmente es que ella quisiera hacer cerámica. Su tía tenía en la granja un taller donde hacía todo tipo de instrumentos en barro. Len, de pequeño junto a Rin, había aprendido un poco del pasatiempo de su tía, pero con los años lo había dejado.

Gumi no. Ella no tenía idea de eso, pero quería aprender y no le importaba dejar el resto de la casa para después, incluso, el paseo. ¿Qué mejor que aprender a hacer cerámica de la mano de tu novio? Como aquella bonita escena de Ghost. Insistió tanto y con tanta emoción que no tuvo más remedio que ceder y poner todo en marcha.

Parecía ser una tarea sencilla, pero el modelado no era una cosa simple y Gumi lo comprendería apenas se sentara y pusiera las manos sobre el barro tibio que gracias al torno modelador ¡y es que necesitaba precisión!

Len se sentó detrás de ella después de que sus explicaciones no sirvieran para nada y fue guiando sus manos lentamente.

—Bien, yo puedo hacerlo —dijo ella intentando quitar sus manos de encima.

—No seas impaciente —dijo en tono de reproche él y la ignoró siguiendo con sus instrucciones.

—Que yo puedo —dijo ella y le dio un manotazo, el problema fue que se manchó con la arcilla la ropa y se levantó de golpe, tirando a Len del asiento, por si fuera poco, al mover su mano indignada, la arcilla del torno salió volando por el golpe, ignorando la ropa, a Len y a todo, centrándose en su modelado.

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—¿Por qué tantos colores? —dijo desde el otro lado de la mesa suspirando con pesadez al ver a su novia pintar.

—Se ve bien así. Una zanahoria puede ser colorida.

—Eso que llamas “zanahoria” debe ser naranja y verde. Y tener otro nombre —resopló apoyando su mentón sobre su palma abierta viendo su dedicación al pintar la vasija o lo que había quedado de ella después del accidente. Una cosa rara que ella decía, tenía la forma de una zanahoria… y si ella lo decía, podía pasar horas sin poder convencerla.

—Gumi ¿Quieres ayudarme en la cocina? —preguntó la tía de Len al entrar al taller.

—¡No! —se adelantó a responder Len— tiene que ayudarme a limpiar —intentó disimularlo.

La mujer se fue y él volvió a su paz habitual habiendo evitado un desastre mayor. Si con un poco de arcilla había causado tanto problema, era un mal mayor que fuera a la cocina.

—¿Por qué no quieres que cocine?

—Porque quiero pasar más tiempo contigo —le dijo sonriendo y mirando la pieza terminada— no se ve tan mal como creía.