One-shot Entre Bichos y Flores (Rune Factory) (RagunaxRosa/Rosetta)

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Ryuunosuke Akasaka, 20 Abril 2013.

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    Ryuunosuke Akasaka

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    Escritor
    Título:
    Entre Bichos y Flores (Rune Factory) (RagunaxRosa/Rosetta)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3130
    Entre Bichos y Flores
    Era una hermosa mañana, el sol comenzaba a salir desplegando sus primeros rayos de sol, que penetraron por el vidrio empañado de la lluvia de ayer, dando un brillo muy destellante que recibió en todo su rostro, un joven de cabellos castaño, cuyo nombre era Raguna, quien se levantó de su cama con mucha vagancia, con ganas de no querer abrir ni siquiera un parpado. Después de tanta molestia, él finalmente se paró para caminar con los ojos pesados, pronto el sueño le fue dejando y recobró el entusiasmo natural en él.

    — Últimamente los trabajos en la granja se han vuelto muy pesados y no he tenido tiempo de pegarle el sueño, pero no me puedo dar el lujo de estar de vago, Mist me regaló este terreno y no debo hacer que se siente decepcionada, aunque...a ella parezca poco tocar el tema —se rió a si mismo, caminó hacia un espejo que yacía en la pared de esa pequeña habitación y se lavó el rostro con un poco de agua, se secó el pelo y se preparó para otro arduo día en la granja—. Muy bien, es hora de trabajar.

    Salió de su casa, y tomó la regadera la llenó con agua balanceada y regó las plantaciones de maíz que ya desde hace un tiempo sembró para tener una buena producción en esa estación del año. Después de esto se puso sus guantes y se preparó para arrancar las malas hierbas, y sacar a los insectos que dañarían a sus pobres cultivos. Al tanto de unas cuantas horas, observó de reojo cualquier detalle que se le este pasando de listo, al no notar ningún detalle, alimentó a los monstruos que había adoptado y recogido de las cuevas que visitó, mientras les daba de comer pensó en los elogios que usualmente Tabatha le decía en señal de admiración hacia él. Al terminar casi con la mayoría de su trabajo se dio cuenta que las semillas se le estaban agotando y pronto necesitaría estar preparado para cualquier situación.

    — Debería ir a la tienda del padre de Rosa, pero...digamos que estoy algo corto de dinero, será mejor que hable con ella para ver si me puede hacer un favor —suspiró dejando una gota de sudor resbalarse, así sin mas preámbulos se dirigió al local, que no quedaban tan lejos de su hogar.

    Se saludó con muchos conocidos del área, entre ellos Tori, quien como era usual, saludaba con mucho respeto a Raguna, entre sonrojos y nervios.

    —Buenos días Tori, hoy te ves mas linda que lo usual —decir un elogio, para demostrar el respeto entre ambos era algo normal en Raguna pero Tori le tomó el doble sentido y se puso totálmente roja.

    —¡Uah!....B-Buenos días, usted también se ve bien Raguna-senpai —pronto ella agachó la mirada y corrió hacia la librería, donde ella trabajaba sin dejar responder al joven.

    —¿Senpai?, no entiendo, ¿por qué se pone muy nerviosa cada vez que le hablo, en fin debo comprar las semillas, o al menos que me fíen —caminó hacia el local y abrió la puerta.

    Al entrar notó el lugar un poco mas callado de lo normal, un aura de sobre naturalidad invadió su paladar, caminó con cierta precaución antes de acercarse al mostrador.

    —Uhm...¿hola?, ¿hay alguien por aquí? —preguntó alzando la voz.

    —¡Boh! —una joven se paró de repente al otro lado del mostrador, había estado agachada esperando a Raguna.

    —¡Uah! —gritó Raguna algo asustado.

    — Te asusté —dijo entre risas la joven, era Rosa quien al parecer estaba de humor para hacer bromas que no suele hacer.

    — No me asusté, es solo que me cogiste de sorpresa —dijo un poco molesto Raguna.

    — Como digas, como digas, bueno, y ¿qué se te ofrece? —preguntó la chica con una esplendorosa sonrisa algo que hizo que Raguna se sonrojara.

    "Que linda" —meneó su cabeza de lado a lado y recobró la compostura—. Esto...pues..., ¿puedes acercarte?.

    — Donde me beses te golpearé —dijo entre risas.

    — ¿Eh?, ¿De qué hablas? —preguntó molesto Raguna, mientras Rosa se reía satisfactoriamente.

    — Esta bien... —ella sin quitar su sonrisa se acercó, Raguna le susurró lo que le quería pedir al oído.

    — Pues, me da mucha vergüenza tener que pedirte esto...

    — Hey tranquilo, somos amigos, solo por unas monedas no es nada grave, deja traerte una bolsa para darte las semillas, querido —respondió con una sonrisa.

    — ¿Q-Querido? —se sonrojo Raguna.

    Ella caminó hacia una mesa cerca del mostrador y de una pequeña caja con su mano sacó unas cuantas semillas que colocó en la bolsa que sostenía y amarró con una cuerda.

    — Bueno, aquí están —le sonrió y le entregó la bolsa con las semillas.

    — Muchas gracias Rosa —dijo Raguna devolviendo la sonrisa.

    En el corto silencio, la joven alzó los brazos flexionándose y dejando un aire de alegría.

    — Te noto muy contenta hoy día, ¿ha sucedido algo? —preguntó Raguna.

    — ¿Ah?, ¿enserio me notas así?, bueno es que...pensaba en la Piedra Blanca —dijo entre una mirada soñadora.

    — ¿La piedra Blanca?, ¿qué es eso? —cuestionó Raguna confundido.

    — Pues es una especie de piedra preciosa, que se entrega cuando un hombre se va a...esto, mejor olvídalo, el punto es que es que desde pequeña vivo soñando con el día en que un chico me de esa piedra —dijo Rosa con un leve rubor en sus mejillas.

    Raguna pensó que hasta hace poco encontró algo similar en una cueva, se preguntaba si tal vez era eso...

    — Rosa.

    — ¿Sí Raguna? —dijo sonriendo.

    — Te importaría venir a mi casa a las seis de la tarde, es para algo —sonrió.

    Rosa se sonrojo y desvió la mirada.

    — ¿N-No se puede ahora? —preguntó cruzada de brazos.

    — Bueno, aún tengo que terminar el trabajo de la granja y...

    — Entonces yo te ayudo —sonrió.

    — Espera no tienes que trabaj....

    Ella se adelantó y le tomó de la mano a Raguna haciendo que se sonroje, jalándolo unos pasos cerca de la puerta provocando que casi se le caigan las semillas.

    — ¡Papá!, iré a ayudar a Raguna en su granja —dijo poniendo su mano cerca sus labios aumentando el tono del grito.

    El padre de Rosa bajó las escalaras con cuidado y suspiró, sabía que su hija siendo un poco más energética, solo pudo aceptar.

    — Esta bien pero no vengas muy tarde, Raguna, por favor cuídala.

    — Hey, yo me puedo cuidar sola —refunfuñó.

    — Aunque lo digas, Raguna es un chico muy responsable, así que puedo fiarme más de él que tú —dijo con cierta seriedad.

    — ¡Ah!, vayámonos ya Raguna —abrió la puerta y lo jaló a Raguna.

    Cerró la puerta de un tirón haciendo que su padre solo suspiraba ante la terquedad de su hija. Mientras tanto Rosa caminaba pasos pedantes mientras aún sostenía de la mano a Raguna.

    — Esto... ¿Rosa?.

    — No, ya sé que vas a decir, que no estuvo bien que me enfadara y actuara de esa manera con mi padre, pues déjame decirte que él a veces suele comportarse de una manera bastante pedante —refunfuñó tercamente.

    Pues la verdad tú eres la pedante —sonrió agobiadamente Raguna—. No es eso, es solo que...¿ya puedes soltar mi mano?, todos nos están mirando.

    Rosa se detiene y observa hacia a su alrededor, todas las personas murmurando entre ellas, suponiendo que ambos jóvenes eran pareja.

    — ¡Ah!, no vayan a pensar nada extraño es solo que...¡Ah!, Raguna, vamos rápido a tu granja —corrió llevando casi arrastrando a Raguna atrás suyo.

    Una vez que llegaron a la granja del joven precipitadamente, Rosa se sonrojo y cruzada de brazos evitaba verle al rostro. Raguna rió disimuladamente al tal comportamiento de la chica.

    — Bueno, entonces ayúdame a arrancar las malas hierbas para poder dejar limpio los cultivos —dijo con una sonrisa.

    — Manos a la obra —dijo entusiasmada.

    Ambos chicos comenzaron el arduo trabajo, hasta que le dieron las seis de la tarde, por concentrarse demasiado en el trabajo no se percataron que el cielo se había nublado, y las primeras gotas raíces de una nefasta lluvia iba a empezar. Pronto Raguna y Rosa se vieron obligadas a entrar en la casa de él, ya que era la única forma de no estar expuestos.

    — Vaya, no pensé que llovería tanto, diablos ahora, ¿cómo llegaré a casa? —decía quejándose.

    — Con esta lluvia no puedes ir por allí, es demasiado peligroso —regañó Raguna.

    — ¿Estas preocupado por mí, Raguna? —preguntó la joven llevando su dedo índice a sus labios, Raguna se ruborizó y se tapó la boca intentando esconder su sonrojo por la manera en que le miraba Rosa.

    — ¿Qué dices?, es obvio que me preocupara...

    — Raguna...

    Un silencio incómodo invadió el lugar, Rosa observaba a Raguna quien se mantenía ruborizado, ''¿por qué se sonrojara tanto cuando esta cerca mío?'' era la pregunta que se hacía la joven.

    — Raguna, será que yo...¿te gusto? —ella caminó hacia él, con las intenciones de bromear como ella solía hacer, pero Raguna se tomó esto muy enserio.

    Raguna tragó saliva, Rosa había sido una chica que le había agradado desde hace un tiempo, a diferencia de Mist, ella era una persona que tenía un humor muy simpático sin quitar que era muy hermosa, esto le hacía poner muy nervioso a Raguna. En ese momento Raguna apretó sus puños y tomó el valor, miró a la joven y le dijo con tono firme.

    — Si, me gustas, me gustas mucho, me gustabas desde hace un tiempo pero no tenía el valor de poder decírtelo, esperaba...el momento indicado —trago saliva. ¡Ah!

    — ¡Ah!, ¿enserio?, yo...te gusto —dijo ruborizada la joven, ella no negaba que sentía algo por Raguna, pero como él siempre parecía estar ocupado, o estaba siempre con Mist, creía que una oportunidad con él era algo imposible, pero ahora...estaba sucediendo.

    Raguna le indicó que esperara y se dirigió hacia su cama, metió la mano debajo del colchón y sacó una especie de roca envuelta por una tela, sus sospechas eran claras. Raguna se paró y desenvolvió la tela, el objeto era...¡La piedra Blanca!.

    — Eso es...

    — Yo te dije que esperaras para poder darte esto, la encontré cuando exploraba una de las cuevas, y como me hablaste de una piedra Blanca, supuse que era esta...

    — Raguna tú...eso es...no puedo aceptarlo...es demasiado... —las lagrimas se le salían, apenada, mientras se sonrojaba aun más.

    — Por favor, acepta mis sentimientos, Rosa, me gustas —Raguna colocó la piedra sobre las delicadas manos de Rosa, ella la contempló y aun se negaba.

    — Raguna yo.... —Raguna se dejo llevar por el momento y colocó sus manos sobre las de Rosa que sostenía la piedra, acercándose hasta casi estar apegados, hizo un rose de labios antes de dejar decir aquella palabra que conmovió todo su ser.

    —Rosa yo..te quiero —finalmente acercaron sus labios terminando en un profundo beso, él colocó ambas manos en las mejillas de la joven haciendo intenso la acción mientras que Rosa desparramaba lagrimas de felicidad, ruborizada apenas abriendo los ojos, sin soltar la piedra abrazó a Raguna aun manteniendo el beso especial que él le daba.

    Después de unos minutos se separaron en jadeos, mirándose uno al otro.

    — Raguna, tú también me gustas, me gustas mucho —sonrió, Raguna correspondió, y ella se dejo caer sobre los brazos de él quien la sostuvo, ella alzó la mirada desde su pecho y rápidamente le dio un beso en los labios, haciendo que retroceda y caiga sobre la cama, allí, ella tumbado encima de él.

    — Rosa...

    No dijo nada solo sonrió y el la beso nuevamente, así olvidándose de la lluvia, dejándose llevar por el momento...

    A la mañana siguiente, después de aquella intensa lluvia, el sol brillaba mas radiante que el ayer, infiltrando sus rayos en el rostro de Raguna quien abrió sus parpados, volteó su rostro y Rosa estaba a su lado, dormida en su pecho, se sintió conmovido al ver tan súbita belleza que no se resistió a apartar el cabello que estorbaba en su rostro y acariciar su mejilla. Pronto ella abrió sus ojos y le miró sonriente.

    — Rosa...buenos días —dijo con respeto.

    — Buenos días, Raguna...—contestó ella.

    — Esto...lo de ayer....eres una pervertida —dijo con sarcasmo, y algo apenado, pues ayer podría describir él que fue algo que ''nunca antes había hecho'', Rosa solo rió alegremente mientras no apartaba su mirada de él.

    — ¿Sabes Raguna?, te amo —ella pronto lo beso en los labios, Raguna sentía que ella era la indicada, había conmocionado su corazón desde hace un tiempo, y si era no era en ese momento no podría serlo en ningún momento más.

    — Rosa, quería preguntártelo, sé que es repentino, pero... ¿quisieras casarte conmigo? —dijo con cierta inseguridad.

    — De algún modo u otro no podría rechazarte, porque si no sabes cuando alguien entrega una piedra blanca es símbolo de una declaración, y seguido el matrimonio, es una tradición, pero aun así acepto, no por la tradición, sino porque te amo, querido.

    La chica una vez más se tumbo encima de él, y acabó el palabrerío con un profundo beso.

    Raguna pensó en ella, sus hermosos ojos, su mirada tan alegre, su sonrisa tan radiante, su belleza, se parecía a una flor, una hermosa y delicada flor.

    Podría decir que este fue un amor ente bichos y flores.

    Solo pudo reírse al pensar en esto.

    FIN.


     

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