One-shot En profundidad [Gakkou Roleplay | Kohaku & Alisha]

Título: En profundidad.
Fandom: Gakkou Roleplay.
Personajes: Alisha Welsh, Kohaku Ishikawa | Mención a Joey Wickham.
Palabras: 1422
Summary: "Pero no podía decirle que no a lo que su abuelita le pedía, ¿cierto? Por eso la estaba acompañando a aquella pequeña excursión a pesar de su evidente cansancio."
N/A: MIRA YO AJAJAJ al menos he comentado tres fics antes de aventarme esto alv :v PERO ES QUE che me pongo a fangirlear con Gigi y me vengo super arriba con las ideas y SOY SUPER WEAK y bueno, vosotros no lo sabéis, pero hay cosas aquí mencionadas que son canon (?? | Gigi Blanche bueno, al final no te pregunté bc kinda surprise??? pero espero no haberla liado mucho o lo que sea y espero que os guste, as always~

A Alisha le estaba costando mucho procesar la información que su abuela le estaba comunicando en aquel momento. Tenía una resaca del demonio, era demasiado temprano y el solecito le estaba dando una modorra impresionante.

Pero no podía decirle que no a lo que su abuelita le pedía, ¿cierto? Por eso la estaba acompañando a aquella pequeña excursión a pesar de su evidente cansancio.

—Granny, te lo digo en serio, deja de consentir tanto a Joey que al final se va a querer mudar con nosotras —respondió la chica, bufando, cuando su abuela le pidió que invitase al chico a comer porque había comprado algo especialmente para él.

—No me importaría que hubiese un chico tan guapo rondando ahí. ¿Crees que es de los de andar por casa sin camiseta?

—¡Abuela!

La señora rio, divertida, ante la indignación de su nieta. Anda, anda, y ella que pensaba que la rubia sería la primera en gustarle que su amigo estuviese con ella más tiempo.

O quizás solo estaba celosa pensando que le prestaría más atención a él~

>>Pero… siempre sale del baño sin ropa después de ducharse, así que supongo que sí… —acabó por responder, con un suspiro.

Bueno, si iba a apoderarse de su abuela qué menos que exponer sus trapos sucios… o algo así.

Al final, ni siquiera ella pudo aguantar una carcajada divertida cuando escuchó a Rose con aquella risilla que sonó algo como “jujuju~”.

Entre bromas y risas, las mujeres llegaron finalmente a su objetivo y, por fortuna, el dolor de cabeza de Alisha había bajado algo más.

Llegaron así al templo al que habían sido invitadas y no tardaron en subir las escaleras hasta alcanzar la entrada de la misma. Allí, una mujer igualmente mayor las estaba esperando con una sonrisa amable.

Su abuela se lo había explicado, ¿cierto? Aquella señora y ella coincidían a menudo en el supermercado y de alguna manera habían acabado siendo amigas, por lo que fue solo cuestión de tiempo antes de que la otra mujer la invitase al templo que pertenecía a su familia.

Y por supuesto, Rose no iba a dudar en llevar a Alisha a la visita sabiendo que las cosas tradicionales de Japón le causaban una genuina curiosidad.

Tras las debidas presentaciones, la mujer no tardó en llevarlas a un extenso salón donde se sentaron para esperar a tomar el té. Sin querer pecar de maleducada, la rubia esperó a que las abuelas estuviesen tan metidas en su conversación que no darían cuenta que había sacado el móvil para comenzar a mirar las redes sociales.

Uf, tenía tantos mensajes de gente que no conocía…

Se dispuso a ir filtrando los mismos dependiendo de si le parecía atractivo por su foto de perfil o no cuando una cuarta presencia hizo su aparición en la habitación.

—Ah, qué bien. Os presento a mi nieto…

La escena se sucedió casi a cámara lenta. Alisha levantó el rostro con curiosidad y descubrió que las tazas de té las traía un chico bastante lindo portando un kimono.

Pero no cualquier chico, por supuesto.

—Anda, Ishikawa-san~

La muchacha arrastró las palabras de manera sutil, su expresión era de genuina sorpresa pero sus ojos tenían una extraña chispa que solo Kohaku fue capaz de identificar como una señal de peligro.

Kohaku mismo, por su lado, se había sonrojado como nunca y, aunque pronto recuperó la compostura después de la sorpresa, Alisha ya había visto el nerviosismo que se había plantado en su cuerpo.

—Welsh-san —respondió, con voz calmada, antes de inclinar ligeramente la cabeza a modo de saludo.

—Oh, es cierto —comenzó a hablar la abuela de Alisha, tras observar la escena—. Me dijiste que tu nieto iba al Sakura también. No pensaba que se fuesen a conocer, jojo.

Alisha, sin embargo, ya había desconectado de la conversación ajena y había centrado su mirada sobre los movimientos del chico. Parecía calmado, dejando las bebidas sobre la mesa como si nada, pero estaba evitando su mirada y aún seguía ruborizado.

No habían empezado con buen pie ellos, ¿verdad?

Queriendo visitar a Katrina para molestarla un poco, divisó la curiosa cabellera cian de Kohaku y tras decidir que era extremadamente lindo, se le lanzó como lo haría con cualquier otro chico.

Fue un error, por supuesto. Kohaku no dejaba de ser un japonés prototípico y se tensó inmediatamente ante el contacto de la rubia, aun cuando intentó ser lo más respetuoso posible con ella.

La norteamericana iba a dejarlo estar al ver aquello y decidió que no lo molestaría más. Eso fue, claro, hasta que lo vio en una de sus salidas nocturnas haciendo… “negocios”. Decidió así que formaban parte del mismo mundo y que, si bien sabía que no se lo iba a tirar, se lo pasaría bien molestándolo muy al pesar del chico.

—Obaa-san~ —adquiriendo aquella expresión de inocencia que tan bien sabía fingir, la chica se giró hasta la señora—. ¿Podría su nieto enseñarme el templo, por favor? Me encantaría conocerlo en profundidad~

Menos mal que había esperado a que las tazas estuviesen ya en la mesa porque hubiese sido bastante probable que el chico hubiese roto si la tuviese en sus manos en aquel momento. Alisha vio por el rabillo del ojo como todo su cuerpo se tensó.

Porque sabía sus intenciones.

Y no podía escapar de ellas.

—¡Claro, Welsh-san! —aceptó la mujer, encantada—. Ya has oído, querido, no te dejes ninguna zona sin visitar, ¿sí?

La joven se había puesto en pie prácticamente de un salto y se acercó hacia él con una sonrisa radiante, las manos tras la espalda y una apariencia que fácilmente podía pasar por una estudiante normal y corriente.

—Eso, eso, Ishikawa-san. No te dejes ninguna-zona-sin-visitar~ —canturreó, separando las últimas palabras con intención.

Pero Alisha no era ninguna estudiante normal y corriente.

Sea como fuere, él también era buena fingiendo y no dudó en aceptar, de manera educada, la petición de la chica, decidiendo ignorar las claras intenciones de sus palabras.

—Por aquí, Welsh-san.

Y así, ambos salieron del salón mientras las abuelas seguían el tema de conversación anterior, tomando el té.

Para sorpresa del joven, Alisha parecía genuinamente interesada en las explicaciones que le iba dando en cada lugar e incluso preguntaba por ciertas cosas que no entendía o quería saber más.

Aquella inocencia fingida rápidamente acabó siendo sincera y por un momento Kohaku olvidó que lo que había debajo seguía siendo la “caza hombres” que tanto temía. Se veía como una niña pequeña descubriendo algo que no sabía y le resultó hasta tierno.

—Ishikawa-san~

Por un momento jodidamente breve.

—¿Hm?

Kohaku había bajado la guardia, solo un poco pero lo había hecho, y no fue capaz de percibir aquel sutil tono provocador cuando lo llamó.

No lo vio venir y, de repente, la chica lo había acorralado contra la pared del templo, su cuerpo apretándose contra el masculino.

Mierda.

El joven tragó saliva con fuerza, claramente incómodo, pero ella no se apartó. Con aquella sonrisa depredadora y los ojos entornados, prácticamente ronroneó mientras habló.

—También me gustaría conocer al guía en profundidad~ —murmuró, sedosa, llevando un dedo hacia la mejilla del chico para acariciarla.

No tenía manera de huir, ¿verdad? Estaba jodido.

Se lo iba a comer.

…o eso pensó, claro.

Mientras su cabeza daba vueltas culpa de la vergüenza, la chica acabó por reírse divertida y separarse, como si nada, llevándose las manos tras la nuca, con una expresión despreocupada.

Sin decir nada más, rubia se inclinó hacia un lado para ver mejor a lo lejos pues había distinguido unas figuras saliendo del edificio y Kohaku aprovechó para estabilizar su cuerpo y relajarse.

>>Bueno, guapo, parece que por hoy te libras de mí~ —habló ella al incorporarse, sonriendo como si nada—. Bonito templo, eh. Si creyese que algún dios puede salvarme, vendría a rezar aquí sin duda, ¡pero supongo que mejor para ti!

Se interrumpió un segundo para levantar el brazo y saludar a lo lejos, seguramente a su abuela que le estaba haciendo señales de que se iban ya.

Kohaku la miró, sintiendo que por un segundo algo parecido al arrepentimiento se coló en aquella alegría con la que hablaba.

>>¿Nos vemos mañana?

Él asintió con la cabeza y finalmente desapareció de su vista.

Su relación era algo extraña, en definitiva. No se llevaban del todo bien pero tampoco se caían mal, y por encima de todo, Alisha se había convertido en una clienta habitual y él… él tenía una facilidad enorme por cambiar de actitud cuando se trataban de negocios.