Gosick En Medio de la tormenta [One Shot]

He manejado un concepto diferente de narración espero no se confundan, sería como una canción a dúo con el estribillo al inicio. Primero es un narrador Omnisiente y luego hay POV de cada personaje. Esta serie la recomiendo mucho de las mejores.

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Corrían con todas sus fuerzas a través del pasillo los seguía de cercas, tanto que podía sentir el peligro inminente correr en su sangre, la tomaba de la mano fuertemente y ella a él, sentían que si por un momento se separaban podían perderse para siempre, él lamentaba haberla llevado allí.


Ese era el barco de las almas o al menos eso era lo que quería que creyeran quien los había llevado a ese lugar. Luego de una inofensiva cena habían despertado en ese lugar y uno a uno las personas habían estado muriendo, la perspicacia y astucia de Victorique y por qué no la valentía y el arrebato de Kujo los mantenían vivos, sólo ellos dos y una joven eran los únicos que seguían de pie.


Los seguía de cerca, era como un toro embravecido, sus facciones retorcidas mostraban inhumanidad y furia resguardada en sus ojos inyectados en sangre. Les llamaba liebres, él era el lobo cazador, avanzaba tras ellos con una alabarda en sus manos gritando y murando como un demente. No es como que la pequeña chica rubia no lo supiera, no es como que no hubiera sospechado sus intenciones desde un principio y hubiera seguido los indicios que la llevaban a él, eso no evitó que esto ocurriera, no ha tiempo. La mujer que iba por ellos salía expulsada hasta la orilla del barco y quedaba tirada en el piso.



— Victorique, corré al cuarto de control, allí podrán llamar ayuda…—indicó Kujo mientras la miraba decidido a los ojos.— Yo, yo—dudó un poco— lo detendré— concluyó tratando de infundirse más valor.



— Kujo…—susurró la joven mientras lo miraba, el chico la empujo hacia adentro forzándola a entrar—¡Kujo, noooooo!—exclamó desesperada al ver como la puerta se cerraba tras ella.



POV de Victorique:



Ese tonto, ¿Por qué?, ¿Por qué, tenía que arriesgarse por mí?, presioné los ojos mientras que golpeaba la puerta en un intento inútil por abrirla de nuevo.


—¡Kujo, no, por favor, abre!—suplicaba completamente desesperada.


Nunca había sentido algo así, era una especie de opresión en el pecho que dificultaba respirar, un nudo en la garganta así una desagradable sensación de opresión en todo el pecho, ¿Por qué?, ¿Por qué arriesgaba su vida por mí?, si yo, yo no era muy importante, no lo había sido para nadie. Pretendía que no importaba, tras la máscara de dureza y seriedad que mostraba siempre, muy extraña para una chica de mi edad, me preguntaba por mis padres no eran como otros, porque mi madre se había ido, porque no la había conocido, porque mi padre me mantenía oculta, ¿acaso había algo mal en mí?. Me acostumbre a no tratar con nadie, a ser ignorada y comenzar a ignorar, yo ajena el mundo, él lo seria para mí.



—¡Kujo!, ¡prometiste que regresaríamos juntos a casa!, ¡quiero que volvamos juntos Kujo!—gritaba sin parar.



No quería que le hicieran daño, él, de alguna manera me importaba. Como no ser así si siempre era tan gentil, siempre iba a verme a pesar de que yo lo tratará de manera indiferente, caprichosa y hasta molesta, él en ocasiones me hacia reír, era un sentimiento agradable, una especie de regocijo en el estómago como cosquillas querer hacer tanto, creo que le llamaban felicidad, no se lo diría pero me agradaban sus visitas, me sentía menos sola cada vez iba. Como no preocuparme si él se preocupa por mí, lo hace todo el tiempo, por alguna razón él quiere cuidarme.


Corrí hacia la mesa, al ver que era inútil hacer otra cosa, comencé a mandar un mensaje a través de un emisor morse que se encontraba en la mesita, rebelando la completa verdad sobre este asunto, tenía cada indicio en mi mente, cada pista que me llevaba a ello por la sabiduría de los fragmentos del caos, mientras lo hacía no había otra cosa que turbara mi mente y sin embargo no dejaba de pensar en él.


— Kujo, por favor, sálvate…—murmuré.


POV de Kujo.


Toda la vida siempre había tenido que probar demasiadas cosas, era el hijo de un general japonés y tenía que mostrar valentía, alguien del cual siempre se sintieran orgulloso. Desde pequeño podía recordar cuanto esfuerzo y empeño le ponía a las cosas y sin embargo terminaba ensombrecido ante los logros de mis hermanos, nunca parecía suficiente y yo sabía que era así.


Observé entre la lluvia hacia donde había caído el cuerpo de la otra chica, la del vestido rojo y el pelo castaño, pero ya no se encontraba en el mismo lugar, antes de que pudiera indagar sobre su paradero escuche un grito y vi venir hacia mí la alabarda del actor, que creíamos muerto, bueno al menos yo y ya otra chica, porque estoy seguro que Victorique ya sospechaba algo.



—Sois los liebres y como tales, ¡Deben morir!— grito mientras lanzaba un segundo tajazo que esquivé apenas.


Tomando algo de impulso, logré asestarle un golpe y uno más. Yo, debía proteger a Victorique. Ella una chica tan distinta a las otras, me cautivaba en tantas ocasiones con su ingenio e inteligencia, era realmente increíble como desentrañaba cada indicio para llegar a conclusiones tan increíbles que a mí me hubiera llevado demasiado tiempo obtenerlas o tal vez jamás lo habría hecho, parecía una pequeña damita completamente refinada y seria, tan pulcra y correcta como una princesa, otras era tan linda y tierna como una niña pequeña, mostrando unos ojos grandes y una leve sonrisa al ver el mundo que le rodeaba, a veces un tanto caprichosa exigiendo que se hicieran las cosas como quería en el momento que lo quería, pero admito que aun así, siendo tan pequeña me parecía encantadora, pero a su vez, era tan frágil, el mundo era un lugar difícil y con muchos peligros, ella conocía poco de él y a mi gustaría que le sucediera nada.


El villano terminó por asestarme dos puñetazos que me hicieron vacilar un poco pero me reincorporé, el ultimo había provocado que mi parpado de hinchara y me dificultaba ver con claridad, el barco se balanceaba mientras que la tormenta se acrecentaba. Yo, no podía perder, si perdía llegaría hacia Victorique, tenía un fuerte deseo por cuidarla, por protegerla a toda costa.



— ¡No le harás daño!, ¿entendiste?— me lancé contra aquel hombre de nuevo y pude asestarle varios puñetazos más.


Quería pensar que necesitaba de mí. Me empujó hacia una de los bordes del barco y me estrellé con fuerza, a pesar del dolor me levanté de nuevo y lancé contra él de nuevo, estaba decidido, yo la defendería.


De pronto el tipo quedo estático, con un gesto de dolor en su rostro, se balanceaba un poco y terminaba cayendo por la borda de la embarcación con la alabarda que portaba el mismo hace unos instantes pero que yo había logrado hacer que la tirara, encajada en la espalda. Frente a mí, estaba la chica de pelo castaño y vestido rojo, ella lo había detenido.


POV de Victorique.


Me sentía agotada y cansada después de todo lo que había ocurrido, el misterio se resolvería pronto y de lo que restaba ya no había nada mas de que preocuparse, la tormenta se había calmado y corrí hacía Kujo antes de darme cuenta y mirándolo a los ojos, dándome cuenta que estaba feliz de que estuviera a salvo, él me sonrió y yo le sonríe también.


—Kujo, tengo sueño, este lugar es horrible para dormir— le ordené un poco dura— me prestarías un poco tu hombro para recargarme en él— le dije, mientras sentía algo de calor en el rostro aún en medio de tanto frío


Se sentó a mi lado y la otra mujer entró detrás de él, me recline un poco y mis ojos se comenzaron a cerrar lentamente, era realmente agradable estar de esta manera con él.


POV de Kujo.


Hice descender la manija y mientras llamaba a Victoque a la puerta.


—Victorique, estoy bien— le dije mientras traspasaba el umbral de esta.


Ella había corrido hacia mí y me tomaba de los hombros, había una especie de brillo en ellos que no había visto antes, no lo iba decir, pero se miraba feliz por que estuviera a salvo y yo hubiera podido sobrevivir y no fallar protegerla, miro por un segundo mis heridas y susurró mi nombre. Era como decir “qué bueno que te encuentras bien”.


—Kujo, tengo sueño, este lugar es horrible para dormir— me ordenó un tanto arrogante— me prestarías un poco tu hombro para recargarme en él— me dijo mientras en su cara se dibujaba un gesto encantador y casi infantil de una niña adormilada.


Me senté a su lado y ella dudó un poco antes de recargarse en mí, observé de reojo como cerraba los ojos y se quedaba dormida, yo di un suspiro y observé a la otra chica que me miraba desde el otro extremo de la habitación. Ella notó algo que ni Victorique ni yo nos percatamos hasta luego de un tiempo, que ese día en medio de todos los peligros, en medio de la tormenta, había comenzado a surgir algo entre nosotros.