One-shot En busca de respuestas [Lightning Returns: FF XIII]

Bueno, esto es para la actividad "Inside the Game". Justito en el plazo, pero no estaba fácil xD

A mi que me encanta la saga Final Fantasy (con sus altos y bajos), supongo que es en el que mejor podía estar, al menos de momento.

Sin decir más, disfruten del One.shot

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No era la idea terminar así, pero no me quedaba otra opción.

Sabía que, luego de estar tantos años paralizada en el tiempo por la invasión del Caos, finalmente mi cuerpo y alma estaban listos para ver cara a cara al Creador, ya sea para comprobar que era todo en lo que había creído, o para escupirle en la cara si es que era todo lo contrario.

Porque sí, creía en Bhunivelze, pero también mi corazón estaba enlazado a Etro, pues sabía que, aunque el Creador nos había prometido una tierra nueva luego de tanto sufrimiento, solo la diosa podía entender nuestra naturaleza de vida y muerte, de que teníamos un corazón y que ello nos permitía estar con nuestros seres queridos.

Claro que si lo decía en voz alta enfrente de alguno de los de la Orden, capaz que me juzguen y que no pueda ver la Nueva Tierra por su juicio.Eso, a menos que obtuviera ayuda del Salvador, si es que ella realmente existía.

Había escuchado rumores de su próxima aparición tanto en Luxerion como en Yusnaan, pero en lugar de esperarla ahí, prefería estar en alguno de los asentamientos de Wildlands, mientras visitaba de vez en cuando al Dr. Chocobo, quien seguía esperando que llegara el ángel deValhalla. Otras veces me encargaba de llevar provisiones de una parte a otra de los Wildlands — siempre acompañada, no quería morir sin haber visto antes al Salvador o el Juicio Final, lo que viniera primero.

Cuando finalmente apareció el Salvador, no estuve ahí para verla.

Por la diosa… Nadie podría imaginarse la frustración que me hacía sentir eso…. Y no sólo por el hecho de no confirmar su existencia, sino que tenía tanto que conversar con ella, tanto que saber sobre el Creador — ya que decían que había visto al mismo Bhunivelze con sus ojos…

Y, sobre todo, quería pedirle un favor, un único favor que ayudaría a encontrar la luz en mi propia alma… O que ayudaría a darme todos los motivos para quedarme en el Caos, aunque eso me llevara a la Nada.

Sólo un favor… Y perdí mi oportunidad.

Frustrada, partí de Wildlands y me dirigí a DeadDunes. Era cierto que era tierra de forajidos y de caza tesoros, pero quizás ahí encontraría algún lugar donde pasar los últimos días de mi vida. No volvería donde ya estuve, pues si en esos lugares ya había aparecido la emisaria del Creador, dudaba mucho que volvería a verla.

Con una caravana avanzamos por el desierto. Avanzamos lentamente durante la noche, ya que en el día teníamos que enfrentarnos a monstruos y al calor — algo que no nos ayudaba en nada —. Más de alguien murió en el camino, pero en estos tiempos uno ya no tiene mayor sensibilidad al saber esas cosas… Más bien, uno sentía rabia al saber la suerte de esa persona que fallecía.

Sí, a tal punto llegaba el sentimiento que se formaba al ser inmortal.

Al llegar a Ruffian, me ofrecí como voluntaria para trabajar en cualquier trabajo en la cual pudiera ser útil. Al no tener mayores capacidades de combate, ni menos la capacidad de controlar armas, me dejaron en el interior de la ciudadela, a cargo de la posada debido a mi manejo de idiomas. Los del grupo de Monoculus me hacían diferentes preguntas sobre idiomas antiguos que aún era capaz de comprender — no por nada fui parte de la Academia en su momento —, y de vez en cuando iba a las exploraciones que realizaba el grupo para encontrar el Clavis.

Sin embargo, en las informaciones claves, era imposible ser de ayuda, ya que el idioma, de acuerdo a lo que estaba profetizado, sólo sería entendible para el Salvador.

Finalmente, cuando pensé que ya mis esperanzas estaban perdidas y que tendría que enfrentar el Juicio Final con mis propias armas, apareció ella.

Era tal como la habían nombrado en las predicciones de Luxerion. De cabellos rosas, ojos azules, vestida con una armadura cuyos símbolos hacían distinguir claramente su envestidura divina. Tenía una mirada fría, casi como si parte de ella no estuviera ahí, pero que penetraba el alma y parecía juzgarte como si fueran los ojos del mismo dios.

La vi hablar con Adonis, el cual parecía probar si es que ella hablaba en serio. Luego, la hizo partir para luego partir él mismo — seguramente para probarla —, no sin antes dejar instrucciones a todos para tener todo listo en caso que ella regresara. Todos nos esforzamos en tener todo tal cual él pidió, pues su voz era también el deseo de la jefa. Yo, en lo personal, preparé la cama más mullida que tenía, con las mejores sábanas para que pudiera descansar, aunque fuera un poco, antes de cumplir la misión que haya venido a cumplir. Puse algo de incienso de rosas — algo que aprendí a hacer en Yusnaan —, y preparé un plato con diferentes tipos de frutas — la comida la preparaban a orden de la Jefa.

Pasaron horas antes que volvieran los dos, claramente satisfechos con los resultados del trabajo que hizo — cualquiera que éste fuere —, y, luego de estar unos momentos en la estancia de la jefa, se acercó a los diferentes locales a proveerse de alimentos, mejora de armas y conseguirse unas cuantas pociones para su camino.

Sin embargo, para mi desilusión, pasó de largo por mi local… ¿Es que acaso ella no duerme?

No iba a tener otra oportunidad, si es que el fin estaba tan cerca. No había querido hablar antes, para no llamar tanto la atención como mis compañeros, pero si no lo hacía, perdería la chance de al menos hablar con ella.

— Disculpe, ¿no necesita descansar? — pregunté, en voz alta

La pelirosa no escuchó a la vez, pero insistí de tantas maneras diferentes que finalmente fijó su atención en mí.

Y sí, definitivamente su mirada penetraba tu alma.

— ¿Necesitas algo? — preguntó, secamente.

Me paralicé unos momentos, con mi mente bloqueada, pero intenté mantener la compostura lo más posible.

— Ehm… Le preguntaba si no necesitaba descansar — repliqué, y sé que mi voz sonaba más temblorosa de lo que esperaba: — Será el Salvador, pero sigue siendo humana… ¿no?

Ella enarcó la ceja, sabiendo que toqué algún punto que le debe haber molestado.

— Pasaré sólo un par de horas… Supongo que lo que pide Fang será más difícil de lo que ella habla — dijo finalmente, con la voz más seria que antes.

Me pagó los gil que correspondían al tiempo de descanso y entró, sin siquiera mirarme.

Rayos… ¿Cómo hacer que me responda?

— Te ves complicada — escuché tras mío, asustándome

— ¡Jefa! — exclamé y me volteé para ver a Fang mirándome divertida: — ¿Necesita algo? Nuestra invitada descansará un par de horas.

— Será nuestra invitada, pero cobraste igual tu salario — dijo la guerrera, con una sonrisa: — De todas maneras… ¿querías preguntarle algo? Te esmeraste más en llamar la atención.

Noté cómo el calor tomaba mis mejillas. Al menos se notaba porqué es la más respetada de nuestro grupo, preocupándose siempre de nuestro bienestar.

— Bueno, como ella no es habitual, supongo que no conoce la gracia de estar en mi espacio — respondí, sintiendo el rubor en mis mejillas.

— Sí, claro… Todos conocen cómo te esmeras, pero ésta vez te pasaste — y acercó su mano a mi hombro: — ¿Necesitas pedirle algo a nuestro Salvador?

Argh. Justo en el clavo

— Es una pregunta tonta…

— Habla.

Ok… Está realmente en “Modo:Jefa”

— Bueno, jefa… Se supone que ella ha visto cara a cara al Creador, ¿no? ¿Será verdad que él no tiene corazón como sí lo tenemos los humanos? ¿A diferencia de como siento que debe haberlo tenido la diosa Etro?

Por la mirada que me otorgó, siento que la descoloqué un poco, lo que hizo que estuviéramos en silencio un buen rato.

— ¿A qué se debe la pregunta? — preguntó, cuando finalmente supo qué decir.

— Verá, jefa… Perdí a mis seres queridos poco después que ocurriera la invasión del Caos. Sin embargo, nunca sentí rencor con aquella fuerza descontrolada. Y es más… Muchas veces sentí que, en medio del caos y la oscuridad, mis seres amados estaban allí, en paz, conmigo.

Miré al techo, recordando los buenos momentos en los que sentí la protección de los míos pese a la oscuridad y al miedo que sentía.

— ¿Sabe? Siento que ellos están ahí, a mi lado… Y por lo mismo no puedo imaginarme un mundo nuevo en el que no haya muerte ni oscuridad. Los humanos… Y creo que usted también lo cree, no hemos nacido para ser inmortales, como lo es el Creador. Por eso quería preguntarle, si el Creador tenía un corazón tan misericordioso como lo proclaman los de la Orden… O si realmente son mentiras, como lo dice mi propio corazón.

Nos quedamos calladas otro rato, meditando en lo que había dicho. Ciertamente, ahora que había hablado, me sentía más aliviada, como si tan sólo hablar del tema me hubiera ayudado a despejar mis propias sombras.

— Vaya. Eres más sabia de lo que aparentas, pero no encuentro motivos para molestar al Salvador. Está demasiado ciega en su fe en Bhunivelze para que la molestes con preguntas retóricas que sólo podrían responderte los hijos de Etro — y soltó un bufido, como si le molestara el hecho.

— ¿Y usted qué cree? — le pregunté

— A mí me molesta esa fe en Bhunivelze. Me molesta porque, al igual que tú, siento que cuando se cree el mundo nuevo, vamos a encontrarnos con algo que no tiene nada que ver con los que dejamos atrás… Que muchos sacrificarán sus vidas porque creen en esto, sin saber qué va a pasar cuando sea el fin… — y sus ojos se endurecieron, como si temiera perder algo muy valioso para ella: — Además, ¿quién dice que al final Él no nos va a traicionar y no va a exterminarnos? ¿Quién nos asegura que habrá salvación para todos?... ¿Para Vainille?

Lo último lo dijo en un susurro, pero por la forma de decir el nombre se notaba claramente la preocupación por aquella persona y la frustración por no poder ayudarla.

— Si destruir el Clavis ayuda a salvar a Vainille, entonces te ayudaré… Sólo espero que no tenga que arrepentirme después de hacerlo — se escuchó la voz del Salvador, dura, pero con firmeza.

— ¿No sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas, Lightning? Serás el Salvador, pero las normas de comportamiento siguen aplicándose, ¿sabías? — respondió la jefa con una sonrisa ladeada.

— ¿Y me lo dice la reina de las buenas costumbres? No por nada estás rodeada de bandidos y caza tesoros — le replicó la pelirosa, con otra sonrisa parecida.

Vaya, pensé, así que eran amigas.

— Bien, me imagino que te sirvió el descanso para recuperar parte de lo que eras antes, Light, pero sólo me vas a impresionar cuando consigamos el tesoro — e hizo un gesto con su mano dirigida a mí: — Gracias, chica, a veces se me olvida que puedo desahogarme.

Solté un bufido… Los humanos siempre deberíamos depender de alguien para eso, ¿cómo puede pensar en que no necesita desahogarse, aun con quinientos años en el cuerpo? ¿Acaso se cree diosa?

En fin, las vi partir. Para mi frustración me quedé sin poder hacer mi pregunta a Lightning — raro nombre para la enviada de Dios, claro está —, pero supongo que conversar con Fang me ayudó a encontrar mi respuesta… Y con ella, mi propia salvación.

Sólo espero que, cuando llegue el momento, pueda ver a mis seres querido, ya sea para encontrar la paz definitiva, o para seguir vagando eternamente en el viaje de las almas, guiadas por el Caos, esperando alguna vez encontrar la paz definitiva.