Ellos Ellos Sentada en un sencillo cantero de la plaza. Ni siquiera flores tiene como para deleitar la vista. Pero ahí estoy. Mi expresión no debe ser la más feliz del mundo, porque ya han pasado varias personas a mi lado y me han preguntado si estoy bien, o sí me pasa algo. ¿Qué más puedo hacer, aparte de mentirles? Nada. Es algo lógico que algo inunda mis pensamientos. ¿Y qué es lo más trágico de todo esto? Que es relacionado con el amor. Si, sobre aquel sentimiento que afecta tanto al más mendigo, como al más rico. No distingue raza ni clase social, no hace diferencia a nada. Simplemente se presenta ahí, sin ser llamado y ataca. Muchas veces no acierta muy bien el tiro, pero otras lo hace con tal fuerza que termina dejándonos una herida dentro de nuestro y ahí es cuando la otra persona decide ayudarnos a curarla o la deja ahí, atormentándonos. En este caso apunto más mis sentimientos hacia la segunda. Suena triste decir que sufrimos un mal de amores, pero así es y así me encuentro sobre este cantero mirándolos. Desangrándome por dentro. No puedo pronunciar palabra, mi rostro refleja todo lo sentido. Sé muy bien que duele verlos juntos, abrazados. Pero nada puedo hacer yo. Al menos nada racional. En un momento veo que el me mira. Su expresión es tan fría y dolorosa, pero no bajo la mirada. La mantengo erguida y latente, a la espera de aquel milagro que llevo esperando hace meses. Y nada sucede. Él vuelve a lo suyo, ignorándome. Unas pequeñas gotas de cristal salen de mis ojos e inician un recorrido por mis mejillas hasta perderse en mi cuello. Me levanto de aquel lugar y me alejo de allí. No valía la pena desafiar mi capacidad de soportar unos segundos más esa escena. Volver a mi casa y seguir llorando, ¿qué más me quedaba por hacer? ¿Esperar milagros cuándo estaba segura que no existían? Me miré al espejo y contemplé mi imagen. Sinceramente daba un poco de pena ver los surcos lagrimosos en mi rostro, el maquillaje un tanto corrido y los ojos muy rojos. Sentí un sonido que me despertó de mi observación. Era el celular, más precisamente un mensaje que decía: “Lo siento mucho. En verdad perdóname. Sabes muy bien que yo te amo” Sonreí. Lloré. Grité de felicidad. Estaba eufórica. Bueno, sólo hasta notar el número del emisor. Lo observe detenidamente. No había dudas, no era del teléfono de él. Hacía tiempo que había aprendido su número de memoria. Era un simple desconocido que me hacía caer en varias opciones: alguien se había equivocado; era él con el teléfono de algún amigo o algún amigo mío que no recordaba cuál podría haber sido el problema. Sólo me quedaba esperar que fuese la segunda opción, mientras dejaba pasar los días, sufriendo. ____________________________________________________________ Cero imaginación para un final. Pero bueno... al menos intento retomar la escritura. :/ Un beso para quien intente leerlo...
Re: Ellos OMG! un beso para mi jajaja Linda la historia, me dio penita u.u que tristes son las penas de amor.... jojoj me dio no se que la parte del mensaje! pobresita justo le pasa algo así en ese momento ahora quedara con la duda u.u. :vacabaila: