1.  
    ElisaAckles

    ElisaAckles Iniciado

    Virgo
    Miembro desde:
    11 Enero 2011
    Mensajes:
    30
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Ella y él
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1104
    Todos los personajes que aparecen en esta historia son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi, los cuales utilizo sin ningún ánimo de lucro.
    Ella y él
    I
    La próxima vez
    La primera frase que leí cuando la miré a través de la ventana de su cuarto fue: "¡¿Qué demonios quiere ese idiota ahora?" Trataba de fingir un semblante indiferente mientras se acercaba y quitaba el cerrojo para que yo entrara.

    Ella tenía razón en estar furiosa. Apenas le había dirigido la palabra en todo el día. "¡El día de su cumpleaños!" Nada dije, ni unas palabras de felicitación, alguno de esos cursis detalles que sé que le fascinan, y qué decir de darle un…

    —¿Qué buscas aquí?—. Me cuestionó con la voz gélida.

    —Y-yo… verás… —"¡Por Kami! Cómo odiaba tartamudear cuando me hablaba así. La frialdad de su actitud me constató lo que ya sabía,, estaba molesta, además, su obstrucción a la habitación me decía sin palabras que no me quería dentro, terminando por arruinar la endeble valentía de la que me armé para llegar a su habitación y llevar a cabo los pasos que con tanto esfuerzo había memorizado.

    —¿Qué?—. Añadió ante mi silencio.

    —Llegaron muchos invitados y no encontré el momento apropiado para darte esto—. Del bolsillo de mi pantalón, saqué una cajita blanca con un prendedor plateado, adornado con tres flores de color rosáceo. No era especial, pero fue lo único que pude comprar con lo que tenía ahorrado.
    Sus ojos castaños se iluminaron de inmediato, y la alegría se abrió paso entre su descontento.

    —Gra-gracias, Ranma—. Me esbozó una sonrisa, tomando el obsequio en sus manos. No lo abrió. Me seguía observando con esa mirada intensa, y mi emoción se incrementó al poder leer en sus gestos lo que ella quería.

    —No es nada—. Murmuré con timidez. Ella retrocedió unos pasos al interior de la cálida habitación y yo pude abandonar el marco de la ventana en el que estaba en cuclillas.
    Caminé lentamente hacia Akane. Se veía realmente hermosa con ese vestido en color azul claro, ciñéndose a su figura menuda.

    Este era el instante que yo había querido crear para los dos. Por esta ocasión, Akane no protestaría si me le acercaba demasiado, si la tomaba entre mis brazos y no le quedaba otro remedio que guarecerse entre mi pecho, mientras la aprisionaba con ellos.

    Estaríamos así por horas enteras, hasta que mi corazón explotara de felicidad. Luego, posaría una mano en su mejilla y le miraría tiernamente, hasta que sus ojos avellana se cerraran con devoción y me dieran todo el arrojo necesario para atreverme a conocer el sabor de sus labios.

    —Ranma, ¿te sientes bien? Te has puesto rojo —Murmuro, con notable preocupación— ¿Tienes fiebre?—. "¡Maldición! ¡Maldición! ¡¿Cuánto tiempo estuve parado sin hablar?"

    —Estaba pensando en… —"besarte"— Decirte que, si quieres, puedes entrenar conmigo mañana. Con todo lo que has comido hoy, seguro que tendrás que bajar las escaleras rodando.

    Y en lugar de la escena romántica que me tardé tanto en visualizar, terminé siendo arrojado por la ventana. No sin antes recibir una lluvia de golpes con mazos, katanas, lámparas, y cuanto objeto se cruzó por las manos de la lunática violenta en la que se convirtió Akane.

    No voy a decir que no lo merecía. "Yo y mi estúpida bocota"

    Tendré que esperar otros 364 días para acercarme a ella sin que mi presencia le perturbe.

    La próxima vez, al menos intentaré darle un abrazo por su día.


    O-O-O
    O-O-O
    O-O-O
    O-O-O
    Todos los personajes que aparecen en esta historia son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi, los cuales utilizo sin ningún ánimo de lucro.
    Ella y él
    II
    A través de su mirada
    "No voltees a verlo. Ya no lo hagas, o pensará que te tiene en sus manos"

    A pesar de mis vagos intentos, y de mantener la cabeza de frente al televisor, mis pupilas ruedan para verlo de reojo.

    Y él también me está observando sin pestañear.

    Es la sexta vez que lo descubro haciéndolo. Y Ranma no trata de ocultarlo, al contrario, hasta me sonríe con aquel mohín divertido en su cara.

    Con seguro sabe que me está poniendo los nervios de punta.

    Le doy otra cucharada al helado que estoy comiendo, y vuelvo a fijar mis pupilas en el televisor. Si las mantengo allí, no pensaré en él.

    "Eso es" Si no volteo, no podré seguir dándome cuenta de que ha crecido un par de centímetros mas, que su voz se ha vuelto una pizca más ronca y varonil, que sus hombros se han ensanchado y su rostro ha dejado las formas suaves del rebelde adolescente que llegó hace tres años, para transformarse en la de un joven maduro.

    Ni hablar, todo su cuerpo ha cambiado, pero por dentro, sigue siendo el mismo idiota de siempre. Aquel que se pasea por las calles con toda la horda de chicas que tiene como prometidas, el que no duda en insultarme a la menor provocación y que no se atreve a probar mi comida ni aunque lo muela a palos.

    "Idiota" Musito, mientras me consuelo, tomando otro poco del helado de chocolate.

    Si supiera que odio verlo del brazo de otras mujeres, que su presencia me hace sentime protegida, y me llena de orgullo saber que soy la única que puede sacarlo de su trance gatuno.
    Que a veces me despierto por las mañanas, aún soñando que me abraza y me revela que me quiere tanto como yo a él.

    Sería la chica más feliz del mundo.

    … Si sólo se armara de valor y repitiera aquella declaración que me hizo en Jusenkyo.
    Un suspiro se escapa de mis labios.

    Me horrorizo al instante, pero la calma llega cuando miro alrededor y mis hermanas no lo han notado.

    Sólo Ranma. De nuevo me está avasallando con su atención. ¿Es que podrá darse cuenta de lo que estoy pensando? ¿Será consciente de todo lo que me causa?

    "No, que va a saberlo" y mi deducción se confirma cuando él vuelve su atención al televisor, totalmente esquivo de mí.

    O-O-O​
    "Esa Akane boba, no se ha dado cuenta de que tiene la nariz llena de helado"

    "Puffff… Se fuerte ¡Respira hondo y no te rías… no te rías!"

    "¡Y por dios, ya no voltees a verla!""
    O-O-O​
     
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  2.  
    Mina Guk

    Mina Guk Usuario común

    Piscis
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    Escritora
    wow jajajajaja! a que Ranma jejejeje
    me gustó mucho como interpretaste a los personajes
    tu redacción es limpia y sin confundir, además tu creatividad es sorpendente

    me agradó como resolviste el problema del cap corto, eso es muy bueno.
    me encantaría poder leer el siguiente cap. Ya que me parece, espesaste bien

    avisame cuando subas conti porfa

    mucha suerte ¡CUIDATE!
    sayo
     
  3.  
    ElisaAckles

    ElisaAckles Iniciado

    Virgo
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    Muchísimas gracias por sus comentarios n/n Los primeros dos capítulos fueron ideas de un momento y no creí que fueran a tener tan buena aceptación. Gracias, en serio … Este cap. igual que el anterior, se me ocurrió de cualquier cosa y en esto terminó… Pensaba subirlo aparte, pero creo que puede seguir bien la línea de este.
    No tengo idea si añadiré más viñetas luego, pero si quiero aclarar que son capítulos totalmente separados entre si. Sólo eso, creo. …
    Gracias por leer.
    Todos los personajes que aparecen en esta historia son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi, los cuales utilizo sin ningún ánimo de lucro.
    Ella y él
    III
    Técnicas en la cocina.
    o-o-o

    —¿Estás lista para tu práctica, Akane?—. Cuestionó, Ranma, cuando ambos se encontraron frente a frente, en la entrada de su lugar de prácticas. Los dos venían vestidos para la ocasión, con sus gi de entrenamiento. Porque, de alguna manera peculiar, esta sería una sesión de destreza.

    —Bueno… no estoy muy convencida de que seas tú quien me enseñe—. Murmuró la muchacha de mirada dudosa, aunque algo le decía que su prometido podía serle de mucha ayuda.

    —Dale con lo mismo —Se sulfuró el artemarcialista, sin embargo, estaba de buen humor y de un tiempo para atrás, cualquier palabra que salía por su boca, trataba de pasarla antes por un filtro—. Ya te dije que lo veas como una forma de compensarte por ayudarme a estudiar y aprobar los exámenes de ayer. Además, puede que seas torpe, pero eres una torpe muy tenaz.

    Akane frunció el seño en un gesto asesino, más rápidamente su aura de batalla se decantó a nada y sus facciones se relajaron.

    —Si esto no funciona, o te burlas de mí, voy a partirte tu mandarina en gajos—. Esbozó sonriente, adentrándose en el área de entrenamiento.

    —Claro, como tú digas—. Enfatizó con sarcasmo, yendo tras de ella, mientras se repetía mentalmente "¡Marimacho violenta!

    El lugar de prácticas estaba tan reluciente, como siempre, y tal como habían planificado los chicos, en este momento la pieza se encontraba vacía.

    Akane pasó a la parte central del lugar, mientras que Ranma se quedó a unos dos metros de distancia de ella; cerca, para no perder de vista ninguno de los movimientos femeninos, y lejos, lo suficientemente alejado del rango de peligro,

    —Bien, vamos a comenzar —Habló el pelinegro, modulando su voz lo más formal posible—. Será algo sencillo, pero primero necesito que te relajes.

    El azabache observó asentir a su aguerrida prometida. Akane bajó ambos brazos y los subió hasta el centro de su cuerpo, como si estuviera orando, todo ello, mientras tenía los ojos cerrados y aguantaba la respiración. Luego, fue despegando y bajando sus miembros, a la vez que iba soltando el aire suavemente. Este proceso lo repitió un par de minutos.

    —Perfecto—. Añadió al verle con la energía enfocada en el cometido.

    —¿Qué sigue?— Inquirió con curiosidad.

    Durante la relajación de Akane, Ranma tomó un detalladísimo manual de instrucciones, y se detuvo en la que le pareció perfecta para comenzar con su nueva aprendiz.

    —Primer paso: enciende la estufa, coge un sartén, toma el frasco de aceite con tu mano derecha, coloca el brazo a tres palmas de distancia de la sartén y gíralo treinta grados hacia dentro durante cuatro segundos —Ranma miró la incredulidad de Akane y añadió una orden—. Hazlo.

    Akane obedeció al pie la orden, a pesar de que estaba segurísima de que las cosas se cocinaban mejor echando el frasco de aceite entero.

    —Hay que dejar que el aceite se caliente. Vamos por las papas —Dijo él—. Serán dos patatas, pero comienza con una.

    La muchacha fue y volvió a toda prisa del refrigerador, de donde sacó las verduras. Dejó una, a un lado de la tabla de picar, mientras que la otra la colocó en esta.

    Akane tomó el cuchillo machete más grande de toda la cocina, pero dos dedos masculinos detuvieron en pleno vuelo el ataque a la patata.

    —Espera —Interrumpió, sereno. Le estaba costando no reírse, en serio—. Es como en las peleas, tienes que mirar a tu oponente para saber cómo atacarlo. Imagíname peleando con el idiota de Kuno; con una patada está fuera, ni siquiera necesito una de mis técnicas especiales con ese bobo.

    —¿No puedes enseñarme sin estarte adulando, cierto? —Mencionó Akane— Pero puede que tengas razón—. Dejó a un lado el pesado cuchillo y tomó uno cuya hoja de acero era tres veces más pequeña que la anterior.

    Ranma sonrió por su buena decisión. Con ello evitaría que las verduras picadas salieran volando, tal si fueran disparadas por un arma.

    —Es parte de mi atractivo —Añadió, pecando de petulante—. Ahora, quiero que te fijes muy bien en lo que tienes sobre la tabla. Ya no es una papa, es un tablón de los que rompes todos los días en tu entrenamiento. Quiero que visualices el centro y la partas.

    —De acuerdo—. Ella estaba ya demasiado concentrada como para ponerle atención a su enaltecimiento. Miró al amarillento bulto en la mesa y tomó aire antes de dar una rápida estocada, justo a la mitad.

    Parado frente a ella, del otro lado de la barra de comida, Ranma depósito en el mármol el libro de recetas y tomó dos tenedores.

    A partir de ahí, él se concentró en pasar al centro los pedazos de patatas con los cubiertos, hasta que las dos legumbres quedaron reducidas a perfectos cuadros.

    "Algo falta" Pensó el hijo de Genma mientras observaba lo que llevaban hecho. "¿Qué sería?" En fin, cualquier cosa sin importancia, se respondió.

    No acaba Ranma de abrir la boca para felicitarla, cuando esta ya había traído un arsenal de verduras más, entre tomates, lechuga, cebolla, chile y cualquier cosa que se encontró en el frigorífico.

    —¿Qu-qué haces?—. Balbuceó.

    —Creo que esto le añadirá un toque especial—. Con total naturalidad, le respondió la muchacha.

    —No puedes hacerlo si yo no te lo dicto—. Le replicó el chico de la trenza a consciencia.

    —Pero, Ranma —La peliazul puso cara de enfado—. No sabes de trucos de cocina. Este tipo de cosas es lo que le da el toque original a las recetas.

    —Y el motivo por el que te salen fatales —Añadió con burla—. Recuerda lo que me enseñaste en las ecuaciones, cuando hay que dividir, sólo hay que dividir, ninguna operación más.

    Akane terminó aceptando a regañadientes y echó todas las legumbres traídas a una bandeja, dejando la tabla sólo con las papas curtidas.

    Tal como lo venía haciendo, Ranma le fue dando instrucciones acerca de el vaciado en el sartén, la cantidad de sal, y hasta pasaron a la preparación de los huevos sin mayor inconveniente.

    La peliazul los echó en una pequeña vasija y el pelinegro acotó la cantidad de vueltas, la presión de la fuerza con que debía batirlos y el tiempo que debía pasar para que las papas estuvieran bien fritas y así poder añadirle los blanquillos.

    Hubo otra feroz discusión sobre los "elementos de decoración" del guisado, no obstante, terminaron siguiendo los lineamientos de la sencilla receta.

    —¡Se ve genial! Suspiró la peliazul, muy alegre. Cogiendo el plato para salir de la cocina hacia el comedor.

    —Se ve comestible —Susurró Ranma, caminando a su lado. No sabía qué, pero notaba que el platillo no estaba del todo bien— Te lo dije, así me enseñaron a mí. El viejo tiene unas ideas muy raras, pero dan resultado.

    Los prometidos llegaron ante la mesa, donde Genma y el patriarca de los Tendo les esperaban.

    Ambos adultos se echaron miradas de desconfianza entre si, sin embargo, sabían que Ranma le había ayudado, así que tenían un grado de confianza para probarlo.

    —¡Akane! ¡Está perfecto para ser tu primer guiso de entrenamiento! —Soun lloriqueó de felicidad en el hombro de su hija, una vez que probó un poco de la comida—. ¡Serás una buena esposa!

    —Papá, no exageres—. Rezongó la menor.

    —¡Ja! ¡Lo sabía! —Gritó el ojiazul, con el ego arriba—. Conmigo, hasta Akane puede aprender a cocinar.

    —Bueno, hijo, no lo han hecho nada mal —Habló el padre de Ranma, acomodándose los anteojos mientras pasaba un bocado de los blanquillos con papas—. Pero la próxima vez, deja de cegarte con tus dones de cocina y no te olvides de la técnica del quitado de cáscara.

    "Las cáscaras de la papa" Ranma se sonrojó a más no poder, mientras que Akane le miraba con una enorme sonrisa en sus labios, tanto por lo bien que se portó, como por el "imperdonable" descuido de el pelinegro. Después de todo, era ella la aprendiz, ¿no?

    O-O-O
     
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