El tren.

Tema en 'Relatos' iniciado por Kiryuuin, 23 Mayo 2012.

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    Kiryuuin

    Kiryuuin Hermandad Oscura

    Sagitario
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    4 Octubre 2011
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    Título:
    El tren.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
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    El tren.
    >> ¡¿Qué debía hacer? ¿Gritar?! ¡¿Para qué?!¡No había nadie allí, tampoco como si alguien me escuchara y fuera a socorrerme de inmediato! ¡¿Saltar del tren?! ¡Lindos los golpes que me quedarían de recuerdo…! <<






    Estaba camino a casa; a paso apurado por las calles en medio de la noche. Era tarde, y si no llegaba a tiempo, mis padres me matarían.


    Saqué el celular y llamé a un taxi; al escuchar una voz femenina del otro lado me alivié un poco; estaría allí en unos diez minutos.


    Me senté en el cordón de la vereda, un rato después me levanté, cinco minutos más tarde iba y venía de aquí para allá, casi media hora esperando el auto. Fastidiado, volví a llamar tratando de no agujerear el teclado del celular. Pretendiendo a que la misma persona contestara, nadie respondió.






    Ya eran las 2:37 AM, todavía estaba allí sentado y aun no sabía cómo volver.


    Me puse de pie. Caminando con las manos en los bolsillos por el frío y la mirada clavada al frente, siempre alerta de las cosas. Crucé la esquina de un parque y fui por el único camino que lo atravesaba; como no me quedó de otra más que ir por ahí, aumenté la velocidad.


    Escuché pasos cerca de mí.


    Sentí que mi cuerpo se congeló de repente; Me detuve en medio del camino sin voltear para ver si esos pasos también se detenían.


    Como lo esperaba, ahora no escuchaba nada en lo más mínimo. ¿Quién más estaría por una zona tan solitaria a esas horas?


    Retomé el paso temerosamente y continué caminando escuchando como reanudaban los mismos; pero ahora eran hojas quebrándose al ser pisadas. Había alguien allí; ¿Qué puede hacer alguien solo en un parque?






    Llegué a la esquina con la suerte de que mis pies aún caminaban a mi mando.


    Escuchando los mismos pasos que me atemorizaban cada vez más, doblé y corrí dos cuadras, pensando en que podían ser unos sujetos siguiéndome para atraparme en algún lugar y robarme el dinero que traía encima y demás.


    Reduje la velocidad poco a poco. Me detuve para recobrar el aire; agaché mi cabeza y sobrecargué mi espalda en una pared, ocultándome en la oscuridad de las ramas del árbol a mi lado.


    Indeciso, saqué un poco la cabeza para ver si alguien me seguía. No sabía si sorprenderme o sentirme aliviado de que nadie estaba ahí, en esa vereda. Un poco más tranquilo, pasé el antebrazo por mi frente secando el sudor por la adrenalina; suspiré y volví a retomar mi camino.



    Escuché la bocina de un tren. Ahora que lo pensaba, no estaba tan lejos como para ir a la estación para tomar uno y llegar a casa. Incrementé la velocidad de mis pasos; Caminé unas cuatro cuadras más, mirando hacia todos lados como los ignorantes que pasaban por ahí algunas veces dirían ‘un raro en medio de la noche’, sabiendo lo que podía pasarme si me descuidaba.



    *¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*¨*



    Llegué al andén contrario de la estación en el que vendría el tren que me llevaría a casa. Bajé las escaleras del túnel y caminé por el pasillo que me llevaba al otro lado, aunque no me gustara hacerlo a esas horas, mucho menos estando solo.



    Casi no había luz en ese túnel; el olor era intolerable, el suelo estaba completamente sucio y las paredes estaban dañadas. Vi las escaleras que subían hacia el otro andén a un par de metros; realmente era asqueroso pasar por allí…



    Subí el primer escalón y cargué mi mano sobre la baranda. Las luces se apagaron y yo quedé a oscuras. El lugar se enfriaba cada vez más por alguna razón. Mi corazón comenzaba a latir más rápido de lo normal porque desde hace tiempo sentía que había alguien conmigo, solo que no podía verlo.



    No le tenía miedo a la oscuridad, sino a lo que puede haber en ella.
    Con los ojos seguramente dilatados, tanteé los bolsillos buscando el teléfono. Mi nerviosismo lo llevó al piso; al instante me arrodillé para buscarlo y para mi suerte, las luces titilaron y difícilmente se volvieron a prender.
    Quedé paralizado al instante. Estaba seguro de que alguien había pasado detrás de mí. Sentí que el corazón se me detuvo; estaba espantado, me quedé sin aliento. La piel se me erizó, estaba sudando frio y en estado de shock.


    Tomé el celular y subí las escaleras a tropiezos, pretendiendo salir de ese túnel y no ver algo fuera de mi conocimiento.
    Llegué al andén uno; noté claramente que no había nadie allí. Habían unas luces amarillentas que apenas iluminaban el lugar, no se escuchaban sonidos desde ningún lugar, solo mis pasos resonaban allí.


    Estaba solo a excepción de unos perros que estaban cerca de las vías. Me acerqué a ellos, vi que no eran callejeros porqué traían un collar; No parecían tener rabia ni nada; me arrodillé junto a ellos y comencé a acariciarlos detrás de la cabeza. Por lo menos, ellos me hacían un poco de compañía en un lugar tan escalofriante como la estación.






    Sentí que alguien me observaba desde lejos, como a la otra punta del andén contrario. Yo no era el único que lo sentía; Los perros que estaban junto a mi comenzaron a ladrar; comenzaba a sentir pánico de estar ahí.


    Levanté el rostro y me dispuse a mirar entrecerrando mis ojos hacia donde los caninos ladraban, pretendiendo hallar algo.
    De ese lado no había ni una sola luz, por lo que me complicaba tratar de ver si había alguien allí.


    Casi pego un salto al escuchar la fuerte melodía del celular…


    −Mierda, esos pendejos otra vez mandándoselas unas de sus taradeces – pensé. Mis amigos no tenían cosas más importantes que hacer más que molestarme.
    ¿Cuál era su plan al cambiarme el tono de llamada y subirlo a todo lo que da?; en verdad que parecían niños de preescolar.



    El que llamaba era mi padre. Casi me deja sordo al escuchar sus gritos queriendo saber dónde rayos estaba a esas horas. Suspiré; me di vuelta frente a los bancos y empecé a explicarle porqué todavía no estaba en casa; a fin de cuentas, los viernes salía tarde del colegio y me iba a la casa de un amigo, y él lo sabía.
    Terminó comprendiendo; para mí, él era el mejor padre de todos… siempre dándome oportunidades.

    Colgué; guardé el celular en uno de los bolsillos. Me estiré llevando mis brazos hacia arriba tratando de relajarme aunque sea un poco.


    El sonido de la sirena del tren que se aproximaba me exaltó; casi termino maldiciendo a gritos al idiota que supuestamente estaría al frente, en la locomotora.
    Terminó deteniéndose lentamente; me adentré rápidamente, un poco aliviado por saber que debía viajar tres estaciones para llegar a casa.


    Extrañado, miré el vagón; no había nadie dentro. Caminé hacia el que le seguía; también no había nadie. No esperaba a nadie, pero pensé que al menos debía de haber alguien que viniera de otra estación.

    Me senté en un lugar al lado de la ventana; un poco nervioso e incómodo, ya que el tren tardaba en salir de la estación. Miraba para todos lados, a través de las ventanas.

    Los perros que estaban en el andén, habían vuelto a ladrarle al otro andén, como si alguien estuviera ahí. Comencé a sudar frio, pero guardaba la calma con la esperanza de que solo fuera coincidencia o cosas de perros.




    El tren cerró las puertas y comenzó a avanzar lentamente.
    Por la ventanilla llegué a ver que mis amigos caninos salían corriendo de la estación desesperadamente.

    Me preocupó un poco lo que sucedió, pero no le di mucha importancia aunque seguía congelado hasta los huesos.



    Me saqué la mochila que llevaba y la dejé en mi regazo; apoyé mi codo a un lado de la ventana y cargué mi cabeza sobre mi palma.

    Realmente estaba cansado de esa noche, y sabía que aún no terminaba; estaría tranquilo cuando llegase a casa.





    El tren ya tenía una velocidad bastante rápida; había recorrido la primera estación sin problemas por no haberse detenido. Me puse a pensar lo que había ocurrido en el túnel de la estación. Recordé bien el pánico de aquel momento; sentí escalofríos.


    Distraído por lo que veía a través de la ventanilla, no me percaté de que había llegado a la segunda estación. Sentí nerviosismo; estaba temblando, sudaba frio y los latidos del corazón cada vez se hacían más fuertes.


    El tren se detuvo completamente. Abrió sus puertas.
    Estaba extremadamente asustado, conteniendo los miedos, mirando hacia ambos lados del vagón; fuera y dentro del tren.


    En esa estación tampoco habían personas. Todo tan desolado me hizo temblar más. Las lámparas se movían a pesar que esa noche no había viento ni nada, la luz de la luna que jugaba con las sombras ayudaba a hacerlo un lugar estremecedor.


    Estaba muy atento y pendiente de lo que sucedía, pero el miedo no me dejaba en paz. Yo mismo me estaba cansando de mi imaginación y mis tonterías.






    Esa vez, el tren no había tardado en salir de la estación, pero todavía estaba intranquilo. Era bastante raro que no haya nadie en el tren, ni en las estaciones, ni en las calles; en ningún lugar.


    La noche se hizo más fría; el vidrio de la ventanilla se empañó completamente, pasé mi mano sobre el vidrio para ver el exterior.
    En el reflejo pude ver que había alguien en el asiento detrás de mí; mirándome. Quedé atónito; reaccioné rápido, me levanté del asiento y miré en el lugar de atrás; no había nada ni nadie, solo el asiento vacío.

    Al parecer, otra vez había sido mi desgraciada imaginación, o eso pensaba.

    Un poco temeroso, no sabía si sentarme o quedarme parado dando vueltas por el pasillo.



    El recorrido hacia la estación donde debía bajarme del tren se había hecho más largo. Con la paciencia por el suelo, miré el reloj que marcaba las 3:07 AM. Llevé la vista a la ventana y noté las calles que conocía del centro de mi cuidad; debía de estar cerca de la estación.


    Suspiré; bostecé, apoyé mis brazos sobre las piernas y me levanté del asiento de un salto. Tomé la mochila, caminé por el pasillo del vagón y crucé al otro; así otro, otro, otro y otro. Recorrí siete vagones más a partir del último, que era donde había estado la mayoría del viaje; sosteniéndome de las frías barras de hierro.


    Sentí frio; ese lugar estaba congelado por alguna razón, pero no sabía por qué, o al menos no hasta ahora.






    Las luces se apagaron; no podía ser otra vez como en el túnel.

    Realmente asustado, sudando frio, sin alguna visión del lugar, con el corazón a punto de salir de mi pecho, me sentía sin salida.
    Miré para todos lados del vagón con desesperación. La poca luz de luna llena entraba por las ventanillas.


    Tuve la sensación de que mi corazón había dejado de latir; una niña estaba parada frente a mí… ¿mirándome?


    Me agité a la vez que la chica levantaba su rostro ocultado por la oscuridad. Comencé a retroceder lentamente hacia atrás. Ella, que estaba enfrente de mí, empezó a caminar hacia donde yo estaba.


    Cada vez quedaba menos espacio entre los dos. Comencé a sudar frio, hasta podría decir que temblaba como el mejor. No sabía qué hacer. Estaba perdido entre tanto temor.




    ¡¿Qué debía hacer? ¿Gritar?! ¡¿Para qué?!¡No había nadie allí, tampoco como si alguien me escuchara y fuera a socorrerme de inmediato! ¡¿Saltar del tren?! ¡Lindos los golpes que me quedarían de recuerdo…!
    Perdía la calma… pero tenía que buscar una forma de salir de allí.

    Llegó el momento en que solo quedaban menos de cinco pasos entre nosotros. Giré hacia detrás de mí y empecé a correr como si mi vida dependiera de ello.
    Era tanta la adrenalina del momento, que fue lo único que se me había ocurrido; igual… ¿qué más podría intentar…?

    Corría y corría. Di un vistazo hacia atrás;



    −¡No puede ser!, ¡está corriendo detrás de mí! –pensé.


    Traté de acelerar los pasos, pero sentí un ligero peso sobre mi espalda.
    La chica o lo que fuese, se había lanzado contra mí. Ambos caímos al piso; me tenía acorralado contra el suelo. Forcejeé con esa cosa para soltar mis muñecas de sus rodillas; esbozó una diabólica sonrisa y soltó una carcajada estremecedora.


    ¾¡Te atrapé…! ¾Dijo clavándome sus uñas en el cuello, dificultándome respirar.



    Acaso… ¿volvería a casa esa noche…?



     
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    *Kurayami*

    *Kurayami* Usuario común

    Leo
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    Pluma de
    Escritora
    No sé que decir... la historia me atrapó, y cada ves más y más, esa niña me puso nerviosa, pero al principio pensaba que sería la clase de historia donde el personaje principal sale de los problemas para poderlos contar, aun que no fue así. Me gustó mucho, y la última frase fue... extraña, le da sentido, pero es extraña, y por eso me gustó.
     
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  3.  
    Klaus Michaelis

    Klaus Michaelis Guest

    Uuuff... poco mas y me dejas temblando como niño asustado u.u
    Bueno, bueno; mejor comento como buena persona que soy (?

    A pesar de que se te había ocurrido en el tren cuando volvíamos, (y eso que era igualita la escena, casi no duermo en la noche xD) volver a saber de esta historia no me deja dormir bien xDDD.
    Lo único que te diría es que narres un poquitititín mas (si se puede).
    Lo que me dejó en blanco es el final; esa pregunta, dejaste el final literalmente abierto. Buenísimo, niña :D

    Eso nomas; Un abrazo, señorita.
     
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  4.  
    Kiryuuin

    Kiryuuin Hermandad Oscura

    Sagitario
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    Pluma de
    Escritor
    Gracias a ambos por leer y tomarse la molestia de comentar. ♥
    Me alegra que les haya gustado, al menos un poquitititín. Sabía que de por sí, no estaba del todo bien; pero ya qué... xD

    Cuídense y un abrazo!
     
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