El tiempo que nos queda

Tema en 'Relatos' iniciado por DreamIfYouCan, 24 Mayo 2014.

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    DreamIfYouCan

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    Miembro desde:
    3 Septiembre 2012
    Mensajes:
    1
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    El tiempo que nos queda
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    843
    Cada vez que cerraba los ojos, se reproducía una imagen de él tras sus párpados. Su formal pero casual figura, su pelo castaño, su media sonrisa y aquellos ojos azules que la habían conseguido capturar con su hipnotizante brillo. No podía parar de pensar en él, ni en todos aquellos momentos que habían compartido juntos. En realidad, su tarde del sábado se había basado en eso, en una sucesión continua de recuerdos que divagaban por su mente y la mantenían flotando sobre un océano congelado y punzante.
    De repente, pudo percibir el sonido de algo chocando contra su ventana. Abrió los ojos, pero la cortina de lágrimas que se extendía por sus ojos apenas la permitía ver. Se seco las lágrimas con el dorso de la mano y se levanto de la cama. Posteriormente, se acerco a la ventana, dispuesta a descubrir quien había sido el responsable de que sus pensamientos se viesen interrumpidos. Retiro las cortinas y le vio. Allí estaba él, tan irresistible como siempre. Sin embargo, ya no mostraba esa media sonrisa que le caracterizaba, y sus ojos no emitían aquella viveza que normalmente habitaba en ellos. Su mirada denotaba cansancio, tristeza y arrepentimiento.
    - ¿Estás sola? - pregunto cuando ella abrió la ventana.
    - Sí. Mis padres no llegarán hasta dentro de una hora - contestó ella.
    - ¿Puedo pasar? - preguntó el chico tímidamente, rascándose la cabeza por detrás de la nuca.
    - Claro. La puerta de la entrada está abierta. Entra y sube a mi habitación.
    El chico se dirigió a hacer lo que ella le había indicado. Mientras tanto, la chica cerró la ventana y se sentó de nuevo sobre la cama. Se estiró la camiseta, se arreglo un poco el pelo y se froto los ojos insistentemente para que no se notase que había llorado. En menos de dos minutos, el chico abrió la puerta de su habitación.
    El joven la examino de arriba a abajo. No recordaba haberla visto tan preciosa como aquel día. Su cabello negro se extendía alrededor de su rostro en mechones lacios. Su rostro no presentaba ni un rastro de maquillaje y sus ojos verdes brillaban vidriosos. Llevaba puesta su camiseta, la camiseta que él la había regalado cuando comenzaron a salir juntos. La quedaba bastante ancha, por lo que ella solía utilizarla como camisón. Sin embargo, al chico le gustaba que la llevase puesta.
    - Lo siento - susurraba el chico, sentándose junto a ella.
    - No tienes por que pedirlo. Es algo totalmente razonable, y además, no es culpa tuya - contesto ella sin atreverse a mirarle a los ojos.
    - Sí lo es. Debí habértelo dicho cuando lo supe. Sin embargo, tenía miedo de que me dejases cuando te lo dijese y quería aprovechar el máximo tiempo posible a tu lado antes de marcharme.
    - Hiciste lo correcto.
    - No, no lo hice. Fui un egoísta. Debí habértelo dicho y así ahora no tendrías que enfrentarte a esta situación - un par de lágrimas se deslizaban por su rostro -. Ya la habrías afrontado hace mucho tiempo, puede que hasta estuvieses rehaciendo tu vida con o... - el chico no pudo terminar la frase ya que la joven de ojos verdes le alzó delicadamente la barbilla, obligándole a mirarla a los ojos.
    - No has hecho nada de lo que tengas que arrepentirte, así que deja de excusarte. Ahora, si no te importa, me gustaría aprovechar el tiempo que nos queda juntos antes de que desaparezcas por completo de mi vida.
    El chico se quedó completamente patidifuso ante la respuesta de su novia. Ella, por su parte, acerco sus labios a los de él y le besó intensamente. El chico, al principio, se quedó perplejo ante su comportamiento pero le devolvió el beso con la misma intensidad.
    Pasado un tiempo, la chica se sentó sobre las rodillas del joven. Este, dejándose llevar por un impulso, agarro el borde de la camiseta de su chica y se la quitó, dejándola únicamente en ropa interior. La chica se apresuro en hacer los mismo con la camiseta de su novio, dejando su pecho al descubierto. El joven de ojos azules la agarro por la cintura y la tumbo sobre la cama, situándola debajo de él. Entre besos, la chica no tardo en deshacerse de los vaqueros de su novio, ni del resto de prendas que cubrían sus cuerpos.
    Dejándose arrastrar por el deseo y la pasión, el chico entró en ella cuidadosamente, entregándose por primera vez. Aquello no duró demasiado tiempo, pero constituyo un instante totalmente tierno y especial. Cuando termino, el chico depositó un dulce beso sobre los labios de su novia y salió de la cama para vestirse.
    Antes de salir por la puerta de su habitación, el chico se giro hacia ella.
    - Vaya a donde vaya, no habrá día en el que no me acuerde de ti. Lo prometo - dijo, y se marchó. Dejando a la joven con un dolor desgarrador en su corazón, y un hermoso recuerdo de lo que acababan de vivir juntos.
     

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