El Taller

El Taller

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Pedro se limpia las manchas de aceite de sus manos en su aun mas sucia camiseta, a su derecha ve varias piezas viejas y oxidadas de la maquinaria de un auto. En su mano izquierda se deja notar unas cuantas callosidades, con la misma sostiene una llave inglesa un tanto corroída.

Solo había un auto estacionado en aquel, pequeño taller de barrio, con un suelo de baldosas de cerámicas con incrustaciones de piedras, que ya se había perdido hace mucho tiempo, bastante rotas y recubiertas con cemento, el piso también tenia un rastro profundo de aceite de motor desperdiciado y manchando el embaldosado, y se respiraba un extraño y hasta desagradable olor.

Ese día el sol estaba bastante incandescente, mientras desde afuera se podía ver un rustico letrero que no era mas que un trozo de metal con una pintura negra que ponía ’’Taller La Sonora’’, mientras en la entrada se recibía con un portón lo suficientemente alto de color azul, en tanto las paredes se encontraban pintadas de un horroroso color verde viejo y sucio. En ese intento de recibidor se estacionaban los que venia a por los servicios ofrecidos y detrás se veía una puerta de metal gris, de que supone un tonto intento de oficina.

De la puerta gris de antes, sale un hombre vestido con una franelilla blanca sin mangas, con algunas manchas de aceite arruinando el pulcro blanco que alguna vez tuvo. Al aparecer en escena Pedro se volteo a verlo y le grito que el auto ya había sido reparado y que las partes útiles pero no indispensables ya habían sido afanadas.

Calle abajo se veía a un joven que aparenta un estatus social alto empujado un auto nuevo en apariencia bastante costoso, su rostro se vio iluminado. El motor parecía haber arrancado y el joven corre sube al auto y avanza rápidamente, estacionando dentro del taller sin ningún aviso

- El auto esta descompuesto, pueden revisarlo que esto varado aquí
- Esperate, pana

Pedro se devuelve a la parte de atrás, y tira fuertemente de la puerta de acero.

- Tito, el carajito quiere que le reparen el auto.
- Pues dile que valla soltado el billete.

Saliendo de la ''oficina'', Pedro tira la puerta con fuerza, dirige su mirada al visitante y en tanto le pregunta por el dinero.

- Por supuesto - Asentía el joven.

Dicho esto, Pedro levanta el capo del auto sin plena autorización o aviso. Observa con calma toqueteando las partes

- ¿Hay un teléfono, en este lugar? -– Decía, el sujeto con cierto asco en su semblante.
- Estas ocupado esperate ahí, chamo -– Respondía fuerte y cortante, Pedro

Pasados un minuto o poco mas, de fondo se escucha un sonoro impacto metálico, era Tito saliendo de la parte trasera del taller, cargando la misma sucia camiseta, le da una palmada en la espalda a Pedro y luego sale del local, sin dirigir una palabra a ninguno de los dos entes en el local.

El joven hizo el amago de ir hacia la puerta gris pero Pedro levanto y le dio una mirada seca, distante y fuerte, hizo que el antes mencionado abandonara sus intenciones y solo recostó su cuerpo contra la pared verdosa.

No había pasado mucho tiempo cuando Tito arribó al lugar, las pisadas de sus gastados zapatos deportivos no hicieron ruido, pero este venia vociferando palabras burdas no completamente entendibles desde varios metros antes de atravesar el portón del lugar.

Tito entro con una gran sonrisa en la cara y fue directamente a Pedro, a quien le dio una palmada en la espalda para llamar su atención, murmullos era lo único que llegaba a oír el visitante, mientras tanto Pedro muestra una enorme sonrisa y Tito vuelve a salir del local entre risas. No era una sonrisa de felicidad, era algo mucho mas perturbador el gesto que revelaba.

Pedro volvió a asomar su cabeza por sobre el levantado capo, haciéndole un gesto con la mano a el individuo, para que se acercara a su posición.

- ¿Cuál es tu nombre, chico? - Decía con seriedad, Pedro.
- Jesús, ¿que tiene mi auto? - Respondía con ciertos aires de soberbia.

- Veras el auto tiene un derramamiento de fluidos - Completaba lo anterior, mientras blandiendo un cuchillo un tanto sucio a la par de oxidado, como el resto de su persona, y lo clava en un borde del abdomen.

Jesús cae fríamente, mientras la sangre se mezcla con su bilis tanto en el cuchillo como en aquellas sucias y destruidas cerámicas del suelo.

Intentando pararse y correr cuando ve la misma inquietante sonrisa de antes esta vez en Tito, quien cerraba aquellas enormes puertas.

Sintiendo punzones por debajo de su clavícula, Jesús casi perdía su conciencia y con su ultimo aliento intentaba gritar, pero estos se perdieron en el aire como sollozos al momento en que Pedro atravesaba su cuello con su arma en mano.

Tomándolo en un típico arrastre de bomberos dejando un rastro de aquella sustancia rojiza, mientras Tito le esperaba recostado de aquella puerta metálica.

- No tenia tanto dinero como esperaba - Reclamaba entre risas Pedro.
- Solo pon el cuerpo con el resto - Decía mirando el suelo Tito.

Se podía ver una enorme cantidad de cadáveres, puestos en pila, todos tenían una apariencia de personas de clase alta, así como marcas de navajas, en tanto otros tenían enormes moretones de golpes fuertes y profundos, y los de fondo comenzaba a presentar indicios de putrefacción.

- El olor me empieza a molestar, pana.