Saint Seiya El Sol De Jamir (ShakaXMu) Yaoi ShaMu

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por AMMU TEIKOKU YUDAINA, 26 Julio 2024.

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    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    105
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    El Sol De Jamir (ShakaXMu) Yaoi ShaMu
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    34
     
    Palabras:
    1949
    Capitulo 1 (Torre)
    Jamir, un lugar muy hermoso, como peligroso, con personas que tenía ciertas características físicas diferentes, principalmente la falta de cejas y las tikas que adornaban en donde debían ir aquello que no existía en ellos.

    La mayoría de las personas que tenían poderes telequineticos, siempre al servició de una Diosa Griega Atena.

    Y el conocimiento de reparar armaduras solo por uno en esa época, el cual se encontraba en una torre a las orillas de un acantilado, del cual solo se accedía por un puente que de caer abajo, te esperaba una muerte siendo atravesado por rocas muy filosas.

    Pero eso no era un impedimento, para un joven de no más de trece años de edad, de cabellos rubios, piel blanca, que demostraba en sus bellos ojos azul cielo, una determinación de cumplir su deber, mas antes de llegar los cerro, debía mantenerlos así.

    Llegar ante esa gran edificación, no lo impresionaba mucho, tenía en su mente la imagen de un antiguo “Amigo” que debía ver, aunque su intención no era esa.

    Para ambos jóvenes caballeros dorados de Atena, no era sorpresa darse cuenta de la presencia del otro, pues el cosmos se delataba, sin embargo el que habitaba esa torre trataba de ocultarlo un poco, pero le era difícil al momento de estar en su oficio de herrero.

    -Así que es aquí, donde te escondes- La voz del recién llegado sonó inundando el lugar –Mu de Aries-.

    -No me escondo aquí, solo mantengo a salvo el legado de mi maestro- Dijo esto un adolescente de cabellos lilas, lisos, largos y atados con una cinta a media espalda, tez blanca, podría ser un poco más clara que la piel del rubio, unos ojos verdes grandes que reflejaban una nostalgia, con sus distintivas tikas de color rosas oscuras.

    -Sabes a que vengo ¿Verdad?- El chico camino hacia él, con ojos cerrados, podía identificar como atravesar el lugar, para quedar cerca del Lemuriano.

    Suspira, levantándose de su lugar de trabajó, dejando aquellas herramientas celestiales sobre la mesa con cuidado –Has venido a matarme- Aclaro aquello sin ninguna preocupación.

    Existía una regla en el santuario, que nadie sin excepción de ningún rango se debía cumplir, pues era cualquier desertor de la gran orden de los 88 caballeros de Atena, debía morir sin importar que.

    Había pasado muchos años desde que el caballero de Aries, dejo el santuario. Mas mantenía su deber como herrero, para tratar de purificar de alguna forma el lugar.

    Seis años pasaron desde la muerte el patriarca Shion a manos de quien estuviera ahora en el poder, alguien que poseía un cosmos maligno para unos, pero para otros también bondad y un grado de justicia.

    -Así es- No se inmutaba, parecía que su rostro no mostraba ninguna expresión por tener que matar a un compañero de armas, que alguna vez fueron tan cercanos de niños, la amistad no significa nada, al cumplir lo que se te ordeno.

    -Entiendo, tienes que hacerlo, al menos pude volver a verte Shaka de Virgo- Las palabras del joven, siendo sinceras, lo miro atento.

    -¿No te opondrás?- Pregunto, con curiosidad, mas no la reflejaba en su rostro.

    Niega con la cabeza –No, es lo que tienes que hacer- Se para delante de el –Puedes hacerlo- Le sostenía la mirada.

    A pesar de mostrarse frio, distante, como poniendo una barrera entre ellos, tenía dudas de hacerlo, debía obedecer lo que se le ordeno, así lo hicieron cada uno de los dorados de aquella época, aunque doliera ese pesar. Pero su gentil y joven corazón no quera cavará con la vida de aquella persona de la cual había quedado prendado en la niñez, que habían disfrutado un sinfín de cosas.

    Lo había extrañado todo este tiempo, no tuvo razones de él, después de aquellos acontecimientos y se fue sin más, sin despedirse, sin decirle el por qué, nada, solo abandono todo, incluso a él.

    Se sentido devastado después de aquello, pero esa fue la razón de endurecer sus sentimientos y poner una coraza en su corazón, para que nadie entrara y volviera a lastimarlo.

    Ahora lo tenía enfrente de él, quería peguntarle tantas cosas, saber sus razones, pero su orgullo se lo impediría, una parte de el mismo, quería solo cumplir su misión y largarse de allí, con el cargo de conciencia de haber matado a su ideal, pero su corazón le pedía a gritos que se detuviera, que no lo hiciera.

    ¿A quién le haría caso?

    -No dudes, solo hazlo- Esa dulce sonrisa, ese hermoso rostro que parecía que el dolor no lo pudiera alcanzar, le pedía que lo hiciera.

    Trago saliva, estaba decidido a atacarlo, tragarse sus sentimientos, y obedecer era lo único que le importaba hacer ahora, se lo repetía mentalmente para actuar.

    Pero un pequeño ruidito, lo detuvo, levantando su rostro hacia arriba de donde provenía ese llanto.

    -Creo que lo hemos despertado- Miro hacia las escalaremos, suspirando algo triste.

    -¿Quién es?- Pregunto algo dudoso, no había sentido el cosmos de nadie más en esa torre.

    -Acompáñame y lo sabrás- invito al recién llegado, el cual lo siguió escaleras arriba.

    Era la primera vez que subía por esas escaleras, no la primera en ver la torre por eso no le impresiono mucho, pero nunca se había atrevido a entrar cuando conocía ese lugar hace tanto tiempo.

    Se veía bien cuidada, todo ordenado, limpio esa era la naturaleza del joven pelilila que miraba de espaldas tan atentamente, se notaba delgado, se veía tan frágil con las ropas de civil que portaba, pudo divisar por un instante abajo la armadura de Aries aun guardada en aquella caja en donde siempre las trasportaban.

    Este vestía la de Virgo, normal cumplía una misión importante, para el santuarito.

    Al llegar a su destino, le extraño que llegaran hasta la habitación que sin duda se tratara la de Mu, pues había una cama en medio grande, algunos libros y una pequeña mesita, todo muy rustico, en un estilo minimalista y también diviso una pequeña cuna, parecía hecha a mano, era madera.

    Aries se acercó ante este objeto, de donde provenía el llanto, su semblante cambio a un más dulce y cálido, una hermosa sonrisa se divisó en sus labios, tan puros y rosados.

    Shaka, estaba mirando todo con atención, por una razón su corazón latía como loco, ¿Qué significaba que Mu en estos momentos estuviera levantando a un bebe?

    -¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?- Preguntaba a aquel ser tan pequeño y frágil.

    Él bebe, que hace poco estaba llorando, al sentir el calor de ese muchacho, como lo acunaba en sus manos cerca de su pecho, le reconfortaba.

    Entendió con esos gestos, que él bebe de seguro hubiera atenido un mal sueño, algo debió asustarlo, posiblemente los ruidos de abajo lo hicieron o ¿Quién sabe?

    Debía tranquilizarlo, para que durmiera un poco más, era el tiempo de su siesta, así que arrullándolo lo mejor que pudo, para que descansará.

    Lo miraba de una forma tan paternal, siendo muy joven con una responsabilidad enorme.

    Aquel rubio, se quedaba al margen de la escena, le parecía increíble esa situación, ¿Un bebe? ¿Cómo? ¿Acaso era sueño? ¿Qué había estado haciendo estos seis años? ¿Acaso tenia a alguien más con él?

    Cuando al fin pudo calmarlo y hacer que durmiera de nuevo, lo dejo en la cuna, contemplo un poco al bebe, suspiro algo triste, sabía que al morir el pequeño se quedaría solo, aunque tenía todo planeado de antemano, sabía que esto tendría que pasar tarde que temprano, le dolía dejar al niño con el que se había encariñado, sabía que hacer.

    Beso sus dedos y deposito aquello en la frente del durmiente.

    Levanto su mirada, camino hacia aquel joven de su misma edad –Perdón por la interrupción- Lo miro con el semblante amable que contenía, camino por un lado de él, para irse abajo de nueva cuenta.

    -Ese bebe… ¿Es tuyo?- Quería preguntar aquella duda lo asalto.

    Se detiene en seco, dándole la espalda -No lo engendre, si es lo que preguntas- Se gira, dándole una dulce sonrisa –Pero si es mi hijo, pues lo he criado desde que lo encontré-.

    -¿Qué edad tiene?- Mira de reojo la cuna.

    -Poco más de un año- dijo sin más.

    Es demasiado bueno, muy puro de corazón, un ángel que pertenecía a las filas de un ejército, tan prudente y cortes.

    Era poco común en Virgo actual por un impulso, pero se dejaría llevar, por lo que sentía.

    Frunciendo el ceño un poco, tomo con fuerza la muñeca derecha del Ariano, llevándolo escaleras abajo, sorprendiendo al adolescente, que se dejó llevar con los ojos verdes brillantes sorprendidos.

    Tenía el cuidado, de no tropezar y caer sobre aquel rubio, que lo estaba guiando en su propia casa.

    Al bajar, actuó rápido, lo aventó contra una pared, aquel joven sintió el impacto, no fue tan duro, solo un golpe recibió, había cerrado los ojos por esa acción, le sorprendió tanto al abrirlos, se topó con unas orbes azules tan hermosas que tenía tanto que no miraba y le cautivaban cada instante, la cercanía de Virgo le ponía nervioso, sus mejillas se sonrojaron, su corazón latía tan rápido.

    Esas acciones las había vivido anteriormente, pues le era familiar, esos sentimientos, afloraban cada segundo así.

    Por qué lo acorralo allí, sus manos estaban a cada lado e su cabeza, sus miradas estaban conectadas, los verdes con sorpresa, tratando de descifrar lo que aquellos azules imponentes querían trasmitir.

    Jadeo un poco, su boca ligeramente abierta, quería articular alguna palabra, pero no se logró, pues los contrarios lo poseyeron.

    ¿Era un sueño? ¿Era una ilusión? O es que ¿Ya había muerto? ¿En qué momento había sido asesinado por Shaka? Para haber cumplido su deseo más oculto.

    Pero no… Era verdad, podía sentir esa piel contra la suya, pues estaba tan cerca el cuerpo de Shaka al suyo y aquellas manos antes en su cabeza, lo rodeaban, tenía los ojos abiertos para intentar ver si todo era realidad.

    Los ojos ajenos estaban cerrados, disfrutaban de ese primer beso de Aries, el cual rogaba que también fuera el del otro, y se entregó a esas sensaciones, dejándose llevar evadiendo el sentido de la vista.

    Pronto sintió un tirón en su cabello, pero poco le importo.

    El beso fue roto por el mismo quien lo inicio.

    Al separarse, sintió como el cuerpo del contrario se alejó, el abrió sus ojos, estaba agitado, fue un beso profundo, que lo había dejado templar de pena un poco, sus mejillas rojísimas era un hermoso adorno a su blanca piel.

    Vio a Shaka, que de nueva cuenta sus ojos cerrados, llevaba algo en su mano izquierda, que al darse cuenta, llevo su mano derecha hacia su nuca y sintió como algo le faltaba.

    -¿Qué significa…?- Estaba algo atónito, paso tan rápido todo.

    -Esto servirá de prueba, de que he cumplido mi misión- Dijo esto serio, dirigiéndose hacia la salida.

    -Shaka…- un hilo de voz salió de su boca, estaba confundido.

    -Sera mejo que ocultes de mejor manera tu cosmos, para que no te logren encontrar-

    -¿Por qué?-

    No hubo respuesta alguna a su interrogante, solamente se siguió alejando.

    Corrió detrás de él, apenas salió de la torre, pero ya se había ido.

    Estaba confundido, ese beso, esa actitud de Shaka, cortarle el cabello, para no matarlo…

    Se llevó su mano a los labios, volviendo a sentir aquella dulce sensación que le provoco el rubio, el corazón volvió a latir con tanta fuerza, sus mejillas estaban muy calientes, no sabía qué hacer y mucho menos saber las acciones del rubio, lo confundía tanto.


     
  2. Threadmarks: Capitulo 2 (Santuario)
     
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    Palabras:
    823
    ---En el santuario---

    Había pasado gran parte del día, cuando aquel caballero de Virgo, llegaba hasta la sala del patriarca.

    Haciendo aquella reverencia, de inclinarse ante el pontífice.

    -Has cumplido tu misión Shaka de Virgo- Aquel hombre, vestida con las túnicas típicos del patriarca.

    -Así es, su ilustrísima- Saca aquellos mechones de cabellos, que según el servían de prueba.

    -¿Es el cabello de Mu se Aries?- Pregunto aquello con una voz imponente.

    -Sí, se los corte después de matarlo- Levanto su rostro, mostrándose serio.

    -Muy bien- Se levanta de su asiento –Puedes retirarte-

    Asiente con la cabeza –Si, su ilustrísima- Se iba a retirar.

    -Deja la evidencia en el suelo, Shaka- Le decía con su tono autoritario.

    Sin ninguna expresión, dejo lo dicho en el suelo. Hecho esto salió.

    Caminando lentamente hasta dichos cabellos lilas, se agacho para tomarlos, aún estaban atados, noto algunos manchones de sangre en ellos, lo cual denotaba que su pedido había sido cumplido por Virgo.

    Pero algo en su mente pasaba, aquella que muchas ocasiones, fue atormentada por muchos recuerdos y acciones, el arrepentimiento venia e iba de él.

    Sin embargo en ese momento, algo lo hizo reaccionar de forma diferente, se llevó aquella evidencia a su nariz, para poder oler el dulce aroma de aquel caballero de Aries, tan delicado y pequeño que solía recordar.

    -Huele tan bien- Si no fuera por la máscara que usaba la máxima autoridad del santuario, se podría casi jurar que una sonrisa algo retorcida había aparecido.

    -Si esa noche, no hubiera permitido que te fueras, posiblemente serias mío ahora- Dijo esto, de una forma seria, sujetando con fuerza lo que alguna vez perteneció a Mu.

    ---Tiempo después (En la parte de las doce casas) ---

    Pasa el flujo de aquello que nunca perdona.

    Siete años pasaron desde ese último encuentro, y ahora estaba de vuelta ene se lugar, que había dejado hace tanto, ahora lo miraba de nueva cuenta.

    No venia solo acompañado de aquel joven aprendiz, que el mismo cuido desde bebe y que quería tanto.

    La noticia que fuera un caballero dorado fue una gran sorpresa, para él y para los demás caballeros de bronce que había ayudado y ahora los volvía a ver de pie ante la primera casa Aries, su guardián.

    Aun fuera de su ímpetu de aquellos jóvenes, Mu los ayudo, guiándolos y reparando sus armaduras, hizo lo mejor que pudo en el tiempo que tenía.

    Les dijo que se fueran y que el cuidaría a Saori Kido, la nueva reencarnación de Atena, que en este momento había sido atravesada por una flecha, la cual le estaba causando la muerte de forma lenta.

    Dependía de ellos, nada más… La carnicería seria lenta y cruel, el no podría hacer nada, esto debía pasar.

    Más en sus pensamientos más íntimos, pedía que aquel Sexto guardián, no fuera tan duro con estos muchachos y que entendiera la situación, pues no quería que nada malo le ocurriera.

    Aquellos recuerdos lo asaltaron, toco de nuevo sus labios, aún seguía después de siete años esos sentimientos que deseaba de nuevo experimentar, solo por él.

    Fue a ver a su viejo amigo de armas, el segundo guardián Tauro.

    Sabía que aquellos jóvenes ya habían pasado, un saludo era lo que quería.

    -¿Cuánto tiempo ha pasado?- Saludo sin más, al momento de aparecer en esa zona.

    -Hola Mu, ha pasado mucho- Saludo de igual forma.

    -Veo que te han roto el cuerno, ¿Quieres que te lo ponga?- Decía aquellas palabras con cierta diversión.

    -Que va, es un recordatorio de la fuerza de Seiya- Contesto con el mismo entusiasmo.

    Conversaron un poco alegres, pero después la seriedad reino, sabían que la verdadera Atena estaba herida y que aquello que ese patriarca les había dicho era mentira, mas sin embargo no sería fácil atravesar la doce casa y aun después de ello, se entenderían que enfrentar a un último más fuerte que los demás.

    Aun preocupado, su mente y corazón solo apuntaba a una dirección, que no se dio cuenta lo que susurro

    -Espero que este bien- Dijo con un hilo de voz, para no ser escuchado.

    -Shaka es fuerte- Se gira a verlo –Yo me preocuparía más por los de bronce-

    Se sorprendió por aquellas palabras, dejo escapar una risa fingida -¿De qué hablas Aldebarán?-

    -No puedes fingir conmigo- Le sonrió de manera picara –Se tus verdaderos sentimientos, ¿Recuerdas? Tú mismo me los dijiste al ser niños- Rio a carcajadas -¿Aun lo sigues queriendo?-

    Sonrió algo apenado y un leve sonrojo –Creo que si-

    Le palmea la espalda de forma amistosa –Me alegro por ti, todo estará bien-

    Esas palabras vagas de Aldebarán, le trajeron algo de paz, pero aun no podía impedir preocuparse por él.

    Suspiro con una hermosa sonrisa y se despidió debía seguir cuidando de aquella joven herida. Solo el poco tiempo que quedaba en el reloj de llamas lo diría al final.
     
  3. Threadmarks: Capitulo 3 (Ayuda)
     
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    34
     
    Palabras:
    1400
    La llama estando en Virgo a punto de apagarse.

    Estando en ella, aquellos valientes caballeros de bronce habían sido derrotados por el propietario de esta, dispuesto a quitarles sus sentidos y con ello la vida.

    Sin embargo existía aun una persona que le haría frente, el caballero de bronce Ikki de Fénix.

    Para el rubio, pensaba que sería fácil, derrotarlo, pero este no tenía la intención de permitir que siguieran lastimando a su hermano menor, haría lo que fuera por dejarles el paso libre, aun a costa de su propia vida.

    Una buena pelea, en donde la perdida de los sentidos se hizo presente “El tesoro del cielo” Una técnica del rubio.

    Lamentablemente, confiarse es un lujo que nadie se debe dar en una batalla y lamentablemente créete el mejor, te lo da mucho ese hecho.

    Así fue como el cosmos de Virgo junto con el de Fénix desapareció del santuario.

    Parecía que a nadie más le importaba, una pelea en donde los ideales estaban a todo lo que da, mas había alguien que estaba lamentando ese hecho.

    Aunque no pudiera expresarlo, pues estaba defendiendo y cuidando lo que podía, se mostraba firma, aunque por dentro de sentía destrozado.

    Dejo que una ligera lagrima escapar, su pequeño discípulo no se percató de ello, estaba más dedicado a cuidar de la Diosa mal herida.

    Sus pensamientos se fueron por un instante de ese lugar, deseaba de verdad que ello nunca pasara, pero estaba sucediendo y no podía hacer nada.

    Le partió el corazón perderlo sin antes poder volverlo a ver después de ese último encuentro, por un reflejo se llevó su mano a su larga cabellera, recordó otra vez aquella tarde.

    Luego un sinfín de recuerdos, suspiro tranquilo, se quedaría con aquellas memorias, no podía traicionar sus ideales, aunque eso implico que su rubio amado hubiera muerto y no hacer nada.

    Cargaría con ese peso sin importar que.

    -Ese es el destino, de un caballero de Atena- Se le escapo aquello.

    -¿Cómo dio maestro?- El pequeño pregunto, algo curioso.

    Niega con la cabeza –Nada, solo estaba… Divagando-

    El tiempo otra vez transcurría.

    Aunque deseaba el triunfo de aquellos muchachos de bronce, no podía odiarlos, por aquella muerte que sintió el dolor más grande, era su deber y el de seguro se mostró testarudo a dar su brazo a torcer…

    -Siempre ha sido así- Otra vez se le escapo, pero aquel niño no lo escucho.

    Había decidido regresar a custodiar su templo, con aquella jovencita herida se encontraban otros caballeros de bronce cuidándola y un sirviente muy cercano a ella, aunque sin condición de caballero trataba de cuidarla.

    Un suspiro lamentable se dejó escapar de nuevo, no dejaría de pensar en ello.

    Hasta que… Por parte de sus habilidades telequineticos y sensoriales, escucho como una voz conocida lo llevaba desde lejos, en su mente lo escuchaba… Si fuera otra persona, diría que ha enloquecido por el dolor, pero él era diferente en todos los aspectos.

    -Mu, Mu, Mu- Aquella voz tan deseada de volver a escuchar y que pronunciara su nombre, le devolvió el latir a su corazón.

    -Mu de Aries- Esa voz, se notaba en paz, por haber conectado con él.

    -¿Señor Mu?- Pregunto el pequeño aprendiz de este

    -Shaka de Virgo- Trataba de mostrarse tranquilo, aunque su leve sonrisa lo delataba –Está hablando directamente con mi cosmos-.

    -Sí, es cierto. Quiero que me ayudes, caballero Mu- Su voz estaba neutral, no detonaba sentimiento alguno.

    -¿Qué necesitas?- Contenía su alegría, con una calma en su semblante.

    -He caído en un lugar sumamente extraño, donde no hay sentido del tiempo, ni el espacio-

    -Creo que no necesitas ninguna ayuda, caballero Shaka- Recordaba que ambos tenían un cosmos fuerte, sentía curiosidad por que le pedía la ayuda, pero no era tiempo de indagar. -Tú deberías ser capaz de salir de ese lugar por ti…-

    -Hay algo más…Hay un hombre que quiero salvar también- Lo menciono sin más.

    Aquella declaración, hizo sentir un poco de molestia en el corazón del Ariano, pero se controló. -¿Un hombre más?-

    -Tú eres el único caballero dorado, que posee la teletrasportación de la materia atreves del espacio-

    Que el rubio recordara aquello, le hizo sentir un poco feliz –Ya entiendo, te dejare regresar a la casa de Virgo-

    Dicho aquello, concentrar su cosmos en ese pedido que Shaka, le había solicitado, ayudándole de esta forma a regresar a su templo, junto al caballero de bronce de Fénix.

    Sintió como aquel caballero dorado que quería, llego a salvo a donde lo envió, sintió alivio, pero un poco preocupado de que estuviera pidiendo la ayuda, no por el sino por el joven de bronce con el que había peleado.

    ---Templo de Virgo---

    Después de ese regreso, hubo una pequeña charla entre ambos caballeros de distintos rangos, sobre las armaduras y que aquella de Fénix tenía una habilidad que las doradas no poseían, la cual es revivir de las cenizas.

    Dicho esto, y que la armadura que este volviera a su cuerpo, se marchó para seguir ayudando a sus compañeros de bronce.

    El guardián de dicho templo, se quedó en este, con la duda de que si estuviera haciendo lo correcto.

    ¿Tal vez su lealtad con ese patriarca que estaba en el poder lo era lo mejor?

    Si aquellos jóvenes lo hacen dudar de sus propios principios de lealtad, sin embargo no era la primera vez que lo había hecho, ir en contra de las reglas.

    Sintió su cosmos fuerte y brillante desde el momento que llego, pero no deseaba verlo, sabía que estaba vez tendría que ver una gran pelea entre ambos que no quería, pero se haría.

    ¿Tal vez las convicciones de Aries eran las correctas?

    Había sido envuelto en una red de mentiras, pero esta vez, está dispuesto a ver más allá de lo que se había planteado.

    -Me da gusto que volvieras a donde te corresponde- Dijo esto en voz baja, esperando a que se volvieran a ver una vez más en ese santuario.

    Se había logrado que aquella flecha maldita, dejara de lastimar aquella Diosa y con ellos su asenso por las doce casas, con todos los dorados que aún quedaban demostrándole su lealtad a ella.

    Uno a uno, fueron reconociéndola como dicha deidad.

    En el momento en que ambos se volvieron a ver de frente, notaban como el tiempo había transcurrido entre ambos, no los, tratado nada mal.

    Seguía siendo el mismo niño con la sonrisa más dulce y una mirada hermosa, en cambio el rubio, tenía una actitud y apariencia de arrogancia sin duda, lo cual chocaba con lo que hace poco ocurrió de pedirle ayuda.

    Lo más posible fue, que aún mantenía esa confianza con él, por extraño que apareciera o necesitaba una excusa para conectarse con él.

    Tendrían tiempo de sobra, para hablar de lo que fuera, debían seguir de frente con su Diosa, para enfrentar todos juntos al falso patriarca.

    Parecía tener las de ganarle a los de bronce, estaban mal heridos y muy cansados, los dos que aun peleaban con él. Fénix y Pegaso. Este último era el que aún se mantenía de pie, contra él aunque ya no soportara mucho más.

    Los demás llegaron, aún existía la maltad en es hombre, y parecía que no se detendría aun teniendo a la verdadera Atena de frente.

    Pero hubo algo que hizo tocar su corazón y es que, él también amaba a alguien entre esa orden de dorados estaba.

    El verdadero el, lo bueno en su corazón quería resurgir para pedir perdón a quien lastimo hace años, por arrebatarle a alguien importante, pero sabía que no sería digno de el jamás.

    Preferiría morir a manos de esa joven mujer, aunque esta lo fuera a perdonar, no le interesaba mucho, solo quería que Mu de Aries lo viera diferente a como lo hacía ene se momento y lo peor era que… Aunque su deseo fue que muriera hace años, el rubio lo desobedeció, sabia de esos sentimientos que el guardaba por Aries, lo odiaba por ese hecho.

    Atena se acercó a él, aun en contra de todo lo que le advertían, para tratar de salvarlo, pero no deseaba vivir, aun ese perdón no lo salvaría.

    Perforo su cuerpo con el báculo que la Diosa llevaba, causándose así la muerte, para no enfrentar su realidad y las consecuencias de lo que había hecho.
     
  4. Threadmarks: Capitulo 4 (Reencuentro)
     
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    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    34
     
    Palabras:
    960
    Después de los acontecimientos en las doce casa y que la joven Diosa reencarnada en una mujer mortal, tenía que estar al pendiente de lo que debía ser su deber en el santuario, tendría que aprender todo en poco tiempo, pues las cosas se podrían mal en cualquier instante.

    La reconstrucción de cada templo destruido, fue deber de todos juntos unidos de nueva cuenta.

    Se aprovechó para tratar de recuperar ese tiempo, pero ¿Por qué existían aquellos que se aislaban? Su corazón deseaba tanto estar con él, pero el estaba encerrado en sí mismo y no lo haría.

    Pero eso no significaba que sus compañeros no fueran a obligarlo a salir y ayudara, todos los harían de alguna forma u otra.

    -Escúchame Leo. De verdad no quiero hacer esto- Dijo esto, mientras era casi arrastrado por el llamado.

    -Vamos no seas, ahora somos pocos y debemos mantenernos unidos- Dijo esto algo triste, recordando un poco a su hermano y una persona especial que ya no estaba con ellos.

    -¿Por qué?, eso a mí no me interesa- Su mal humor, nunca se iba estaba claro.

    -Solo hazlo, por una vez en tu vida no seas tan amargado- Sonrió un poco.

    Al llegar a donde estaban todos los demás, en el coliseo, en el cual se repartían las tareas de reconstrucción que hacían falta.

    Le molestaban las multitudes de gente, suspiraba incómodo y fastidiado si apenas había llegado.

    -Hola Shaka- La dulce voz de él, lo llamo como hace tiempo no escuchaba.

    -Aries- Su contestación seria y seca.

    Hizo preguntarse el Ariano ¿Dónde había quedado su “Amigo” Amable de la infancia?

    -¿Por qué tan molesto?- pregunto de manera insistente -¿Acaso no te alegra que todo volviera a estar bien?-

    Levanto su rostro un poco, sus ojos cerrados siempre allí –No siento nada, solo sé que ahora estamos en el buen camino-

    Se sorprendió un poco por la respuesta, sonriendo un poco mostrando algo de pena –Saga engaño a todos, no tienes por qué sentirte mal, tu seguías las ordenes de…-

    -Tu cabello, lo volviste a dejar crecer tanto- Dijo esto sin más, se había fijado ene se detalle.

    Abrió sus ojos verdes por sorpresa, dedicándole una sonrisa –Si, me gusta largo- tocándose su cabellera.

    Hubo un recuerdo del propio Shaka, de cuando eran niños.

    En su infancia, ambos tenían el cabello un poco más largo de su cuello, muchos admiraban eso de ellos, pero principalmente Aries fue el centro de atención de aquello, su color suavidad era envidiable, como su amigo eso no le afectaba, pero si… Le molestaba que alguien más tocara a Mu.

    Si se ponía celoso de quien osara acariciarlo más de la cuenta, sobre todo eso era algo molesto con Saga, quien era el que más le decía palabras dulce y halagos a ese dulce niño que amaba.

    Incluso se había atrevido a decirle alguna vez al pequeño Lemuriano, que “Lo debería dejar largo, que se vería mucho más bonito”.

    A lo cual el menor asintió muy gustoso.

    En su presenté después de ese recuerdo suspiro de manera molesta, odiaba ese recuerdo. Pensaba que esa era el motivo por el que lo dejara de esa manera.

    -Al igual que a ti- Dijo Aries sonriéndole.

    -¿He?- Se había perdido, no escucho el comentario.

    -¿No recuerda?- Pregunto, pues sabía que este no escucho lo que le decía.

    Niega con la cabeza.

    Bajo un poco su cabeza, con un leve sonrojo en sus mejillas –Aunque seamos adultos, aún recuerdo cuando de niños me dijiste que de los dos, te gustaba más mi cabello, y que si lo quisiera lo dejara crecer- Rio un poco avergonzado, soltar algo como eso de la nada a alguien como se había vuelto Shaka, era algo malo.

    Aquello sorprendió al implicado. Ni siquiera el mismo había recordado aquello, solo pensó en los celos. Lo hacía por él, por esas palabras de un tonto infante enamorado.

    No sonrió, no era su forma de ser cotidiana de ahora, pero por dentro se sentía en calma.

    -Maestro… ¿Quién es el?- Un pequeño niño aprecio de la nada, en medio de ambos adultos.

    Sorprendió un poco al rubio, pero no lo demostró.

    -Ho, Kiki, recuerda que dentro del santuario no se debe teletrasportar- Le decía con una sonrisa cálida.

    -Lo siento…- Dijo apenado, pero giro su vista al rubio, no le agrado mucho su presencia tan junta a Mu.

    -Él es… El caballero dorado Shaka de Virgo- lo presento ante su alumno.

    -¿Es el que le pidió ayuda cuando estaba la pelea de las doce casas?- Pregunto emocionado.

    Asiente –Así es-

    -Muy bien, gusto en conocerlo señor- El menor lo dio algo serio, no le agrado mucho ese hombre.

    Virgo contemplo al menor y se dio cuenta que era el mismo que conoció hace años.

    -¿Él es ese bebe?- Se dirigió al mayor.

    La dulce mirada de Aries, le confirmaba aquello –Si-

    El silencio reino unos segundos, entre ambos, lo cual notaba el niño, algo pensativo ante esta situación.

    -Gracias por ayudarme aquella vez- Era tan fácil sonriera con un alma tan pura como la suya.

    Se cruzó de brazos, suspirando un poco y dándole la espalda al Lemuriano –No tienes por qué, lo hice para que esa criatura no estuviera sola- No sería capaz de enfrentar esos sentimientos –Tengo que ir a ver que debo hace y regresar a mi templo lo antes posible- Comienza a alejarse de ambos Lemurianos –Adiós Aries-.

    Este pelilila, sonríe –Muy bien, luego nos vemos-

    -No me agrada- Dijo el niño sin más.

    -¿Por qué no?- Le cuestionó el mayor.

    Giro su cabeza hacia la derecha, cruzando sus brazos y haciendo un puchero –Es muy amargado-
     
  5. Threadmarks: Capitulo 5 (Espera)
     
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    Aries
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    Transcurrió el tiempo y la amenaza de un nuevo enemigo se hacía presente.

    La Diosa Atena, había sido secuestrada por su tío y Dios de los mares Poseidón.

    Aquello había sido una noticia impactante para los caballeros e sus orden, principalmente los de bronce fueron a su salvación, para poder rescatarla de esa ocasión en que extrañamente siempre se encontraba.

    Aunque los dorados deseaban unirse a aquella batalla, se les tenía prohibido abandonar sus posiciones en las doce casas, pues según como se veía la situación actual, parecía que la guerra santa se aproximaba de una manera peligrosa y debían estar listos para lo que fuera que ocurriera.

    Pero siempre hay aquellos que quieran hacer lo correcto aunque aquello llegara a un acto de desacato.

    El León, desesperado por querer ir a ayudar a sus camaradas de armas y a su Diosa, desacataría las órdenes por el viejo maestro, pero Mu lo detendría aunque tuviera que haber una pelea entre ambos.

    Lo cual al poco tiempo de la discusión, llegaron los demás dorados.

    Aquella pelea verbal seguía en su apogeo, pero esta vez por extraño que sonara y fuera, el escorpio fue el que puso tranquilidad entre ambos, debían estará unidos en todo momentos antes de cualquier situación.

    Una pequeña chispa de esperanza se pudo visualizar en el cielo proveniente de la casa de Sagitario, que el alma del mismo había enviado esa armadura hacia donde los de bronce estaban luchando, por la Diosa griega que protegían.

    Esto dejo más tranquilos a los dorados, que aunque estuvieran al pendiente en el primer templo, el responsable de esto, no estaba tan conforme por la actitud impulsiva del León, temía que de verdad fuera a irse y tuviera que detenerlo e cualquier manera, si eso fue la muerte.

    -Tranquilo Mu, veras que Aioria estará aquí- Le decía Aldebarán. Que lo notaba algo preocupado.

    Le dedica una sonrisa amigable –Eso espero…- Suspira –Aunque parezca que no, estoy preocupado por los jóvenes de Bronce y nuestra Diosa-.

    -Igual yo, pero ellos son fuertes. Harán frente a lo que sea por Atena- Le pone la mano en el hombro, para calmarlo.

    -Gracias amigo…- Ambos caballeros eran buenos amigos, muy cercanos.

    Se notaba la diferencia de estatura y corpóreas de ambos, pero aun esas diferencias no impedía una gran amistad.

    Tauro trataba que el pelilila estuviera mas tranquilo, que no se angustiara por lo que estaba pasando, aunque también se lo trataba de creer a sí mismo.

    Durante ese tiempo, su discípulo se encontraba en Jamir, le había encargado algunas tareas y también para mantenerlo a salvo en esta época que se avecinaba la guerra principal.

    Aunque cada uno de esos cinco estuviera en su propio mundo, tratando de aclarar la preocupación y ansiedad que sentía.

    Alguien estaba molesto, que Aries compartiré un poco más su atención con Tauro. Mas no podía hacer nada, se quedaba al margen de la situación, incluso no había intervenido de forma verbal en la discusión.

    Le molestaba ver al cordero sonriendo con el Toro dorado, estaba muy celoso por esa amistad, creía que tal vez este quisiera algo con él, pero se tragaba sus sentimientos, era bueno en eso.

    No olvidaba ese beso, deseaba otro, pero no era un buen momento y mucho menos enfrente de los demás.

    -Oye… ¿Ya notaste que Shaka nos ha estado mirando algo raro?- Pregunto Aldebarán, algo nervioso, sentía esa mirada hacia el cómo cuchillos atravesándole la espalda.

    Confundido -¿He? ¿De qué hablas?- Gira su vista levemente hacia el rubio.

    Sin duda Aries no entendía cuando debían ser disimulado.

    Rápidamente, el Brasileño lo detuvo, para que no se viera tan obvio, tomándole de las mejillas, para que no volteara.

    -No seas tan obvio- Le reprendió un poco al pelilila.

    Aquella acción, molesto más al rubio, que aun que estuviera con los cerrados, podía ver la acciones de los demás. Frunció el ceño un poco.

    -¿Por qué esta así?- Se quedó pensativo un momento –Debe estar preocupado, como nosotros-

    La mirada angustiada del Ariano, era sin duda una muestra del afecto que tenía hacia el Virgo, pero que tampoco se atrevía a ir nomas de repente.

    -Deberías ir con el- Le dijo de manera picara al más bajo.

    -¿Por qué?- Su voz notaba confundido.

    Suspira, la inocencia de Aries es muy notoria, eso de vivir auto aislado no es bueno, pero otra cosa que compartían.

    -Esta celoso, vez a calmarlo de que nada pasa- Dijo sin más, a ver si entendía el pelilila.

    -¿Celoso?... ¿Por qué?- Tenía los ojos bien abiertos, no creía que estuviera aquello sentimientos, pero recordó aquella vez. –Pero…-

    El grandote, empujo al ariano un poco, para que fuera a calmar al rubio, que estaba en un rincón de la casa de este y estaba mostrándose muy arisco ante todo.

    -¿Esta… todo bien Shaka?- La dulce voz, algo nerviosa y con su sonrojo tenue, para ese joven.

    Levanta ligeramente la cabeza, para encararlo –Si, todo está bien Aries… ¿Por qué preguntas?-

    Sonríe nerviosamente, tomando un mechón de su cabello sutilmente con la mano –Es que… te mire algo solo y quise… Saber si algo ocurría…- Su mirada no podía sostenerla tanto.

    -No pasa nada Aries- Dijo sin más cortando de tajo la posibilidad de plática.

    Abre sus ojos algo sorprendido –Ho bueno, entonces… Creo que volveré con Alde- Dijo esto con una sonrisa, se despedía con un saludo.

    -Tú y Tauro pasan mucho tiempo juntos…- Dijo sin siquiera pensarlo.

    -Es normal, es mi vecino y es mi mejor amigo- La sonrisa dulce de ese caballero lo decía todo.

    -Entiendo… Pero… ¿Tienes que pasar todo el tiempo con él?- A veces a él no le importaba mucho, demostrar su desagrado.

    -¿Por qué no hacerlo? Es mi amigo…- Ladeo un poco su cabeza, algo confundido.

    ¿Podía ser más tierno? Se preguntó para sí mismo Shaka.

    -Como sea… Tienes razón es tu amigo… No me debo meter- Dijo esto con cierta moleta, por estarse delatando el mismo, por sus estúpidos celoso.

    -Shaka- Llamo el pelilila -¿Quieres platicar conmigo un momento?- Pregunto muy sonriente.

    -¿Sobre qué?- Giro su cabeza para otro lado, no quería tener esa linda cara tan cerca.

    -No hemos tenido tiempo, de platicar desde que llegue- Se acercó a su lado.

    Esto puso algo nervioso al virgo, pero como era bueno para guardar las apariencias.

    -¿Fue difícil vivir así en el santuario?- Pregunto el pelilila, sin más, directo a lo que buscaba.

    -¿A qué te refieres Aries?- Le desconcertó aquella duda.

    Le dedica una mirada gentil –Digo… Bajos las ordenes de Saga, magino que fue algo complicado todo.

    -Aunque puede que no creas, las cosas no estuvieron tan mal- Dijo aquello cruzando sus brazos, de manera cansada.

    -Ya veo… Tú estabas de acuerdo en varios ideales de el- El pelilila al mencionar aquello bajo un poco la mirada.

    -No estaba de acuerdo en varias cosas, pero no las desafiaría- Dijo esto de una manera orgullosa.

    Pero para el ariano, aquello no era un verdad absoluta, puede que obedeció todo lo estipulado, pero cuando tuvo la oportunidad de acabar con él, simplemente Virgo no lo hizo, aquello le hacía pensar a Mu que mínimo sintiera algo de cariño por él.
     
  6. Threadmarks: Capitulo 6 (Contra Mi)
     
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    Aries
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    ---Saga de Hades---

    -Todo esto es la verdadera Guerra Santa-

    -Volver a ver a mi maestro con vida, pero sirviendo al bando enemigo, fue realmente doloroso-

    -Pelar con mis antiguos camaradas, todo esto parece una pesadilla, pero no hay tiempo de dudar por un segundo-

    -Verlos de nueva cuenta, me trae recuerdos, pero debo olvidar aquello, ahora son enemigos-

    -No entiendo por qué esas lágrimas de sangre fueron tan amargas para mí-

    -¿Qué querías decirme con ello?-

    -Saga, no te pienso perdonar por lo que hiciste-

    -Estoy por llegar a Virgo…-

    -Por favor… Tienes que estar bien-

    -Pude sentir como el cosmos de ellos tres estaba junto con el de Shaka-

    El caballero de Aries, estando en aquel templo, observando como había sucedido una batalla antes, pero siguió aquel cosmos que sentía perteneciente a la persona que ansiaba ver con vida.

    Pero existía un mal presentimiento en todo esto… Algo en su corazón le dictaba que había llegado tarde, que las cosas estaban complemente irremediables.

    Llego hasta esa puerta, donde pudo percibir los últimos restos de cosmos y que sabía que del otro lado estaban en una batalla…

    -¿Qué pretendes Shaka?- Mordía sus labios, con desesperación. Quería llegar hasta donde estaba aquel rubio que le robo el corazón, quería ayudarlo… Deseaba combatir a su lado, contra esos tres caballeros antiguos compañeros, ahora enemigos.

    Sobre todo, no quería dejarlo con todo eso solo, aunque fuera considerado el más fuerte de los doce… Hay dentro estaba Saga, a aquel que había sido capaz de quitarle la vida al antiguo patriarca, que hizo cosas imperdonables y aun después de la muerte los sigue haciendo.

    Sus pupilas se dilataron de golpe, abrió la boca, saltando un jadeo de sorpresa, llevado su propia mano hacia allí.

    Lo había comprendido todo, entendía lo que realmente ocurría… Lo que presentida aquel caballero…

    Deseaba impedir eso a cualquier costo, de verdad no quisiera que eso pasara, si fuera por él, haría lo que tuviera que hacer para detenerlo.

    Pero sabía que no podía ir en contra de lo que el realmente quería, pues sabía que si Shaka hacia algo, tenía una razón, siempre ha sido así. Lo conocía bien y eso era lo que más temía, que tuviera razón.

    Dejo escapar las lágrimas que su corazón destilaba, ese dolor que estaba volviendo a sentir y de nueva cuenta Géminis seria participe de esa crueldad. Cada acción de ese caballero le provocaba tanto enojo, pero su naturaleza no permitía odiar a nadie.

    -Dentro de los sales gemelos… Quieres morir…- Su voz se estaba quebrando, parado allí frente a esa puerta, que quería abrir con todas sus fuerzas, pero su respeto que le tenía a ese caballero no le permitía infringir lo que él deseaba.

    Se escuchaban pasos, los cosmos de aquellos de bronce y su compañero Aioria, ellos estaban dispuestos hacer cualquier por llegar hacia Virgo y el trio, pero el… Debía honrar el deseo de Shaka, aunque aquello lo matara por dentro.

    ---Dentro de los sales gemelos---

    El combate, de Saga, Shura y Camus contra Shaka, se estaba desarrollando de una forma beneficiosa hacia el rubio, usando el tesoro del cielo, ya había quitado tres de los cinco sentidos, sabía que dos ataques más y esto sería definitivo.

    Sin embargo aún existía una posibilidad, una pequeña oportunidad que podía hacer uso, una que el mismo Virgo les había dado.

    La exclamación de Atena, un ataque masivo, como el estallido a menor escala del Big Bang, con esa técnica ellos acabarían con ese caballero, lo estaban dudando, sabían lo que aquello significaba, pero que más daba, sabían que ya de por si serian tachados por traidores, algo más… no significaba nada.

    Shaka, estaba tranquilo… Sus pensamientos estaban en orden, sus anhelos y sus deseos de igual forma, sabía lo que tenía que hacer, lo tena e claro, no presentaba algún arrepentimiento, recordó su infancia en la India, poco antes de llegar al santuario, sus miedos y dudas de aquel entonces, todo eso venía a su mente, pero estaba en paz con aquello.

    Sin embargo había algo de lo cual aún se arrepentía, de un sentimientos que deseo tanto hacer realidad, pero no tuvo la valentía de hacerlo, salvo en su adolescencia, que se dejó llevar. Ahora estaba ante las puertas de la muerte por voluntad y lo único que podía pensar era en aquellos ojos verdes, en ese cabello lila, y los labios que alguna vez probo y aun recordaba cada instante.

    Tal vez eso era lo único que lamentaría por toda la eternidad, pero debía hacer realidad su juramento por Atena y aunque aquello significaba dejar a su amado Mu, estaría bien… Si con su sacrificio podía extender la vida de él, estaría dispuesto hacerlo, aunque jamás podría verlo de nuevo. Y nunca supiera lo que realmente sentía por él.

    Era impropio de su cultura, de sus creencias odiar, pero ese caballero de géminis… Saga, había hecho cosas imperdonables, y el mismo se sentido culpable, por haberle obedecido en muchas de ellas, pero creía en el lado bueno de él… O más bien era su obediencia que debía seguir.

    En esos momentos no quería analizar aquello, pero el hecho de haber hecho sufrir y llorar a Mu y que hubiera querido asesinarlo y que se lo encomendara le provoco un rencor que solo creció cada vez más.

    Sabía lo que había pasado en Aries, el que los tres combatieran contra Mu, hizo hervir su sangre, que osaran lastimarlo de esa forma, pero solo tenía el objetivo de dañar a Saga, tal vez por eso el recibió un mayor impacto de su técnica especial que los demás, pero no por ello significaba que no les arrebatara sus sentidos.

    -Privación del cuarto sentido- Su voz ronca y seria, se hizo presente.

    Ese ataque fue lanzado, otro impacto, fuera el sentido correspondiente.

    Sabían que otro y seria el adiós, para ellos y que todo lo que habían estado haciendo seria en vano, si no llegan con Atena.

    Capricornio y Acuario, estaban dudando en hacer la excavación de Atena, usara contra un compañero, no podían si quiera pensar con claridad, el dolor que presentaban y un sentimiento de culpa los inundaba.

    Pero ¿Qué pasaba con Saga? Él no estaba dudando en lo absoluto. Parecía que de verdad deseaba acabar con ese rubio.

    Su mirada, cargada de un odio… Resentimiento en su corazón por un amor que jamás seria correspondido, porque él tenía a alguien a quien culpar.

    El había robado el corazón de la persona que amaba, aunque estuviera haciendo esto por un fin común entre todos los caballeros si tenía la oportunidad de tomar una venganza contra Shaka, lo haría.

    Era bueno fingiendo que le causaba algo de culpa lo que estaban por hacer, pero tal vez solo era que volvería a dañar a quien quería, pero no podría hacer nada, quería acabar con él y lo haría, ocultando de nuevo sus sentimientos.

    -Tenemos que hacerlo- Mira directo al rubio, que estaba enfrente de él.

    -Saga… Si lo hacemos…-

    -Nuestra labor como caballero habrá quedó borrado y solo quedaremos como unos traidores-

    -Solo con el agitar del rosario de 108 cuentas una vez más y les abre arrebatado sus cinco sentidos-

    Aquello, una advertencia.

    Lo que ellos decidieran aun con el pesar de dos, realizar la exclamación de Atena, era su única opción.

    La concentración de los tres cosmos en aquel ataque se estaba sintiendo por todo el santuario.

    Atena, Kanon, Milo, Aioria, los de bronce y Mu, lo podían sentir, el peligro que corría Virgo, y no podían hacer nada.

    Su buena migo Leo, quería ir ayudarlo, al igual que los más jóvenes allí, pero el pelilila no los dejaba, pasar por esas puertas.

    Debía mantenerse firme ante aquello, por las convicciones de Shaka, honrarlas, pero cada palabra que salía de él, para tratar de calmar a los demás, más se las decía a él mismo, de no cometer una imprudencia que pudiera echar a perder lo que planeaba él.

    Las gruesas lágrimas, salían de sus ojos, no podía aguantar más, ese quiebre de su corazón, podía hacerlo… El momento lo estaba ameritando.

    ¿Podría aguantar el quedarse sin hacer nada?

    Cada segundo que pasaba, sabía que lo inevitable pasaría.

    Se odiaba a si mismo por permitirlo.

    Debía tragarse todos sus sentimientos y seguir apoyándolo. Aunque en ese momento que sintió, como los demás el choque de ambas técnicas, pero que una sobrellevaba a la otra, fue como si hubiera muerto por dentro junto a quien amaba en secreto.
     
  7. Threadmarks: Capitulo 7 (Confrontación)
     
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    Era oficial, Shaka había dejado este mundo, su cosmos se desvaneció del santuario y se había perdido por completo.

    Aioria, dio un fuerte golpe en una de las paredes de ese templo, provocándole un partimento a esta.

    Los jóvenes bronce, se sentía muy tristes y mal, por no haber podido impedir aquel hecho.

    En cambio Mu, seguía apretando sus labios, queriendo ahogar su dolor, no mostrarlo más con lágrimas, deseaba golpear lo que fuera, quería demostrar su dolor más expresivo como los demás, en verdad que necesitaba golpear a esos traidores que habían acabado con la vida de Shaka. Pero no podía hacer nada de ello.

    ¿Por qué le tocaba sufrir siempre en silencio?

    Esa era su carga tan pesada en sus hombros como esos grandes cuernos de carnero que llevaba su armadura.

    Debía estará acostumbrado al dolor, pero eso era algo de lo que nunca podría hacer del todo, si perdías a la persona que amas.

    ---En el jardín de los sales gemelos---

    Aquellos portadores de las sapuris, trataban de componerse un poco, verificando su estado.

    Camus aun conservando el oído.

    Shura el habla.

    Y Saga la vista.

    La sorpresa de este último, fue grande al ver a ese rubio que tanto detestaba aun con vida, sentado en posición de loto en medio de los dos árboles.

    Sus compañeros le peguntaron ¿Qué alcanzaba a ver?

    Al responder, ambos no lo creían, ¿Cómo era posible? Con la exclamación de Atena, se supone que debería haberse muerto.

    Desafiaba ese gran poder.

    Los pétalos de esas flores que habían recibido también el impacto, caían en una danza en el aire, tan suave y encantadora, que aprecia un llanto discreto del lugar.

    Virgo, sin prestarle atención a aquellos caballeros, algunos pétalos cayeron en sus manos, seis para ser exacto, con uno de sus dedos que sangraba el cual sostenía el rosario de 108 cuentas, comenzó a escribir con ese líquido vital en ellos, al terminar los dejo ir. Pidiendo que llegaran hacia Atena. Mas sin embargo existía uno que no fue en esa dirección precisamente.

    Aquella actitud molesto mucho al Géminis, pensaba que con ellos también se lo llevo lejos del Ariano, pero que siguiera aquí, le aprecia realmente molesto.

    Capricornio, decidió ir contra Virgo, para acabar con su vida utilizando su Excalibur, pero algo sucedió al tratar de hacerlo.

    -Saga… Dime… ¿Es verdad que tú también amas a Mu?- La voz cargada de frialdad se hizo notar, pero el enfado en su rostro la adornaba perfectamente.

    -¿Qué?- Se quedó inmóvil, al darse cuenta que ese rubio había detenido de alguna manera el tiempo ene se lugar.

    ¿Desde cuándo Shaka podía hacer eso?

    -No me has respondido Géminis- Su voz mostraba ya un enojo.

    -¿Para qué quieres saber eso?- Aquel peli azul desafiaba la imposición del rubio.

    -Para tratar de entender…- Se levantó de su posición, encarando al sujeto –Como fuiste capaz de hacerle tanto daño-

    -Eso no te incumbe- Su voz ronca e imponente.

    -Me importa mucho más de lo que crees- Su mirada estaba puesta en él, ambos tenían una batalla con ese sentido.

    -Claro- Sonrió de manera burlona –Tu también lo amas, por eso desobedeciste aquella orden-

    -No iba acabar con la vida de Mu, aunque si me hubieras castigado, no importaba- El mostraba su imponente presencia.

    Ambos caballeros de un gran poder en cosmos, estaban desafiándose entre sí, por solo una persona.

    -Aun así, ni tú, ni yo pudimos obtener su amor- Dijo aquello, con una mueca de triunfo pero también de amargura.

    -Tú no lo amas- Dijo esto sin más cortesía.

    -¡¡¡¿CÓMO TE ATREVES A DECIR ESO?!!! Tú no sabes cuánto…- No termino de decir su declaración.

    -Si realmente lo amaras o tan solo quisiera un poco- Su rostro estaba lleno de enojo, una gran cólera se podría divisar –No hubieras sido capaz de acabar con su única felicidad en aquel tiempo o desead su muerte-

    Virgo, estaba en lo correcto, en su sed de poder, su lado malvado destrozo todo lo que Aries amaba y no satisfecho con ellos, mandarlo matar, fue algo que sello ese destino. Si no fuera por ese rubio, tendría un arrepentimiento tan grande.

    Se quedó callado un momento, él sabía que ese odioso rubio, tenía algo que él nunca podrá obtener, no en esta vida, y eso era que sí consiguió enamorar a Aries.

    -Aunque esto que te diré, no sirva de nada ahora…- Lo dijo otra vez con una mueca de burla, sabía que esto dañaría a Virgo mucho más que cualquier cosa.

    -Mu sí que te amaba, ¿Por qué crees que te mande a ti para asesinarlo?-

    Los ojo azules se contrajeron un poco, la sorpresa estaba en su rostro dibujada, no dijo nada.

    -Así, él te odiaría en la siguiente vida, por haberlo acabado antes-

    -Aries, es incapaz de odiar- Lo miro ahora un poco más sereno –Incluso a ti, no pudo odiar después de tu muerte-

    -¿Qué?- Ahora él tenía la sorpresa marcada, ese Lemuriano tenía un alma tan pura y bondadosa un corazón sincero y bueno.

    -Si el siente algo por mi o no, jamás lo sabré. Y eso está bien- Dijo aquello con una voz triste, deseaba preguntar ello, pero por un instante, quería que esos sentimientos de Aries pudiera tener por él, fueran mentira.

    Si existía ese amor, lo haría sufrir mucho por su muerte y ya Mu, ya experimento mucho dolor en su vida, que el fuera el causante de una nuevamente, jamás se lo perdonaría.

    -El tiempo se acaba- Dijo aquello en un susurro.

    Géminis pudo ver, como el rubio volvía a donde estaba al principio, pero notaba algo extraño, como si su silueta se estuviera desvaneciendo de a poco.

    No se inmuto ante aquello, era lo que esperaba a fin de cuenta, pero el tiempo no se había vuelto a la normalidad.

    -Saga, yo jamás dejare que te quedes con Mu, no en esta vida, no en la que sigue- Dijo aquello y fue como el tiempo volvió.

    Shura se sorprendió, pues su ataque no conecto cuando el dejaba este mundo.

    Entendieron que solo el cosmos de este caballero había vuelto para dejar ese mensaje hacia la Diosa que alguna vez defendieron, sin embargo Saga sabía que también regreso para dejarle algo en claro.

    La puerta de esa sala, comenzaba a abrirse dejando ver a los caballeros renegados salir de este lugar.

    Los allí presentes en Virgo, querían acabarlos a golpe, Pegaso era el primero en querer hacer aquello, pero Aries trataba de que no hubiera mas sangre manchando el lugar de su amado defendió.

    El pelilila, miraba con atención como aquel geminiano, se acercaba a él, y más furia se incrementaba en sí, al ver como llevaba el rosario que Shaka siempre custodio.

    Cuando se lo ofreció, trasmitiéndole por su cosmos algunas palabras.

    -En memoria de Shaka, tómalo-

    Su rostro de niño inocente, se posiciono con frialdad, sin quitarle la vista de encisma, tomo el rosario sujetándolo con fuerza jalándolo hacia él. Se podía ver el choque de ambos cosmos, pero uno tratando de calmarlos, esta vez parecía que el rubio deseaba que su amado no hiciera una tontería, eso se quedó con él. Al sostener el rosario.

    Pues Leo, comenzó a atacar a esos tres, por primera vez en ese tiempo, Aries se quedó sin hacer nada, no lo detendría, merecían un poco de dolor.

    Observo el objeto sagrado que tenía entre sus manos, la prueba de la muerte de su amado, estaba con él. Que su propio asesino se lo entregara, le aprecia una estúpida burla, lo apretó contra su pecho, siendo como el corazón se le quebrada de nueva cuenta.

    Pronto llego el guardián de Escorpión, uniéndose a aquella batalla que había iniciado el quinto.

    Una pelea verbal corta, se hizo presente. Al final estaban decididos los tres dorados en combatir con la exclamación e Atena, de igual forma los renegados lo harían.

    Gracioso que en medio de ambos ataques, Mu y Saga estuvieran.

    Sufría de alguna forma tener que pelear contra él, no quería hacerle daño. Pero no había más opción, tenía un deber. Si tuviera la oportunidad de estará a solas con él, le demostraría lo que sentía, por el momento era un pensar tonto.

    Se lanzó con todo el poder que los tres caballeros de ambos bandos, estaban decididos a acabar con la vida de los contrarios.

    Aquellos de bronce, trataron de tenerlos, llevando esa exclamación hacia el cielo.

    Después de ello, el cosmos cálido de su Diosa se hizo presente, pidiéndoles a sus caballeros dorados, que trajeran hacia la estatua de Atena, a aquellos renegados.

    No comprendían ¿Por qué hacer esto? Pero en esta guerra nada tenía sentido, más que el de tratar de protegerla.

    Milo, llevaba a cuestas a Camus. Le dolía al octavo guardián, ver a su antiguo amigo y amor, que estuviera en ese bando, con los enemigos. Quería estrangularlo con sus propias manos, le hizo derramar tantas lágrimas por su muerte hace tiempo y ahora, le salía con estas estupideces… No sabía si odiarlo o seguir amándolo, como alguna vez se lo dijeron.

    Shura era llevado por Aioria… Este desafortunado traidor, estaba lamentando todo lo que hizo sufrir al León, con la muerte de su hermano, recordaba se hecho, porque… En algún momento de su vida, quiso tanto al pequeño, más que una simple hermandad, pero no podía perdonarse el sufrimiento de él. Por su parte el castaño, no decía nada, estaba enfadado por todo lo que pasaba.

    Al pelilila, le toco llevar a géminis, su rostro serio, tratando de mostrar frialdad, solo lograba hacerlo ver mucho más lindo de lo que ya era. Lo noto el peli azul, lo cual provocaba que su corazón latiera más, e intentando una cercanía con Aries, el cual noto esa cercanía, pero mostraba una mueca de desagrado. De verdad estaba desesperado, por alejarse de Saga. No lo soportaba ahora.

    Al llegar en donde estaba su Diosa, aquellos que servían a Hades, estaban enfrente de Atena, ella con una gentil sonrisa los recibió, y pidiéndole a Kanon que le diera aquel cofre dorado que su hermano mayor había guardado cuando estuvo como patriarca.

    Al darse cuenta que contenía, no podía hacerlo, había venido por la cabeza de Atena, de esa mujer, y mostraba arrepentimiento.

    Ella sabía lo que debía pasar, lo supo con ese mensaje que recibió de Shaka.

    La daga entre las manos de Saga, ella conduciéndolas hacia su cuello perforándole y causándole la muerte…

    Ahora estaba todo en posición.

    El nuevo lugar al ir, seria al inframundo.
     
  8. Threadmarks: Capitulo 8 (Despedida)
     
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    Pero antes de ir allí, un pétalo de aquellas flores de los sales gemelos con un mensaje, callo delante de Mu, precisamente en sus manos estiradas, reconoció todo sobre todo la letra, tenía la leyenda “Lo siento”.

    Un mensaje que Shaka, le quiso dejar.

    Solo a él.

    Apretó ese pétalo con sus manos, una lagrima se escapó de sus hermosas esmeraldas, para sostener con firmeza ese rosario y guardarlo, para llevarlo con el hacia donde la batalla final tenía lugar.

    Enfrentamientos en el castillo de Hades en Alemania, los tres dorados contra Radamanthys de Wyvern, lamentablemente para ellos, su poder disminuyo al 10% de lo que podía dar, por la barrera del Dios del Inframundo, fueron derrotados y llevados a Cocitos, para que ese lugar sea su tumba.

    La muerte se podía sentir tan solitaria, cruel, fría… Ese era lo contrario a la vida, al amor.

    Sus pensamientos siempre con alguien en mente, su deseo egoísta de volverse a ver en la otra vida, podría realizarse, pero el frio del lugar lo estaba invadiendo, ya no pensaba en nada más. Se entregaba a la muerte.

    Su deceso solo significaba el haber despertado el Arayashiki u octavo sentido, con el cual se podía mover libremente en el inframundo, no estando sujeto a las reglas de este como humano.

    Acompañaba a su Diosa ante Hades, ese era el sacrificio que había decidido hacer.

    Por eso había pedido disculpas a él.

    No pensaba que lo volvería a ver, no en esta vida. Y no estaba seguro si la fortuna le sonreía de nuevo al encontrarlo en la siguiente.

    Llegar frente a Hades poseyendo ese cuerpo de uno de los de Bronce, estando dispuesto a atacarlo, no solo en hombre de su Diosa, si no por todo lo que cada uno había tenido que sacrificar por esa guerra de cada 200 años.

    Ella lo detuvo, por el hecho de usar como recipiente a Andrómeda, el obedeció por ser Atena, quien se lo había pedido, pero no soportaba mas.

    Esta conversación, las amenas, propuestas, al final nada de eso valió. Pues…

    Hades aunque abandono el cuerpo del joven, se llevó consigo a la chica, más allá del muro de los lamentos, pues lo campos Elíseos se encontraban detrás.

    Trato de hacer algo, derribar el muro, con su poder. No era suficiente el solo no podría hacer nada.

    Se sentía tan impotente, no lograr realizar su deber, había sacrificado el poder estar con Aries, por el resto de su vida, no se arrepentía, pero no deseaba que fuera en vano.

    Pronto sintió como los cosmos de dos jóvenes bronce llegara.

    El imprudente Seiya como siempre queriendo hacer hasta lo imposible, para salvarla, pero Shaka lo detuvo.

    Solo para dar aquella explicación, que lo único que podría derribarlo era la luz del sol, en ese lugar los rayos del sol, no podrían llegar jamás.

    Así que él estaba dispuesto a sacrificarse, para aumentar su cosmos hacerlo hacer con su vida, para alcanzar a proyectar el sol.

    Los más jóvenes querían detenerlo, pero sería inútil

    Mas solo una persona lo hizo, antes de que cometaria una torpeza y ese era el viejo maestro y caballero de Libra, estaba con ellos.

    Se sintió un poco más aliviado, al verlos podría intentar hacer algo, para seguir adelante.

    Pero tres cosmos más llegaron a apoyarlos.

    Eran igualmente fuertes, nobles, valientes y sobre todo sus aliados.

    -Qué bueno que estén bien- Pegaso fue el primero en hablar al verlos, pues hace poco los vio en Cocitos donde el cayo.

    Aioria de Leo, Milo de Escorpio y Mu de Aries, volvían a reunirse con ellos.

    El rubio, estaba algo atónito, ver al pelilila allí, le causaba felicidad una inmensa que no sabía cómo expresarla, su corazón estaba latiendo mucho, no se creía que pudiera verlo una última vez, pero estaba enfrente de él y este le dio una sonrisa que trasmitía mucha paz.

    Aries se acercó a él, su bella sonrisa lo demostraba estaba feliz de verlo de nuevo, le entrego su rosario, el cual había sido muy bien cuidado por él, aun la batalla con Radamanthys y el haber caído en Cocitos, el protegió aquel objeto sagrado de Virgo. Era importante para él.

    -Shaka, no puedes morir, no sin antes las cuentas no han cambiado de color- Dijo aquello de manera tranquilo, no quería demostrarlo, pero sus ojos estaba amenazando con derramar lágrimas.

    -Mu- Tomo la mano en donde el rosario era extendido a él, aquel rose suave con esas manos, le pareció perfecto aun en el lugar donde estaban.

    Esas miradas dedicas, las sonrisas, la alegría que se notaba entre ellos. Solo un caballero lo notaba y era quienes estaban más cerca de ambos.

    Dohko, observo aquello con cierta intriga, pensativo de verdad. Pero al tener más edad y experiencia, comprenda que pasaba entre ambos.

    ¿Podría de nueva cuenta dejarse llevar por sus sentimientos?

    Pero valla sorpresa, Shaka, esta vez no hizo ningún movimiento, él fue quien lo recibió.

    Mu si era más expresivo que él, sin duda. Pero no tan atrevido.

    Un fuerte abrazo, fue lo que le dieron.

    -Me alegra que estés bien- Fue lo que el Lemuriano dijo en un susurro en su oído, antes de separarse.

    Rápido y fugaz, no quería verse tan obvio con sus compañeros allí presentes.

    Para los demás podrá ser solo un abrazo de amigos, que se alegraban verse después de que pensaban que habían muerto, pero no era solo eso.

    -Estoy feliz, de verte también- Su voz tosca, tratando de mostrarse neutral, pero no podía disimular ese sonrojo en sus mejillas.

    El castaño mayor, los miro de reojo. Sonrió un poco. Recuerdos dolorosos, con su antiguo compañero de armas, vinieron, pero hermosos que no los cambiara jamás.

    Pero la pequeña felicidad tiene que ser interrumpida, por su deber.

    Libra explico lo que debían hacer, sus armaduras, tenían los rayos del sol, las constelaciones, sus representantes habían pasado siglos con eso calor que podrían proyectar su elevaban lo suficiente sus cosmos.

    Haciendo entrega de las armas que el custodiaba, para que los cinco dorados presentes, pudieran hacer algo, pero fue inútil. Al intentarlo, no hizo ningún rasguño. Era obvio, faltaba más poder, mucho más cosmos.

    Las armaduras entendían a la perfección lo que se requería, llamaron a las que faltaban, de esta forma cada uno fue llegando, sorprendiendo un poco a los presentes.

    Pronto las almas de sus compañeros caídos, se hicieron presentes dispuestos a unirse una última vez en esta vida, para ayudar a su Diosa.

    Los pecados se perdonan.

    Los rencores se olvidan.

    El amor por su Diosa les trajo un poco de paz.

    Estaban decididos, en hacerlo, el ultimo sacrificio.

    Ordenaron a los de bronce que se retiraran, el ataque de ellos, sería muy destructivo, que los lastimaría.

    Ellos no deseaban que eso pasara, pero no podían hacer nada, era lo necesario.

    Se retiraron, no sin antes pensar en cada uno como lo que fueron, sus mentores, sus rivales, maestros y guías.

    Listos ellos. Y con Aioros en medio, apuntando su flecha hacia el muro, atacarían en cuando su cosmos estuviera al máximo.

    Las armaduras aguantarían, sus cuerpos no. Conscientes de ello, no tenían nada de qué preocuparse, Atena estaba en buenas manos.

    Morir a lado de la persona que amas, no se oye tan mal.

    Tomo su mano una última vez antes de lanzar el ataque.

    Él se giró, mirándolo. Los ojos azules lo decían cuanto lo quería, y los verdes solo aceptaba aquello, diciéndole que de igual forma lo amaba.

    Fue lanzado el cosmos, derramaron el muro, pero ellos desaparecieron. Sin dejar más rastro que sus armaduras.

    Era muy dolores aquello, para quienes los conocieron, pero no había tiempo de llorar, Atena en peligro, el eclipse, todos los enemigos que aún quedaban, debían darse prisa. Después podrían lamentar esas muertes, pero aun no era el momento.
     
  9. Threadmarks: Capitulo 9 (No Podre)
     
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    ---Alma de Oro (Asgard) ---

    Un nuevo despertar, desconcertados.

    ¿Qué significaba este lugar?

    ¿Poe que están allí?

    ¿Con vida?

    ¿Solo seré yo?

    ¿El también estará aquí?

    ¿Por qué el eclipse aún sigue?

    Alguien juega con nuestras vidas…

    ¿Estarán los demás aquí?

    Preguntas de los diferentes caballeros dorados, los cuales despertaron del sueño que no tuvieron permitido hacer.

    Solo unos instantes pasaron.

    Todo seguía igual.

    El maldito sacrificio que hicieron ¿no significo nada?

    Tantos sentimientos encontrados, la confusión, estaban solos. Debían reunirse.

    Comenzaron a entender todo poco a poco, existía un mal en ese lugar, que estaba consumiendo el frio recinto.

    El Dios Odín ¿Los requería aquí?

    Andreas, el que estaba dirigiendo Asgard en vez de Hilda de Polaris, estaba haciendo que todos los habitantes lo amaban, pero una joven sabía que aquello era una trampa.

    Se encontró con el León dorado, a final acepto ayudarla y con ellos encontrándose a los demás.

    El primero con quien se encontró fue Mu, este se enfrentó a otro Dios guerrero, que hacia cosas horribles por las personas, al obtener la información requerida.

    Se la informa a su compañero.

    Lifya, pensaba que el pelilila los acompañaría, pero él tenía algo que hacer, más bien a alguien quien ver. Al sentir su cosmos, estaba feliz. Ese estado de sentirse solo y luego inmensamente alegre, era uno que experimento tanto.

    Estando en una cueva, en su típica posición de flor de loto, estaba allí meditando sobre todo lo que estaba pesando, pidiendo con su cosmos una respuesta a su Diosa.

    El significado de despertar en los terrenos de un Dios que alguna vez fuera su enemigo.

    Su concentración fue interrumpida, un cosmos familia y hermoso, se acercaba el sabia de quien era y estaba esperándolo con todas la fibra de su corazón.

    Al verse de nuevo, el tiempo parecía detenerse, entre ellos una leve sonrisa en ambos, haber recibido la muerte juntos fue hermoso aunque triste.

    Pero el rostro de Mu, cambio aquello por un semblante serio –Shaka, ¿Sabes exactamente lo que está pasando en Asgard?-

    Asiente con su cabeza y sus ojos cerrados, pero no podía ocultar su alegría de verlo –Si, tengo una idea de lo que pasa-

    -Dime, ¿Cómo podemos detenerlos?- Se acercó a él, guardando un poco su distancia.

    No es que no tuviera la idea, de echarse a correr y caer en sus brazos, darle un fuere abrazado y besarlo, llorar la alegría de verlo, y tal vez… ocultarse allí, para vivir en esta vida su amor. Pero no podía ser, Aries sabía que ese deseo era egoísta y vano, no podían hacer aquello, que revivirán en estas tierra tenía un significado y no era cumplir sus sueños.

    -Lo único que podemos hacer contra estos nuevos enemigos, es elevar nuestro cosmos hasta conseguir una armadura divina- Su voz seria, así era cuando hablaba de temas importantes.

    -Aioria lo logro, ¿Cómo lo podríamos hacer nosotros?- Suspiraba un poco ante esa preocupación.

    -Normalmente, se puede al momento que las lágrimas o sangre de nuestra Diosa Atena, cayeran sobre ellas- Su corazón estaba latiendo, el también llevaba consigo sus sentimientos.

    -Muy bien- Asiente con su cabeza, comprendía lo que se debía hacer. No se necesitaban muchas explicaciones o palabras entre ellos, tenían esa conexión que podían trasmitirse todo en poco.

    Estaba dispuesto a irse.

    ¿Por qué había tanta prisa?

    Temía que si pasaba más tiempo con quien amaba, no podría cumplir su ideal en este lugar. No podía arriesgarse.

    Su deber era ayudar y entender que ocurría aquí.

    -¿Iras a pelar?- Esa pregunta salió simple y sencilla. El comportamiento en Aries, era extraño.

    -Tengo que ir- No se giró para verlo, le daba la espalda. Aunque quisiera verlo más tiempo, a su lado era donde pertenecería.

    Suspira, resignado. Sabía que igual que él, Mu es tan terco en sus ideales y si deseaba ir a luchar, para defender lo que debía ser y más si se trataba de los habitantes de ese lugar.

    Ponía el bienestar de los demás antes que el propio.

    -Entonces necesitaras esto- Le ofrece aquella daga dorada, que tenía la sangre de Atena, con la cual ella misma se había quitado la vida.

    Se giró al escuchar aquello, Los ojos de Aires, se contrajeron, al ver aquel artículo -¿Cómo?-

    -Cuando desperté, esto estaba junto a Virgo, así que nos será de utilidad- Le ofrecía aquella arma.

    El Lemuriano, se acercó para tomarla, pero cuando estaba a punto de tomarla con sus manos, Virgo no permitiría que se fura de allí, no sin antes decirle lo que sentía, una nueva oportunidad posiblemente no tendría jamás de nueva cuenta, no lo desaprovecharía.

    Lo estrecho contra s cuerpo, rodeándolo con sus brazos, sin dejarle posibilidad de escapar de él.

    -Sha…Shaka…- No era la primera vez que el rubio actuaba por instinto con Aries, pero esta vez… No deseaba aquello, le dolía pensar que no estarían juntos por siempre.

    -Mu, ¿Podríamos estar juntos un poco más…? Por favor no te alejes- Las tenues palabras de este joven, eran sinceras. Le decía sus deseos. Un minuto más con él, podría ser suficiente para el resto que estarán alejados.

    Apretaba su mandíbula, le dolía luchar contra su corazón y mente, ahora era el quien tenía que anteponer su deber como caballero antes que su amor.

    ¿Por qué e dolor debe ganar en sus vidas?

    ¿Por qué el amor, no puede ser el final?

    No podría comprenderlo, aun no existía el momento.

    -Debo irme…- Se apartó de él, con fuerza, sabía que no era el momento. Sin embargo no aguanto más, sus lágrimas recorrían sus suaves mejillas, su expresión era de una tristeza completa.

    -No tienes que hacerlo… No es nuestro deber esta vez- Sus palabras, parecían ruegos para que el pelilila, entendiera.

    -Aunque no sea, no puedo dejar a todas esas personas a su suerte- Niega con su cabeza –Sabes mejor que nadie, que no lo haría nunca- Sonrió tristemente, le dolía perder la oportunidad.

    Frunció el ceño, apretando sus puños, sabía que no se había confesado de una forma adecuado, aunque sus formas de ser y señas, lo daban por revelado, si tenía una oportunidad seria esta.

    -Mu, quiero decirte que…- Un sonrisa tan forzada en el rostro del Lemuriano, con los ojos cerrados surcando sus mejillas las lágrimas gruesas, lo hizo callar.

    Tomo la daga dorada, de las manos de Virgo, aquella sonrisa se notaba más triste cada segundo, no entendía por que la proyectaba, no era lo que deseaba.

    El pelilila, tomo su rostro entre sus manos y beso su frente, precisamente el Bindi que él siempre tenía. Aquello poseía un significado, que en ese momento ninguno recordaba.

    -Shaka, por favor… No lo digas…- Estaba queriendo retenerlas de nuevo, sus lágrimas, las cuales caían en las ropas del Hindú.

    -Pero…- Fue callado por el dedo índice del Ariano.

    -Si lo dices, no podré irme…- Le costaba respirar por la tristeza –Por favor, no me lo digas aun-

    Apretó sus puños, se sentía frustrado. Esa era su deseo, decirle sus sentimientos, pero ahora a él le tocaba respetar su petición, como Mu lo hizo con el cuándo el decidió morir.

    ¿Así se sintió el dolor que te provoque?

    ¿Te estas vengando de mí?

    Perdóname por hacerte sufrir así.

    El joven pelilila, se alejó de él. Pues debía salir de la cueva, lo antes posible y reunirse con sus compañeros de nueva cuenta, para ir contra ese hombre llamado Andreas y destruir el árbol Yggdrasil, el cual seguiría consumiente la energía vital de los habitantes de ese lugar.

    Trato de estirar su mano, para alcanzarlo, pero sería inútil.

    La tristeza marco sus mejillas, pero su semblante era uno de impotencia, frustración, enojo. Una nueva vida y no podrían estar juntos.

    ¿Por qué todo quería alejarlos?

    Deseó por un momento, regresar a su infancia, en donde todo aquello no podría pasar. Estaban juntos siempre que querían, aun que hicieran enojar al patriarca, eran buenos amigos, eran unidos.

    Pero al ser adulto, abandonas tus sueños infantiles, aunque aquello te mate por dentro.
     
  10. Threadmarks: Capitulo 10 (Desaparecen)
     
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    Poco a poco, los caballeros dorados volvían a reunirse, para ir a hacerles frente a los Dioses guerreros de Asgard.

    Cada quien luchaba con un pesar en sus corazones, derrotaron a quienes debían.

    Aioria fue el primero en encontrarse con Andreas, aquel hombre malvado, que alguna vez fue el doctor de la señorita Hilda, en ese resentí helado.

    Sin embargo su poder no era el suficiente, pudo haber sido dañado, si no fuera porque tanto Dohko, Saga y Mu llegaron a su ayuda.

    Tenían una idea en mente los tres, para ayudar de esta forma al León.

    La exclamación de Atena, con las armaduras divinas.

    Una única oportunidad, que tendrían para acabar con Andreas.

    Las posiciones, Mu de lado izquierdo, Saga del derecho y Dohko en medio. Preparados, para lanzar aquel ataque.

    El quinto guardián estaba sorprendió, pensando que estaban haciendo una verdadera locura.

    ¿Qué tan desesperado puede estar?

    Porque, te unes con la persona que mato a tu padre y a tu amado.

    Era necesario para hacer la exclamación.

    Eso no significaba que le agradara la idea, de tenerlo cerca.

    No era tiempo, de pensamientos infantiles.

    ¿Aunque?

    Aún estaba de pie.

    ¿Cómo se podría resistir una sola persona a ese ataque.

    El árbol Yggdrasil, los había tomado, para darles muerte.

    Pero un cosmos fue aquel que hizo que las cosas cambiaran a su favor.

    -¡¡¡TESORO DEL CIELO!!!- El ataque más letal de Virgo, se hizo presente.

    -¡¡¡LLEGAS TARDE IDIOTA!!!- El viejo maestro.

    Todo se había planeado entre ambos.

    No se podía negar la alegría de verlo, sus bellos ojos verdes, lo miraba con fascinación.

    Los azules, lo diviso y le regalo una sonrisa tenue, suficiente para que se vean.

    Sin embargo, existía un tercer corazón que se estaba destrozando de nuevo.

    Él también tenía pensamientos, deseos y sentimientos.

    ¿Qué pasaría? Teniendo al borreguito tan cerca de él, se lo llevara lejos o lo besara… Sabía que aquello provocaría la furia de Shaka, y el plan se vería frustrado.

    No lo haría, aunque quisiera, debían seguir el plan. Si querían salvar esas tierras.

    Cada quien luchando.

    Parecía que todo funciono, pero no fue así…

    Aquel árbol al final ayudo más al hombre, que el realidad resulto ser el falso Dios Loki, esperaba que Yggdrasil floreciera, pues la lanza Gungnir, era lo que saldría de esta, aquella que fue utilizada por Odín.

    Aquel árbol, había absorbido la energía de las armaduras doradas y el cosmos de los caballeros de igual forma, solo de pie quedando Aiora, sin embargo no estaba del todo solo, su hermano Aioros, después de trece años sin verse, en esa tierra lo volvía hacer.

    Lucharon para detener de alguna forma al Dios Loki, teniendo las oraciones de Lifya de su lado pues se trataba ella de la reencarnación de Odín.

    Aunque todo parecía perdida, una luz de esperanza se hizo presente.

    Pues siempre que se requería, se demostraba que la justicia vence sobre el mal.

    De alguna manera, los dorados habían vuelto, recuperándose. Pues habían fingido estar en un estado aparenté de muerte, aunque el Yggdrasil, eso era lo que debía hacer.

    Pero sin embargo eso fue gracias a Afrodita, al ser inmune a las toxinas de las plantes, de esa manera ayudo a sus compañeros a sobrevivir.

    Ahora estaban los doce reunidos de nueva cuenta, listos para enfrentar a ese nuevo enemigo.

    En esta historia el León, era el protagonista, pero eso no significaba que sus compañeros, lo obtuvieran de vez en cuando.

    Parecía como si el destino fuera caprichoso en algunas ocasiones, en un punto de la pelea, tuvieron que combinar sus mejores ataques con el de algún compañero.

    Milo y Camus, aun después de aquella traición que realizo el mago de hielo, para cumplir esa promesa a su ahora fallecido amigo de la infancia Surf, Escorpio lo había perdonado. El amor puede con la traición incluso, pero eso no significa que pudiera estar juntos.

    Death Mask, junto con Afrodita, una combinación sin duda mortífera.

    Shaka y Mu, de igual forma sus técnicas que los representaban, fueron unidas, de una forma adecuado, lanzando un ataque que debilitaba cada vez más, a ese Dios.

    Sabían que todo eso no era suficiente, un último ataque en combinación de todos, como lo hicieron en aquella vez en el muro de los lamentos, sus armaduras divinas listas. Posicionándose, para cavar con él. Además que Aiora tenía con él un arma del mismo Odín.

    De aquella manera lograron derrotarlo. Su misión allí se había completado.

    ¿Cómo lo sabían? sus cuerpos se empezaban a ver traslucidos.

    Pero aun querían ayudar de alguna forma a los caballeros de bronce que ese encontraban en los campos Elíseos.

    Estando enfrente de la representando de Odín en la tierra Hilda de Polaris, junto a Lifya y los demás subordinaos de la primera.

    Allí fue cuando otro cosmos, algo no muy agradable, les dijo que ayudaría, mandando sus armaduras hacia aquel lugar de la lucha.

    El Dios Poseidón, quería realizar una buena acción para variar y ayudar a Atena.

    La despedida final, se supone que eso pasaría.

    Estando los doce reunidos una última vez más.

    La joven de cabellos azules, estaba más que nada triste por la retirada de Aiora, que puede que el cautivó su corazón, pero el… No tenía aquellos sentimientos por ella.

    -Quería quedarme un poco más en esta aldea- Dijo Cáncer, al darse cuenta que en poco tiempo desapareciera de este mundo.

    El piscis, lo jalo, para retirase del lugar –Hay que irnos con decencia-

    Así fue como esos dos fueron desapareciendo.

    Y así uno a uno, lo hizo.

    El pelilila, solo sonrió, dirigiéndose a Aioria –La despedida final es tuya- Pues sabía que debía hacerlo de alguna manera correcta con la joven.

    El también desaparecía cada segundo su cuerpo así se notaba, miro una última vez ese cielo, recordó un poco a su pequeño que dejo solo, a los jóvenes de bronce que no podría guiar, pero… Sonrió al ver que no estaba solo.

    -¿Nos vamos?-

    Solo asintió, para caminar junto a ese rubio, por última vez. Desapareciendo y dejando solo al león con la chica.

    Lo que se dijo, lo que se entregó, se quedara como un misterio un poco más.
     
  11. Threadmarks: Capitulo 11 (Ultima Oportunidad)
     
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    Al final, la guerra contra Hades culmino con el triunfo de la Diosa Griega, lamentablemente, se había perdido tanto, sobre todo vidas humanas, inocentes. Incluso los jóvenes que la habían protegido del menor rango de su elite, estaban en pésimas condiciones, sin embargo tenían vida, algo que le alertaba.

    Pasaron algunos meses, los pocos caballeros con el don de la vida, estaban reestableciendo el santuario como podían, la guía de la mujer era apenas suficiente y su cosmos se recuperaba lentamente.

    Pero eso no significaba que la culpa no estuviera presente en su corazón.

    ¿Podría hacer algo?

    Se lo debía a los caídos.

    Pero, ¿Qué haría?

    Su fuerza y cosmos, no era ni la mitad de lo que fue en su tiempo de antaño, además de no tener una instrucción correcta en su forma de Deidad, estaba algo sola, sin a nadie a quien recurrir, para decir concejos.

    Los bronce, la ayudaban era verdad, hacían su mejor esfuerzo, pero los notaba tristes y a veces melancólicos, por lo que ocurrió. Nunca penaron perderá sus guías en este mundo.

    Tal vez a algunos, pero a todos… Incluso en las anteriores guerras, siempre había quedado aunque alguien, para ayudar a las futuras generación, ahora… Eso no ocurrirá.

    -¿Podre revivirlos?- Fue una pegunta que se planteó.

    -Tienes el poder de hacerlo- Una voz femenina conversaba con la joven Diosa –Solo debes continuar, al final es la visión que al final todos, del mundo tendrán-

    -Pero eso podría ir contra la naturaleza- Atena, estaba algo nerviosa.

    -Has ganado contra la muerte, gracias a todos ellos- Le dijo de manera comprensiva.

    -No seré capaz, soy una Diosa inútil- Bajo su mirada, triste, amenazando con llorar.

    -Viniste a mí por un concejo, eso es lo que te puedo ofrecer- Suspiro tranquila, para aquella otra persona.

    -Te lo agradezco, pero ¿Crees que eso mejore todo?- Tenia sus dudas, no había hecho aquello nunca.

    -Tal vez no mejore las cosas totales en el mundo, como la pobreza, las hambrunas o las guerras en sí, que los humanos han iniciado- Sonrió algo cariñosa –Pero podrás lograr que al menos el mundo de ellos, pueda mejorar-

    -Eres la única que me ha ofrecido su concejo, que tengo miedo no lograrlo- Unas lagrimas escurría de sus ojos.

    -Hemos sido amigas a pesar de los siglos, podrás lograrlo, tienes más fuerza de lo que crees- Con su manga le limpia las lágrimas –Solo inténtalo-

    La peli morado, asiente, esas palabras de una vieja amiga, le reconfortaron tanto.

    Suspira algo melancólica –Creo que debo irme, recuerda que nuestras culturas, no nos permiten estar juntas por mucho tiempo-

    -Lo sé, gracias por todo- Una sonrisa débil se dibujó en sus labios.

    La conexión por cosmos, aunque más bien fue una en que pudieron verse, al menos de manera borrosa.

    Ese concejo, podría significar tanto.

    De alguna forma se prepararía, para realizar aquello.

    Busco, aquellos pergaminos que estaban en la biblioteca patriarcal, alguna vez vio algo relacionado con revivir a seres vivos. Existían registros realizados por otros Dioses que lo habían logrado, pero ella jamás lo intento.

    Podría ser miedo, temor de hacer una tontería.

    Pero por una vez en su vida quería devolverle un poco de la tranquilidad que todos sus caballeros le habían dado en cada vida.

    Realizo aquello en secreto, no se lo confió a nadie más. Ni siquiera quien le había dado el concejo sabía si de verdad lo haría o no, ya fue su decisión.

    Pasados cinco meses después de ello, se había preparado de forma adecuada.

    “Se puede hacer uso el cosmos divino de un verdadero Dios, siempre y cuando aquellos a los que desean devolverles sus almas y cuerpos, estén ligados a ella de alguna forma”.

    Ser sus caballeros contaba como eso, o bueno era lo que esperaba.

    “Lo último que se portó a la hora de su muerte, serviría como conducto, pues aún quedaba en el mundo terrenal”.

    Las doce armaduras, las había posicionado en medio de la sala patriarcal.

    “Es importante la hora del día para hacerlo. Si son seres buenos es mejor durante los primeros rayos del sol, cuando el sol vencía la noche, por el contrario si eran malignos la noche justo cuando todo se vuelve negro, será el momento correcto”.

    Tenía todo preparado, solo faltaba su confianza y cosmos.

    Se colocó en medio de ese círculo con la armaduras a su alrededor, debía concentrar su cosmos, elevarlo lo más alto que pudiera para dar a todos por igual su energía.

    Sería algo cansado y muy agotador, pero ellos lo valían. Lamentaba que no pudiera revivir a todos, pero lo intentaría con los doce dorados, primero.

    Y así comenzó aquello, la luz del sol se coló por las altas ventanas del recinto, suspiro, era la hora de hacerlo.

    Cerro sus ojos, coloco sus manos delante de su pecho, no las junto entre sí, si no dejo un pequeño espacio entre ambas, concentro se concentró en formar un pequeño universo en ese vacío.

    Poco a poco, se volvía mas grande, en sus adentros pedía que esto funcionara, solo rogaba que sirviera de algo. Lo dejo escapara inundando con esa energía tan pura todo el lugar.

    Sin duda se pudo sentir esa descarga de cosmos por todo el santuario, pero había órdenes que nadie entrara en donde estaba ella. Se debía respetar, aunque les causara angustia a los demás caballeros.

    -Por favor armaduras, traten de recordar a sus últimos portadores- Aquello en un simple susurro.

    Estas comenzaron dar un destello, aunque débil cada uno estaba absorbiendo el cosmos de su Diosa, la súplica de ella sería escuchada aunque fuera a miles de kilómetros por ellas.

    Y de repente un destello mucho más grande se desprendió del lugar, aprecia un aro que salió disparado de allí y surco todo el lugar.

    Ella estaba cansada, expulso tal cantidad de cómos, respiraba tan agitada, trataba de regular su ritmo cardiaco, había caído de rodillas al suelo, aún tenía los ojos cerrados, temía abrirlos pues podría ser que no lo pudiera hacer bien.

    -Diosa Atena ¿Se encuentra bien?- Una voz masculina, que alguna vez, escucho tal vez como un recuerdo, se hizo presente.
     
  12. Threadmarks: Capitulo 12 (Nueva Orden)
     
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    Saori, levanto su cabeza, abrió sus ojos con gran rapidez, quedando atónita a lo que vio, pero pronto la sorpresa se fue disipando, para dejar una mueca de felicidad y el llanto se hizo presente.

    -Señorita Atena ¿Qué le pasa?-

    Ella no podía salir de su felicidad, y cuando uno de ellos fue para acercare a ella, esta solo lo recibió con un abrazo. Lo cual desconcertó a los presentes allí.

    Se podrían decir que fueron solo doce, pero… Aquel ritual que realizo, pudo ser suficiente para traer un poco más a la vida.

    -Me alegra tanto… Que estén aquí…- Su voz entre cortada, sollozaba de gozo en su corazón, pudo completar lo que hacía, para darles vida de nuevo, una última oportunidad de que aquello pase.

    -Pero… ¡¡¡ATENA!!! ¿Qué pasa con la guerra contra Hades?- El caballero de la quinta casa, dejo escapar aquella duda.

    Sonrió, dejando de abrazar al caballero de Escorpio, el cual aún no salía de su sorpresa por ese agarre de su Diosa, incluso se sonrojo un poco.

    Mas sin embargo esto no fue desapercibido por cierto Acuariano que lo miraba molesto.

    -Hemos ganado la guerra- Limpiaba sus lágrimas –Gracias a todos ustedes y su sacrificio, dieron una oportunidad a los caballeros de bronce-

    Un suspiro algo burlón sonó entre ellos –Me da gusto, ya temía lo peor- Libra se dejó escuchar.

    El alivio se sintió en el ambiente.

    Todos de nueva cuenta, los dorados estaban allí, con vida, como siempre debió ser. Mas sin embargo otros dos se habían colado en esa invocación, puede que fuera los recuerdos de ella misma que los trajo, los de las armaduras o solo por que estuvieron presentes de alguna forma en esa Guerra Santa.

    ¿Quién lo sabría? No era importante ahora.

    -¿Por qué… Estoy con vida?- Miraba sus manos, algo consternado.

    Se supone que su existencia había acabado y debía descansar en paz, cuando fue asesinado en Star Hill, pero allí estaba de nueva cuenta en ese lugar que fue su recinto por mucho tiempo.

    Tenía que ser sorpresa, en sus miradas, incluso la joven Diosa no se lo creía.

    ¿Logro hacer esa resurrección tan poderosa?

    -¡¡¡SHION!!!- Fue directo hacia ese Lemuriano que era cubierto por unas telas blancas.

    No podía con su emoción, ver a su viejo “amigo” de nueva cuenta, vivo, y no siendo un súbdito de Hades, le lleno el corazón de alegría, que le valió por completo un comino el respeto que se le debía a la mujer y mantener la compostura.

    Lo abrazo fuertemente, casi se podría decir cargándolo, aunque el otro le sacara una cabeza de altura, no le importo. Pero Shion se percató que a diferencia de los otros que han regresado a la vida, que traigan sus ropas comunes, con las cuales habían muerto debajo de las armaduras, el solo levaba esa tela con la que cubrían a los difuntos.

    Y pues con los movimientos bruscos de Dohko, temía que cayera y la señorita viera sus atributos masculinos.

    -¡¡¡DOHKO!!! ¡¡¡BÁJAME DE UNA VEZ!!!- Decía apenado –Harás que nos caigamos-

    -Es que no puedo, estabas muerto, fui testigo y ahora estas otra vez con vida- Su sonrisa de oreja a oreja.

    -Es verdad… Estábamos murtos- Cierra sus ojos, una punzada le dio en la cabeza –Recuerdo estar enfrente del muro de los lamentos con todos ustedes y después… No lo tengo claro-

    -Solo oscuridad, es lo que yo puedo recordar- Dijo un joven hombre pelilila, que de reojo miraba a su antiguo maestro, se alegraba que estuviera con vida.

    -¿Qué fue lo que nos sucedió?- Pregunto ahora un géminis menor que también se denoto su presencia.

    -¿Kanon? ¿Qué haces aquí?- Un hombre fornido pregunto, confundido.

    -También me alegro de verte Aldebarán, gracias- Su voz sarcástica presente.

    -¿Por qué revivimos aquí?- Se giró un rubio hacia su Diosa.

    -Lo que pasa, es que… Yo por medio de estos pergaminos y de mi cosmos, pude regresarlos a la vida- Dijo sonriendo muy orgullosa.

    -¿Porque?- La pregunta del último guardián se hizo presente.

    -Por qué…- Baja su mirada, se sentía realmente culpable por las situaciones que muchas veces todos tuvieron que enfrentar por su vida –Ustedes, todos ustedes… Han hecho tanto por mí, que sería una mal agradecía, si no lo intentará… Darles una última oportunidad para que puedan ser felices- Mostro unas sonrisa forzada.

    -Atena- La voz que al principio la llamo venia de un joven hombre que llevaba una cinta roja alrededor de su frente –Ese es nuestro deber como caballeros orados, protegerte, no nos debes nada-.

    -Claro que si Aioros- Lo miraba enternecida, a todos –Quiero que puedan hacer lo que quieran en esta vida, sé que su deber como caballeros dorados se mantendrá, pero por lo menos vivan más allá de las peleas, de las guerras, sé que me cuidaran…- Dirigía una cálida mirada a cada uno –Sin importar que pase, cuento con ustedes, pero ahora… Yo me esforzaré para que puedan contar conmigo, como la Diosa que debo ser-

    -Pero… Esto no es natural, podrían suceder cosas muy malas, para usted Atena- El antiguó patriarca, dijo aquello, en un tono de preocupación.

    -Lo que pase, yo tomare la responsabilidad- Su mirada decida y voz seria, demostraba que estaba tomando su papel de Diosa en verdad.

    Sonrió de nuevo a todos ellos –Ahora les daré una nueva orden, a todos ustedes-

    Los caballeros, al escuchar aquello hicieron una reverencia ante ella, aun sin vestir sus armaduras, mostraban su respeto.

    -Vuelvan a sus posiciones, a sus templos y sigan sus ideales que no pudieron cumplir en su antigua vida- Así de simple fue lo que esa joven mujer, quiso trasmitirles –Es una orden-

    Todos ahora, no sabían que hacer, que decir… Sus propios sueños, esperanzas, deseos, eran protegerla, cuidarla de la próxima guerra santa, pero ahora que se había terminado todo eso y resultaron vencedores… Tendría que pensar en algo nuevo que hacer…

    -Sí, señorita Atena- El único que hablo ya acepto esa orden, fue el primer guardián, Mu de Aries… Él tenía un pequeño deseo del corazón, que esperaba hacer realidad en esta nueva vida. Miro en dirección hacia Virgo, de manera disimulada.

    De igual forma, dos más también aceptaron la nueva orden, aunque fuera casi después de que el pelilila lo hiciera y hablando al mismo tiempo.

    Provocando una mirada retadora entre ambos.

    Ella rio, no esperaba la afirmativa de todos, era un proceso como siempre, morir, revivir, morir de nuevo y revivir de nuevo, las cosas no podrían ser tan simples ¿verdad?

    -Shion…- Ella llamo al peliverde de cabellos largos.

    -Sí, Diosa Atena- Se inclinó ante ella.

    Ella llevando el casco del pontífice, se lo extendió –Quiero que vuelvas a ocupar tu puesto como patriarca del santuario-

    La miro sorprendió, no se esperaba aquello –Pero…-

    Haciéndole entrega del casco –Nada de peros, es tu deber hacerlo- Sonríe -¿Recuerdas? hace más de doscientos años, yo te lo encomendé-

    Asiente con la cabeza, no podía negarse.

    Después de aquello, ella pidió que se retiraran a sus templos y el patriarca fuera con Dohko a Libra, despejarse un momento, para asimilar todo, era lo que necesitaba, pero antes detuvo a uno de ellos.

    -Aiora… ¿No recuerdas nada más después del muro de los lamentos?- Pregunto algo curiosa.

    Niega con su cabeza –No, lo siento… Después de ver esa luz cegadora de nuestro último ataque juntos, solo puedo ver oscuridad en mis recuerdos- Parecía que su mirada se perdía en algo que no obtenía respuestas.

    -Muy bien- Sonrió para tranquilizarlo –Gracias… Puedes retirarte-

    Haciendo la típica reverencia por respeto, se va de la sala patriarcal, dejando a la joven peli morada sola.

    -¿Por qué no recuerdan nada sobre lo que paso en Asgard?- Se cuestionó algo angustiada.

    No entendía que pasaba, incluso ella tenía ese conocimiento, pues recuera haber sentido sus cosmos aun tan lejos de la tierra.

    -¿Habré hecho algo mal?- Suspira negando con la cabeza.

    Abre aquellos pergaminos que había preparado para todo este asunto, tratando de ver la razón de la pérdida de memoria podría ser un efecto secundario y si podrían recuperarla con el paso del tiempo.

    Más no encontró nada e efectos así, de hecho el único que se podría hacer, si se cumplían los requisitos, era el que aquellas almas llamadas, fueran revividas o no.

    -Según esto, no debería pasar- Se acomoda algunos mechones para atrás que se habían desarreglado.

    Se puso a pensar… Analizaba, se cuestionaba una y otra vez, si cometió un error.

    Suspiro resignada, camino en dirección a sus aposentos, tenía que entablar de nueva cuenta comunicación con alguien. Con la misma persona a la que pidió concejo, con esa vieja amiga que alguna vez compartió muchos momentos.

    -Tengo que preguntarle ¿Qué es lo que ocurrió?-

    Con eso en mente siguió, pero no antes de… Escuchar varios gritos de miedo por todo el santuario. Lo cual la asusto y se percató de un insignificante detalle, que había olvidado.

    Al no tener nadie conocimientos de lo que planeaba, obviamente al ver caballeros dorados, con vida en esos momentos, pues… Podría sacar un buen susto a todos los demás que aun seguían en el santuario.
     
  13. Threadmarks: Capitulo 13 (Bronce)
     
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    -¿Qué es todo esto?- Pregunto un castaño, asustado por ver a aquellos hombres con vida.

    -¡¡¡ESTO TIENE QUE SER UNA PÉSIMA BROMA!!!- Un joven de cabellos largos y negros, se pensionaba al frente.

    -¿Son espectros?- Un rubio que portaba la armadura del Cisne, se preparaba para atacar.

    -Pero… Es imposible, acabamos con todos- Fue ahí que el más pequeño de estatura hablo.

    -¡¡¡SHIRYU!!!- Fue así como Dohko, fue directo abrazar a su alumno e hijo.

    Por su parte el joven, solo se quedó impresionado por el agarre, se sentía como su viejo maestro, era el cosmos de él. Pero eso era imposible, estaban muertos, él lo vio. Todos lo vieron y no se podían tragar cualquier cuento del que estuvieran siendo víctimas.

    Se apartó de él, rápidamente, dejando al castaño, algo triste. Quería darle un abrazo, lo quería mucho.

    -Escuchen, si somos nosotros- Sagitario trataba de calmarlos.

    -Buen, intento. No les creemos nada- Seiya fue el que contestó en esta ocasión.

    -Mi hermano está diciendo la verdad- Intervino Aioria.

    Pero las palabras de los caballeros dorados, no significaban nada, para ellos. Pero no porque no hubiera alegría de verlos, si no que les aprecia algo tan horrible jugar con el recuerdo de ellos, quienes se sacrificaron por ellos.

    Ellos querían mantener su memoria en alto y esto ocasionaría el resultado opuesto.

    -¡¡¡ESPEREN!!!- Atena exclamo aquello, para que no siguieran con esa actitud los de bronce.

    Bajo las escaleras lo más rápido que pudo, posicionándose enfrente de los dorados, para explicar la situación.

    -¿Saori?- Aquello confundió al Pegaso.

    -No se alarmen, ellos no son nuestros enemigos, al contrario son amigos- Explico la joven.

    .Pero… ¡¡¡ESTABAN MUERTOS!!!-

    -Si es verdad, lo estaba, pero… Ahora ya no- Rio nerviosa.

    -¿Cómo?- Tal cual el Cisno pregunto.

    Quería una respuesta, pues el apreciaba a su maestro Camus, casi como un padre. Esto no era nada de bien gusto, si fuera una broma.

    La joven, suspiro y así fue como explico su investigación, su intento con buenos resultados de revivirlos, hasta llegar a ese punto. En el cual de nueva cuenta estaba entre los vivos y eso debería ser lo mejor.

    Los de bronce, se quedaron atónitos, no se lo podían creer.

    Pero explicaría esa explicación de cosmos que se sintió hace unos momentos y por esa razón había subido hasta allí.

    -¿Ahora si nos creen, que somos nosotros?- La voz de Camus, tan fría como siempre, pero también en el fondo de su corazón se alegraba de ver a su alumno.

    -Suena realmente hermoso- Un peliverde de apariencia frágil sonrió emocionado.

    -¿Es enserio? ¿De verdad?- Se giró a ver al hombre Chino, que aún seguía triste por rechazar su abrazo.

    -Es enserio, de verdad… No les mentiría- La Diosa no sabía cómo explicar ya más lo mismo.

    Unos segundos para procesar el evento en sus mentes, fue lo necesario para que el Pegaso sonriera entusiasmado, y corriera a darle un abrazo a ambos hermanos el León y el Cupido. A los cuales él les tomo mucho cariño.

    Estos correspondieron el abrazo del menor, se alegraban de verlo, tan impetuoso como siempre, pero sincero.

    Cierto caballero e Capricornio, no le agrado que tuvieran a ese tipo de cercanía con el joven León, miraba tan receloso, de ello que prefirió irse.

    Ahora el dragón fue, quien dio un abrazo al viejo maestro, el cual lo recibió con entusiasmo y amor paternal. Algunas lágrimas cayeron de los ojos del joven, podría de nuevo pedir el concejo de ese hombre que lo guio la mayor parte de su vida, le enseño todo lo necesario para ser lo que era ahora.

    El rubio frio, camino lento hacia donde el mago del hielo, estaba. Se miraron un instante, pero el joven bajo la cabeza, con una sonrisa, sus mejillas dejaron paso a las lágrimas.

    -Me alegra que volviera maestro- Un leve susurro fue lo que pudo escuchar.

    -Me siento orgulloso de ti Hyoga, por pudieron derrotar a Hades- Esas eran las palaras que podría brindarle a su alumno, después de la muerte.

    Shun, miraba aquello con una hermosa sonrisa, sin embargo también se alegraba de ver con vida tanto al caballero de Virgo como el de Piscis, pero no era tan cercano, como para una conversación o una escena emotiva.

    -Si me disculpan, yo quisiera ir a mi templo- Hablo el pelilila, que tenía solo un deseo de ver a alguien y quien era, debía estar allí.

    -¡¡¡MU NO TE VAYAS!!!- Fue tomado por la espalda por un abrazo de Pegaso que siempre tan hiperactivo como siempre. –Me alegra tanto verte también-

    El Lemuriano, se sorprendió, aquel impacto contra Seiya, casi lo hizo perder el equilibrio. Pero le brindo una pálida sonrisa, girándose para devolverle el abrazo. Ante sus ojos el castaño también era un niño, como el que tenía esperándolo, aunque este no lo supiera.

    ¿Pero por qué existen personas que incluso esa acción les cause celos?

    De lejos, un peli azul sentía ganas de alejar a ese chico de Mu a la fuerza.

    Sin embargo había formas más elegantes de presentar los celos y hacer algo al respecto, sin ser muy notorio.

    Y es así como se hace.

    -Si me disculpan- Aquel rubio camino, con dirección hacia descender los otros templos, no sin antes pasar cerca de ese muchacho que tenía más valor que él, en abrazar a su ser querido, pero sin las mismas intenciones que él y le dio un ligero empujón, para que se soltaran.

    Puede que nadie más lo notara que fue a propósito, pues no prestaban esa atención, ni siquiera el mismo bronce, que solo rio ante el “Accidente”, pero Aries si noto aquello. Y una sonrisa leve se dibujó en su rostro, bajándolo y acomodando un mechón de sus cabellos que le caía en la cara.

    Ir con él, caminar juntos esas escaleras nuevamente, en esta nueva existencia, podría ser realidad. Pero el destino siempre tenía otros planes para ellos.

    -Mu… ¿Puedo hablar contigo?- La voz de Géminis mayor se hizo presente.

    Provoco un leve salto, pues él se había acercado demasiado a él.

    -Claro… ¿De qué quieres hablar?- La inocencia del Lemuriano, no le permitía ver más allá de las intenciones que llevaba.

    -Podríamos hablar mientras bajamos las escaleras- Sonrió tenuemente -¿Qué opinas?-

    Se sentía un poco incómodo con su presencia, pensaba que sería una plática hay de pie, sin más, no estar a solas, pero era demasiado educado, para rechazar su oferta, cuando ya había aceptado –Esta… Bien…-

    -Ho, ¿Ya van para abajo?- Alde ese fortachón, que tenía hace unos segundos cargando a Seiya con un brazo, como si fuera un costal de papas.

    -Sí, Alde… ¿Nos acompañas?- En su interior, el pelilila agradecía que su amigo, notara aquello.

    -Si, por supuesto, también quiero regresar a mi templo y ver que tal esta- Se acomodó en medio de ambos, poniendo una distancia considerable entre el primer y tercer guardan, como lo hacía su casa.

    Podría ser que Aries fuera inocente, pero Alde tenía una cierta sospechas de lo que pretendía Saga con su amigo, y digamos que el prefería que el pelilila estuviera con quien de verdad quería.

    Después de ese lindo reencuentro con los jóvenes de Bronce y que la situación se lograra aclarar, parecía que todo podría estar en calma por un tiempo.

    Aprovecho esto, debía entablar aquella conversación, que necesitaba.

    Concentrarse era necesario, su cosmos se dirigía a un espacio neutral, al igual aquello hacia su amiga, cuando entendía su mensaje.

    -¿Me llamabas?- Esa vez solo era por voz, las siluetas de ellas, no eran necearías.

    -Sí, tengo que preguntarte algo- Sonaba angustiada.

    -¿Qué sucedió?- La voz tenía curiosidad.

    -Funciono los escritos- No sonaba muy feliz.

    -¡¡¡ESO ES ASOMBROSO!!! ¡¡¡FELICIDADES, POR ALCANZAR TAL DOMINIO!!!- La joven sonaba entusiasmada.

    -Pero… No como yo quería- Aclaro su punto de vista.

    -¿Por qué no?, revivirlos era lo que querías ¿No?- Sonaba confundida.

    -Sí, obviamente era lo que quería, pero…- Callo un momento –Presenta pérdida de memoria-

    -¿Pérdida de memoria?- Analizo esa cuestión -¿No recuerdan sus nombres? ¿Edades? ¿Situaciones importantes? O ¿Son lagunas?-

    -No recuerdan lo que paso después de su muerte en el muro de los lamentos-

    -Y ¿Es importante que recuerden ese suceso?- No entendía el sentir de su amiga.

    -Cada recuerdo, es muy importante-

    -Tienes razón, no es exageración que somos productos de nuestros recuerdos- Callo un momento -¿Qué harás?-

    -¿Conoces alguna forma de recuperarlos?- Estaba angustiada.

    -Lo lamento, pero mi conocimiento no llega a ese nivel aun-Su voz se apagó en un susurro.

    -Ya veo… ¿Cómo poder ayudarlos- Sentía ganas de llorar, su voz lo denotaba.

    -Dales tiempo… Es lo único que puede ayudarlos- Sonó entusiasmada con la idea –Y ¿Si te comunicas con Odín? El podría ayudarte-

    -Sera muy difícil…- Suspira –El solo se comunica por medio de su representante en la tierra-

    -Podrías intentar- Quería reconfortarla –Tengo que retirarme, nos vemos-

    -Sí, adiós- el cosmos volvió… Indicando que esta plática se acababa.

    Ahora, había más cosa que pensar. No solo era revivirlos, posiblemente sea un efecto o… Que fueron revividos, un tiempo en el cual su vida dependió de Odín…

    -Debe ser eso…- La chica se levantó de golpe

    ---Unos días pasaron---

    Cada uno de los caballeros, trataba a su propio ritmo volver a sus vidas que habían dejado atrás, por todo lo sucedido, apara algunos fue fácil, para otros no tanto y algunos más aún seguían tratando de encontrar el nuevo camino que deseaban seguir esta vez.

    Pero rimero.

    El reencuentro de alumno y maestro fue tan hermoso…

    Ese día en que Mu, volvió a la vida. Fue el momento más feliz de su corta vida.

    ---Flas Back---

    Se encontraba en las escalaras de ese templo, que tantos recuerdos le traían a su pequeño corazón, sentado allí, cabizbajo esa había sido su vida desde que el había muerto, en soledad, sin mucho que más hacer.

    Lloraba de vez en cuando, pero tenía que ser fuerte, se lo había prometido a su maestro. Pero era tan difícil cada día.

    Solo los recuerdos de la torre de Jamir, era lo que le quedaba en ese lugar tan solitario, en el cual se negaba a dejar, salvo para ir a entrenar.

    Aunque los de bronce querían que volviera hacer ese niño tan feliz de siempre, no lo estaban logrando, cuando dejaba escapar una risa, numerosas lágrimas volvían al estar solo.

    Había terminado ese día, el entrenamiento designado, en el cual… El solo tenía el objetivo de ser digno portador de Aries, como lo fue aquel hombre que tanto quería. Quería irse de nuevo a Jamir, solo, pasar su vida así, era destinado.

    Usar su teletrasportación la estaba perfeccionando, podría hacerlo estando lejos del primer templo.

    Más un cosmos tan familiar, cálido y que añoraba tanto, comenzó a sentirlo, venir de arriba…

    No era su mente, que le jugaba malas pasadas, o su corazón.

    Lo que fuera, no se dejaría caer… Solo una ilusión del corazón.

    Debía irse, ya quería estar en ese lugar.

    -¡¡¡KIKI!!!- Esa voz resonó en sus oídos, en todo su ser lo hizo temblar.
     
  14. Threadmarks: Capitulo 14 (Confusión)
     
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    Negó con la cabeza, no podía ser verdad… No lo era…

    Ese presencial cosmos, estaba más cerca, detrás de él… Si se volteaba y no era verdad, no sabría que hacer… Su frágil corazón no lo soportaría más.

    Fue rodeado por unos gentiles brazos, por la espalda, sintió ese cuerpo ajeno protegiéndolo, la sensación ya conocida que lo había hecho tantas veces.

    La escena tan perfecta, el mayor lo abrazo quedando hincado a su mismo nivel, posando su cabeza en la espalda del menor. Lo extraño tanto, fue parte de algunos últimos de sus pensamientos.

    -Ya volví Kiki- Su voz suave y gentil, que solo el aprendiz provocaba en él.

    No podía hablar, estaba en shock, si esto era una ilusión, estaba demasiado bien hecha. Sus ojos de humedecieron tanto, prometió que nadie lo vería llorar, pero… No podía hacer nada, aquella presencia de agua salada, recorrió sus mejillas pálidas.

    -¿Ma…Maestro…?- Fue una interrogante, que tuvo que hacer…

    -No temas… De verdad soy yo- Se levantó, sin dejar de abrazar al pequeño. Pero se posiciono enfrente, para que lo pudiera ver.

    Sus ojitos morados, miraban al suelo, no quería levantarlos.

    Sonaba como el, se sentía como el, incluso tenía ese aroma tan dulce… Pero no…

    Le levanto la barbilla, para que pudieran versé cara a cara.

    -Kiki, en verdad soy yo- Llevaba una sonrisa simple, demostrado su alegría de verlo a su pequeño discípulo.

    -Maestro…- Se arrojó a sus brazos, abrazándolo ahora el con firmeza –Señor Mu, es usted… Si es usted-

    Ahora ambos correspondían a ese abrazo tan sincero, después de tanto tiempo que pasó.

    Jamás se podrían haber vuelto a ver, si no existiera la intervención divina.

    El Lemuriano mayor, no se pudo contener también derramo lágrimas de felicidad.

    Antes de que todo ocurriera, el mismo había mandado su alumno lejos, para que no tuviera que verse enfrascado en esa guerra. Por lo tanto no tuvo la oportunidad de despedirse de manera correcta.

    Incluso había mentido en decirle que se volvería a ver muy pronto.

    Ahora estaba cumpliendo aquella promesa. Lo tenía en sus brazos, y derrababa en su hombro las lágrimas que el pobre niño tuvo que sufrir en silencio. Con el no había problema alguno de hacerlo, Mu nunca lo juzgaría ni nada, él siempre lo dejo ser como era.

    Qué maravilla es cuando, la vida te da otra oportunidad.

    ---Fin Flash Back---

    Volviendo al tiempo normal. Todo estaba yendo bien, parecía que cada quien seguía un ritmo de nuevo acostumbrarse a estar vivos.

    Los que tenían discípulos se alegraban de pasar tiempo con ellos, mostrarles más el camino a los ideales para portar aquellas armaduras doradas.

    Algunos solo pasaban sus días tranquilos, sin preocupaciones sin angustias, era lo que estaban tratando de hacer.

    Otros solo disfrutar de la soledad.

    O sufrir en silencio con ella…

    Vamos a ver lo que ocurre en el sexto templo.

    Su costumbre de vida pasada y de la nueva vida es siempre estar meditando en posición de loto.

    En un principio tenía un solo cometido en mente y era poder estar con el primer guardián. Sobre todo al saber que Saga, también estaba interesado en él. No lo podía tolerar, le hacía experimentar sentimientos que según sus creencias estaban prohibidas, celoso y odio.

    Para cualquier Budista aquello era algo que no podía existir en ellos, siempre mantener un equilibrio en cuerpo y mente, pero el ya no podía tenerlo como tal. Pues había cometido una falta mucho más grande y era el haberse enamorado.

    Con el paso del tiempo, había ocultado aquello ante su propio maestro, y una misión que pudo mantener hasta este nuevo renacimiento.

    Cada que lo intentaba, terminaba molestándose, enojándose o simple y sencillamente lo evitaba en ocasiones.

    Hasta que… Ya no se pudo ocultar se hizo muy evidente.

    -Shaka… ¿Qué ocurre con tus meditaciones?- La voz de Buda se podía escuchar por todo el recinto.

    -Solo, trato de acostumbrarme a mi nueva vida- Su voz sonó lo más fría y neutral como pudo.

    -Al engañarme, solo lo haces a ti mismo-

    -¿Disculpe?- La duda, surgió se dio cuenta.

    -Últimamente, he notado que en tu corazón existen dudas y miedos- Se quedó callado un momento –También sentimientos muy negativos-

    -Solo son preocupaciones simples… Sabré manejarlas- Trataba de desviar la atención de aquello.

    -¿Cómo lo harás? Si ellas te están manejando a ti- Las palabras de su maestro, tan simples y a la vez congruentes –Lo que sientes, es algo que no deberías tener en tu interior-

    -Es inevitable- Dijo aquello con una voz firme.

    -¿Crees que está bien? Terminaras perdiendo tus verdaderos ideales como caballero dorado-

    -Eso jamás ocurrirá-

    -Ya está pasando-

    Era verdad, ocurría en ese preciso momento. No estaba meditando, no entrenaba de costumbre, incluso a su discípulo Shun el caballero de Andrómeda, que debía guiar, lo descuidaba, por estar pensando en su molesta contra Saga y en querer estar con Aries más tiempo.

    Cuando este, también dedicaba tiempo a entrenamiento de su alumno, pero aun así lo recibía gustoso, más ninguno volvía hablar de lo que sentía.

    Cosa rara, si me lo preguntan, pues… Habían tenido tanto acercamiento durante su batalla contra Hades y ahora, se limitaban a esas miradas y leves tactos que eran de manera coqueta entre ellos.

    Pero lo mejor se había perdido en sus mentes, un bucle temporal que se olvidó.

    Sus emociones no estaban del todo controladas, el amor, el odio, los celos una combinación frustrante para cualquiera y obviamente, no servía mucho, que el pelilila, fue amable con Géminis, incluso el día que este lo conto el otorgamiento de su perdón ante ese hombre que le quito todo.

    Desde ese día, se empezó a sentir desesperado, pensando en decirle sus sentimientos, pensar que no funcionara, o que no tuviera el mismo efecto.

    ¿Por qué siempre que tenía la oportunidad de ser feliz con Aries, algo se lo impedía?

    ¿Por qué incluso en esa vida, no podía ser feliz a su lado?

    Esa idea, se iba cada vez de él.

    Tal vez… Las cosas no podían funcionar de la manera que él deseaba siempre.

    Recordó cada momento que tomo el valor de hacer o decir sus sentimientos y siempre fueron situaciones que se lo impedían.

    De niños con la muerte del patriarca.

    De adolescentes, cuando fallo en su misión, lo beso… Pero no se volvió hablar de aquello.

    Ahora de adultos

    Las doce casas…

    En el momento del levantamiento de Poseidón

    La Guerra Santa…

    Cada momento en que pudo confesarse, en olvidar todo y hacer una reverenda locura con Mu, algo se lo impedía en sí.

    ¿El destino? No él no creía tanto en ello

    ¿La voluntad de algún Dios? Podría ser

    O solo… No había futuro para ellos…

    -Shaka… Shaka… Shaka…- La voz de Buda, sonaba algo más alta, trataba de llamar la atención de su discípulo.

    -¿Si?- Salió de su sufrimiento mental, se sentía cansado.

    -Toma tu decisión, pensando en lo mejor para todos- Aquello fue lo último que le dijo, antes de dejarlo solo.

    -¿Lo mejor para todos?- Dijo aquello en un susurro.

    Lo que fuera mejor para los demás, no le interesaba nada de eso…

    Sol quería lo mejor para una persona.

    -Tal vez… No soy lo que merece- Bajo su mirada.

    Pensó ahora, las veces que debió hacerlo sufrir… Sobre todo, justo en ese lugar, con su decisión de morir, para llegar al inframundo… Derramo aquellas lágrimas que debían mantenerse sagradas y no brotar.

    El recuentro, ese abrazo que tanto le agrado.

    Comenzaba a cuestionarse si el realmente lo merecía.

    -Los celos, es un veneno muy grande- Su voz apenas audible

    Estaba teniendo una desafortunada idea, su pensar estaba tomándola como posible correcta.

    -Le hice daño, con mis sentimientos… Puedo seguir haciéndolo- Tenia los pensamientos desordenados, y sus sentimientos un caos.

    Realmente, ¿Estaba dispuesto a renunciar a quien amaba? Por una tonta idea, que el mismo se la estaba creyendo.

    Que muchos infortunios que sucedieron, aunque provocados, sean una forma sutil de decirle que ese amor, no podría ser.

    O que al final solo terminaría haciéndole daño a Aries…

    Tenía conciencia, de lo que era capaz, de los celos como le consumían, cuando alguien estaba cerca de ese hermoso pelilila. Estaba mal, muy mal… Tratar con ello primero, podría ser una solución, pero… ¿Y mientras?

    Seguir la amistad, ¿Podría ser solo una situación temporal?

    Odiaba, que solo fueran amigos, el quería probar esos dulces labios de nuevo y tocar esa piel tan suave de sus manos.

    De nuevo el deseo, esos pensamientos que a veces el no controlaba, pero tampoco deseaba hacerlo.

    -Solo debo… Mantener la distancia un poco- Apretó sus parpados, no le gustaba esa idea.

    La sentía necesaria, por una otra razón, le aprecia bien… Ser solo amigos de la persona que ama, por este momento.

    ¿Si lo estaba pensando bien? Quien sabe

    ¿Qué le pasaba por la mente? Estaba confundido, por todo lo que le había dicho Buda, por sus propias corazonadas, por el deseo de no lastimarlo… Tal vez por su propia cordura.

    No habían hablado de nada de sus sentimientos, podría pasar.

    Pero había también un miedo, que debía tomar si iba por ese camino.

    Saga, no dejaría pasar esta oportunidad.

    Confiaría que el amor podrá ser fuerte.

    No podía más con ello, un descansó de sus pensamientos, era lo que necesitaba.

    Pero, existía algo en su anatomía, que le impediría sentirse cómodo, hasta que atendiera aquello.

    Detestaba ser tan débil ante esos pensamientos, pero solo con la imagen de Mu, llegaba a ello.

    En su habitación, al ir allí… Para poder recuperarse… Había algo que tenía oculto, buscaba cada noche.

    Lo suspiros, al tenerlo entre sus manos, tal vez solo eran sus propias ideas, su imaginación pro aun olía a él… Aun que hubieran pasado los años. Perteneció a su amado…
     
  15. Threadmarks: Capitulo 15 (Dolor)
     
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    ---Templo de tauro---

    -¿Cuánto paso desde la última vez que pudimos estar así de tranquilos?- Una voz roca y risueño se hizo resonar.

    -No mucho, creo que… Más o menos un año o un año y medio- Bebiendo un poco de té.

    -Pero está bien… Ahora podemos relajarnos un momento- Un suspiro de esta persona se hizo presente.

    -Tu eres el que debe estar más feliz- Lo señaló con el dedo anular.

    -¿Por qué?- Cuestiono confundido.

    Una risa leve se hizo notar –Tienes de vuelta a Aioros, eso debe traerte mucha alegría-

    El León sonrió, asintiendo con la cabeza –Si, es verdad… Me alegra que mi hermano volviera- Contempla su reflejo en aquella taza –Aunque… Es raro…- Esas palabras salieron más como un susurró.

    -¿Por qué raro?- Un Lemuriano miraba fijamente al castaño claro.

    De igual forma Alde, lo inspeccionaba con la mirada, el comentario les había confundido un poco.

    -No, no me malentiendan- Niega con la cabeza –Me siento feliz, por estar de nuevo con él, pero…- Cierra sus ojos y suspira cansado –Pase la mayoría de mi vida, extrañándolo, pensando que era un traidor, y después todo se resuelve, vuelvo a recordarlo ahora como el héroe que fue y… Gracias a Atena estamos juntos con vida…- Una mueca de desgano se detona en su semblante.

    -Es comprensible, es mucho que procesar aunque ya pasara casi un mes, no es fácil acostumbrarse a todo este nuevo entorno- El más grandulón de los tres agrego.

    -Se nota que Aioros, quiere recuperar el tiempo perdido- Sonríe tenuemente.

    -Sí, se la pasa todo el día en mi templo- Mostrado una mueca de fastidio –Sí que ahora e toma su papel de hermano mayor enserio-

    -Hahahahahaha es normal, al fin de cuentas eres su hermano menor- Toma un sorbo de su bebida.

    -Pero, no soy un niño, para que este pegado a mí- Cruza los brazos molesto.

    -Compréndelo, él no se perdona el haberte dejado solo- Los ojos de Mu, reflejaban una compasión trasmisible.

    Suspira algo molesto –No fue su culpa… Él tenía que hacer lo que debía…- Aprieta su mandíbula –El verdadero culpable de todo esto fue Saga-

    Aquella declaración, provoco que los otros dos presentes, se quedaran callados, mirándose entre sí, pues el león, tenía razón… Esa locura en la mente de Géminis había provocado todo este caos, que por obra y gracia de los bronces y su Diosa, se pudo arreglar. Aún existía mucho rencor en varios corazones, no todos podían perdonar de verdad.

    -Bueno… Aioria… Lo que paso, ya paso, no se puede estar enojado siempre- Trato de calmar el ambiente.

    -Eso lo dices, porque Saga, no te arrebato a personas importantes para ti- Calva su vista en el pelilila, que lo mira con atención -¿O me equivoco Mu?-

    Ambos ojos chocaron, el Lemuriano solo suspiro de manera cansada –No, no te equivocas…- Con un semblante serio y solemne –Pero, yo no quiero estar siendo consumido por el rencor toda mi vida-.

    Gira sus ojos, en señal de molestia -¿Qué significa eso? ¿Qué lo perdonas por haber asesinado al patriarca?-

    Asiente con la cabeza, mientras baja la mirada –Así es… Ya lo he hecho-

    -¡¡¡PERO MU!!!- Niega con la cabeza, mientras cruza sus brazos –Ese corazón tan “Bondadoso “Que tienes te ocasionara problemas-

    -No lo hice por el- Refuto de manera fría –Lo hice por mi… Debo curar las heridas que todo esto provocó en mi persona-

    -Ya, ya, tranquilos- Tauro usaba una voz un tanto más autoritaria, para que ambos se clamaran –Estamos aquí, para recordar buenos tiempos y sonreír a lo nuevo, no solo para discutir-

    Se sienta molesto, de nueva cuenta. Aldebarán tenía razón, no debían estar discutiendo por cosas pasadas. O por las ideas de su amigo, solo debía hacer lo mejor para sí mismo.

    -Bien, pero aun así yo no pienso perdonar a Saga tan fácilmente- Llevando esa taza hacia sus labios.

    -Nadie espera eso de ti- Contesto Aries de manera seria.

    -Y ¿A Shura lo perdonarías?- Esta vez fue Aldebarán que cuestiono al León.

    Bajo la mirada, no quería hablar de ese santo dorado, por ningún motivo, sentía mucha molestia, dolor y pesar al tenerlo en la mente.

    -Menos… Podría darle mi perdón- Suspira, dejando aquella taza en la mesa –tengo que hacer algo… nos vemos después-

    Dicho esto, fue desapareciendo por la parte trasera del segundo templo, su semblante cambio de aquel León enjaulado que aparentaba hablando de Saga, y al tocar a Capricornio, su mirar incluso reflejo tristeza.

    -¿Por qué le preguntaste eso?- Aries le dictaba una mirada de desaprobación.

    -Solo quería ver su reacción- Sonrió, cruzando sus brazos sobre su pecho –El pobre, no se da cuenta de nada-

    -Aioria… Se deja llevar más por sus sentimientos, pero sé qué hará lo correcto- Dedico una leve sonrisa, por donde su amigo se había dirigido –Al final se dará cuenta de lo que tiene enfrente-

    Tauro miro al pelilila, con una cara de suspicacia –Si, espero que lo haga, como otro- Le dedica una sonrisa burlona.

    Lo cual Mu, no entiende del todo, a veces las cosas muy obvia son pueden ser vistas, sin importar que las tengas casi al frente, o más bien… Más allá de esos templos.

    ---Coliseo---

    Un hombre de cabellos verdes, largos y esponjosos, caminaba por este campo en donde los jóvenes aspirantes a caballeros demostraban su fuerza y destreza en combate.

    En este lugar, se dirigía al valle de los recuerdos, de su época de joven. Recordando a cada uno de sus camaradas, las veces que combatió con ellos, entreno.

    Todo esto, se volvía tan ambiguo… Por su vida tan larga, acumuló pensamientos de dolor, de tristeza, amargura…

    Los suspiros de aquellos recuerdos, los sentimientos en aquella época… ¿Podria trascender el tiempo?

    Nunca lo hizo de manera valiente hablar de ellos… Jamás tuvo la oportunidad…

    Ahora podría hacer algo al respecto. Su deber seguía siendo patriarca. Sin embargo… Tenía la libertad de tener una vida más normal, lo que pudiera ser así.

    Le agradaba la soledad, se sentía bien en ella… Paso mucho tiempo así… Añorando tantas cosas, que se le prohibieron, el mismo las tuvo de negar, para que no existiera más dolor en su corazón, solo lo intensifico.

    ¿Podría ser feliz ahora?

    Ha vivido demasiado y aunque sea un excelente caballero, cuando vives mucho, comienzas a tener pensamientos peligrosos.

    Se sentó en una de aquellas gradas, que compartió en el pasado.

    -Una nueva oportunidad- Dejo escapara en un hilo de voz, mientras acariciaba ese lugar de piedra.

    Estando tan sumergido en su pensar, no pudo sentir quien se acercaba a él.

    -¿Recordando viejos tiempos?- Una voz tan energética se presentó a su lado.

    Lo cual provoco, una sorpresa en el como un pequeños alto que su cuerpo dio, pero que su corazón lo sintió como un revuelo.

    -Dohko… ¿Qué haces aquí?- Pregunto sin más, dándole una sonrisa angelical.

    Se sentó sin mucho cuidado a lado del patriarca –Solo quería revivir viejos tiempo- Le sonríe –Al igual que tu- Se inclinó levemente para atrás, apoyándose en sus brazos, mirando hacia ese cielo azul.

    -Entiendo… Es extraño- Miraba hacia el firmamento, con los ojos perdidos –No pensé volver a verte después de la Guerra Santa-

    Se ira a verlo, ye le da su mejor sonrisa –Yo sabía que te volvería a ver-

    Aquella actitud tan despreocupada de Libra, tan alegre, tan perfecta para él. Le provocaba un deseo muy grande de abrazarlo, darle un beso… Pero… No podía.

    -Shion- Llamo en un susurro.

    -¿Si?-

    -En esta vida… Seguiremos estando juntos ¿Verdad? ¿No te iras?- Lo mira firme, sosteniéndose en sus ojos –Por qué yo, no pienso moverme de tu lado jamás-

    ¿Por qué tenía que ponerlo nervioso, en una circunstancia así?

    Siempre hablaba sin pensarlo, pero lo hacía de todo corazón, era sincero en sus palabras sin más. No requería una respuesta, podría descifrar los deseos del peliverde solo con la mirada.

    -Te…tengo que irme- Se levantó de golpe el mandamás del santuario, para dirigirse de nueva cuenta a los templos.

    Le gustaba… Sus reacciones tímidas que tenía, aun le provocaba aquello.

    -Esta vez… No te dejare ir carnerito- Una sonrisa en su rostro, se dibujó sin más.

    Dos viejos corazón, que nunca se confesaron, pero tenían el amor presente oculto bajo la frase de amistad, que juraban proclamarse. No existía nada que no se conocieran, pero si faltaba el valor para decirse lo que quisieran.

    No había tiempo que perder… El hoy es el regalo que nos da la vida, por eso se llama presente.

    ---Días después---

    -Hola- Esa dulce voz, la bella sonrisa, la mirada alegre.

    Lo que él amaba, pero estaba a punto de perder.

    -Buenos días Mu- Su voz se notaba algo triste.

    -¿Cómo has estado?- De nuevo esa sonrisa, cerrando los ojos angelicales, acercándose a él.

    -Bien…- Noto que traía algo detrás de sí. -¿Qué es eso?- Cuestiono sin más.

    -Ho…- Rio tímidamente –¿Esto?- En sus manos que llevaba detrás de su espalda. Tenía una flor, más bien era un jazmín amarillo. La mostro ante Virgo, se sentía apenado, su rostro tenía un tono carmesí –Quería dártela…- No pudo decírselo a la cara.

    Aun teniendo los ojos cerrados, su meuca tenia sorpresa, y un sonrojo en sus mejillas algo leve se notó.

    -¿Por qué?- Su voz tosca, manifestó su duda.

    -Es que… Yo…- Se sentía muy torpe al hablar…

    Tenía las intenciones de decirle lo que sentía, lo había estado pensando y practicando tanto tiempo… Que lo necesitaba hacerlo.

    Pobre no recordaba, que aquello había pasado de una extraña manera en un recuerdo perdido.

    -Me… Me recuerda a ti…- Sus ojos esmeraldas, estaban con un destello por los nervios, pero el amor le daba fuerza.

    Aquello dio una punzada en su corazón, estaba pasando justo lo que deseaba, pero estaba temiendo… No estaba listo, preparado… Necesitaría todo su autocontrol, para no hacer una tontería.

    -Quiero que sepas… Que yo...- cerro sus ojos, apretando fuertemente el tallo de la flor –Te…A…-

    Sintió como las manos de Virgo se posaron en sus hombros, con una fuerza que apretaba, y temblaba un poco.

    Se toparon aquellas esmeraldas, con unos zafiros, que proyectaban tristeza e impotencia.

    Negó con la cabeza –No lo digas- Aquello fue soltado de golpe.
     
  16. Threadmarks: Capitulo 16 (Me Importas)
     
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    Mu se quedó sorprendido, por las acciones del rubio que en estos momentos se estaba comportando más distante de lo que quiera recordar

    -¿Por qué no? No… Tiene nada de malo- Comenzaba a sentir como su corazón se contraía, por cómo iba a llegar esa conversación.

    -No es necesario- Mordía su lengua, para no comer algún descuido.

    Pero como sufriría después al ver el resultado de sus acciones

    -¿No sientes lo mismo por mí?- Las orbes preciosas como esmeraldas, estaban amenazando con desbordarse, pero tenía su dignidad que aguantar más.

    No podía seguir mintiendo, estando al frente de Aries, entendía que aunque lo tratara de hacer fracasaría. Se apartó de su lado, soltándolo, dándole la espalda. No contesto en si la pregunta, pero si soltó algo más.

    -Sera mejor seguir como estas- Supero –Es lo mejor por el momento-

    Aquellas palabras, fueron como una lanza directo al joven corazón del pelilila, no podía entenderlo.

    Sabía que Shaka sentía algo por él, se lo confirmaban muchas cosas y que sus sentimientos los creía correspondidos.

    ¿Acaso todo fue una broma?

    ¿Un juego?

    O solo ¿Un capricho del caballero más cercano a Dios?

    Lo que fuera, no lo podía analizar en ese estado.

    Sus orbes se contrajeron, derramo las lágrimas que trataba de contenerlas, en pequeños hilos que bajan hacia sus mejillas, se cubrió la boca con la mano, apretando sus labios, para ya no decir nada.

    No iba a rogar amor, no pediría explicaciones cuando no las necesitaba. No se dio cuenta, había dejado caer ese pequeño presente que paso mucho tiempo en pensar para él. No le importaba ahora. Se retiró de Virgo, completamente derrotado ante una batalla que no pudo librar bien.

    -Perdóname…- Virgo, su voz un susurro apenas audible para él, con las lágrimas recorriendo sus mejillas.

    Pensaba que hacia lo correcto, evitar el sufrimiento más para Mu, mientras trataba de contralar lo que sentía.

    No se había dado cuenta a tiempo que provoco un dolor mucho más grande y un abismo entre ambos se estaba abriendo…

    ¿Aquello se podría reparara ahora?

    Bajaba los escalones, con rapidez, dejaba escapar esas lágrimas tan amargas desde el fondo de su corazón, aquel órgano se estaba rompiendo de una manera figurativa… Le dolía el pecho, pero no existía una herida lo suficientemente profunda para matarlo.

    Daba gracias a su Diosa, de que en el quinto y cuarto templo, no estuvieran sus compañeros, le valió muy poco en esos momentos donde estaban los guardianes. Podía llorar su dolor por el camino, en silencio sin cuestionamiento.

    Solo pensaba si Aldebarán estuviera en la segunda casa, el sin duda le pediría que le cuente ¿Qué le pasa? Cuando en realidad no quería hablar de esta situación con nadie.

    No se percató como, por ir en sumergido en su dolor, llego al tercer templo, camino rápido. No era digno de él, entrar sin pedir permiso, pero no quería ser percibido por nadie si se podía.

    Pero aquello no podría funcionar, aunque intento hacer que su cosmos estuviera bajo, para no ser captado.

    -Mu, ¿Qué te ocurre?- La voz de Géminis lo llamo.

    -Na…Nada…- Negó con su cabeza, dándole la espalda y tratando de limpiar sus lágrimas con sus manos, lo mejor que pudiera disimular, para girarse y darle una sonrisa forzada.

    Saga, se acercó quedando frente a él, conocía de alguna manera las formas de ser del Lemuriano, llamase prestarle atención, espiarlo o acosarlo, sabía mucho de su vida.

    -No lo trates de ocultar, Mu… ¿Qué te pasa?- Lo miro serio, clavando sus ojos de color Viridian en las esmeraldas preciosas del Lemuriano.

    -No ocurre nada- Desvió su mirada, no podía mentí cuando alguien lo miraba tan fijamente.

    Tomo la muñeca derecha del Ariano con su mano dominante, para que no se fuera, sin antes explicarle que le pasaba –Sé que mientes, te conozco…- Su voz se volvió un poco suplicante –Por favor Mu… Dime que te pasa… No me gusta verte llorar-

    La cercanía con Géminis, lo estaba poniendo un poco nervioso y esas palabras que le dedicaba, lo hacía incomodar, pero lamentablemente el grado de daño en su corazón, lo estaba haciendo flaquear, para revelar lo que le pasaba.

    -De verdad…- Baja su mirada, tratando de ocultar su rostro con su cabello –No tengo… Nada…- Este intento zafarse, pero el hombre de cabellos azul, no lo dejaría ir tan fácil.

    -¡¡¡SI NO FUERA NADA, NO ESTARÍAS LLORANDO ASÍ!!!- Le soltó sin más, de manera rápida y alta. Cuando de verdad se dañaba el corazón del carnero lila, sus lágrimas era la única forma de sacarlo. No gritaría, no golpearía o maldecía, era un ser tan puro y noble.

    Otras de las razones de que estuviera enamorado de él.

    -Saga… Por favor suelta- Aquello se escuchó en un hilo de voz, de parte de Aries.

    Al reaccionar, se percató que estaba ejerciendo mucha fuerza en la muñeca del primer guardián, tanto que estaba un poco roja. Abrió sus ojos de sorpresa, algo apenado, lo soltó sin más. –Lo lamento…- Ahora él estaba con una mirada triste y baja, al tratar de saber que le pasaba a Mu, el mismo le había hecho daño físico.

    -¿Por qué te importa tanto lo que me pase?- hora venia la pregunta interrogativa del Lemuriano, por esas actitudes de Géminis.

    -¿No me puedo preocupar por un compañero de armas?- Respondió de manera defensiva.

    Suspira, resignado, no estaba de humor para tratar con alguien más –Muy bien… Te preocupas por mi…- Sonríe de mala gana –Gracias, pero estoy acostumbrado a arreglar mis problemas yo solo- La voz del pelilila, se notaba de molestia.

    Lo perdono, era verdad… No quería cargar con ese resentimiento y odio, pero tampoco significaba que lo toleraría como algo más que un compañero de armas, ese era su pensar en estos momentos.

    ¿Podría cambiar?

    Suspiro, asintiendo con la cabeza –Discúlpame Mu, si tal vez me estoy metiendo en algo que no me incumbe, pero… No me gusto verte llorar- Dirigió su mirada al joven –Quería ayudarte… Solo eso…- Bajo la mirada apenado, parecía como un cachorro regañado o daba la apariencia de ello –Deseaba de alguna forma agradecerte que me perdonaras por mis errores- Le sonrío triste –Has sido el único de los dorados, que lo ha hecho- Su voz parecía apagada en esa última frase.

    Por alguna extraña razón, Mu se comenzaba sentir un poco mal por el Géminis, sintió su arrepentimiento al volver a la vida, cometió errores que sería imperdonables para los demás, incluso el mismo pensó que jamás podría otorgarle ese beneficio, pues acabo con la vida de su maestro y todo los males que cometió. Pero al final logro hacerlo, para bien del Géminis y el propio.

    Era pena ajena… Tal vez…

    -No tienes que agradecerme, por brindarte mi perdón- Dijo con una leve sonrisa –Dales tiempo… Eso es lo que se necesita en estas circunstancias- Trataba de animarlo y le puso la mano en el hombro, para brincarle apoyo.

    Aquel contacto que el menor estableció con él, le parecía algo realmente fascínate, hacía tiempo que no había logrado sentir su tacto, aunque fuera por sobre la armaduras, se sentía internamente feliz, por ese gesto. Que le brindará su perdón y ahora apoyo, le hacía pensar que mínimo tenía la oportunidad de que fueran amigos.

    -Gracias Mu- quiso tomar su mano, pero no lo logro. El Lemuriano la quito al verlo un poco mejor.

    -Debo irme Saga… Tengo… Cosas que hacer- De nuevo esa sonrisa triste, que no engañaba a nadie.

    -¿Algún día me podrías contar que te pasa?- Preguntó, su mirada dejaba ver su preocupación.

    Callo un momento, no tenía ganas de hacer promesas que tal vez no cumpliría, a su punto de vista… Alguna vez fueron amigos, todos, pero… En estos momentos no podría aceptarlo como algo más que no fueran compañeros de trabajo.

    Pero ver esa cara y la mirada suplicante, algo se movió en su corazón, se recordó a sí mismo en varias ocasiones y sobre todo cuando trataba con un rubio…

    -Sí, puede… Que más adelanté te lo cuente- Niega con la cabeza –Pero no es nada importante, creo que incluso te aburrirán mis problemas- No era bueno para cambiar de tema con algo gracioso.

    -Para mí si son importantes- Dejo escapar aquello de su boca, con un tono serio, pero con toques de preocupación.

    Esto provocó un asombro en el Lemuriano, pero solo eso. Su corazón volvió a sentir el dolor del desprecio que corrió por parte de Virgo, ya no quería seguir hablando con nadie.

    Solo asintió y se fue del lugar, las lágrimas volvían amenazar con salir de sus ojos, por alguna razón, que digiera esas exactas palabras que de niños una vez Shaka le dijo, le causo un estrujamiento en su alma.

    Y aun debía atravesar el templo, que si Tauro se encontraba, sabía que estaba perdido, Aldebarán le haría preguntas hasta que este cediera y le contara toda la verdad.

    El peli azul, miro con ensoñamiento por donde el pelilila se había marchado, sintió de verdad hermoso tenerlo en su templo, aunque el verlo llorar por unos instantes y su cara triste, le hizo hervir la sangre, haciéndose una idea de quién era el culpable, de que esos bellos ojos derramaran lágrimas.

    -Ya te vi- Una voz masculina se hizo sonar en su propio templo.
     
  17. Threadmarks: Capitulo 17 (Complicado)
     
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    Se impresionó un poco, girándose de dónde provenía, solo para toparse con un hombre muy similar a él.

    -Kanon… ¿De qué estás hablando?- Se portaba digno como el caballero que era, ante lo dicho por el gemelo.

    -Oye, Mu es muy joven para ti, búscate a alguien más de tu edad- Le dijo eso con una sonrisa de burla en sus labios, le encantaba fastidiar al mayor de ellos y ver aquello, le dio entender por quién suspiraba su gemelo.

    -¡¡¡¿DE QUÉ DEMONIOS HABLAS?!!!- Se alteró ante la broma, no deseaba que supiera sobre sus sentimientos.

    -No te hagas el tonto- Cruzo sus brazos por encima de su pecho, mirándolo con triunfo –Miras a ese corderito, como si fueras un lobo a punto de atacarlo- Dejo escapar una risa socarrona.

    Estaba enfadándose -¡¡¡CÁLLATE KANON!!!- Se sonrojó un poco, pues era lo que de verdad quería hacer, pero se controlaba -¡¡¡NO DIGAS TONTERÍAS!!!-

    -Si son tonterías, ¿Por qué te sonrojas como tomate? Jajajajajajajajajaja- La burla seria eterna sin dudarlo.

    EL mayor solo suspiro y se encamino a su habitación, para ignorar al hombre de cabellos azul cobalto, no tenía ánimos de seguirle la corriente, tenía cosas más importantes que pensar.

    Como, el averiguar ¿Por qué Mu lloraba? y esa respuesta estaba en el sexto templo.

    Estaba atravesando el segundo templo, a su parecer no había nadie por allí a la redonda. Sintió alivio, por ello. Podría llegar a casa, tranquilo y dejar escapara su tristeza. No se preocupaba por que su aprendiz lo pudiera ver, el niño estaba con los bronces entrenando y posiblemente juegue un poco con ellos.

    Se alegraba en el fondo, que Kiki actuara como un niño de vez en cuando, se lo merecía.

    Sin embargo, aprecia que su suerte era toparse con todo el mundo en esas circunstancias.

    Quien no quería ver, estaba llegando al templo.

    Y noto lo que quería ocultar.

    ¿Cómo era posible conocerlo tan bien?

    No existían secretos para su mejor amigo, ni para quien lo vigilaba en la distancia.

    -¿Qué te ocurre?- Alde pregunto, sin más.

    -Nada, nada…- Negó con su cabeza, no de nuevo tener que fingir estar bien…

    Por extraño que parezca ese amigo, era con el único que podía desahogarse, sacar su dolor, sin que lo juzgara, al final alguna vez lo hizo.

    Pero dejo escapara el llanto, estando de pie, alejado de su amigo, solo llorando en silencio.

    -¿Tuviste algo problema con Shaka?- Pregunto, no por maldad, sino porque lo conocía…

    Ese nombre, el del hombre que le acababa de romper el corazón, sin siquiera dejarle decir de una manera apropiada su sentir.

    Solo asintió, no podía hablar con claridad.

    -Bueno, tu mejor que nadie sabes que dice cosas sin de verdad sentirlo- Le regalo una sonrisa –No le hagas caso y veras que se le pasara pronto-

    Niega con la cabeza –El… Me rechazo- Se lo dijo sin más.

    -¿Qué?- Se sorprendió, no creía a su amigo capaz de hacer aquello -¿Te le declaraste?- Cuestiono de verdad, no pensaba que eso pudiera pasar.

    Asintió, apretando sus labios, puños y de igual forma sus ojos, para hacer que las lágrimas se detuvieran, no funcionaba, el dolor solo fluía y se dejaba escapar.

    -Ay, Mu… Lo siento mucho- Trataba de reconfortarlo, dándole unas palmaditas en la espalda, era bueno con las palabras no con las acciones.

    -No lo sientas, no es tu culpa- Siempre pensaba en el bienestar de los demás, antes que el propio, incluso si era para hacerlo sentir mejor.

    Tauro, veía con tristeza a el Lemuriano, pobre no aprecia el mismo por la inmensa tristeza que se denotaba en sus ojos.

    -Ni siquiera es culpa de Shaka, yo no debí… Ir a decirle lo que siento…- Suspira cansado, con una sonrisa forzada –Fue mi culpa por ilusionarme en algo que no era cierto-

    El fortachón, se rasco un poco la cabeza, le daba mucha pena ver a su mejor amigo en esas condiciones, pero debía animarlo de cualquier forma posible.

    -Mira, no te sientas mal… Puede que algo le pasara y estuviera… Molesto… Se le pasara- Sonrió por intentos de ánimo.

    Niega con la cabeza –No, no lo creo- La mirada verde del Lemuriano se fijó en el suelo –El… Ha hecho estas cosas antes, cuando nos volvimos a reunir, a veces no tenía ánimos de estar con nadie…-

    -Pero contigo siempre fue muy amable- Se quedó pensativo unos momentos –No entiendo que le pasa-.

    Aldebarán podría ser el único que conociera los sentimientos de ambos por el otro, de parte de Mu pues se le notaba desde pequeño y alguna vez le conto algo de ello. Con virgo era diferente, siempre había sido celoso con quien estuviera cerca de Aries, eso llevo a varios problemas.

    No comprendía, que pasaba por la mente de Shaka, pero hacer llorar a su amigo, no era una opción que aceptara.

    Y pensó… Si, tal vez… Logrará que ese rubio torpe, notara lo que pudiera perder, se daría cuenta y volvería a rogarle a Mu, que lo perdone.

    Aquello lo imagino rápidamente. Los celos son lo mejor para darte cuenta, si de verdad quieres algo o no… Aunque podría ser contraproducente.

    Había que intentar algo.

    -Mu, no te pongas así- Palmeaba su hombro –Sabes, hay otros peces en el agua, podrías intentar…-

    -No, eso sí que no podría hacerlo- Suspira cansado –Shaka, fue la primera persona que he amado tanto, que no creo poder amar a nadie más… No podría serle infiel… Aunque no seamos nada-

    Sería inútil, el borreguito lila, demasiado puro e inocente, fiel a un amor que parecía complicado hacerlo realidad.

    ¿En verdad existen personas que puedan ser fieles aunque no sean nada de quien amen?

    Esa era la pregunta que Tauro se hacía, en fin… Apoyaría a su amigo en lo que pudiera, pero… Tendría que darle una pequeña lección a Virgo de alguna forma.

    ---Templo de Escorpio---

    -Milo… ¿Podemos hablar?- Una voz algo dudosa cuestiono aquello.

    Una mirada de un par de ojos azul verdosos, se fijaron en el de forma amenazante -¿De qué quieres hablar?-

    Suspira, no era bueno hablando y ahora debía hacerlo, pues él era el interesado en ello -¿Pasa algo entre nosotros? Últimamente te he notado raro… Y… Quería saber si ¿Estás enfadado por alguna cosa?

    El peli morado, lo observo por unos instantes y luego cambio su vista para otro lado –Pues no, no me siento enojado contigo- Mostraba algo de pesadez en su voz.

    -Entonces… ¿Por qué no has venido a verme a mi templo?- Desvía la mirada, mientras se cruzaba de brazos algo sonrojado -Como antes lo hacías-

    -Ho ¿Eso era?- Frunció el ceño, se sentía enojado de verdad

    Aquel cambio radical de humor, lo hizo levantar su mirada, en el hombre que se enfrentaba a su presencia.

    -¿De qué hablas?- Su sorpresa aumentaba por ver su rostro molesto.

    -¡¡¡TU SIEMPRE ESPERAS, QUE YO VALLA A BUSCARTE, A ROGARTE CON MI AMISTAD!!!- Apretaba la mandíbula, y los puños -¡¡¡PUES LAS COSAS YA NO VAN HACER ASÍ CAMUS!!!- Dejo escapara ese grito tan fuerte.

    El acuario, solo lo miraba extrañado… Milo, no era de enojarse de repente, salvo por algún motivo, pero no entendía… Que ocurría con él.

    -Milo…- Puso sus manos enfrente, haciendo una señal de que guardara la calma –Por favor cálmate, solo quiero hablar de manera tranquillo... Yo…-

    No termino de hablar, cuando Escorpio, lo sujete ambas manos con fuerza, encarándolo, directo a los ojos –Vete de mí templo… ¡¡¡AHORA!!!-

    -¡¡¡¿QUÉ?!!! ¡¡¡¿ME HAS CORRIENDO?!!!- No comprendía que sucedía, pero rápidamente pensó en que tal vez no se había disculpado por lo sucedido con lo de Hades y eso le estaba molestando.

    Valía intentarlo, quería estar bien con Milo, aunque fuera como amigos, si era posible.

    -Oye… Disculpa… Si te oculte sobre ser subordinados de Hades, pero… Era necesario, no es para tanto- Sus palabras sinceras, pero acidas, no era lo mejor para tratar con la cólera de un Escorpión.

    Bajo su mirada, aun sosteniendo las manos de contrario –Solo lárgate de aquí…- Aquella voz salió como un simple hilo de palabras.

    -¡¡¡¿PERO QUÉ DEMONIOS TE PASA?!!! ¡¡¡NO TE COMPORTAS COMO EL MILO DE SIEMPRE!!!- Estaba ya enojado por el carácter de este hombre.

    -¡¡¡PUES YA NO SOY EL MISMO DE ANTES Y DEBES ENTENDERLO!!!- Le soltó las manos con brusquedad, dándole la espalda.

    -Bien, si quieres que me valla, me iré. No vuelvo a preocuparme por ti- Se giró para irse fuera del lugar.

    -Como si alguien realmente te preocupara- Lo dijo algo fuerte, para que el otro escuchara.

    Y su cometido dio frutos, Camus alcanzo a escucharlo, pero por una extraña razón, no quería regresar a defenderse. Le estaba molestando el pecho, una punzada en su corazón comenzó a darle molestia, que prefirió irse a su templo.

    Se sentía como un animal enjaulado, dando vueltas en su templo, sin saber que hacer o decir.

    En las últimas semanas de haber revivido, comenzó a sentir cucha ira contra ese mago del hielo, tanta que no podía contenerla al estar cerca.

    No comprendía porque… Pero algo en su interior le decía que debía estar así…

    Aquello le frustraba, lo menos que quería hacer es lastimar a Camus, pero no podía controlar esa ira en su interior. Le quemaba eso, cada día… Le aprecia agobiante y doloroso, que pasaba las noches llorando, por aquel sentimientos.

    Quería estar en esta vida a lado de su peli aguamarina, pero no podría… Sin siquiera querer gritarle o decirle palabras de desprecio, aprecia que algo en su corazón o cabeza, no entendía de donde provenía le impidiera estar con él.

    -¿Por qué me haces sentir así Camus? ¿Qué paso entre nosotros, para que este así?- Se agarra con fuerza la cabeza, mientras se dejaba caer al piso de golpe, sus lágrimas surcaban su cara, pero su ceño fruncido seguía presente.

    Le dolía todo este asunto, deseaba arrancarse ese sentimientos de tajo, pero ¿Cómo calmar el enojo, si ni siquiera sabes bien que lo causa?

    Pasaría otro día en ese estado, le carcomía ahora como había corrido a su amigo, de Escorpio, pero era necesario lo sentí así.

    Por otra parte, Acuario regresaba cabizbajo a la decimoprimera casa, su mente solo rumiaba una y otra vez, sobre que le estaba pasando a ese bicho idiota, como solía llamarle.

    Le extraña tanto verlo de esa manera, tan furioso, tan mal, pero solo con él.

    Ya no se acerba en los entrenamientos para platicar, ya no le decía sus tontos chistes, sin gracia, ya no parecían amigos. Solo compañeros y no más.

    Prefería pasar tiempo con Kanon o con el viejo maestro, antes de estar a su lado.

    Pero siempre lo había alejado, con su pésima actitud, deseaba estar solo y ahora que lo estaba, se arrepentía mucho.

    El pensando que era una amistad lo que sentía, cuando en su corazón las palabras dictadas eran otras y mucho más fuertes, no les haría caso… Pero entonces… ¿Por qué sentía ese dolor tan grande, por los desprecios de Milo?

    El solo pensaba que extrañaba su compañía… A tal grado de irse a “Humillar” Para preguntarle ¿Qué pasaba?

    Si se refería a su traición por Atena, e la guerra santa, no creía que fuera para tanto… Le había perdonado en esos momentos, al enterarse… Pero se sentía tan culpable, al recordar ese rostro que tenía antes una alegría tan grande, con las gruesas lagrimas que le dedico cuando este portaba la sapuris.

    -Milo, pensaba que entendías lo que hacíamos- Dijo aquello en un susurro, llegando a la entrada de Acuario. No le apetecía hacer nada, solo llegar y tumbarse en algún lugar del recinto.

    Quería pensar con claridad, que podría hacer… Para tener el perdón de Escorpio.

    ---Templo de Capricornio---

    -Entonces, le dije… Si subes allí arriba, yo no te poder bajar, jajajajajaja- Dejo escapara una risa sonora, ante su mal chiste.

    -Sí, sí, si… Muy gracioso hermano- Giraba sus ojos y negaba con la cabeza.

    Le paso el brazo por los hombros, para despeinarlo –Ho vamos Aioria, no seas tan serio- Sonríe animado –Eso no le queda bien a los jóvenes como tú-

    -Ja, te acabas de llamar viejo a ti mismo- Sonrió algo malicioso.

    -Oye, mi juventud será más grande que la tuya, pero aun soy un adulto joven- Refuto el comentario.

    -En dos años llegaras a los treintas, ya no eres un joven adulto- Dejo escapara una sonrisa sínica, le gustaba un poco molestar a su hermano mayor.

    Mínimo el León, se había acostumbrado a pasar tiempo con Sagitario, aunque no tenia de otra.

    -Buenas tardes, Aioros y Aioria- Sonrió levemente un hombre de cabellos verdes cortos.

    Sonrió animado al ver a Capricornio –Buenas tardes Shura, perdón por no pedir permiso en tu templo- Se rascaba la cabeza –Pensábamos que no estabas-

    Niega con la cabeza –No te preocupes, estaba ocupado y acabo de llagar hace poco-

    El mayor, noto que su hermano tenía una cara de pocos amigos, frunciendo el ceño, dirigiéndose al poseedor de la Excalibur, incluso de noto que no había saludado al guardián del templo.

    -Aioria, no seas maleducado y salúdalo como se debe- Aunque tratara de ser agradable, aun debían estar los modales que le enseño de pequeño.

    Suspira, molesto, con los brazos cruzados –Con permiso- Se fue sin más del lugar, no quería tratar con ese hombre y mucho menos aguantar su presencia.

    -Oye, Aiora ¿Qué te pasa?- Intento ir detrás de él, pero se percató de la mirada triste de Shura.

    Suspira resignado –Perdónalo, debe estar fastidiado de mis malos chistes- Sonrió un poco, para relajar el ambiente.

    -No pasa nada- Baja su mirada, entristecido por la actitud de la persona que quería –Creo que no me ha perdonado… Por lo que te hice…-

    Hizo una mueca de pena –Solo dale tiempo, tiene que perdonarte algún día o… Bueno… Tal vez no- Decidió mejor callarse, podría complicar las cosas, si seguía así.

    Niega con la cabeza –Esta bien, si no me quiere perdonar… Lo tolerare- Sonrió fingidamente. –Si me disculpas… Quiero ir a tomar un baño… Adiós-

    Capricornio se fue alejando a paso lento, no era de hablar con nadie de sus sentimientos, ni siquiera a sus amigos más cercanos, siempre se reservaba su sentir.

    Sin embargo Sagitario lo comprendía completamente. Pues él también estaba padeciendo un mal de amores, pero lamentablemente él lo había vivido casi toda su vida, desde muy corta edad.

    -No eres el único que es dueño de un corazón no correspondido- Bajo su mirada, como si tratara de buscar a quien le rompía sus sentimientos cada día en los templos descendientes.

    Parecía que las cosas para aquellos con un sentimiento de amor, no saldrían bien en esta vida… Pues… ¿Tal vez, algo se los impedía ser felices o eran ellos mismos? Esa era la cuestión.

    Bueno no para todos, esto podría ser clasificado como malo. Ya que dos caballeros dorados estaban recuperando el tiempo perdido, aunque no era exactamente una amistad lo que estaban planteando.

    ---Templo de Cáncer---

    -Oye, florecita... ¿Te parece bien si esta noche voy a hacerte compañía?- El cangrejo propuso esa petición indecorosa al peli célese.

    Este gira su cabeza, de manera indignado –¡¡¡TU SOLO PIENSAS EN SEXO DEATH MASK!!!-

    Demostró una sonrisa socarrona -¿Cómo no quieres que piense en eso? Si estás muy tentador.- Este comenzó a tocarle de manera descarada la pierna.

    Aunque le gustara y deseaba que fuera la noche, debía portarse como la diva que era en realidad.

    -¡¡¡YA CÁLMATE!!!- Quieta la mano traviesa de su pareja -Si sigues así, te mandare a dormir a fuera con el perro y sin cenar- Cruzando los brazos, molesto.

    Confundido, por el reclamo -¿Cuál perro?- Lo miro extrañado.

    -Hay ya solo es un decir, no lo tomes enserio- Se quedó un momento pensativo.

    -Ya veremos si en la noche lo haces- Volvió a posar esa sonrisa coqueta.

    -Oye… Death…- Llamó en un susurro al hombre junto a él.

    -¿Qué?- Contesto de manera cortante, como lo hacía siempre.

    -¿No has notado a los demás más extraños de lo normal?- Miraba hacia afuera del templo.

    Cáncer se quedó confundido, pensando un poco en esa pregunta de su pececito.

    -Pues, la verdad…- Niega con la cabeza –No, yo los noto exactamente igual- Sonrió sin más.

    A veces este sujeto, podría ser un verdadero dolor de cabeza, desespera a cualquiera, y un torpe cuando quisiera.

    Suspira resignado, cuestionándose ¿Por qué lo amaba? –Ashh… Olvídalo…- Frunce el ceño.

    -Muy bien, entonces… ¿Dónde nos quedamos?- Se le volvió a acercar, queriéndolo acorralar.

    -Sin sexo por una semana- Se aparta de él, para regresar a su templo.

    Death Mask, se quedó boquiabierto, no comprendía que había hecho mal, para que su novio se enojara de repente -¿Qué fue lo que hice ahora?-
     
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    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Entusiasta

    Aries
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    13 Junio 2024
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    Escritora
    Título:
    El Sol De Jamir (ShakaXMu) Yaoi ShaMu
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    Género:
    Romance/Amor
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    34
     
    Palabras:
    2915
    Las cosas parecían que no iban a mejorar, aunque pasara un tiempo.

    Se habían tomados más distancias entre los mismos.

    Tantos sentimientos, tanto dolor y nada que hacer.

    Pero también existen aquellos que toman esas oportunidades para hacer de las suyas y ganar terreno en corazones ajenos.

    ---Coliseo---

    Se encontraba el pelilila entrenando con su joven aprendiz, algunas técnicas básicas de defensa, para lograr hacer el muro de cristal.

    Trataba de ocupar la mente lo más que pudiera, no deseaba subir su mirada hacia el sexto templo.

    Aquel niño le alegraba sus días, que se habían vuelto muy grises últimamente.

    -Maestro Mu… ¿Lo estoy haciendo bien?- El pequeño pregunto, buscando la aprobación del mayor.

    Eso logro sacarlo de ese trance en el que se encontraba.

    Fijo su mirada en este –Si, solo posiciona tus brazos de una manera más alta, y abreces desde el centro hasta las orillas- Procedía hacer la mímica, para que su alumno le siguiera.

    Kiki, asintió con al cabeza y trataba de marcar los mismos movimientos previamente indicados.

    Lo miraba atento, para cerciorarse que entendiera y marcarle cualquier error. Por su concentración, en aquello no sintió ese cosmos familiar que se acercaba a él.

    -Veo, que esta mejorando tu discípulo- Esa voz grave que llegaba a desconcertar en varias ocasiones.

    Se gira levemente para ver al expectante que tenían –Si, bueno él es un excelente alumno- Sonrió levemente, para dirigirse al niño.

    -Lo veo claramente, después de todo tiene un perfecto maestro- Sonrió, con un leve sonrojo en su cara, mirándolo de manera sensual.

    -¿Heee? Gracias- Una leve mueca de pena se puso en su rostro, ese comentario y esas miradas las sintió algo fuera de lugar.

    Pero estaba tratando de llevarse mejor con ese hombre de cabellos azules, después de todo, salvo por Aioros y el, nadie casi hablaba con él. Y eso le daba algo de tristeza, quería animarlo un poco, tal vez así se ayudaba el también.

    Suspiro levemente –Oye, Saga- Su voz sonaba realmente amable.

    Dirigió su mirada hacia el Lemuriano, que le estaba dedicando una sonrisa. Como amaba ese rostro verlo, hacia latir su corazón desbocado.

    -Dime-

    -¿Me acompañarías a ir con Afrodita?- Una pregunta simple, no tenía mucho significado para él. –Tengo que ir por su armadura, por alguna extraña razón… No se ha sentido muy bien últimamente- Le dedico una sonrisa sencilla.

    Aquello lo alegro en gran medida, que ese pequeño corderito lo estuviera invitando a pasar más tiempo con el. Podría confirmarle que tendría una oportunidad.

    -Sí, claro que si… Te acompaño- Sonrió sin más, un sonrojo leve se hizo presente en el rostro del hombre.

    Noto el sonrojo en el hombre, pero no le tomo mucha importancia, a veces pasaba cuando estaban juntos, solo negaba que podría ser a causa de su presencia.

    -Gracias, Saga- Otra sonrisa, y su mirada se concentró en el pequeño Lemuriano.

    Géminis, estaba en verdad feliz, Mu lo aceptaba ahora mucho más fácil. Habían pasado tiempo juntos con mayor frecuencia, desde ese día que lo vio llorar. Odiaba haberlo visto así, pero agradecía en cierta forma, pues eso le dio la oportunidad de acercarse a él.

    ---Templo de Tauro---

    -Últimamente, tu hermano pasa mucho tiempo con Mu- Aldebarán, estaba con los bazos cruzados, recargado en uno de los pilares de la entrada del templo.

    -Sí, lo he notado- Levanta sus hombros –Pero, bueno veo que al Lemuriano le agrada su presencia-

    -¿Crees de verdad eso?- Cuestiono al géminis menor.

    -Sí, pues si realmente no le agradara la presencia de Saga, no permitirá que se le acerca- Lo mira de reojo –No creo que alguien aguante a otra persona solo por cortesía, menos a mi hermano-

    Niega con la cabeza, cabizbajo –No conoces del todo bien a Mu-

    Gira sus ojos, con la señal de que realmente no le interesaba el tema –No, puede que no… Pero la verdad, no tengo intensiones de averiguarlo- Sonríe sínicamente –Tengo cosas más importantes que hacer-

    Lo mira de burlonamente, con una mueca que enfatiza más –¿Cómo ir a ver a ese juez del inframundo?-

    Aquella pregunta, hizo sonrojar a Kanon completamente, parecía un tomate maduro, poniéndose nervios y frunciendo el ceño -¡¡¡¿DE QUÉ DEMONIOS HABLAS?!!! Yo no voy a ir a ver a nadie y me ofendes que digas algo así- Empieza su caminata para salir del santuario –Yo mejor me largo-

    Dejando al Brasileño riendo sonoramente, por la forma de reaccionar del hombre de cabellos cobalto, le daba bastante gracia.

    Sin embargo cuando estuvo solo, comenzó a analizar aquella situación en la que se encontraba su amigo. Entendía que Aries, no era descortés para ignorar a alguien, siendo muy amable no pasaría, pero de eso a ya estar pasando más tiempo con Saga, le parecía muy extraño y más por la conversación que tuvieron.

    -Espero… Que estés pensando bien las cosas Mu- Frunció el ceño, a él tampoco le agradaba mucho Saga, para su amigo, pero si este estaba pasando algo con el… Pues ni modo a apoyarlo era lo que imaginaba.

    ---Templo de Libra---

    -Gracias por acompañarme- Sonrió, mientras cargaba la caja donde descansaba la armadura de Piscis.

    -No agradezcas, al contrario…- Baja la mirada un poco, con un leve sonrojo –Gracias por invitarme a venir contigo-

    Niega con la cabeza –No digas eso, solo quería pasar tiempo con un amigo- Con toda la intención hizo un énfasis en amigo.

    Géminis noto aquello, sonrió con un poco de tristeza, pero mínimo tenía algo que lo usaría de pretexto, la amistad del Lemuriano, podría tenerlo cerca.

    -¿Qué le ocurre a Afrodita?- Pregunto para cambiar de tema.

    -Cierto, lo note… Algo agitado y parecía muy cansado…- Pensativo el de ojos verdes –Incluso vi que tenía ojeras, muy raro en el-

    -Lo más extraño, es que Death Mask, lo estuviera cuidando- Mientras seguían caminando, se le hacía extraño que Cáncer se preocupara por alguien.

    -¿Por qué es extraño?- El pelilila, lo cuestiono intrigado, con un rostro de curiosidad.

    -Death Mask, no es del tipo que se preocupe por nadie, solo por sus bromas de mal gusto- Dijo aquello con el ceño fruncido, recordó las bromas que el Cáncer le jugo, sin darse cuenta que esta era su forma de darle la bienvenida al lado bueno de vuelta.

    Niega con la cabeza –Yo creo que él está preocupado, porque es su amigo, el que está enfermo- Sonríe fijando su vista adelante –Nadie puede ser tan malo, como no tener a alguien que le importe de verdad- Esas dulces palabras, que solo Aries podría trasmitir, hacer que hasta el corazón más duro se pudiera ablandar, ese era como una bendición y maldición en su persona, pues el suyo, era más frágil.

    -Dices unas hermosas palabras- Esa sonrisa, que antes podría transmitir miedo e intimidación, quería darle a entender al Lemuriano que por él se preocuparía siempre.

    Sin embargo esas palabras no llegaron a Mu, pues al estar enfrente de Virgo… empezaba a sentirse nervioso, preocupado y triste. Si bien la subida, había estado tranquila, pues no se toparon con el guardián de esta, sin embargo su cosmos en esta ocasión se estaba notando. Había hecho su mayor esfuerzo, para no volverlo a incomodar, o fastidiar con su presencia.

    Por inercia, bajo su mirad, sentía tanta tristeza en su corazón, pero no lo demostraría con lágrimas, esa era la razón por la cual le pedía a alguien que lo acompañará cuando tenía que subir más allá de la sexta casa.

    Mínimo pensaba que de esta forma, no tendría el valor de querer hablar con él, sentiría vergüenza si alguien más lo miraba, así.

    Aquel quien caminaba a su lado, noto ese cambio. No dejaría hacerlo sentir así, y de paso podría ir marcando territorio en lo que el rubio había perdido.

    Tomándolo del hombro con fuerza, para de alguna manera atraer su atención, esto funcionó.

    -Sabes, hoy habrá una lluvia de estrellas- Fijo su mirada un poco al frente, sentía pena por lo que estaba haciendo -¿Te gustaría verlas conmigo?- El sonrojo en su rostro estaba presente, nervioso, por la respuesta de un ser más joven a su lado.

    Esto saco por completo al pelilila de sus defensas, se sorprendió por esa invitación, no sabía que responder, aquello más sonaba como una cita y eso era que no estaba dispuesto a aceptar, con Saga… Eran amigos solo eso, no se debían confundir las cosas. Pero antes de poder contestar, alguien los interrumpió.

    -¿Que hacen pasando mi templo, sin mi permiso?- La voz de Virgo, sonaba seria, hasta se podría decir que molesta.

    -Ho- Sonrió de manera desafiante al rubio –Hola Shaka, disculpa, pero estábamos algo distraídos- Aun sujetando a Mu del hombro.

    Aries, se quedó algo estático, la presencia de Shaka, le producía un sinfín de emociones y preocupaciones, pero no le agrado que Saga diera a entender otra cosa.

    -Sí, ya me doy cuenta- Miro como estaban, aquello hizo hervir su sangre, frunciendo su ceño. –Mu, ¿Desde cuándo te llevas bien con Saga?-

    La mirada verde se clavó en dirección al rubio, al verlo molesto… No lo entendía, ¿Acaso le molestaba que fuera amigo de Saga? ¿Por qué? Él no lo hacía con ninguna intención.

    -Solo somos amigos, ¿Por qué te importa?- Ahora cuestiono el temperamento del Hindú.

    Ahora Virgo, estaba entre la espada y la pared, pues sin contar que hace algunas semanas, había dicho que solo como amigos estaría bien, aunque lo amara con todas sus fuerzas y odiaba verlo tan cerca de Saga, teniendo el conocimiento de que este también amara al pelilila.

    No podrías reclamarle nada a alguien que tú mismo rechazaste por tu egoísmo vano, de pensar que sería lo mejor para ambos, cuando no puedes decidir por la otra persona.

    -Me importa, porque no te quiero cerca de él- Contesto de manera fría, como era su costumbre. Pero fue más su deseo de alejarlos que su cordura. Los celos dominaban la escena sin dudado.

    Aquel pelilila, solo se quedó estático, Virgo había dicho que no quería que estuviera cerca de Saga, pero… Ahora no podía pedirle nada de ello, pues este mismo le había dicho anteriormente que no podrían estar juntos, que fueran amigos… Por el momento.

    Se apartó del agarre del Géminis, para encargar al hombre que amaba con su corazón, pero que estaba siendo tan injusto y egoísta

    ¿Acaso no tenía derecho de solo tener una nueva amistad?

    ¿De limar asperezas con Saga?

    Al fin de cuentas era su vida y el decidía con quien estar o no… Shaka no podría impedirle hacer lo que deseara.

    Era raro, ver el ceño fruncido de Aries, pero esta vez sí que estaba plantando en su rostro, no solo el enojo, también tristeza y desesperación -¡¡¡¿CON QUE DERECHO ME DICES ESO?!!!- Dejó escapar aquella pregunta en un grito algo dolido.

    Esto tomo por sorpresa a ambos, que anteriormente se miraban retándose y calmando sus deseos de asesinarse en ese momento, posaron sus ojos en ese Lemuriano.

    -Mu, él no es una buena compañía para ti- Trataba de hablar con la mayor fluidez que pudiera.

    -¡¡¡¿Y tú si lo eres?!!!- Estaba mesto, pero aquellas esmeraldas reflejaban tanta tristeza, las lágrimas amenazaban con salir, pero lo encaraba como podía. –A lo que mi respecta., yo puedo hacer lo que se me venga en gana, no tengo por qué pedir tu aprobación- Suspira bajando la mirada –Tu y yo solo somos compañeros de armas-

    Decir esas palabras, le clavaban en el alma, pero tenían razón. Y Shaka no podría hacer nada, el mismo lo planteo desde el inicio, su manera de alejarse de él y que de igual forma Mu tuviera que aceptarlo, le había roto el corazón y ahora que estuviera pasando tiempo con alguien que ahora lo consideraba como un amigo, a él no le parecía y quería que se alejara.

    Pero nunca es bueno, tratar de pedir algo a alguien, cuando tú mismo te quitaste el derecho de exigir alguna explicación o pedir algo.

    Lo sujeto con fuerza, los brazos, para que no se alejara. Lo podía ver fijamente a los ojos, no quería perder esas bellas joyas, pero ya lo había hecho.

    -Mu, por favor…- Abrió sus parpados, ara suplicarle con la mirada que ahora lo escuchara.

    Parecía que el amor que quería encerrar estaba volviendo hacer de las suyas, por celos, por miedos, pero su deseo egoísta de un bien común, había causado estragos en un corazón inocente.

    -Shaka, suéltame- El agarre de Virgo era fuerte, y desesperado –Me estas lastimando- Aunque aquello solo le causara algunas arcas de manos, el dolor no era tanto físico, si no sentimental.

    El tercero en esa discusión, hizo acto de presencia, para alejar las manos del rubio.

    -Shaka de Virgo, Mu te ha dicho que lo sueltes- Ahora sujetando uno de los brazos del rubio, para soltarlo del otro.

    Aquello le molesto tanto, que se separó de Aries, para enfrentarse a Géminis.

    -No te metas en esto Saga- Una mirada retadora se plantó en su rostro.

    -Me meto, porque lo estas lastimando… Y eso no lo voy a permitir- Frunciendo el ceño, le devolvía aquel mirar.

    Ambos cosmos ardían con una gran intensidad, sin duda no tardara que sus demás compañeros se diera cuenta y vinieran a ver que ocurría.

    Aunque ambos hombres, quisieran en ese momento partirse la cara, por su rivalidad en el ámbito de amores, Aries no lo permitiría, nunca ha sido un ser que apruebe la violencia y menos si es algo relacionado con él.

    -¡¡¡BASTA!!!- Su voz parecía más una súplica que un pedido.

    Tanto el peli azul como el rubio, giraron su vista al Lemuriano, ese tono de voz que uso, era sin duda inusual.

    Niega con la cabeza, deja escapara un suspiro lastimero –Vámonos Saga- Quería salir de ese templo, se sentía algo culpable, que el Géminis estuviera en esta situación, por su culpa, pues él le había pedido que lo acompañará.

    Una sonrisa triunfante se dibujó en los labios del peli azul, en cierta forma, parecía que Mu hubiera tomado su decisión, al decidir irse.

    Aquel Hindú, no lo podía creer, ¿Enserio el había escogido estar a su lado que con él?

    Se sentía aún más un perdedor, como nunca antes lo había experimentado, pero insistir y rogar no era parte de su naturaleza. Aunque en su interior lo deseara hacer.

    Pues… ¿Qué le costaba? Lanzar su mejor ataque “El tesoro de, cielo”, Quitarle los cinco sentidos a Saga y de esa forma quedarse a solas con Mu, pero… No lo haría.

    Aunque verlos irse, sin decir nada, le estaba carcomiendo el alma, quebrando el corazón y rompiendo su cordura.

    Lo que había visto, lo que hizo, incluso la advertencia que le dieron. Todo esto, era real.

    -Te perdí…- Fue el susurro que dejo escapar.

    Aunque uno fuera sonriendo de oreja a oreja, el otro solo sumido en sus pensamientos, tratando de ocultar el dolor que aquello le había provocado.

    -Lo siento…Yo… No debí pedirte que fueras conmigo- Sonaba afligido.

    -No te preocupes, fue un placer haberte acompañado- Pensaba que lo pasado en el templo de Virgo, le dio más terreno en el corazón ajeno, por eso se acercó a él, de una manera algo seductora, aun estando en las escaleras parados, buscaba la cercanía.

    Lamentablemente para Géminis, el corazón de ese joven, ya tenía dueño y aunque doliera tanto cada día, seguiría amándolo.

    Posiciono sus manos delante de Saga, impidiéndole de estar forma que se acercará –No, no creo poder acompañarte a ver las estrellas…- Desvió su mirada.

    -¿Por qué aun lo amas?- Pregunto, temiendo la respuesta que ya sabía -¿Aunque te lastime?-

    -Es difícil de explicar, pero… No quiero malos entendidos…-

    -Ya entendiste mis sentimientos ¿Verdad?- Encara al menor.

    -Sí, debo decir… Que… No puedo corresponderte- Suspira, fijando su vista hacia Virgo –Pero, yo lo amo mucho y no quiero darte falsas esperanzas de algo que jamás ocurrirá- Sentía mucha pena, por decir aquello, no quería herir a nadie, como él estaba siendo lastimado, pero era necesario dejar todo en claro.

    Dedico su sonrisa más forzada –Entiendo cómo te sientes, así como no puedes dejar de amar, yo no pudo dejarte de amar de repente- Toma la mano de Aries –No me daré por vencido, para obtener tu corazón-

    Niega con su cabeza, con una sonrisa decepcionada –Deberías dejar eso, te soy sincero, nunca dejare de quererlo- Soltaba su mano –Pero puede que encuentres a alguien que de verdad pueda corresponderte- Comenzó a descender las escaleras.

    Se quedó unos segundos quieto, pensando en esas palabras, pero su corazón no se detendría por ello, se giró para verlo, aunque fuera de espalda -¿Aun seguiremos siendo amigos?- La cuestión, parecía más una súplica que una pregunta.

    Dando media vuelta, para verlo, sonrió de manera sincera –Claro que sí, pero no te hagas ideas erróneas… Por favor-

    Asiente solemnemente –Gracias-

    Así Mu se adelantó en su caminata, mientras Saga, aun se mantuvo allí, sin hacer movimiento. La confesión que deseaba darle no fue como esperaba, y más por que este se había dado cuenta, sin duda fue demasiado obvio en sus acciones y palabras, nada sutiles.

    Pero algo de lo que tenía fama Saga, es que no se detendría para obtener lo que desea. Eso incluye a la persona que más amaba en este mundo.
     
  19. Threadmarks: Capitulo 19 (Presa)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

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    ---Alrededores del Santuario---

    Aioria se encontraba entrenando solo, había pasado mucho tiempo escondiéndose de su hermano mayor, para que lo dejara un momento en paz y al fin lo había logrado.

    Estando enfrente de ese agujero que había dejado su hermano en aquella pared de rocas, hace tantos años, antes de que pasara ese golpe de estado de parte de Saga.

    Fue su refugio tantas veces en su niñez, adolescencia y parecía que aun podía ser en su adultez.

    Ahora aquellos recuerdos doloroso, parecían que se esfumaban, tenía una sonrisa en su rostro. Las cosas habían estando mejorando mucho.

    Sin embargó llevaba un pequeño pesar en su corazón, que jamás admitiría, aunque su vida dependiera de ello.

    Pero existía un sentimientos, como una corazonada, que le decía que faltaba algo en su existencia, además que había estado buscando el dije que Atena le devolvió, al recuperar el santuario, el recuerdo de su hermano, en aquella época. No lograba recordar que había pasado con ese objeto de tanto valor.

    Trataba de vivir su vida, tranquilo así que ignoraba lo que le aquejaba, pero era imposible cuando, quien más le molestaba, dolía, estuviera rodando cerca de él.

    -Aioria, ¿Puedo hablar contigo?- Una voz de súplica de parte del décimo guardián, se hizo presente.

    Suspiro desganado, mirando de reojo al peliverde, se giró sin más, listo para irse de ese lugar, como muchas veces se había escapado de esa manera de una plática suplicada.

    Aunque la paciencia de Capricornio no debe ser retada tantas veces.

    Se había fastidiado, que Leo siempre lo ignorara o estuviera evitándolo.

    Había pensado tantas veces, el no hacer nada, sería lo correcto, dejar que su amor se marchitara, total esa persona lo odiaba, pero algo dentro de él, le gritaba que se esforzara, que fuera más listo y obedeciera sus instintos.

    No era una persona delicada en su trato o forma de hablar, así que reaccionar por inercia era algo que podía hacer, sin mucho esfuerzo.

    Sujeto la muñeca del castaño, con fuerza, para que no escapara, pero de igual manera lo acorralo contra aquellas rocas, dejándolo contra ellas y enfrente de su cara la mirada penetrante que le dedicaba.

    -¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?!!! ¡¡¡SHURA!!! ¡¡¡DÉJAME IR!!!- Aiora, forcejaba, no le gustaba sentirse como presa.

    Su mirada siempre mostrándose fría, ahora tenía un destello cálido, que combinaba bien con sus ojos color jade, fijos en los apagados verdes del León –No, hasta que me escuches- Fue lo que dijo de manera firme.

    -No tengo nada que escuchar de ti, ¡¡¡DÉJAME!!!- Estando tan colérico, por estar contra su voluntad en aquel lugar, y más por que quien lo sujetaba era el hombre que detestaba.

    Si alguien no te quiere escuchar, tus palabras pueden que no tenga valor para esa persona, a veces las acciones son la mejor opción que puedes tener, demostrar lo que de verdad quieres y sientes, puede causar más motivación.

    Como dicen una imagen vale más que mil palabras.

    Aplicaba igual una acción.

    Siempre siendo un hombre tan serio, tranquilo, fiel a su deber como caballero, ahora tenía en su mente solo una orden de su corazón y era, que demostrara lo que sentí a ese hombre que ama.

    Aun sujetándolo, por las muñecas, teniéndolo acorralado de esa manera, se acercó sin más a su rostro y le robo un beso en esos labios de un tenue rosa.

    Aquello sorprendió al quinto guardián, sus ojos bien abiertos, los labios capturados y el sin poder moverse, no comprendía porque aunque sitiera tanto odio hacia Shura, estaba disfrutando el beso.

    Una sensación que pensaría que fuera por primera vez, se sentía nostálgico para ambos, era extraño, tenía un sabor agridulce, pero adictivo.

    No podía corresponderlo, no se lo dejaría su mente, aunque sus sentimientos le rogaban que no se apartara.

    Se había cansado de este juego, sin duda. Haciendo uso de su fuerza como Capricornio, lo empujo con brusquedad. Así separándose de ese beso.

    -¡¡¡¿QUÉ TE PASA?!!! ¡¡¡¿POR QUÉ ME ESTAS BESASTE?!!!- Sus mejillas estaban teñidas de un color rojo, podría ser vergüenza o enfado o a la misma vez ambas.

    -Dijiste que no tenías nada que escuchar de mí, por eso te bese, para demostrártelo- Su rostro estaba levemente rojizo, con la mirada planteada en el contrario.

    -¡¡¡¿ESTÁS LOCO?!!! ¡¡¡NO TE VUELVAS A CERCAR A MÍ!!!- Dijo aquello completamente enojado y su cosmos se levanta de manera aterradora, pero podía sentir como algunas lágrimas de sus ojos brotaban, no comprendía porque estaba así.

    ¿Un beso tiene esa fuerza?

    Para lastimarte en vez de darte placer.

    -Lamento mucho lo que paso, perdóname por haber matado a Aioros- Aun viendo el estado del León, no temía a lo que pasara, había muerte dos veces, incluso si ello significaba que algo así pasara, estaría bien. Pero mínimo que fuera escuchado por él. –Solo seguía órdenes, pero sé que no es excusa-

    Se cubre sus oídos con ambas manos, no quería escucharlo, estaba teniendo un revuelo de emociones, unos más complicados que otros, algo con lo que su joven corazón no podía tratar ahora

    -¡¡¡YA CÁLLATE!!! ¡¡¡NO TE QUIERO OÍR!!!- Estando tan colérico, se enfrentó al mayor.

    ¿Por qué lloraba?

    ¿Por qué sentía ese vacío en su ser?

    ¿Qué demonios había provocado en el ese beso?

    En vez de haberle parecido horrible o asqueroso, le había gustado tanto… Una parte de él, quería más y otra solo deseaba decapitarlo y alejarse.

    -No puedes alejarme por siempre- Ahora el peliverde, estaba frunciendo el ceño -¡¡¡YA NO SOPORTO ESTAR LEJOS DE TI!!!-

    -¡¡¡NUNCA HEMOS ESTADO JUNTOS DE NINGUNA FORMA, NI SIQUIERA COMO AMIGOS DESDE QUE TE VOLVISTE UN MALDITO ASESINO!!! ¡¡¡NO SABES CUÁNTO TE ODIO POR ELLO!!!- Grito sin más, al darse cuenta de sus palabras, no se retrataría, pero si llevo una de sus manos a la boca, otra vez ese sentimiento que le decía que estaba cometiendo un error.

    Bajo su mirada, esas palabras que temía escuchar, pero que estaban allí, le acababan de quebrar su alma, pero siendo aun así, una mueca también muy ajena en ese hombre –Y tú… No sabes cuánto te amo-

    No podría creer esas palabras, Shura no era así. Pero lo odiaba y por qué ahora, sentía más ese sentimiento que quería destruir.

    Negó con la cabeza, y comenzó a alejarse del lugar -¡¡¡ESTAS MAL, NO PUEDES AMAR AL HERMANO DEL HOMBRE QUE ASESINASTE!!!-

    -Entonces… ¿Explícame por qué lo hago? Y ¿Cómo logro sacarte de mi corazón?- Exclamo el capricornio.

    Aiora ya no lo quería escuchar, ni ver, ni siquiera saber que aun existiera, se fue sin más de ese lugar. Sintiendo tanta confusión en su corazón y mente, incluso nauseas podría sentir por ese conflicto interno que estaba experimentando.

    Ambos corazones, un depredador natural siendo intimidado por el amor de una presa que había tenido el valor de acorralarlo y besarlo. De alguna forma demostrando sentimientos que no debían existir.

    No por que fueran dos hombres, si no por lo ocurrido en el pasado.

    Pero el corazón no entendía de rencores, ni odio, cuando el amor puede abrirse paso a mayor medida.

    Aún lejos, ambos estaban experimentando un fuerte dolor de cabeza.

    Shura trató de guarda su equilibrio, apoyándose entre las rocas del lugar, mientras que Aiora se encontraba de rodillas, sufriendo por ese mal.

    Relámpagos de imágenes en sus mentes comenzaron a presenciarse, momentos que ambos compartieron, pero no de niños, si no siendo ya adultos, en un lugar que les aprecio muy frio, incluso podrían sentirlo.

    Experimentaban miedo, frustración, ansiedad, tristeza, pero algo más que era compasión, perdón, amor…

    Al final una imagen de ambos, sonriéndose, tomaban sus manos y dándose un beso. Antes de que algo pasara y fue hay el corte de todo ello.

    No compendian que era eso, estaban sudando frio, agitados, parpadeaban como si hubieran tenido un sueño. Sus cabezas latían con una intensidad que se les clavaba ese dolor.

    Aun lejos, ambos lo sentían.

    ¿Qué significaba todo ello?

    ---Aposentos de Atena---

    La perturbación de ambos cosmos, pudo llegar hasta su Diosa, que de inmediato pensó que algo malo pasaba con sus dos caballeros.

    Pero al sentir que se calmaban con latencia, solo quedo pensativa.

    -¿Acaso están recuperando sus memorias?- Sonrió tenuemente, pero ello cambio cuando volvió a sentir, el odio y tristeza de ambos.

    -¿Por qué no volvieron a como era antes? ¿Así como ocurrió con Death y Afrodita?-

    Así es, la diferencia de por qué esos dos se sentían bien, consigo mismos y la persona que aman, era porque siempre se habían llevado bien, de manera caóticamente estable se podría explicar, cuando en esta vida nueva se confesaron sus sentimientos, y una acción que lo develo, pudieron recordar aquello de Asgard, pero en lugar de estar bloqueado como en muchos, solo parecía que hubieran olvidado ello levemente, no causando un impacto tan grande como en los ahora implicados.

    -¿Qué hace falta? No quiero que sufran- Suplicaba en sus aposentos aquello, para ser escuchada de nueva cuenta.

    -Ya te había dicho antes, aunque suene como una tontería de los cuentos de hadas, solo se puede con esa bobería- La Diosa que hizo presencia con su cosmos de manera leve, para no ser captada, respondió de mala gana.

    -Pero ellos se amaban, ¿Acaso no es suficiente?- Cuestiono, pidiendo una explicación.

    Suspira desganada –Mira… Imagina que todos están bajo un cruel hechizó, que solo se romperá con el primer beso de amor verdadero- Hizo una mueca de desagrado, para aquella chica, eso le aprecia algo ridículo. –Sé que suena estúpido, pero así son las cosas-

    Atea, solo miro fijamente aquella figura apenas visible en el entorno –Pero… ¿Eso de verdad funcionara para todos?-

    Cruzo sus brazos algo preocupada –Funciono para Cáncer y Piscis, así que creo que podría- Se dio media vuelta, dándole la espalda a la peli morada –Pero recuerda, las cosas que funcionan para algunos, puede que no sirva para todos-

    -Eso es lo que me temo- Bajo su mirada tristemente.

    Aquella pelirroja, le dedico una sonrisa, palmeándole la cabeza, aunque estuviera más baja que Atena –Solo confía, el amor puede ser la cura para casi todo mal-

    -¿Casi?- Confundida -¿Para qué no podría ser cura?-

    -La gripe… Creo que allí, no se necesita más que cuidar de uno mismo y medicamentos- Subió sus hombros en respuesta –Debo retirarme, recuerda la diferencia de horarios-

    Dicho ello, así como apareció tenuemente, se volvió a disolver sin más, dejando a la mujer de nuevo sola.

    -Gracias Amaterasu, lo tendré en cuenta- Dedico una sonrisa a la nada.

    La joven Diosa, tomo unas hojas de papel, un bolígrafo, tomo asiento y empezó a redactar, algunos puntos importantes, estaba sumamente concentrada, debía hacer algo al respecto. Podía sentir el dolor, la tristeza y el sufrimiento de todos ellos, y quería que aquello parara de una buena vez.

    Después de invertir una gran cantidad de tiempo, realizo un organigrama, para poner su plan en marcha.

    -Ahora, solo espero que funcione correctamente- Levanto el papel admirándolo por completo en su rostro se notaba.
     
  20. Threadmarks: Capitulo 20 (Bosque)
     
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    ---Días después---

    Suspiraba cansado, revisando algunos papeles sobre su escritorio, se tocaba el hombro, por el agotamiento que presentaba.

    -Espero que les vaya bien en esta misión- cerraba sus ojos, últimamente se sentía adolorido de su cuerpo, tal vez demasiado estrés.

    -Si quieres te doy un masaje- La voz del caballero de Libra se hizo presente en la sala patriarcal, mostrando una sonrisa amplia y acercándose al pontífice.

    -Eso no sería apropiado- niega con la cabeza, sonriendo por el comentario.

    -Jajaja, ¿Desde cuándo ayudar a un amigo, es o no es apropiado?- Se acercó por detrás del peliverde y comenzó a tocar sus hombros.

    Aquel tacto aun con la túnica, le ponía nervioso, era algo tibio y reconfortable.

    -Dohko… ¿Has venido a algo especial?- Pregunto, pues si expresaba lo que sentía de verdad tendría la cara roja de vergüenza y no era digno del patriarca.

    Seguía masajeando aquellos hombros de la persona que amaba en secreto, sabía que provocaba una reacción en él y le encantaba probar sus límites, pero no era el lugar –Solo quería peguntarte si, pasarías a mi templo más tarde-

    Suspiraba, por aquel masaje, se sentía bien… -No creo… Tengo muchas ocupaciones y…-

    -Ho vamos Shion, por los viejos tiempo, hace mucho que no hablamos los dos solos y quiero ponerme al día contigo-

    ¿Cómo era posible, que ese tono de voz, entre dulce y sensual, surtía el efecto deseado?

    También quería estar lo máximo posible, ese castaño, le provocaba tanta felicidad, la cual tuvo que ser negada en el pasado y en el ahora, podría resultar, solo dependía de el mismo.

    Un leve tinte rojizo en esas mejillas se apodero de ellas, pero asintió tranquilo –Esta bien… Después de cumplir mis deberes, iré a Libra- Sonrió con pena.

    Sus ojos se iluminaron, aprecia un niño emocionado, hasta abrazo por detrás al peliverde, el cual aun estando en el gran asiento del patriarca, sintió que la fuerza lo haría caer.

    -Do…Dohko, cuidado… Nos vas hacer caer-

    -Me alegra tanto que aceptaras- Aunque el trono patriarcal le estorbaba un poco, pudo posar su cara en la cabeza del Ariano mayor.

    Aun el tiempo que ha transcurrido, no ha hecho que cambiara su corazón, jamás se atrevería a traicionar sus sentimientos, los cabellos verdes, desprendan un delicioso aroma, jazmines… amapolas… Olía tan bien, que no pudo negarse a la tentación de aspirar más.

    -¿Qué estás haciendo?- Sonrió como ese chino hundía su cara más en su esponjoso cabello, le causaba escalofríos pero de manera agradable.

    -Hueles realmente bien…- Parecía hipnotizado por la fragancia de su amigo de años.

    Aunque le gustaría seguir con ese momento y ver a donde los llevaba, sabía que dentro de cualquier momento los cuatro caballeros dorados que había citado, harían uso de presencia y podría todo verse mal.

    Haciendo uso de su voz autoritaria, y poniéndose de pie de igual forma, para alejarse del agarre –Dohko, será mejor que te vayas hacer los deberes que te pedí, para que tengas la tarde libre también- Parecía que estuviera haciendo un leve puchero, no quería pero debía tranquilizarse ambos.

    Aunque le desagrado es, saber que lo tendría para el solo más tarde, le hizo aceptar aquello, pero eso no significaba que escaparía de él, después. –Está bien, nos vemos en mi templo más tarde-

    Salió por la puerta principal, le regalo una sonrisa de aquellas que solo él podía provocar tanto nerviosismo en su ser –Le tengo que decir, lo que siento…- Dejo escapar un suspiro –No puedo seguir callándome estos sentimientos-

    Noto como aquellos cosmos se estaban acercando, aunque… No los captaba muy tranquilos que digamos, parecía como si dos de ellos, estuvieron deseando matarse y los otros dos, se notaban realmente tristes.

    Solo unos segundos fueron los que pasaron, para que los cuatros entraran al recinto del patriarca, posicionándose enfrente de este, haciendo la reverencia por respeto.

    Aunque los cuatro saludaran al unísono al pontífice, podía notar que sus timbres de voz eran diferentes a lo que cotidianamente halábamos.

    Sentía necesidad de investigar un poco más, después de todo lo preocupaba lo que sucedía, más porque su alumno estaba implicado en ello, pero la orden de Atena había sido clara. Y debía limitarse a ello, pues esta misma se lo advirtió.

    Cosa rara, la jovencita, no era así de autoritaria ejerciendo su poder como Diosa.

    -Buenos días caballeros- constando el saludo, siguió camino hacia el gran escritorio, tomando un pergamino en sus manos, para dictarles la nueva misión que debían cumplir los cuatro.

    Otra cosa más rara, una misión para cuatro caballeros dorados, sin duda algo muy malo debía ocurrir.

    -Los he llamado hasta aquí, para darles su nueva misión que deberán cumplir de manera inmediata- Aclaro su voz un poco, de hecho no había mucha información de la misma, salvo la ciudad, el tiempo que se les daría y ya.

    -Nuestra Diosa Atena, ha sentido un fuerte cosmos maligno proveniente de unas de las ciudades cercanas, más precisamente Santorini, a lo cual me ha pedido que específicamente ustedes cuatro vallan a investigar- Al terminar solo los miro de manera fija a los cuatro.

    -¿Qué clase de cosmos malignó, es el que ha sentido la señorita Atena?- Pregunto Sagitario.

    Suspiro, sabía que los jóvenes preguntarían aquello, pero no el miso tenía esa respuesta –No podría especificar aquello, salvo que es necesario que vallan a investigar-

    No era normal una explicación tan vaga de parte del patriarca, pero era lo que había por el momento, solo debían acatar la orden y salir de manera inmediata como se les ordeno.

    -Por lo tanto, les pido que tengan sumo cuidado, ante todo estén atento y cuídense entre ustedes- Dijo esto de manera seria, pero con un tanto de preocupación, al fin de cuenta en algún momento él fue quien cuido de todos ellos.

    Estos dorados, solo asintieron, y se retiraron de manera igual respetuosa, saldrían lo más rápido posible, pero eso no quería decir que su misión llegara hacer placentera para nada.

    -¿Nos vemos en Aries, para partir?- El primer guardián propuso aquello, pues al fin de cuenta, todos llegarían a sus templos primero para levar lo que necesitaban, y el seria el ultimo.

    -Está bien Mu, allí nos vemos- El castaño acepto la propuesta sin más, con una sonrisa.

    -Si- Un rubio malhumorado contestó de manera cortante.

    -Por mi está bien- Confirmando aquel peli azul.

    Dicho esto, todos bajaron a sus respectivos lugares, cada quien llevaría lo indispensable, y rápidamente para reunirse con los demás.

    Salvo por Aioros, los otros tres tenían un conflicto entre sí, que se notaba mucho.

    Pero para el pobre castaño de la cinta roja, las cosas tampoco serian fáciles, amaba tanto a Saga, que había aceptado hace mucho que estuviera enamorado de Mu, y a este no le guardaba rencor alguno, no tenía la culpa de nada. Aunque fuera amarga su vida, dejaría una sonrisa en sus labios para enfrentarla.

    No paso mucho, rápidamente se encontraron en donde habían pactado, y al estar todos, comenzaron así su recorrido a pie hasta Santorini.

    Todo estaba realmente con un ambiente muy denso, caminando de la siguiente manera, de izquierda a derecha, teníamos a Shaka, luego Aioros, seguido por Mu y al final Saga.

    Era normal que el rubio, muy apenas hablara en el santuario, y aunque fuera e grupo, no le gustaba hacer conversación para nada, además llevaba el pesar que la persona que ama, estuviera alejada de él, por el simple hecho de cometer el error de rechazarlo, le quemaba e verdad que prefiriera caminar a lado de ese Géminis que de él.

    Para el peli azul, las cosas no iban también, desde su confesión con Mu, este había estado de igual forma lago más alejado, quería dejar las cosas claras con él, no decíamos que no se hablaran, mínimo tenían mayor comunicación que el borreguito con Virgo, pero no eran conversaciones iniciadas por Aries.

    Mu iba en las mismas, no molestaría a Shaka, no daría falsas ilusiones a Saga, ya solo quería estar tranquilo con su vida, aunque estuviera solo y marchito su corazón, lo aceptaría total, no pasaba nada.

    -Que buen clima nos tocó… ¿Verdad?- Tratando de romper el hielo, con su sonrisa y sus ocurrencias.

    -Sí, está bastante agradable- Contesto Aries, no había problema con Aioros, él era alguien ajeno a todo el problema.

    -¿Qué crees que encontremos en Santorini?- Pregunto al único que le contesto su pegunta.

    -Puede que sea algún ser errante o entidad como tal- Pensativo ante aquello –Debe ser algo muy fuerte para que Atena, quiera a cuatro caballeros de nuestro rango-

    -Tsk, estando todos juntos no habrá ningún problema en derrotar lo que sea- Por fin había hecho algún aporte a la conversación Géminis.

    -Tienes razón- Asintió el Lemuriano.

    -No debemos de bajar la guardia como quiera, puede ser peligroso- Agrego Sagitario, girándose hacia el rubio -¿Qué opinas Shaka?-

    Solo miro de reojo –Nada- tan frio como hielo estaba actuando.

    Pero, ¿Lo pueden culpar? El mismo estaba viviendo las consecuencias, por sus miedos y cobardía, por no aceptar lo que en verdad sentía. Sin embargó ya no estaba dispuesto a hacer algo al respecto, solo lastimaba mas a Aries, con lo que fuera y no debían seguir.

    Si lo que quería era a Saga, lo aceptaría, porque el mismo dio libre paso a ello.

    La contestación del rubio, dejo ya sin nada que agregar a Aioros, solo dio una risita nerviosa.

    El pelilila, baja su mirada, se sentía mal por Virgo, pero también él tenía su orgullo, no quería más conflictos.

    EL único sonriente era Géminis, estaba logrando algo, separarlos, poco a poco seria cuestión de tiempo para que Mu se fijara en él.

    Su incursión siguió como debía ser, Santorini se encontraba ubicada como una ciudad cercana al santuario, pero aun así era un viaje a pie de un día entero, en algún momento debían descansar, no porque lo necesitaran, pero era una orden dada por su Diosa cada que salían de misión, un descanso en la noche se les ordenaba, se preocupaba por ellos y insistía en tratarlo como humanos al fin de cuentas.

    Aun con todo ese caminar, todo el día, no lo sentían, debían preparase un campamento improvisado, realmente, solo necesitaban algunas ramitas para hacer algo de fuego, si deseaban algo tibio de comer, el dormir lo podrían hacer en el suelo, no les incomodaba, estaban acostumbrados a un trato más rudo.

    Cada uno tomo un camino diferente para ello, buscar un poco de madera, para hacer aquello, realmente era que no querían estar cerca en si los cuatro, bueno no exactamente, pero… Un tiempo a solas, después de esa atmosfera tan densa.

    -Tal vez… Debería hablar con el…- Suspiraba, mientras tomaba lo que buscaba del suelo –No debí contestar de esa manera, pero… Shaka, no entiendes como hace daño tu indiferencia… En… Mi…-

    Aries, seguía teniendo esa dialogo consigo mismo, se quería hacer el fuerte y el valiente, su instinto orgulloso, no era tan elevado como quería representar, pensaba que el tiempo curaría un poco ese daño, pero… No era posible, amar a Virgo, había sido de casi toda su vida.

    Sentía que debía darle una oportunidad para que se explicara, así lo sentía en su corazón… Pero no quería salir herido.

    Si solo dejaba que le digiera lo que no permitió aquella vez junto a Saga, tal vez podrían las cosas estar… Aunque fuera normales como antes, ya no pedía nada más… Podía el sellar sus sentimientos, como él lo hizo y seguir la amistad.

    Dejo escapar una leve sonrisa, estaba decidiendo algo importante, que podría traerle paz o más dolor, era momento de arriesgarse –Solo una oportunidad más… Se puede-

    Apresuro su paso, solo quería encontrarse con Virgo rápidamente, cuando te llegas alejar de algún lugar donde sientes presión, puedes dejar ver lo que realmente son tus emociones.

    Un cambio de ambiente ayuda a un corazón, a seguir lo que desea.

    Pero a veces existen más pruebas cuando se esta tan cerca del verdadero amor.

    -Mu, ¿Por qué corres así?- Fue cuestionado por quien menos deseaba serlo.

    -Ho, Saga… Por nada- Sonrió tenuemente, no quería perder mucho tiempo con ese hombre.

    -¿Podrías acompañarme un momento?- Sujeto suavemente el brazo del Lemuriano.

    -Lo siento… Saga, pero necesito hacer algo antes- Se zafo del agarre del mayor, retrocediendo un poco.

    -Lo que te dije aquella vez ¿Te incomodo mucho?- Tenia una mirada baja, reflejando la tristeza que su corazón sentía.

    -Sí, un poco…- Sintió mucha pena por Géminis, pero debía ser sincero.

    -Dijiste que podríamos seguir siendo amigos- Camino más cerca de Aries, deseaba acorralarlo.

    Automáticamente, dio algunos pasos para atrás, pero topo contra un árbol de aquel lugar, quedando entre este y Saga.

    -Se lo que dije, y lo podemos seguir siendo, pero… Quiero que te quede claro… Que…- Esta desconcertado, el peli azul, estaba acercando peligrosamente su cuerpo hacia el –Saga, por favor apártate… Esto, no me está agradando-

    Parecía que acataría su pedido, se aleo unos centímetros de él, sabía que cometería muy mal por lo que sus deseos le dictaban.

    -Esto, es lo que quiero evitar, que pienses que podríamos estar juntos…- Suspiro pesadamente –Saga, yo amo a Shaka, y es algo que no lo puedo cambiar, por eso… Yo…- No término de hablar, fue callado por un beso del tercer caballero de la orden dorada.

    Sin darse cuenta lo había aprisionado contra ese árbol, incluso lo que había estado reuniendo lo dejo caer por la sorpresa.

    Solo unos segundos pasaron, cuando pudo sentir un cosmos familiar, que aunque oculto, lo reconoció de inmediato reacciono, apartando con brusquedad a Géminis, cuando quería podría expresar una gran fuerza, suficiente para derribarlo.

    -Mu… Perdón… No puede…- Robarle un beso, era lo que deseaba y tal vez más, pero no lograría jamás capturar el corazón ajeno, cometió un error que no se lo perdonaría Aries.

    Limpio sus labios con el dorso de su mano, estaba realmente molesto, pero se notaba preocupado, girando su vista hacia donde sintió a aquel hombre.

    -Saga… No quiero que te me vuelas acercar más- Frunció el ceño y salió corriendo, alejándose del peli azul, que había perdido por completo lo poco que gano.

    -Soy un idiota…- Su voz se escuchaba demasiado decaída, posiblemente sintiera decepción de sí mismo y podría ser que deseara derramar lágrimas.

    -No debiste hacer eso-

    -Sé que no debí, pero no pude resistirme a sus labios- Contesto el que se encontraba en el suelo.

    -Siento mucho lo que paso amigo- Aunque le dedicaba una sonrisa, le dolía el sufrimiento ajeno.

    Niega con la cabeza –Debo aceptar que… Mu, ya ama a otra persona y aunque…- Dejo escapara algunas lágrimas, le dolía el rechazo del Lemuriano –Este lo lastime, no puedo hacer que sus sentimientos cambien, aunque lo ame con todo mi corazón-

    El amor te hace vulnerable, sin importar que tan fuerte seas, te hace cometer tonterías e idioteces, incluso perder tu dignidad en ocasiones, apoyar a quien amas para que sea feliz con otra persona.

    No contesto nada, solo le dio un abrazo al peli azul que se encontraba sangrando de su corazón el amor que tenía tantos años guardado.

    No hay palabras que ayuden a un corazón roto, pero tal vez si acciones.

    -Shaka… Espera por favor- Había logrado alcanzarlo, tomándole del brazo, con fuerza.

    No hubo contestación alguna, solo se dejó sujetar, aún tenía su cabeza abajo, su irada clavada en el suelo.

    -Escúchame… Lo que viste, eso no...-

    -No tienes que darme explicaciones- Quería sonar frio y serio, como era su costumbre, pero tenía un timbre demasiado triste, para ocultarlo.

    -Sí, si tengo… Saga…- Estaba angustiado, quería aclarar aquello, no era verdad nada de lo que vio.

    -Por favor, no digas su nombre…- Apretaba sus puños, odiaba lo que acababa de ver, Mu había sido besado por el… No importaba lo que había pasado antes, el escogió a otro. –Si es lo que quieres, está bien… Espero que te haga muy feliz-
     
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