El regreso de la bestia

El regreso de la bestia

Capítulo 1 : La primera víctima

Un aullido rompió el silencio de la noche, los pájaros, anidados anteriormente en los árboles, huyeron despavoridos. Ángela estaba asustada, atemorizada incluso. Aquel paseo nocturno por el bosque tras la pelea con su madre no fue una buena idea. Se desplazó lentamente, atenta a cualquier signo de peligro, pero no ocurrió nada. A los cinco minutos se sentía tranquila, pensando que aquel ruido había sido solamente una mala pasada de su imaginación. Sin darse cuenta, se había adentrado en lo profundo del bosque, y, desorientada, se asustaba cada vez más. Ante un seco sonido, como el crujir de un palo al romperse, se giró y preguntó con un trémulo hilo de voz:
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Pero no hubo respuesta. Ángela siguió buscando una salida, pero al contrario que eso, llegó a un claro, desde allí se observaba la luz de la luna y las estrellas y, en el centro, había una roca, una gran roca con un árbol sobre ella. Pensó que ese sería un buen lugar para buscar el camino de vuelta, así que comenzó a trepar. Seis metros más arriba, en un rellano de la roca, Ángela estaba fatigada y cansada, pero decidida a volver como fuese a la ciudad. Una hora después llegó a la cima de aquella roca. Entonces fue cuando, mientras observaba el bosque en busca de alguna luz que le guiase en su camino, descubrió que aquella escalada había sido el mayor error de su vida. Una enorme criatura, similar en forma a un lobo pero más grande y de color azabache, se acercaba desde el suelo. Ángela temblaba, notaba como fallaban sus rodillas, pero, entre sollozos, pudo gritar:

-¡Socorro, por favor, ayuda!

Ante su total impotencia e incapacidad de huir, no tuvo más opción que observar como aquella bestia, con los ojos inyectados en sangre, enseñando sus colmillos y con el vello erizado se le acercaba con la única intención de despedazarla allí mismo. Rezó por que aquella bestia cayese en la escalada y muriese, pero por mucho que rezase, sabía que no iba a ser así, que ese era su territorio. Y así fue, la bestia subió ágilmente y se acercó lentamente, como para disfrutar más del momento. Un paso, dos segundos de espera y otro más… así hasta que estuvo a dos metros de Ángela. Entonces se lanzó sobre ella…

Un grito desgarrador recorrió el aire, Ramón y su abuelo, que vivían en la parte de la ciudad contigua al bosque lo oyeron. Ramón, conmocionado y asustado le preguntó a su abuelo:
- Abuelo, abuelo ¿qué ha sido eso?
Ramón se abrazó a su abuelo por el miedo, este le devolvió el abrazo y le dijo:
-Lo más probable es que haya sido otra de las víctimas del Chupacabras, pero tranquilo, aquí estamos a salvo; por ahora…