El príncipe de la muerte Bueno, aquí va lo que sería el epílogo de esta historia. Espero que os guste y os pique la curiosidad para que la continue, de modo que espero comentarios. Nero clavó sus fríos ojos de color turquesa en el hombre que yacía muerto a sus pies. Echó una mirada fugaz al despacho en el que se encontraba, deteniéndose en el escritorio. Se acercó a él. Allí estaba el portátil del hombre al que acababa de asesinar. Sacó su propio portátil de su maletín y lo colocó sobre el escritorio. Conectó ambos portátiles y busca los datos que le habían llevado hasta allí. No le llevó mucho tiempo encontrarlos. Los copio a su portátil y se marchó de allí sin que nadie se percatase de su presencia. Otro trabajo impecable. Se sentó desganadamente en su Corvette negro. Estaba cansado. Lo único que quería en aquellos momentos era regresar al hotel en el que se hospedaba y darse una buena ducha fría. Pero parecía ser que aquello no iba a ser posible, ya que la luz del buzón de mensajes de su busca estaba encendida. Dejó escapar un largo suspiro. Por lo que parecía, su jefe no se cansaba de darle trabajo. Giró la llave de contacto, y el motor rugió. No había nada que le gustase más en el mundo como el rugido del motor de aquél coche. Lo cierto es que no le gustaba nada más, ya que nunca le habían educado con esos fines. Lo único que le habían enseñado desde que tenía uso de razón, era matar. Por eso era conocido como el príncipe de la muerte. continuará...
Re: El príncipe de la muerte Ola Hace ya varios dias que lei el epilogo siento mucho no haberte posteado Me gusto como lo relataste se ve que va a estar demaciado interesante. Voy a estar siguiendo tu historia de cerca. Saludos
Re: El príncipe de la muerte Aquí va el primer capítulo. Capítulo 1 Melinda se despertó con un sudor frío recorriéndole el cuerpo. Fuera aún era de noche. Se levantó de la cama y fue a la cocina en busca de un vaso de agua. Cuando salió de la cocina, tuvo la extraña sensación de sentirse observada. No se atrevió a encender la luz de su habitación para comprobar si sus temores eran ciertos. Lo cierto es que ni tan siquiera podía moverse. Intentó relajarse, ya que la misma sensación de pánico que se había apoderado de ella y la había obligado a despertarse estaba comenzando a aparecer de nuevo. Transcurrieron cinco largos minutos antes de que reuniese el valor suficiente para encender la luz. Dejó escapar un largo suspiro cuando comprobó que allí no había nadie. Miró en dirección a la ventana, que estaba abierta. -Juraría que la había cerrado-Dijo yendo hacía ella para cerrarla. Una corriente de aire frío le hizo estremecerse. Echó una ojeada a la calle antes de cerrarla. La gente se veía ridícula desde el séptimo piso en el que vivía. -Seré estúpida… mira que pensar que había alguien en la habitación- Nero encendió el cigarrillo y le dio una gran calada. Una sonrisa llena de sarcasmo se dibujó en su rostro. Aquella noche había ido a hacerle una visita a su nueva víctima. Una mera adolescente, ya que casi no tenía ni los dieciocho años. Podría haberla matado con toda la tranquilidad del mundo y no se habría enterado, ya que ni tan siquiera se había percatado de su presencia cuando había encendido la luz de la habitación. ¿Por qué a nadie se le ocurría mirar hacía el techo? -Me pregunto por qué el jefe no quiere matarla, ¿tú que crees?-Preguntó a la mujer muerta que yacía a su lado, en la cama. Sonrió de manera despreocupada-Es verdad, ya no puedes hablar, lo siento-Dicho esto, se levantó de la cama y lanzó el cigarrillo al cadáver de la mujer que previamente había bañado en gasolina-Que tengas dulces sueños…- Después, todo comenzó a arder. -Buenas- Nero se giró en dirección a la voz. -Aoe, ¿qué haces tú por aquí?- -Trabajo- Al igual que él, Aoe era un asesino, tal vez más despiadado que él mismo. -He oído rumores de que tú próxima víctima es la hija de un multimillonario americano- Nero se encendió un cigarrillo. -¿Quieres?-Le preguntó a su compañero, que le cogió uno-Pues sí, me ha tocado una niña pija- Aoe rió ante la reacción de Nero. -No sé porque te pones así, tú mismo eres un niño. Te recuerdo que tienes los veinte recién cumpliditos- -Ya lo sé, pero a mí me van las mujeres más maduritas- Nero dejó escapar una larga bocanada de humo-Por otro lado, no entiendo que es lo que tiene el jefe en la cabeza. Siempre quiere que matemos en seguida a toda la gente que es un estorbo para él, y en esta ocasión me dice que sólo observe como se desarrolla la situación-Nero suspiró. -Bueno…tal vez comience a chochear, ¿Has visto al nuevo recluta?- -¿Te refieres a ese saco de huesos?- -Bueno tú también eras un saco de huesos cuando el jefe te acogió, aunque muy escurridizo la verdad-Aoe rió-Y esa es una habilidad que no has perdido, sigues siendo igual de escurridizo- -Claro, y por eso soy el mejor- -Cierto- Melinda encendió la televisión mientras iba de aquí para allá por el apartamento. Estaban dando las noticias. -Pasemos a la siguiente noticia. Esta madrugada uno de los apartamentos cercanos al barrio chino, ha sufrido un incendio. Aún se desconocen las causas de la tragedia, ya que en el suceso ha muerto la secretaria del primer ministro, pero las primeras hipótesis señalan a que todo podría haber sido provocado por un cigarrillo mal apagado y que ha prendido fuego a la cama- Melinda se plantó delante del televisor, en donde sacaron imágenes de la escena y de la secretaria, una mujer que no tendría más de treinta años. -Tiene que ser horrible morir así- Nero se dejó caer en la cama, completamente exhausto. Las últimas semanas había llevado un ritmo realmente frenético y lo que menos le apetecía en aquellos instantes era tener que hacerse pasar por un mero estudiante. -Que asco de trabajo-Murmuro mientras se hacía un ovillo en la cama. Estaba de acuerdo en que él era el que más o menos tenía la misma edad que la víctima, pero hubiese preferido que hubiesen buscado otro método para ``observar ´´, como decía el jefe. Pensar en sus compañeros le hizo acordarse del niño que había mencionado Aoe aquella mañana. No era más que un crío de ocho años, y aunque no quería admitirlo ante nadie, le daba bastante lástima. Jamás tendría infancia, y mucho menos una vida. No sería algo más que una mera marioneta durante toda su vida. Se giró de nuevo, y contempló el blanco techo. Él le estaba muy agradecido al jefe por haberle salvado la vida, al fin y al cabo eso era lo que hacía. Recogía a niños huérfanos que vagaban por las calles, y los sometía a una serie de pruebas. Si él niño valía (Y sobrevivía), lo educaba y enseñaba en las artes marciales y en la muerte silenciosa, y en él caso de que no sirviese, lo convertía en uno de los criados de su mansión, porque si algo no le faltaba a su jefe, era el dinero. Cerró los ojos con fuerza, alejando cualquier pensamiento y recuerdo de su mente. Necesitaba descansar, el día siguiente iba a ser un día muy largo. Continuará...
Re: El príncipe de la muerte Bueno, aquí va el segundo capítulo. Espero comentarios. Capítulo 2 Aoe estaba sentado en el pasillo, con una pierna cruzada sobre la otra y mirando desganadamente hacía el techo. Llevaba allí más un cuarto de hora y su jefe aún no se había dignado a llamarle. Del interior de la habitación se escuchó un fuerte sonido, similar al de una vara, y segundos después un gemido lastimoso. Aoe miró de reojo la puerta cerrada. -Buenas- Miró hacía la persona que le acababa de llamar. Allí estaba la seductora secretaria del jefe. -Buenos días, preciosa- Rosalind se ruborizó ligeramente mientras se colocaba bien las gafas. Ante ese gesto, Aoe le sonrió con picardía. -Te muestras muy tímida esta mañana- Rosalind enarcó una ceja. -¿Eso crees?-Contestó con voz seductora. La sonrisa de Aoe se ensanchó. -¿Quién es el desafortunado?-Preguntó Aoe, que con un gesto de cabeza señaló la puerta cerrada. Rosalind volvió a colocarse bien las gafas. -Sam- Aoe enarcó una ceja. Era prácticamente imposible que Sam hubiese cometido un error en una de sus misiones. Formaba parte de la élite. -Y, ¿A que se debe semejante castigo? Lleva azotándole desde hace más de un cuarto de hora- -Eso confidencial- -No seas así, cielo-Dijo mientras con una de sus manos acariciaba uno de sus muslos. A medida que fue subiendo su mano por debajo de la falda de la chica, la respiración de ésta se fue haciendo más entrecortada. -No me hagas esto Aoe…Sabes que si el jefe se entera me matará…-Dijo ella mientras un gemido entrecortado escapaba de sus labios. -Pero si no estoy haciendo nada-Dijo Aoe con voz inocente, mientas su mano seguía subiendo y tocando partes que hacían que Rosalind se estremeciese. La chica se separó bruscamente de él, mientras le dedicaba una mirada llena de rencor, mientras él le dedicaba su mirada más inocente. Se sentó al lado de Aoe y cruzó las piernas con elegancia. Notaba la mirada del hombre fija en ella y en cada movimiento que hacía. Lo odiaba y a la vez lo amaba con todo su corazón, pero sabía que para él no era más que un vulgar objeto más para conseguir la información que deseaba. Y también era consciente de que él conocía los sentimientos que albergaba por él. Se pesó la lengua por los labios, en un vano intento de humedecerlos. -Cometió un error en la última misión-Dijo al fin, incapaz de resistirse a los negros ojos que le observaban. Aoe dejó escapar un bufido. Se volvió a escuchar un grito dentro de la habitación. Aoe miró en dirección a la puerta con el ceño fruncido. -Venga ya, Sam no es de los que cometen errores-Dijo sin apartar la mirada de la puerta. -Eso es cierto, pero es que le tendieron una trampa- Aoe miró sorprendido a la joven. -¿Una trampa?- -Sí, el problema es que Sam no se dio cuenta hasta el último momento y por culpa de eso la misión en la que llevaban meses trabajando casi se fue al traste- Aoe clavó la mirada en el suelo. -¿De que misión se trataba?- Aquello resultaba imposible. Sam no era de esos a los que se les podía tender una trampa así como así. Rosalind dudo durante unos segundos, hasta que finalmente habló. -Tiene que ver con la próxima misión de Nero- La cara Aoe se descompuso. -Sam estaba siguiendo y recaudando información de un importante traficante de armas, que tiene relación con el padre de la chica a la que tiene que seguir Nero. Por lo visto son socios- Aoe miró a Rosalind. -¿Es por eso que quieren que Nero observe? Lo que el viejo quiere en realidad es que la chica se enamore de él para poder sacarle toda la información que quiera ¿no?- Rosalind se colocó bien las gafas. -No exactamente. La hija no sabe nada de los trabajos en los que está metido el padre. Lo que quiere es que Nero se gane la confianza de la chica para que llegado el momento, el jefe la pueda utilizar- Aoe frunció el ceño mientras apartaba la mirada. No era que el viejo estuviese chocheando. Lo que pasaba es que con los años se estaba volviendo más retorcido. Nero contuvo una mueca mientras miraba la puerta del instituto privado al que tenía que asistir. Se miró el uniforme. ¿Dónde se había visto que la gente tuviese que llevar uniforme? Aquello era absurdo. Soltó un bufido y caminó desganadamente hacía el instituto. Notaba las miradas de todas las chicas clavadas en su nuca. Alzó la mirada exasperado. Por eso odiaba a las niñas pijas. Lo único que sabían ver era lo extremadamente atractivo que era, nada más. -Melinda, ¿has visto al bomboncito que hay por el insti?-Le preguntó Caroline. Melinda negó con la cabeza. -¿Cómo puede ser que no hayas visto al príncipe?-Le preguntó Juliet. Melinda abrió los ojos como paltos, mientras sus dos amigas se ponían a gritar como unas histéricas, presas de la emoción. -¿Es un príncipe?-Preguntó, incrédula. -Que va-dijo Juliet. -Lo que pasa es que es tan guapo que parece un príncipe- -¿De verdad?-Preguntó, aún más incrédula. -Mira, mira-Dijo Caroline mientras le cogía por la manga de la chaqueta-Es ese de ahí- Caroline señaló a un chico que mediría cerco del metro noventa, delgado, de tez blanquecina, cabello de color azabache y hermosos ojos azules. Realmente parecía un príncipe. Todo el mundo le miraba cuando pasaba por su lado. La mente de Melinda comenzó a divagar, recordando las historias que había leído sobre vampiros en los últimos años. Ese chico sería perfecto para interpretar un papel vampírico. Una torpe sonrisa se dibujo en sus labios. Seré idiota, los vampiros no existen, pensó. Pero una cosa tenía clara y era que si ese chico fuese un príncipe, lo sería de la noche. Continuará..
Re: El príncipe de la muerte Es interesante, me gusta lo que va de la historia y su idea. Espero que no lo pongas romanticón, o cambiarás el rumbo de lo que ha sido el relato hasta ahora. Al menos es lo que creo. Me llama la atención tu manera tan particular de escribir: todo en oraciones. La ausencia de párrafos largos me sorpende. Y luego tienes algunas faltas en cuanto a tiempos verbales, repeticiones y faltas ortográficas.
Re: El príncipe de la muerte Supongo que tienes razón, intentaré mejorar para la próxima vez-.-, y tranquila, que mi intención no es hacerla romanticona, y aunque la historia cogiese ese rumbo, te puedo asegurar que el final no iba a ser precisamente feliz.
Re: El príncipe de la muerte olaaaaaa:) me pase por aqui y nada mas leerme el epilogo me dieron ganas de seguir leiendo!! asi que te felicito por tu fic que esta muy bien:) no como el mioXD que es muy corto demomento. Si quieres leertelo pasate:) cuidateee! De: Un tal Saxor
Re: El príncipe de la muerte me encanta tu historia! el personaje principal me parece muy interesante, y la historia me ha enganchado, espero que continues pronto, quizas has caido un poco en el topico del chico malo y la chica buena qua acaban enrollandose pero me encanta el argumento ^^ El 3r capitulo ¡Ya!
Re: El príncipe de la muerte Oha!! Me encanto la trama de la historia aunque es un tanto sadico lo de andar matando por matar. Tienes que explicarme de que se trata esa organizacion a la que pertenece Nero. Ya que estoy un tanto confundida con eso. Buenos estare pendiente, de la comtinuacion. Saludos
Re: El príncipe de la muerte Hola amiga mia, te invito a ke leas mi nuevo fic yaoi se llama Souichirou, Teruki y Sora. Complicated love... espero te pases a dar una checadita y me dejes tu opinon te gustara. Bueno tengo ke irme, al proposito de tu historia esta hermosa, me ha dejado muy satisfecho espero le continues GANBATTE NE!!!! PD: El fic esta en estes mismo apartado de "Originales" oK????
Re: El príncipe de la muerte me gusto mucho, sobre todo el personaje de Nero, la historia es muy buenaaa así que espero pronto el proximo capi :P att:adriana-chan
Re: El príncipe de la muerte No era mi intención hacerla sadica-.- En cuanto a la organización en la que trabaja Nero, bueno, en realidad no es una organización, lo que pasa es que su jefe es un tipo muy rico e importante, y simplemente se limita a quitar de en medio a cuarquier persona que sea un estorbo para él y sus negocios. Bueno, aquí va la conti, que la disfruteis-.- Capítulo 3 Nero desvió su mirada hacía la derecha. Allí estaba Melinda, observándole con interés, aunque su interés parecía ser distinto al de las demás. Nero se sintió tentado de acercarse a ella y hacer alarde de sus dotes de seductor, al fin y al cabo, jamás le había costado seducir a una mujer, y menos le iba a costar tratándose de una chiquilla de diecisiete años. Pero aún sabiendo eso, no debía precipitarse, de modo que se limitó a pasar por su lado, dedicándole una mirada fugaz, y después se alejó de allí. Melinda vio como el chico al que las chicas habían apodado ``el príncipe ´´, se alejaba y entraba en la era su clase. -Dios, no me digas que va a nuestra clase-Preguntó Carolina con voz entrecortada. -Claro que va a nuestra clase, ¿si no por qué iba a entrar en ella?-contestó Juliet, incapaz de ocultar su nerviosismo. Era obvio que ambas estaban presas de la emoción. Melinda enarcó una ceja mientras las observaba, y después dejó escapar un largo suspiro. Compadecía al pobre chico. La gente comenzó a entrar con lentitud en el aula. Allí estaba de nuevo Melinda. Tal y como había dicho el viejo, iban a la misma clase. Nero no pudo evitar fruncir el ceño. Había algo en aquel asunto que no le gustaba. -Silencio por favor-Dijo el profesor-Este será vuestro nuevo compañero, de modo que sed amables con él. Su nombre es Nero Blast- La gente comenzó a murmurar. -Silencio- Nero le devolvió la mirada desafiante a toda aquella gente que le miraba como si fuese un objeto de investigación. Odiaba que le mirasen así. Malditos niñatos, ¿quién me mandaba a mí aceptar este trabajo?, se dijo a si mismo. Pero lo cierto era que aunque hubiese querido rechazarlo, sabía que en esa ocasión le habría sido imposible. Su jefe no le había dado elección. -Nero siéntate en aquella mesa libre- El profesor señaló la única mesa que había vacía. Le tocaba sentarse al lado de Melinda. El chico cogió sus cosas y caminó hasta ella, mientras su cabeza pensaba a un ritmo vertiginoso. ¿Realmente era una coincidencia que le tocase sentarse junto a ella? Las cosas estaban yendo demasiado bien. -¿Cómo le estará yendo en su primer día de instituto?-Preguntó Aoe al aire. -Señor, ya está todo listo- Aoe miró con indiferencia al subordinado que le acababa de hablar, y después lanzó la colilla del cigarrillo que se estaba fumando. -Está bien, acabemos cuanto antes con esto- Ambos caminaron hacía el coche que no estaba muy lejos de donde ellos se encontraban. -¿Lo habéis arreglado todo bien?- -Sí-Contestó su otro subordinado. -Hazlo entonces- El segundo subordinado puso en marcha el motor del coche y después cerró la puerta. Cogió el control remoto que tenía guardado en el bolsillo de la chaqueta y controló el coche hasta el terraplén en donde segundos antes había estado Aoe. Allí lo estrelló contra un muro, segundos más tarde el coche estalló en llamas. -Bien hecho chico-Miró a la chica que iba con el hombre al que acababan de matar-Encargaos de que llegué sana y salva a su casa- -Sí señor-respondieron ambos hombres a la vez. Tal vez vaya a ver Sam, pensó Aoe mientras se alejaba de la escena del crimen con tranquilidad. Sí. Iría a verle y después llamaría a Nero. No podía evitar estar preocupado por el chico. Después de una agotadora mañana, Nero se dejó caer completamente exhausto en una de las sillas de la cafetería. Estaba harto de los grititos llenos de histerismo de las chicas cuando le veían y de las miradas llenas de rencor de los chicos. Dios, y sólo es el primer día, pensó mientras se frotaba los ojos. No se veía capaz de soportar aquello. Pero más importante que todo eso, tenía que buscar la manera de acercarse a Melinda sin parecer demasiado descarado. Sólo había cruzado un par de palabras con ella durante toda la mañana, y aunque le costaba admitirlo, no parecía tan estúpida ni tan pija como él se imaginaba. -¿Cansado?-Le preguntó una voz, sacándole de sus pensamientos. Alzó la mirada para ver de quién se trataba. De pie, justo en frente de él, estaba Melinda, que le miraba con cierta compasión. -¿Qué te hace pensar eso?-le preguntó él con cierta frialdad, aunque esa no era su intención. Mierda, estoy demasiado crispado, no puedo mostrarme desagradable con ella, pensó. Melinda le sonrió con dulzura. -Tu cara-respondió ella con total sinceridad. Nero enarcó una ceja y después sonrió. -Vaya, ¿Tanto se me nota?-preguntó un poco más calmado. -Bueno…sólo un poquito -Melinda volvió a sonreírle-No te preocupes, en un par de días se les habrá pasado. Eres la novedad- -¿Y para ti no soy la novedad?- -No. Yo sé lo que es pasar por eso, y como no me gusta hacer a los demás lo que no me gustan que me hagan… pues eso-Melinda se puso ligeramente colorada-Bueno, sólo quería decirte que la siguiente clase es química y toca abajo, en el sótano- -Gracias- -Bueno, nos vemos luego. Si necesitas algo estoy en aquella mesa-Dicho esto, la chica se fue a la mesa en donde estaban sentadas sus dos amigas, que habían estado observando la escena como si se tratase de algún culebrón. Nero apoyó la cabeza en una de sus manos. Tal vez tendría que comenzar a cambiar la opinión que tenía sobre ella. Aoe esperó tranquilamente tras la puerta. Después de diez largos minutos, la puerta se abrió. El aspecto de Sam era terrible. Tenía un brazo y una pierna escayolada y su cara parecía un mapa. -El viejo te dio bien, ¿eh?- Sam hizo una pequeña mueca a modo de sonrisa, pero al momento se llevó una mano a la cara. Parecía ser que incluso reírse le provocaba dolor. -Es extraño verte por aquí-Dijo Sam mientras se apartaba para que Aoe pudiese pasar. -Estaba preocupado por ti- -¡Eso si que es extraño!-exclamó Sam antes de cerrar la puerta. Ambos hombres estuvieron un buen rato hablando de diferentes temas, hasta que Aoe sacó el que le había llevado hasta allí. -Rosalind me explicó lo de la misión- Sam apartó la mirada de su vaso de vodka y le miró. -Deberías dejar de sonsacarle información a la pobre chica, un día de estos la vas a meter en problemas- -Supongo que tienes razón-Contestó Aoe con cierta culpabilidad en la voz. -Aoe, puedo confiar en ti, ¿verdad?- -Ya sabes que sí- Ambos hombres se miraron en silencio durante unos segundos. -Creo que tenemos un chivo espiatorio entre nosotros- Aoe abrió los ojos debido a la sorpresa. -¿Quieres decir que…? – -Exacto. Hay un traidor entre nosotros- continuará...
Re: El príncipe de la muerte un traidoor?¿¿?¿ cada vez esta mas interesante, sigue así! espero pronto el proximo capi :p att:adriana-chan
Re: El príncipe de la muerte Bueno, aquí está el capítulo 4, que lo disfruteis-.- Capítulo 4 Aoe no daba crédito a lo que acababa de escuchar. ¿Un traidor? Aquello sonaba descabellado, imposible. ¿Quién iba a querer traicionar al jefe? Todos sabían que la traición se pagaba con la muerte. Miró a Sam, que le observaba en silencio. Aoe intentó asimilar lo que le acababa de decir. No era tan imposible si se pensaba en el fracaso de Sam en su última misión. Aoe le conocía bien. Sabía como trabajaba. Sam no era de los que hacía las cosas precipitadamente. No, el revisaba una y otra vez la información en busca de cualquier posible error y no llevaba la misión a cabo hasta que estaba seguro de que ese error no existía. -¿Tienes idea de quién es?-Preguntó tras un largo silencio. -Tengo una ligera sospecha, pero no estoy seguro-Sam dio un trago a su vaso de vodka-Si mis sospechas son ciertas, Nero podría estar en peligro- Aoe casi dejó caer su vaso de whisky al suelo. Miró con verdadero terror a Sam. Se levantó de golpe. No podía permitir que le pasase nada a Nero. Era como un hermano pequeño para él. -Espera Aoe-Dijo Sam mientras le cogía del brazo-Relájate y escúchame. Su vida no corre peligro en estos momentos, pero si tus vas a verle ahora para advertirle, entonces si que estará en peligro, y no sólo él, tú también- Aoe volvió a dejarse caer en sillón en el que estaba sentado. -Tal vez esté equivocado, pero tengo la ligera sospecha de que la persona que nos está traicionando está aliada con alguien de fuera, y que su verdadera intención es conseguir algo que el padre Melinda tiene en su poder- -¿Ese algo es por lo que el jefe ha hecho que Nero se acerque a ella?- -Sí. Si Nero comenzase a tener una relación con la chica, sería muy fácil poder conseguir la información que buscan, porque si ella le presentase a su padre, todo lo demás sería coser y cantar- -De modo que a eso se refería Rosalind cuando decía que la querían utilizar…-Murmuró Aoe. - Si no me equivoco, pretende que el jefe se haga primero con lo que sea que el padre de Melinda tiene en su poder, para que más tarde, quien sea la persona con la que esté aliada de fuera lo robe y mate el jefe- Aoe miró con los abiertos por la sorpresa a Sam. Aquello sonaba totalmente descabellado y a la vez tenía su lógica. Sí el que mataba al jefe era alguien de fuera y la persona de dentro había estado moviendo los hilos desde las sombras, nadie sospecharía de él, si no de la persona de fuera. ¿Pero que podía sacar de provecho la persona de dentro por llevar a cabo un plan como aquél? Probablemente una gran suma de dinero si el trabajo salía bien, pero nada más… a no ser que… Aoe cogió un cigarrillo y lo encendió, mientras se despeinaba el pelo con impaciencia. Si la persona de dentro era alguien importante, alguien cercano al jefe, entonces la cosa era diferente. De ese modo sólo quedaban cuatro… no dos sospechosos. -Creo que has llegado a la misma conclusión que yo-Le dijo Sam. Aoe le miró con nerviosismo. -¿Me estás diciendo que el traidor es uno de los viejos que están siempre con el jefe?- -Piénsalo bien, son su mano derecha, saben todo lo que lleva a cabo. Le conocen mejor que cualquiera de nosotros. Al fin y al cabo llevan a su servicio más de treinta años- Aoe dejó escapar una larga bocanada de humo. Aquello parecía irreal. -Aoe, tal vez necesite tu ayuda en algún momento- Aoe le miró. -Sabes que no puedo negarte ningún favor después de decirme que Nero puede estar en peligro- -Entonces estamos juntos en esto- -Supongo que sí- Ambos dieron un trago a sus respectivas bebidas. -Aoe, no le digas nada de esto a Nero de momento, ya sabes que en ocasiones puede ser muy impulsivo- -Tranquilo- ``Ayer, hacía el mediodía un reconocido y buscado traficante de drogas murió en un accidente coche al estrellarse contra un pared. El análisis forense ha dictado que en sus venas había grandes dosis de drogas, por lo que todo indica que debió de sufrir algún tipo de alucinación…´´ Nero apagó la televisión. Aoe había llevado acabo aquél trabajo. Un trabajo impecable, como siempre. Él le había enseñado todo lo que sabía. Le había enseñado a matar de tal manera que al final todo pareciese un accidente o un suicidio. Nero se dejó caer en la cama. No tenía ganas de ir a clase. Volvió a pensar en Aoe. La noche anterior le había llamado para saber como le había ido en su primer día, pero le había notado extraño. Estaba como distante. Sería mi imaginación, se dijo a sí mismo. Melinda estaba leyendo un libro de vampiros en la cafetería, completamente ajena a todo. La noche anterior había estado buscando entre sus libros, que estaban todos dentro de una caja y había encontrado el libro de Despertar. Aquél era uno de sus libros preferidos. -¿Qué lees?- Melinda apartó de mala gana la mirada del libro. -Siento si te he molestado-Dijo Nero con su voz más lastimosa. Su voz tuvo el efecto deseado. Las mejillas de Melinda se tiñeron ligeramente de un color carmesí, y su mirada cambió. Pasando de ser un mirada brusca, a una dulce y tímida. -Perdona no sabía que eras tú- -¿Uno de detectives?-Volvió a preguntar Nero mientras le enseñaba el periódico del instituto. Las mejillas de Melinda se pusieron más rojas. Aquella mañana, Nero había descubierto que Melinda escribía breves relatos, casi todos ellos de suspense, en el periódico del instituto. Se había leído un par y lo cierto es que eran bastante buenos. -Que vergüenza-Dijo ella mientras se tapaba la cara. -¿Por qué? Son muy buenos- -Si tú lo dices-Dijo ella mientras se encogía en la silla. Nero rió ante su reacción. -Debes de leer mucha novela de misterio para que se te ocurran ideas tan buenas-Dijo Nero mientras se sentaba en una silla. Melinda le miró con cierta timidez. -Lo cierto es que no leo demasiadas novelas de misterio. Leo más sobre vampiros y sobre amor- -No me lo creo- -Va en serio. Si eres un poco lista y tienes un poco de imaginación no te cuesta demasiado crear ese tipo de historias- -ummm, tal vez tengas razón- Melinda cerró el libro. Normalmente le molestaba que le interrumpiesen cuando estaba leyendo, pero como el que le había molestado era Nero, no le importaba. -Y ese, ¿de que va?- -De vampiros. Para serte sincera, tú me recuerdas un poco a Larsa, uno de los protagonistas- Nero enarcó una ceja. Era la primera vez que le comparaban con el personaje de un libro. Claro que nunca había hablado sobre libros con las otras mujeres que había conocido. Durante lo que quedaba de descanso, ambos estuvieron hablando sobre aquel libro, pero la cabeza de Nero estaba muy lejos de allí. Aquella niña no era tan estúpida como se pensaba, de modo que tendría que ir con cuidado con lo que hacía o decía, porque sin no, estaba seguro de que descubriría que era en realidad y aquello sería un problema, porque entonces tendría que matarla. continuará...
Re: El príncipe de la muerte me gusto muchoo, hojala que Nero se enamore pronto de Melinda, estare pendiente de tu fic :P att:adriana-chan
Re: El príncipe de la muerte Bueno, aquí va el siguiente capítulo, más largo de lo normal-.- Que lo disfruteis. Capítulo 5 Nero estaba delante de la puerta del despacho de su jefe. Un cigarrillo descansaba en sus labios. -Nero, ¿Qué haces aquí?- El chico se giró hacía Rosalind. -El jefe me ha llamado- -Pero, ¿no deberías estar en clase?- El chico se encogió de hombros. -Sí-respondió con indiferencia. Rosalind se colocó bien las gafas. -Ya sabes que no se puede fumar en el pasillo- Nero miró a la chica de manera suplicante. -Venga ya Rosalind, pareces mi madre. Tengo mono. Desde que estoy metido en ese cuchitril de instituto que casi no fumo- Rosalind le sonrió de manera sarcástica. -No es un cuchitril. Es uno de los institutos más prestigiosos del país. Además, así dejarás de fumar- Nero alzó ambas cejas y abrió la boca, lo que casi provocó que el cigarrillo se cayese al suelo. Por suerte pudo cogerlo al vuelo, pero se quemó. -Mierda-dijo entre dientes. Rosalind rió. -Dios te ha castigado-Dijo cuando pasó por su lado. Nero enarcó una ceja y le miró con aire ofendido. Un ruido procedente del interior de la habitación, alertó a Nero de que ya podía entrar. Él y Rosalind se dedicaron una última mirada, en la que el chico le hizo indicaciones de que aquella charla no se había acabado. Por toda respuesta, Rosalind rió. Nero tiró el cigarrillo al suelo, después se colocó bien la corbata y entró en el interior del despacho. Melinda miró la mesa vacía de Nero. Hacía un mes que había llegado al instituto, y estaba tan acostumbrada a estar siempre con él, que nunca se había dado cuenta de lo mucho que le gustaba su presencia. Se mordió el labio inferior y desvió la mirada hacía su libro de texto. No podía consentir que aquél sentimiento siguiese creciendo en su interior. Algo en su interior le decía que no era lo que parecía. Había ocasiones en las que sus hermosos ojos de color turquesa adquirían un extraño brillo, y otras en las que se volvían tan fríos que parecían dos canicas de cristal. No le gustaba cuando los ojos de Nero sufrían esos cambios. Parecía que estuviesen maquinando algo. -Buenos días-Dijo Nero cuando entró en el despacho. Su jefe le miró con la misma frialdad de siempre. Nero recordó lo mucho que le había perturbado aquella frialdad cuando era pequeño. -¿Te apetece tomar algo?-Le preguntó mientras señalaba el pequeño mueblar que había en el despecho. -No gracias- -Entonces iré directo al grano-Dijo su jefe, entrelazando las manos y apoyando la barbilla en ellas-¿cómo va con la chica?- -Bien-Nero dudó durante unos segundos, pero al final decidió hablar-Señor si me permite, no entiendo porque tengo que hacer esto. Le he preguntado muchas veces a Melinda por los negocios de su padre y ella no sabe nada- -Podría estarte mintiendo- Nero frunció el ceño. Sabía perfectamente cuando alguien estaba mintiendo. Le habían educado para que supiese detectar los síntomas que delataban a alguien que estaba mintiendo. -Dejando eso de lado-su jefe se levantó-¿La chica te tiene confianza? O mejor dicho, ¿cariño?- Nero notó como su pulso se aceleraba. No le gustaba el ritmo que estaba cogiendo la conversación. Creía saber lo que le iba a pedir. -Sí-Contestó entre dientes. Su jefe cogió un puro y se lo llevo a los labios. -De modo que si le pidieses que saliese contigo, la chica aceptaría ¿no?- Nero volvió a fruncir el ceño. No le gustaba que le pidiese aquello. No quería jugar con los sentimientos de Melinda. -Supongo-Respondió a regañadientes. -No me basta esa respuesta. Quiero un sí o un no- -Sí- -Entonces ya sabes lo que tienes que hacer. Cuando la chica haya aceptado salir contigo quiero que busques la manera de acercarte a su padre- -De acuerdo- -Ya puedes marcharte. Avísame cuando vayas a conocer a su padre- -Como desee- Dicho esto, Nero giró sobre si mismo y salió de allí a toda prisa. Rosalind apoyó el codo en la cama, y la cabeza sobre la mano. Después contempló a Aoe vestirse. -Esta mañana he visto a Nero- -¿De verdad?, ¿cómo está? Hace días que no lo veo- Rosalind se tumbó en la cama, y fijó la mirada en la lámpara del techo. -Se le ve un poco agobiado- -Eso no es propio de él-Aoe se acercó a la cama y besó a la chica-y, ¿Qué quería el jefe de él?- Rosalind desvió la mirada. -Le ha pedido que comience a salir con Melinda- Rosalind notó como Aoe se tensaba a su lado. Le miró con preocupación, pero el rostro del hombre se veía totalmente calmado. -¿Estás bien?-Preguntó en un murmullo. -Sí- Después volvió a besarla con dulzura, y la mente de Rosalind se quedó completamente en blanco. El teléfono de Sam sonó. Miró de quién se trataba. Era Aoe. -¿Sí?- -¿Te has enterado?- -¿De lo de Nero? Sí- Sam escuchó un largo suspiro al otro lado del auricular. -Tus deducciones se están cumpliendo- Sam rió con amargura. -Eso es cierto, pero preferiría que no fuese así- -¿Has descubierto algo más?- Sam se sentó en una de las butacas del comedor. -Sí te refieres a quién es el traidor, aún no he conseguido descubrir nada realmente importante. Lo cierto es que lo mires como lo mires, ambos parecen estar traicionando al jefe, ya que ambos llevan acabo trabajos a espaldas del jefe-Sam se apretó el tabique nasal con fuerza. Llevaba un mes investigando y tenía la sensación de no haber adelantado nada-Respecto a lo que busca el jefe, por lo que he podido descubrir, tiene que ver un arma, un arma lo bastante poderosa como para provocar una guerra entre naciones. Se ha reunido con muchos traficantes de armas, e incluso con presidentes importantes para negociar la venta del arma- Volvió a escuchar como Aoe suspiraba. -Sam, déjalo. Si te pillan… ya sabes lo que pasará. Esto no es un juego de niños. Es un tema muy importante como para que nosotros intentemos hacer algo al respecto- -¿Me estás diciendo que huya? ¿Qué ignore todo lo que está pasando a nuestro alrededor? Sabes también como yo que si el jefe muere, muchos de nosotros también moriremos porque sabemos demasiado- -Lo sé… pero…- -Si me tienen que matar, prefiero que sea mientras intento descubrir quien nos está traicionando- Aoe miró fijamente el teléfono. Entendía perfectamente a Sam, pero no podía dejarle continuar con aquella locura. Tenía que detenerle. Se levantó, cogió las llaves del coche y fue a casa de Sam. Llegó allí en menos de un cuarto de hora. Las luces de la casa estaban encendidas. Salió del coche y caminó con paso segura hasta la casa. Llamó pero no obtuvo respuesta. ¿Se estará duchando?, pensó. Esperó durante diez minutos, volvió a llamar, pero de nuevo no obtuvo respuesta. Estuvo así más de media hora, hasta que cansado de esperar, abrió por si mismo la puerta y entró. La casa estaba sumida en el más profundo silencio. Aoe tuvo un mal presentimiento. Sacó la pistola que llevaba debajo de la chaqueta y entró con cuidado en la casa. Caminó silenciosamente por la casa, hasta que llegó al comedor. Había alguien sentado en el sillón. Se acercó con cautela. Ahogó un suspiro de alivio. Era Sam. -Sam, ¿qué haces aquí dormido? Vas a pillar un resfriado-Tocó el hombro de su compañero, y este cayó como un peso muerto al suelo. -Sam- Aoe cogió a Sam, y con alarma comprobó que no respiraba. Le tomó el pulso, e incluso hizo las reanimaciones necesarias de primeros auxilios, ya que Sam no parecía estar herido por una bala, pero aún así no pudo hacer nada. Sam estaba muerto. Aoe cogió su teléfono móbil y llamó a una ambulancia. Alguien tenía que llevarse el cuerpo de allí y dictaminar cual había sido la causa de la muerte. Continuará...
Re: El príncipe de la muerte :feliz: Me encanta!!!!!!!!!!!!!!!! me has atrapado de una forma increíble!!!! quiero que no le pase nada malo a Nero............. ToT y saber quien es el traidor............... no me dejés mucho tiempo con la intriga por fa........................
Re: El príncipe de la muerte Bueno, aquí va el siguiente capítulo, también más largo de normal, que lo disfruteis-.- Capítulo 6 Nero miró medio adormilado su teléfono móbil. ¿Quién demonios le estaba llamando a esas horas? Era la una de la madrugada. -¿Sí?-Preguntó con voz soñolienta. -Siento llamarte a estas horas- -Ah, eres tu Aoe, ¿Qué pasa?- No se escuchó nada al otro lado de la línea. Nero miró confundido el móbil. ¿Habría colgado sin darse cuenta? No. El contador de minutos seguía corriendo. -¿Aoe?- -Sam…- Nero se sentó n la cama, ¿Qué demonios le pasaba a Aoe? -¿Sí?- -Sam está muerto- Nero se sintió como si le acabasen de tirar un cubo de agua fría. Aunque la confianza que tenía con Sam no era la misma que tenía con Aoe, Sam era una de las personas a las que más admiraba y respetaba, y al igual que Aoe, él también le había enseñado muchas cosas. -¿Cómo…?-Preguntó con voz estrangulada. -Un ataque al corazón- -Imposible-dijo Nero sin pensarlo. Había trabajado muchos años bajo el mandato de Aoe, su constitución física era admirable. Aunque también sabía que aquello no tenía nada que ver. Un infarto lo podía sufrir hasta la persona más sana del mundo, pero resultaba tan absurdo... -El entierro se celebrará mañana a primera hora, puedes decidir si vienes o no- -Iré- -Entonces nos veremos allí- Aoe colgó, y lo único que reinó después en la habitación en donde se hallaba Nero, fue un profundo silencio. Melinda miró con preocupación el pupitre vacío de Nero. Ya era el segundo día que faltaba a clase. ¿Le habría pasado algo? -Meli- La chica miró a Juliet, que se había sentado en la silla libre que había en frente de su mesa. -¿Qué pasa?- Juliet y Caroline le miraron con fijeza. -No puedes ocultárnoslo más. Estás saliendo con Nero, ¿verdad?- Melinda sintió como sus mejillas, orejas, todo ardía por momentos. Durante las últimas horas, y en contra de su voluntad, se había encontrado pensando en como sería salir con Nero. Le gustaba. Estaba enamorada de él, y esa idea en lugar de resultarle placentera, le aterraba. -No- Caroline y Juliet entornaron los ojos, y le miraron sin demasiada convicción. Melinda comenzó a juguetear con los pliegues de su falda por debajo de su mesa. -Tranquilas, si estuviese saliendo con él, vosotras serías las primeras en saberlo- Las dos chicas le miraron unos segundos en silencio, como si estuviesen intentando descubrir cuanto había de verdad en esas palabras. -Vaya, yo que quería que me dijeses como era Nero en la intimidad-Dijo Juliet mientras se encogía de hombros. -Seguro que es súper dulce-prosiguió Caroline. Después, ambas dejaron escapar un largo suspiro, mientras alzaban la mirada al techo. Melinda las miró sonriendo. A saber que estaban imaginando aquellas dos. Aoe miraba con pesadumbre la que iba a ser la tumba de Sam. Nero estaba a su lado, rígido como una tabla. Aoe le miró. Tendría que contárselo todo. Notó unos ojos clavados en él. Miró en la dirección de donde provenía la mirada. Rusty, unos de los cuatro hombres más importantes que siempre acompañaban a su jefe, le miraba fijamente. Aoe vio como dejaba algo oculto en el tronco del árbol que tenía tras de si. Había sido en un segundo, mientras fingía recoger algo que se le había caído al suelo. Estaba seguro de que nadie más se había fijado en ese detalle. Todo el mundo estaba pendiente del féretro, que en aquél momento estaban sepultando bajo tierra. Nero miraba fijamente la tumba de Sam, que en aquél momento estaban terminando de cubrir con tierra. Cuanto más lo pensaba, más absurdo veía que Sam hubiese muerto de un ataque al corazón. Siempre había pensado que moriría por culpa de algún balazo o algo similar. -Te llevaré a casa-Le dijo Aoe. -Gracias- Nero echó una última ojeada a la tumba, y después siguió a Aoe, Que se agachó cerca de un árbol para recoger las llaves que se le acababan de caer, le pareció que recogía algo, pero también podría haber sido su imaginación. Durante mucho rato, los dos permanecieron en silencio. Nero se entretenía viendo pasar el paisaje a gran velocidad. -Nero, ¿Puedo contrate algo sin que te alteres demasiado?- El chico miró durante unos segundos a Aoe. -Depende-Contestó mientras se encogía de hombros y volvía a fijar la mirada en la ventanilla. -Hay un traidor entre nosotros. Sam estaba tras su pista, y sospechaba que el traidor era uno de los viejos que siempre va con el jefe- Nero tardó unos segundos en analizar aquella información. Aquello no le sorprendía demasiado, ya que últimamente su jefe estaba tomando unas decisiones un tanto extrañas, y eso tenía que ser porque uno de aquellos viejos le estaba indicando que era lo que tenía que hacer. Estaba haciendo con el jefe lo que quería, se estaba preparando el terreno para lo que fuese que estaba tramando, pero ¿cuál era el traidor? ¿Vincent?, el anciano de pinta adorable y que después resultaba ser el diablo en persona, o ¿Terry?, quien era capaz de helarte la sangre con sólo dedicarte una mirada. -De modo que uno de ellos acabó con Sam- -¿Tú también lo crees?-le preguntó Aoe, un poco sorprendido por la reacción de Nero, aunque probablemente la muerte de Sam tenía mucho que ver con esa reacción. -Si Sam sabía mucho, ¿Por qué no iban a querer quitárselo de en medio? Haciendo parecer una muerte natural, no se levantaría ningún tipo de sospecha. Tú mejor que nadie lo sabe, eres especialista en cometer asesinatos de ese tipo- Entre ambos hubo un momento de silencio. -¿Y bien? ¿Qué vas ha hacer al respecto?-le preguntó Nero. -Voy a intentar atrapar al que se ha cargado a Sam- Nero sonrió, con su característica sonrisa llena de sarcasmo. -Eso era lo que quería escuchar- Tan ponto como Aoe dejó a Nero en su casa, sacó del bolsillo de sus pantalones lo que Rusty había dejado escondido en el tronco del árbol. Era un móbil, que no tardó demasiado en sonar. Miró por el retrovisor. Un coche negro le seguía. Era el Mustang de Rusty. Aoe descolgó. -¿Sí?- -¿Cuánto te contó Sam?- Aoe reprimió una carcajada. Como siempre Rusty no se andaba con rodeos. Al fin y al cabo, era conocido por eso. Si te tenía que decir que eras un imbécil, te lo decía a la cara. -No se de que me hablas- -Sam me dijo que te lo había contado todo- -¿Cómo se que tú no eres el traidor y que no quieres acabar conmigo?- Al otro lado del auricular se escuchó una carcajada. -Sabes que si quisiese acabar contigo ya lo podría haber hecho- Aoe frunció el ceño. Aquello era cierto. Rusty era famoso por su perfección a la hora de disparar. No había nadie que le igualase a la hora de acertar un tiro, ya que jamás había fallado un sólo disparo. Donde ponía el ojo, ponía la bala. -Por otro lado, ¿Quién te crees que ayudaba a Sam a conseguir información? Vosotros estáis jodidos en el caso de que el jefe muera, pero yo también. Te recuerdo que estoy mucho más cerca de él que vosotros, por lo tanto conozco muchos más trapos sucios de él que vosotros- Aquello era cierto. Rusty no ganaba nada con la muerte del jefe. Terry y Vincent acabarían con él antes de que intentase hacerse con el control de la empresa. -Me contó lo del arma y poca cosa más- -Entonces, ¿no te contó lo de Matt?- Matt era el último niño al que había acogido el jefe. Reprimió una sonrisa al recordar que Nero le había llamado saco de huesos. -No- -Verás, creo que el jefe se huele algo y se está intentando cubrir las espaldas. Hará unos tres días lo arregló todo para que Matt heredase la empresa en el caso de que a él le pasase algo, el caso es que la información se ha filtrado y ha llegado a oídos de esos dos buitres. De momento no han hecho nada, pero estoy seguro de que no tardaran en mover ficha para quitarse al crío de en medio. Tenemos que evitar a toda costa que eso suceda- -Soy todo oídos- Nero miró fijamente la puerta del apartamento de Melinda. ¿Qué hacía allí? Tal vez necesitaba el confort de un abrazo lleno de cariño y sabía que la única que se lo podía dar era ella. Desde el día anterior había recibido demasiada información como para asimilarla bien. Primero la petición de su jefe, después la muerte de Sam y por último la noticia de que había un traidor. La puerta se abrió cuando estaba a punto de marcharse. Melinda le miró confundida. -Nero… ¿Qué...?-Pero la chica dejó la frase en el aire y le miró con preocupación. Nero se preguntó cuál sería su cara. Durante las últimas semanas había comenzado a sospechar que Melinda era capaz de ver a través de la máscara que había creado para engañar a la gente de su alrededor. ¿Sospecharía lo que era en realidad? Probablemente, y aunque no lo supiese, sospecharía algo, seguro. Era una chica lista, demasiado tal vez. -Pasa-Dijo finalmente la chica, mientras se hacía a un lado, para que Nero pudiese entrar. -Gracias-Murmuró él. Nero se sentó en la silla que le indicaba Melinda. La habitación estaba tal y como la recordaba, cuando había entrado de noche un mes atrás. No. No estaba igual, ahora había puesto una estantería en donde había colocado su gran colección de libros. El chico se levantó y caminó hacía ella. Pasó con lentitud un dedo por las solapas de los libros. Se detuvo en el de Despertar. Tenía dos ediciones de aquél libro. Una simple, que era la que le había visto leer en la cafetería del instituto y otra de coleccionista. Nero cogió el libro. En la portada salía una mano, rodeada de cadenas y en la contraportada salían unos ojos abiertos, mirando al lector con cierta frialdad. Nero se vio a si mismo reflejado en aquellos dibujos. Iba a abrir el libro cuando Melinda salió de la cocina. -Es té negro, tu preferido-Cuando la chica concluyó aquella frase, sus mejillas se tiñeron ligeramente de un color carmesí. Nero guardó el libro, e intentó ocultar la sorpresa que le había producido las palabras de la chica. Él no recordaba haberle dicho en ningún momento que le gustase el té negro. Tenía que haberlo deducido ella misma, al vérselo tomar cada día en el instituto. Aquello indicaba que se fijaba en él mucho más de lo que se imaginaba. -Gracias-Dijo mientras se acercaba a ella y cogía la humeante taza. Lo cierto es que tal y como había deducido ella, esa era su bebida preferida. Ambos se sentaron de nuevo. -¿A pasado algo?-Preguntó ella en un murmullo. En ese momento, Nero tuvo la sensación de que todas las dudas, todo lo sucedido durante el último mes, caía con fuerza sobre él. Estaba tan cansado de aquella farsa. Una fina lágrima cayó por su pálida mejilla. Melinda le miró alarmada. Se agachó y apoyó las manos en las rodillas del chico. Nero observó los profundos ojos de la chica. Conocía ese tipo de mirada, la había visto otras veces, en otras mujeres, pero él no la quería de aquella manera. La quería como una amiga, como una confidente, como una hermana. El chico apretó con fuerza la mandíbula. Pero tenía que hacerlo, si no hacía lo que le habían dicho, sospecharían de él, y aquél era el momento perfecto. Cogió el rostro de la chica con ambas manos, y lo atrajo hacía él con suavidad. Rozó ligeramente los labios de la chica con los suyos, y aquello provocó que un gemido escapase de los labios de ella. Se dedicaron una mirada fugaz y después se besaron con dulzura, mientras se abrazaban con fuerza. Ya había cumplido parte de la misión que le habían mandado, pero hacerlo no había hecho más que incrementar la sensación de vacío que había ido creciendo en el interior de Nero durante las últimas semanas. continuará...
Re: El príncipe de la muerte O.O, lo dejaste geniaal, continualo cuanto antes porfaabor!!, espero que Nero se acabe enamorando de Melinda :P, att:adriana-chan
Re: El príncipe de la muerte Aquí va otro capítulo más-.- Capítulo 7 Melinda se despertó de repente. No recordaba haberse quedado dormida. Fuera comenzaba a clarear. No recordaba nada de la noche anterior, pero entonces los recuerdos comenzaron a remolinarse en su cabeza. Se puso roja al recordar lo sucedido con Nero. -Nero-Murmuró. Él no estaba en la cama con ella. ¿Estaría en la cocina? Melinda se levantó de un brinco y fue a la cocina, pero Nero no estaba allí, ni en el cuarto de baño, ni en ningún rincón de su apartamento. Se había esfumado como si se tratase de una fantasma. Melinda se sentó en la cama. ¿Habría sido un sueño? Se llevó una mano a los labios. Aún podía sentir la calidez de los labios de Nero contra los suyos. Se dejó caer en la cama. ¿Le estaría jugando una mala pasado su imaginación? En el fondo de su corazón esperaba que no. Nero miró fijamente la puerta de su apartamento. Alguien había entrado, y quien fuese, no se había molestado en ocultar su intromisión. El chico entró con decisión en el apartamento. Sentado en la butaca estaba Aoe, que le miró sonriente. -Podrías haberme avisado de que estabas aquí- -Bueno, es que yo pensaba encontrarte en casa-Aoe miró su reloj. Eran las seis de la mañana-¿Puedo preguntar donde estabas a estas horas?- -En casa de Melinda-Respondió el chico mientras se dejaba caer en el sofá. Aoe enarcó una ceja. -Por tu cara deduzco que ya te la has ligado y por lo tanto ya hay algo entre ella y tú- Nero dejó escapar un bufido por respuesta. -No me digas que te has enamorado de ella- -Ojalá fuese tan sencillo. Entonces no me sentiría como un vulgar traidor- -Le has cogido cariño, ¿me equivoco?- Nero frunció el ceño. -Es la primera chica que se siente interesada por mí por algo más que mi físico, y cada vez que me sonríe de esa manera tan dulce… Dios, me pegaría un tiro cada vez que lo hace. Me siento fatal por estar utilizándola de un modo tan cruel-Nero suspiró-Pero dime, que te trae por aquí- Nero cogió un cigarrillo y lo encendió. -Rusty- -¿Qué pasa con él?- -Era el que le pasaba la información a Sam- Nero recordó como aquella mañana Aoe se había agachado cerca de un árbol para coger las llaves que se le habían caído. -Se ha puesto en contacto contigo, ¿me equivoco?- Aoe sonrió. -No se te escapa ni una- Aoe le explicó a Nero lo que pretendían hacer con Matt y lo que había tramado Rusty para evitarlo. -Dentro de tres días organizaremos el supuesto secuestro. Necesitamos un francotirador para despistar, pero Rusty no puede ser porque él estará con el jefe- Nero y Aoe se miraron durante unos segundos. -Un momento, ¿no pretenderás que lo haga yo? Se darían cuenta en seguida. Últimamente me siguen- -Nos siguen a todos. Pero no habrá problema si te haces pasar por una mujer- Nero casi se atragantó con el humo del cigarrillo. -¿Qué…?- -Irás al instituto como cada día, pero dentro de la mochila llevarás el disfraz, que tienes en esa bolsa de ahí-Aoe señaló una bolsa que había en la cama de Nero-Una vez en el instituto, te disfrazarás y saldrás de allí sin ser visto. Estoy seguro de que para ti no supondrá ningún problema. Irás a este hotel-Aoe le tendió la tarjeta de un hotel-la habitación desde la que dispararás será la 909. Allí tendrás un arma oculta en el techo del lavabo. Una vez hayas hecho tu parte del trabajo, que será crear la distracción, te marcarás de allí sin llamar la atención, y volverás al instituto- Nero se revolvió el pelo. -¿Quién se encargará de llevarse al crio?- -Los Morati- De nuevo, Nero casi se atragantó. ¿Qué hacía la mafia metida en todo aquél embrollo? -Sabes tan bien como yo, que el jefe de los Morati tienes muchos chanchullos con el jefe. Si el jefe la palma, Morati se iría a pique, y eso es algo que no puede permitir, por eso algunos de sus chicos llevaran a cabo el secuestro con un coche robado- -¿Y que harán con el niño?- -Cuando estén seguros de que nadie les sigue, dejarán al niño libre, que irá disfrazado, y como él tiene la misma habilidad que tú para pasar desapercibido cuando le interesa, vendrá aquí, en donde estará oculto hasta que le encontremos otro sitio mejor- Nero dejó escapar un bufido. Bueno, mejor eso que no que se carguen al crío, pensó. -Aunque quiera negarme, no voy a poder, ¿verdad? - -Lo siento- -Está bien-Nero se levantó. -¿A dónde vas?- -A ducharme para ir a buscar a Melinda a casa. Si no quiero levantar sospechas tendré que seguir con esta farsa un poco más- -¿Quieres que te lleve?- -Me harías un favor- Después Nero se metió en la ducha. Le esperaban unos días muy duros, pero por lo menos tendría un poco de acción. continuará...