Three-shot El otoño y la primavera [Mao&Natsu|Samurai Senso]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 28 Enero 2021.

  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Escritora
    Título:
    El otoño y la primavera [Mao&Natsu|Samurai Senso]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1000

    Bajo la inminente primavera
    Dos almas entrenan
    Estábamos frente a frente, seriedad contra parsimonia, solemnidad versus versatilidad; frío contra calor, cálido ante fresco.

    —¡Vamos, Natsu, golpea!

    Y él se abalanzó con fuerza y yo intenté bloquear su ataque; defensa contra fuerza. Tuve que esquivar tras amortiguarlo, porque sí no me caería de espaldas y sería el fin. Mis movimientos ágiles me hicieron notar una brecha en su escasa defensa;

    "El mejor ataque es una buena defensa"
    "Yo creo que la mejor defensa es un buen ataque"
    Le di de lleno en el costado, la funda de mi katana tembló ante el choque, pero él se mantuvo inamovible; solo soltó un leve bufido y entonces su brazo y torso se movieron con un rapidez que, presentí, sería incapaz de esquivar; mis ojos atónitos como lunas lo demostraron, y con suerte hice el indicio de un suspiro ahogado cuando sentí el codazo en medio de mi espalda alta. La acción me sacó una toz corta, solo por que me quitó el aire. Pero bueno, lo dije; ya sabía que vendría eso, así que mis manos estaban preparadas para recibir al suelo "con los brazos abiertos"

    Era una jodida gata, ¿no? Callejera y maldadosa.

    —Demasiado le-...— Y soltó un gruñido mientras sentía la "apuñalada" de mí katana, mientras yo sonreía con demasiada soberbia y sorna, tal cual el kitsune desesperante que podía ser a veces.

    —¡Ahgf...!— Pero mi sonrisa de inmediato se vio reemplazada por una mueca de dolor, otra vez cortándome el aire mietras salía disparada a mí derecha, esta vez el porrazo sí que fue a considerar, pero al menos no me había golpeado la cabeza.

    Lo miré desde el piso, recuperando el aliento, mi mirada era completamente seria, mezclando hastío con enfado; él me seguía mirando con parsimonia, acercándose lentamente.

    Solté un suspiro pesado, alzando mi mano para ponerla solemne frente a él tras soltar mi katana; desvié la vista al suelo, cerrando los ojos y aún intentando recomponerme de los últimos par de golpes.

    —Me rindo, señor Natsu, listo; ya morí, estoy muerta —comenté con total tranquilidad, hasta casi me quise reír un poco al final, de todas formas el tipo no se detuvo y eso provocó que lo mirara expectante, con la curiosidad de una sorpresa inminente de la manera más infantil que podía tener.

    Los entrenamientos con Natsu eran de las pocas cosas que me devolvían... la infancia. La sensación de ser una niña aún. Me tomó del yukata, detrás del cuello, tal gata toma a sus gatitos de la nuca; en un movimiento firme y fluido ya estaba de pie, pero antes de que mis piernas pudieran siquiera temblar el pasó una mano por mi cintura y me apegó a él; para que no me fuera a caer sí el caso era alguna lesión de tobillo o fractura de hueso.

    El calor me subió al rostro y solté una risita nerviosa, volteándolo a ver a ojos cerrados su mirada constantemente crítica.
    ¿Estas bien, mocosa?

    —Estoy bien, Natsu, tranquilo —comenté casi risueña, por esas razones sentía que volvía a ser la enana Masuyo de siempre. Entre toda la cosa había terminado por reposar ambas de mis manos sobre la suya mucho más grande, y tosca, y áspera... como la de Kenzaburo.

    Abrí los ojos en cuanto escuché como gruñía bajo y ronco, ladeando yo la cabeza para sonreírle con ternura.

    —En serio, sé cuando estoy realmente mal—. Y me moví por inercia, porque no me importaba lo tosco, maduro o independiente que fuera; todos teníamos un niño a dentro que protegíamos con todo fervor... o una niña.

    Los míos eran dos niños
    y una pequeña ausente.

    Le acaricié la mejilla, con lentitud, suavidad y mimo; sin perder mi mirada de absoluta compasión y ternura genuinas. Natsu me sacó una risa melodiosa y grave, como de señora mayor y sin hijos, solo con el gesto de desviar la vista al contrarío de mi presencia en cuanto la sangre le subió al rostro. Tal como yo hace unos momentos.

    —Ya puedes soltarme, Natsu~ —solté cantarina, suave y grave, solo para molestarlo un poquito; la mirada desafiante, entornando los ojos, me hizo devolverle una sonrisa aún más gatuna, coqueta sin intensiones sensuales; pura niñería barata, y él lo sabía.

    Me soltó con brusquedad, a pesar de que todas formas sabía que estaba listo para atajarme sí me iba de cara al piso, cosa que no pasó.

    Dejé mis manos apoyadas en mis rodillas, y empecé a reír esta vez con una similitud similar a una cría. Vi de reojo como Natsu se metía el meñique en una de las orejas, y eso me detuvo la risa, pero seguía sonriendo con sorna y, ¿por qué no?, ternura mezclada con un deje de maldad; maldades de críos infantiles.

    —Iré a buscar a Rengo —había empezado a caminar poco después de soltarme, así que ya llevaba un tramo avanzado.

    Me erguí, observando su espalda con confianza.

    —¡Más le vale que no haya ido muy lejos! —solté enérgica colocando las manos en mi cintura, y luego mi expresión mutó a la de una madre regañona; también alcé mi dedo índice, moviéndolo para dictar—; No les daré comida sí no me ayudan a prender siquiera el fuego.

    Él respondió con un simple "Hmm" y fue más que suficiente para mí. A esas alturas ya estaba fundiéndose con los troncos y sombras del bosque diurno, así que yo volteé en dirección al río cercano, a unos cuantos metros de distancia.

    ¿Cómo estaría Kenzaburo? ¡Más le valía a los Minamoto estar alimentándolo con buen pescado! Porque sí nosotros comíamos mejor, viajando siempre a duras penas, ellos debían estar más fornidos y preparados que nosotros.

    Porque por algo eran un Clan, ¿no?
    El suspiro nostálgico fue inevitable.


    Pero la sonrisa se mantuvo.

     
    Última edición: 29 Enero 2021
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